Reseña Histórica de ALAMO

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Breve Reseña
Histórica
de la Agrupación
Libre de Artistas de Morazán


Por
Baneste

Después
de la Ofensiva pol
ítico-militar
del 11 de noviembre de 1989, denominada “Al Tope y Punto”, se
abri
ó
el proceso de negociaci
ón
entre el gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Mart
í
para la Liberaci
ón
Nacional, el cual era de carácter irreversible y definitivo para
ponerle fin a la guerra.

Esta
perspectiva trajo como consecuencia la inevitable preocupaci
ón
de la militancia guerrillera sobre las opciones de reinserci
ón
a la sociedad ya en un ambiente de paz. En el Frente Nor-oriental
“Francisco S
ánchez”,
en el cual yo me encontraba, exist
ía
una crisis interna, ya que hab
ían
dos corrientes enfrentadas: una, que se defin
ía
como
ideologizada,
verticalista y antidemocr
ática
,
con m
étodos
de trabajo obsoletos e impositivos, compuesta principalmente por la
m
áxima
dirigencia y militancia de vieja guardia con intereses creados; y
otra, la denominada
Corriente
Cr
ítica

que propugnaba por la democratizaci
ón
y modernizaci
ón
del Partido de la Revoluci
ón
Salvadore
ña,
PRS. No hay duda que si la dirigencia hubiera abierto los espacios de
participaci
ón
propuestos por la gente que se enfilaba en la Corriente Cr
ítica,
el Ej
ército Revolucionario del Pueblo como organización fuerte que era, no se hubiera desintegrado.

En
ese marco, en 1991, es que surge el esfuerzo de la creaci
ón de ALAMO
(Agrupaci
ón
Libre de Artistas de Moraz
án),
como ente aut
ónomo e independiente, puesto que la máxima
dirigencia del ERP siempre vio el arte como un simple instrumento
para la exaltaci
ón
panfletaria de las masas. Los iniciadores de este proyecto fueron
Yasser, Rena (Ricardo Nu
ñez)
y en alguna medida Ren
é
“Choco”. Entre los miembros fundadores, quienes estuvieron
presentes en la constituci
ón
del Colectivo Promotor del Arte y la Cultura Revolucionario, se
encontraban: Esteban (alem
án), Federico (italiano), La Flaca
(espa
ñola),
Monserrat (espa
ñol),
Victoria (peruana), y los salvadore
ños
Ren
é
Choco, RENA y Yasser. Este
Colectivo
Promotor del Arte y la Cultura 
Revolucionario,
pas
ó a llamarse luego ALAMO.
Pronto se unieron muchos m
ás compañeros
que empezaron a colaborar con los diferentes proyectos de trabajo.
Entre los que se agregaron a este esfuerzo de manera entusiasta,
tenemos: Maru, Alfonso y Guadalupe (M
éxico)
Linda (Chicago, EEUU), Jean (Canad
á),
Genaro, Pancho, Carolina, Gregorio Bello, el sacerdote Esteban
Vel
ásquez,
y muchos otros.

Entre
los proyectos mas importantes que esta Agrupaci
ón
desarroll
ó, se destacan:

  1. Publicación
    de la Revista
    álamo.
  2. Restauración
    del Mural de Monse
    ñor
    Romero y los Jesuitas (fachada Iglesia de Perqu
    ín).
  3. Biblioteca
    Comunitaria de la ciudad Segundo Montes.

Entre
los proyectos que elabor
ó
ALAMO y que fueron impulsados por gente que no pertenec
ía
a la Agrupaci
ón,
se destaca: Museo de la Revoluci
ón, del cual también se desarrolló la idea que pasó a llamarse Museo de la Palabra y la Imagen.

En
cuanto al financiamiento de esta Agrupaci
ón,
fue un esfuerzo de sus miembros, nunca obtuvimos financiamiento de
ninguna organización extranjera. En la publicaci
ón
de la revista nos cooper
ó
con recursos y equipo la Ciudad Segundo Montes y la Universidad
Nacional de El Salvador.

