Suzy Vive en el Recuerdo (y "Mario" También)

Por Walter Rivera

Era el mes de marzo de 1982, y como tal era caluroso. Ese verano estaba dando sus últimos días y daba la impresión de decirnos con su ardiente calor que volvería. La ciudad despertó como siempre con su leve ruido hasta convertirse en un verdadero laberinto cual si fuera un hormiguero.

En aquella casa de clase media, sus cuatro habitantes se movían con rapidez. “Hoy es un día especial”, pensaban. La vivienda estaba habitada por Cristina, Manuel (ambos esposos), su pequeño hijo Ernesto, y Suzy, jovencita de unos veinte años, de estatura pequeña, cabello negro liso recortado a la altura de la nuca; sus ojos eran negros, pequeños y achinados, de complexión delgada; por esas características la llamaban cariñosamente “la Vietnamita”, mujer de extracción humilde y de formación cristiana, lo cual la hacía poseedora de una sencillez natural como el viento. Anteriormente había sido miembro de un grupo religioso. Ese contacto con la cruda realidad de su pueblo, más las enseñanzas y principios cristianos, la llevaron a tomar la decisión de que en El Salvador no había más alternativa que pelear por los cambios, con las armas en la mano.

Cristabel era responsable de un equipo y segunda a cargo de lo que harían ese día. Profesora de profesión de unos veintiséis años; mujer enérgica e imponente, quien todo lo medía desde una óptica militar, pero eso sí, eficiente.

Eran aproximadamente las 8:15 AM; la operación militar estaba programada para las 2:00 PM. Ésta consistía en toma y control de una parte del norte de la ciudad. Cristina revisaba los explosivos, los fulminantes, el traslado, el lugar de entrega. Suzy por su parte revisaba el plan, la recuperación del vehículo, la escojitación del motorista, el tipo de armas, el personal. Manuel revisaba la munición, limpieza de armas, granadas. Cristabel supervisaba el plan general; todo era movimiento allí.

Suzy salió para coordinar con su equipo y el resto continuó con los preparativos, con la emoción que aquello conllevaba. El pequeño Ernesto, entre juegos y travesuras, observaba el ajetreo… No les quedó ni tiempo de almorzar.

El ruido producido por los motores de los vehículos era interminable, ya que vivían cerca de una de las arterias principales de la ciudad. El taller que tenían al lado no dejaba descansar las herramientas eléctricas; los esmeriles devoraban el metal; las bromas de los trabajadores se dejaban escuchar por ratos, y todo el ambiente que rodeaba la casa de seguridad de los revolucionarios, se notaba normal ante el resto de los vecinos.

El reloj devoraba el tiempo. A las 12 meridiano regresó Suzy informando que tenía todo listo, vehículo, motorista, etc. Almorzó algo que se preparó y se sentó a revisar el plan. Cristabel interrumpió diciendo: “Mirá, Manuel, yo ya me voy. Vendré después de la operación. Vos vas a ir a la misión; cada quien lleva su parte; así