Se publicaron tres números en formato  de revista, y tres en formato de boletín. Entre  los colaboradores más importantes que proporcionaron artículos u otros escritos, se destacan Gregorio Bello y Nora Vanegas, junto con el gran bien recordado sacerdote Esteban Velásquez. De hecho, mi intención es publicar (republicar) todo lo que se publicó en la revista-boletín álamo, porque son escritos que denotan de una manera u otra el compromiso con las causas de lucha del pueblo de El Salvador.

Roque Dalton: Presente en el Tiempo Nuevo

Por
H
éctor
Lara


Un
diez de mayo de 1975 se cumpli
ó
la orden del autonombrado Capit
án
del Ej
ército
Revolucionario del Pueblo, Sebasti
án
Urquilla (tambi
én
llamado “Choco Mira”)*, que determinaba el “ajusticiamiento”
de nuestro m
áximo
poeta, Roque Dalton Garc
ía,
y otro compa
ñero
de seud
ónimo
“Pancho”. La orden la cumpli
ó
uno de los ideologizados Comit
és
Militares, integrados por j
óvenes
revolucionarios dispuestos a todo por la liberaci
ón
del pueblo, y formados con un esquema disciplinario que no admit
ía
preguntas ni opiniones, puesto que unas u otras pod
ían
costar la vida en aquellos tiempos dif
íciles,
cuando el enemigo era muy fuerte, y se deb
ía
sobrevivir a toda costa.

La
maldici
ón
que recae sobre los asesinos de poetas, est
á
latente a
ún
y deber
á
cumplirse tambi
én
en el caso de los verdugos de Roque. El tiempo es el mejor testigo y
nos va revelando los m
ás
celados secretos y los m
ás
atesorados misterios para que hist
óricamente
prevalezca la verdad y la justicia. Yo estuve hablando personalmente
con uno de los que enterraron a Dalton en los alrededores de
Quezaltepeque. El me dijo una versi
ón
de los hechos que abona muchos datos de inter
és
para una investigaci
ón
m
ás
profunda, que vaya m
ás
all
á
de los comunicados y manifiestos sopesados.

En
realidad, el objetivo de estas l
íneas
no es, de ning
ún
modo, abrir el tel
ón
del teatro de los veintid
ós
a
ños
de lucha revolucionaria, a fin de que el p
úblico
pueda conocer los entremeses ocultos de las dram
áticas
escenas que nos llevaron a la firma de los Acuerdos de Chapultepec,
el Castillo de los Ni
ños
H
éroes;
m
ás
bien el prop
ósito
se limita a plantear la tesis de que la muerte de Roque Dalton no fue
el resultado de una pugna personal por el poder, sino que fue el
producto de una maniobra sucia, por medio de la cual la tendencia
stalinista se consolid
ó
en varios de los puestos claves de conducci
ón
del partido en proceso de construcci
ón.

Según
el veterano militante que habl
ó
conmigo durante largas jornadas, Sebasti
án
Urquilla (como jefe m
áximo)
era el
único
que ten
ía
acceso a todas las c
élulas
e instancias de la naciente organización revolucionaria, por lo que
se le facilit
ó
promover la calumniosa campa
ña
contra el poeta, present
ándolo
como un agente de la CIA, con el objeto de crear un clima psicol
ógico
de aversi
ón
necesario para su aniquilamiento. Posteriormente, casi un a
ño
despu
és,
Urquilla tuvo un arreglo con algunos miembros importantes de la
organización, a
través del cual se dictamin
ó
su “expulsi
ón”
a cambio de que no delatara nada del naciente partido. Urquilla se
march
ó
llev
ándose
robados los dos millones de d
ólares
que se hab
ían
obtenido en el
último
secuestro en que
él
particip
ó,
y poco tiempo despu
és
se supo que se hab
ía
hecho una cirug
ía
pl
ástica
para cambiarse el rostro y que viv
ía
en Londres, Inglaterra, de las ganancias de un negocio de su
propiedad.

La
formulaci
ón
de la tesis que aquí presentamos nos permite arribar al
convencimiento de que Roque Dalton Garc
ía
era un elemento cr
ítico
en su organización, no un simple ambicioso de poder como muchas
veces se ha querido presentar. Su identidad, esencialmente cr
ítica,
est
á
manifestada en su valios
ísima
poes
ía
y muchos otros escritos (la mayor
ía
de los cuales no son conocidos en El Salvador). Su agudeza cr
ítica
lo llev
ó
a romper con el Partido Comunista y ponerse a la altura de las
necesidades del proceso abrazando la v
ía
de la lucha armada; esa misma agudeza le llev
ó
a confrontar, en el seno del ERP, con las posiciones caudillistas y
del militarismo verticalista, que aislaban a la organización de las
amplias masa populares. Su estatura visionaria del proceso se explica
a partir del vasto conocimiento que adquiri
ó
en su relaci
ón
con otros movimientos revolucionarios, con muchos partidos de la
izquierda tradicional, y durante sus prolongadas estad
ías
en varios pa
íses
del fenecido “bloque socialista”. En su interesant
ísimo
poema-collage
Taberna,
encontramos una cr
ítica
al modelo socialista y una premonici
ón
de su derrumbe. Esa identidad cr
ítica,
propia del militante revolucionario aut
éntico,
fue la verdadera causa de su muerte que se concret
ó
aquel fat
ídico
diez de mayo de 1975; pero —
como hemos podido ver– Roque Dalton ha
estado presente a lo largo de todo el proceso revolucionario y lo
seguir
á
estando en el tiempo nuevo que estamos construyendo. Este tiempo
nuevo no admite tab
úes
ni nos impone cargar con culpas ajenas, por lo cual el momento de
esclarecer la historia ha llegado.

*
Sebastián
Urquilla
o “Choco
Mir

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a”, seudónimos de
Alejandro Rivas Mira.
*
Pancho”,
seud
ónimo de Armando Arteaga.

NOTA IMPORTANTE:
Este art
ículo
fue escrito en San Salvador, el 1 de abril de 1992, y fue publicado
en el Diario Latino, cuando mi bien recordado amigo Jorge Contreras
era el Jefe de Redacci
ón
de dicho vespertino.

Democracia Partidaria

POEMAS NEGADOS DE UN FRENTE DE GUERRA
 
Por Yasser, 1991

La explosión
de un amor
presagian los cadáveres
sobre los que airosos se proyectan
algunos de nuestros líderes.

Perdóname
amor esta persistencia prostíbula
es una temática
ajena a tus afanes
que a veces me parecen
matriarcales.

El Organismo de Dirección
de los asuntos político-militares
se mesa la barba aristocráticamente
sentencia
que la situación
actual es favorable
aunque compleja
como el sistema de circuitos de una
supercomputadora.

El auditorio de cuatro
(ejercitando su derecho a opinar)
corea algo parecido a
“¡Amén!”

Mejor
me pego a tu cuerpo desnudo
y
desoxido tu alma atormentada
de
tanto idealismo
excesivamente
moralista.

El
peligro de subliminar
las
propias creencias
está
en el miedo paleolítico
a
admitir sus equívocos
por
no destruirlas.

El Famoso Juan Sintierra

Juan Sintierra

Por Baneste

Desde que me dediqué
al trabajo de reparaci
ón
de computadoras, he tenido experiencias agradables en cuanto a la
obtenci
ón de
conocimientos se refiere. Por mis manos han pasado muchas de estas
maravillosas m
áquinas
hasta el punto que las comprendo bien. Me gustan especialmente los
modelos m
ás antiguos;
representa un reto para m
í
el hacerlas funcionar en concordancia con el desarrollo actual de la
tecnolog
ía. Siempre he
pensado, y mi esfuerzo va orientado en esa direcci
ón,
que los pobres de nuestro mundo deben tener acceso a la informaci
ón
en todas sus facetas. Reconociendo que todo producto l
ógicamente
tiene un costo de producci
ón
y un costo de 
distribución,
considero que el “rehabilitar” computadoras antiguas es una de
las mejores opciones para facilitar este acceso a nuestro amado
pueblo.

De hecho, siempre he pensado que
nuestro 
heroico comandante Hugo Chávez,
tiene la gran posibilidad hist
órica
de hacer el mayor aporte a esta idea latente que yo tengo:
Es
necesario crear una red de internet alternativa
, no
necesariamente de izquierda, pero independiente del control de las grandes corporaciones y órganos estatales que monopolizan la internet. Si la KGB era supuestamente una organización siniestra de
control del admirado pueblo ruso, ahora nos encontramos bajo la lupa
del monstruo m
ás
controlador de la historia: El imperio cibern
ético
anglosaj
ón,
donde a trav
és
de las famosas Redes Sociales, todo mundo est
á
registrado e identificado.

Esto
podr
ía
parecer el resultado de un remanente de psicosis de la
época
del clandestinismo de la lucha revolucionaria; pero no lo es, porque
la lucha de los pueblos contin
úa
y continuar
á
hasta obtener la victoria final. Y mientras la lucha exista, la
opci
ón
de la clandestinidad es necesaria. Nosotros como ex-combatientes del
pueblo somos testigos admiradores de la fuerza del pueblo.

Yo
soy un clandestino en la internet. No soy un hacker porque nunca he
sido un destructor, no porque no tenga la capacidad de serlo. De
hecho no me gusta en absoluto entrometerme en lo que es privacidad de
otros.
¿Que
tiene todo esto que ver con
Juan
Sintierra
?

Ese
fue el primer 
seudónimo que yo utilicé para registrarme en muchas redes de internet. Aparte de sentirme
identificado con aquellos versos:

Voy
a cantar el corrido
de
un hombre que fue a la guerra
que
anduvo en la sierra herido
para
conquistar su tierra.

Lo
conoc
í
en la batalla
y
entre tanta balacera;
el
que es revolucionario
puede
morir donde quiera.

El
General nos dec
ía
peléen
con mucho valor;
les
vamos a dar parcelas
cuando
haya repartici
ón.

Mi
padre fue pe
ón
de hacienda
y
yo un revolucionario;
mis
hijos pusieron tienda,
y
mi nieto es funcionario.

Gritó
Emiliano Zapata:
quiero
tierra y libertad”.
Y
el gobierno se re
ía
cuando
lo iban a enterrar.

Vuela,
vuela, palomita,
parate
en aquella higuera
que
aquí se acaba el corrido
del
mentado Juan sin tierra.

Gran
canci
ón
del compositor mexicano Jorge Salda
ña,
cuya mejor interpretaci
ón,
en mi gusto, la hizo nuestro amado e inolvidable cantante chileno
V
íctor
Jara.

La
identidad no est
á
en el nombre sino en el ser. Uno no es la ropa que se pone. Un
asqueroso millonario no se puede poner los pantalones de una manera
diferente a los dem
ás hombres,
y a la hora de ir a defecar todos somos miserables. Yo s
é
que hay cosas desagradables que se tienen que decir antes de morir,
porque el conocimiento le debe pertenecer al pueblo.

Juan
Sintierra.



Enlace relacionado:

Corrido de Juan sin Tierra por Victor Jara

Agrupación Libre de Artistas de Morazán.

Esta fue la presentación de la revista ALAMO.

AGRUPACIÓN LIBRE DE
ARTISTAS DE MORAZÁN

En abril y mayo de este sorprendente año de 1991, se desarrollaron una
serie de tertulias entre artistas armados y desarmados, urbanos y rurales, en
la legendaria población de Perquín, al norte del departamento de Morazán. Esos
encuentros espontáneos y dispersos fructificaron con una reunión constitutiva
celebrada en las ruinas de la que otrora fue la alcaldía  y el puesto de la comandancia local de la
mencionada población. Allí se constituyó formalmente el Colectivo Promotor de
la Cultura y el Arte Revolucionario, a la luz de una luna casi llena que podría
iluminarlo todo, pero imposibilitada por los densos nubarrones desplazándose a
intervalos con rumbo al sur.

Para junio, el colectivo ya había presentado ante las instancias
respectivas su propuesta de constitución y algunos proyectos de trabajo
enmarcados en el Modelo Alternativo, que se impulsa y dinamiza en las zonas de
control, más específicamente, en el norte de Morazán. Poco después hubo algunos
intercambios de opiniones con miembros de otros grupos artísticos de la ciudad
que se han mantenido activos (aún durante la guerra), ampliándose con ello los
horizontes de los artistas del frente de guerra. La evolución concepcional del
núcleo inicial desembocó en la conformación de la Agrupación Libre de Artistas
de Morazán (ALAMO), en la que están representadas las diferentes disciplinas
artísticas.

El surgimiento de ALAMO se enmarca en el periodo de definición de la
guerra y en el momento más álgido de la etapa de transición que experimenta la
sociedad salvadoreña. Sus fundadores son trabajadores del arte que, en un
momento determinado de su vida, abandonaron el proyecto individual para
dedicarse a tiempo completo a las tareas de la lucha revolucionaria, pero
manteniendo latente el espíritu artístico aún en las circunstancias más
prosaicas y desesperanzadoras de la guerra. Sin embargo, ALAMO no aspira ser un
ghetto en el ámbito artístico-cultural nacional por la procedencia de sus
fundadores, sino todo lo contrario: sus puertas están abiertas para todos los
trabajadores del arte cuya sensibilidad y realidad les identifique con los
ideales de la revolución triunfante.

Portada del número 2.

Canto a Ella, la Caída

POEMAS NEGADOS DE UN FRENTE DE GUERRA

Por
Yasser, febrero 1990

NADIE
sabr
á
que tu dolor fue m
ío
pequeña
guerrera de tiernos a
ños
y
que todos los da
ños
que te hizo el fr
ío
los
hizo m
íos
mi coraz
ón
hura
ño
porque
yo te am
é
desde el momento
en
que tu aliento fue guerrillero
y
todo el esmero de tus suaves manos
convirtió
en llanos todos los cerros.

NADIE
sabr
á
que tu dolor me pesa
hoy
que te mueres herida de bala
y
que hondo me cala una tristeza
de
fiera crudeza, lesiva y mala
porque
yo te quise desde aquel d
ía
que
tu alegr
ía
fue campamento
y
puso en el viento el canto elevado
de
los alzados por juramento.

NADIE
sabr
á
que tu dolor me queda
hoy
que te mueres fiel combatiente
y
digo en mi mente que nada me veda
andar
la vereda alzando la frente
porque
yo te am
é
como a mi hermana
y
cuando se ama de esa manera
nuestra
bandera m
ás
se levanta
y
se agiganta la fe que emana.

Canción Original del Combatiente

Por Yasser, 1987.

NOTA: Esta composición que escribí mientras estaba en el Norte de Morazán, ha sido utilizada por los propagandistas del partido electorero FMLN, para movilizar a la gente, con el objetivo de obtener sus votos y continuar detentando sus posiciones holgadas en el aparato oligárquico-burgués que todavía se impone en El Salvador. Toda obra que nace de mí yo considero que le pertenece al pueblo y no reclamo derechos sobre lo que yo he escrito, porque nunca me he lucrado de la sangre de los muertos, y nunca me he sentado a una mesa a almorzarme el sufrimiento de mis hermanos. Prefiero la miseria y el olvido a la abundancia material y a la repugnancia de mí mismo. La publico aquí porque la escribí con amor a los y las combatientes de aquel FMLN de la guerra de liberación, no el actual.

CANCION DEL COMBATIENTE

Soy combatiente del FMLN,
guerrillero nacido en El Salvador.
Me deleitan los colores que tiene
mi bandera flameante bajo el sol.
Me deleitan los colores que tiene
mi bandera flameante bajo el sol.

Por los cerros, vaguadas y volcanes
se oye el canto ancestral del torogoz.
Sus cantares impulsan mis afanes,
mi divisa es ver libre a mi nación.
Sus cantares impulsan mis afanes,
mi divisa es ver libre a mi nación.

Mi descanso es cumplir con mi tarea,
mi alegría es cumplir con mi deber.
Para que el mundo más humano sea
hemos jurado luchar hasta vencer.
Para que el mundo más humano sea
hemos jurado luchar hasta vencer.



Mis hermanos son los trabajadores
que combaten la necia explotación.
Mi familia es todo el pueblo pobre;
mi madrecita es la Revolución.

Mi familia es todo el pueblo pobre;
mi madrecita es la Revolución.

Vencedora

POEMAS NEGADOS DE UN FRENTE DE GUERRA
 
Por Yasser


Tuviste miedo amada
yo te vi retroceder palidecida
cuando
el aparatoso enemigo apareci
ó
haciendo
gala de sus estruendos
mortíferos
letales
masivos.


Te
vi
 serenarte y ejercer
tu
convicci
ón
de morir
no
como un Marx
ni
como un Engels
ni
como un Cristo
ni
como un Lenin
sino
como una “vos”
o
como un “yo”
seres
humanos comunes y corrientes
como
p
ájaros
o
árboles
abrazados
a una idea simplemente compartida
de
construir con nuestros cad
áveres
lo
que el ego
ísmo
nos neg
ó.


Te
sobrepusiste
amada
a las tentaciones
de
tu pasado c
ómodo
venciste
la
mosca del deseo de volver
a
los d
ías
fant
ásticos
a
las deslumbradoras vitrinas
de
las falsas apariencias.


Enero,
1990.

Revolución para Chico Pancho

Por Héctor Lara

Cuando Chico Pancho entró por primera vez a la población de Perquín, no pudo menos que rememorar los pueblos fantasmas de las viejas películas de vaqueros: las callejas empedradas, sucias y desiertas; las casas blancas, pintadas con cal, con las puertas y ventanas abiertas de par en par, como esperando que alguien entrara a poner un poco de ruido para espantar la tremenda soledad que llenaba todas las habitaciones.

Por los alrededores del templo católico, cuya fachada parecía una gran coladera hecha a balazos, deambulaban todavía algunos perros famélicos, aullando sin descanso la hiriente pena de sus amos, quienes debieron marcharse para no morir allí donde nacieron sin tener resuelto aún el problema del cielo y del infierno. Eran perros tan flacos que ya no tenían energías ni tan siquiera para sacudirse las multitudes de pulgas que, campantes, recorrían la extensión de sus cueros ya casi sin pelos.

Chico Pancho no era el primero ni el último de aquella sección de alumnos de la escuela militar guerrillera. Iba en el medio de la columna, junto al personal de instructores, área de servicios y cuerpo de mando. Para él era maravilloso descubrir que en su país hubiesen lugares como aquel, con muchos árboles de pino y roble, con clima tan fresco y elevadas montañas, donde el viento zumbaba una incesante música que tornaba más solemne la vasta soledad extendida en las distancias inalcanzables. En su pensamiento romántico era por aquel entonces imposible imaginar que algunos meses después los preciosos árboles estarían convertidos en pequeños monumentos de carbón en honor de la guerra que convirtió en pasto de las llamas los hermosos paisajes.

Como todo buen muchacho procedente de la ciudad, comenzaba a descubrir para qué sirven las piernas. “Porque allá -pensaba- a falta de vehículo propio hay buses, taxis y microbuses, o algún próspero amigo que te da un aventón al trabajo o a la escuela. Un par de zapatos dura un año y se dejan por aburrimiento, no por inutilidad. En la urbe es difícil sorprender al sol saliendo al amanecer de sus escondrijos universales.”

—Aquí es Perquín —reveló un veterano guerrillero.

—Y hemos llegado el propio 8 de diciembre, día de la concepción- dijo otro.

—Y estamos cansados y con mucha hambre —expresó otro más.

Chico Pancho casi no hablaba. Ahogaba sus emociones en el estómago, por lo que, varios años después murió pobre y abandonado de una úlcera en el duodeno. Pero era cierto que habían muchas cosas que le molestaban, como por ejemplo algunas frusilerías normales en una tropa de campesinos rebeldes, la mayoría incultos. Pero él nunca se quejaba, no protestaba, no aplaudía, no celebraba. Quizás por eso, en días anteriores se le había acercado el director de la escuela militar guerrillera, para decirle: “Vos sos un muchacho bien portado. El Colectivo de Conducción de nuestra Escuela Revolucionaria quiere que trabajés en apoyo del equipo de instructores.” “Está bien,” contestó él. Y desde entonces dibujaba organigramas y carteles, durante el día y la noche, mientras la situación militar lo permitía, como material didáctico para las clases teóricas de la técnica de combate.

Llegar a Perquín era, entonces, satisfactorio para Chico Pancho. El sólo hecho de cambiar de lugar anulaba el dolor de las llagas en sus piés y diluía el malestar de sus hombros molidos por el pesor de su fusil FAL, el arnés, la mochila y el saco de yute con cuarenta libras de frijol que iba cargando desde allá, desde Torola, varias horas atrás de camino. A la par del cansancio, sentía satisfacción y orgullo de saberse partícipe en la gran tarea de hacer la revolución, aunque después, con el tiempo, fueron decayendo sus ánimos iniciales al enterarse de que las labores pesadas y el anonimato estaban reservadas para todos, menos para los jefes que siempre eran los mismos.

Por aquellos días, cuando en la atmósfera matutina de Perquín únicamente resonaba el eco del cantar al trote de los pelotones “nos preparamos para vencer; nos preparamos para vencer; nos preparamos para vencer…vencereeéemos!,” nadie imaginaba que aquel montañés puebluzco volvería alguna vez a ser habitado por sus moradores originales.

—Yo pienso que con el tiempo muchas poblaciones de nuestro país van a parecerse a ésta, y que al final sólo quedaremos los dos ejércitos para hartarnos mierda —dijo en cierta ocasión el jefe de instructores a Chico Pancho.

Sin embargo, el milagro ocurrió algún tiempo después, cuando el ejército gubernamental, orientado por los asesores norteamericanos, llevó a algunas familias (supestamente base social suya) para repoblar Perquín, y disputarlo también en el campo político a la guerrilla, puesto que ya se perfilaba como un bastión símbolo del movimiento rebelde. En ese año fue que Chico Pancho resultó seleccionado para desempeñarse como activista político en una zona de expansión, al sur del río Torola, privilegio al que renunció luego que su primer reunión con una directiva comunal resultara un fracaso, según el juicio del circunspecto Albertón, quien a la sazón era su jefe.

—Vos no sos marxista- sentenció Albertón —Vos sos humanista. Y explicó: “El ejemplo que planteaste a los campesinos para graficar la demagogia del gobierno de Duarte, es una mierda.”

—Marxista, humanista o mierdista, es lo que entienden los campesinos salvadoreños —replicó Chico Pancho en un intento por comenzar a defenderse. Encolerizado el miembro del Comité Central por la respuesta del muchacho, abrió hasta donde pudo los ojos de azteca atragantado, les imprimió un brillo azúfreo, y con un tono entre lúgubre y sarcástico soltó la pregunta:-¿Sabés lo que le pasa a los que contestan de esa forma a un miembro del Partido?

Nueve años más tarde, a punto de morir en un predio baldío en San Salvador, entre la chatarra de vehículos y el estiércol de míseros borrachos, vagabundos desheredados y ladrones rateros; entre los postreros sopores de la última agonía provocada por el incontenible desangramiento bucal y anal, al final del recuento emotivo de sus doce años como guerrillero, Chico Pancho hubo de ver otra vez a Albertón, de pie, impecable, frente a él, en aquel sucio lugar donde yacía abandonado.

—El partido es como una bondadosa madre que nunca nos olvida- dijo el miembro del Comité Central mesándose la espesa barba ya con canas.

—El conoce nuestras cualidades y nuestras debilidades-continuó. Chico Pancho escuchaba la voz regia del Comandante como en un amplio salón acústico, como en una visión de Ezequiel el profeta, o como en un desdoblamiento astral reservado exclusivamente para los “iniciados”.

—Ahora que la guerra terminó, todos los que como vos se sacrificaron durante los años más difíciles de la lucha, deben ser reconocidos y premiados.

El ex-guerrillero suspiró aliviado. Por un instante consideró que Albertón iba a “ajusticiarlo”,es decir, a matarlo; a cumplir la sentencia de varios años atrás.

—También a vos te incluímos en las listas de desmovilizados. Tenés derecho a una estufa de tres quemadores, un cántaro, dos machetes y un juego de comedor.

Lo último que Chico Pancho vio en la agonía fue una sonrisa, que luego se convirtió en risa, y posteriormente en carcajada, pero no en la cara de Albertón, sino en muchas caras de muchísimos Albertones…


Septiembre, 1992.


NOTA: Héctor Lara, Yasser o Baneste, es la misma persona.

Y Roque Dalton… Hasta el Próximo Mayo

Por Héctor Lara

Tuve la gran oportunidad de conocer a una distinguida mujer norteamericana, en cuyo currriculum como abogada, se incluye el haber litigado con éxito en la Corte Internacional de La Haya. Interesada sobre mis puntos de vista en torno al proceso de descomposición que abate al FMLN, nos entrevistamos varias veces, hasta que un día me desconsoló diciéndome lo mismo que dicen los extranjeros que simpatizan con los que asesinaron a Roque Dalton: “Yo no sé por qué aquí en El Salvador ven a Roque Dalton como un Dios, y él sólo era un borracho de mala muerte”. Ella lo dijo en referencia a la mención que hice de una investigación que a título personal estaba realizando por aquellos días en relación a la muerte del poeta. Después ella amplió sus puntos de vista repitiéndome los mismo que –como una invocación– dicen todos los dizque militantes de la izquierda: “Este es un caso delicado, porque la derecha lo puede aprovechar para destruir al FMLN”.

Lo cierto es que en mi calidad de ciudadano común y corriente, totalmente desvinculado de los aparatos políticos (que para bien o para mal cada vez abundan más), solamente me interesa que prevalezca la verdad y la justicia. Y para ser honesto, no me preocupa quien gana o quien pierde en el terreno de los intereses partidaristas, si al final lo que verdaderamente beneficiará al país es que se conozca la verdad, pero no sólo de una parte sino de todas las partes. Sería una ingenuidad pensar que no hay quien quiera sacar ganancia de todo, hasta de los muertos, principalmente si éstos (como el caso de Roque Dalton) fueron personajes importantes y sus martirios conmocionaron al país. Dentro del mismo FMLN hay tres organizaciones que quieren sacar ventajas políticas removiendo demagógicamente el asunto, mientras la dirigencia del ERP se empeña en echarle tierra diciendo con caritas de angelitos: “Fue una gran equivocación.” De allí viene que algunos grupos culturales cada mes de mayo hablan de ir a rescatar los restos de Roque Dalton, o de construir un monumento en su honor; mientras por otro lado, poetas y escritores de la misma generación del desdichado, venidos con mucho renombre del auto exilio, montan conferencias para desvirtuar la obra y la militancia política del mismo.

Por eso, cuando me encontré con Abdulio Mulatillo (cuyo seudónimo en el ERP era, y es, Panchito), pensé que al fin se presentaba la oportunidad de conocer toda la verdad sobre el caso. El veterano militante me contó, entre otras cosas, que él fue uno de los que enterraron a Roque Dalton y a Pancho (otro “ajusticiado”), en los alrededores de Quezaltepeque. También me aseguró que podía reconocer el sitio donde habían enterrado los cadáveres y que estaba en la disposición de hacerlo. Sin embargo, Abdulio mencionó a alguien más lo de las sesiones conmigo, y desde entonces no lo pude volver a contactar. Después supe que la organización lo había reprendido y que había sido enviado a Perquín, donde supuestamente estaba a cargo de un hospedaje para visitantes extranjeros.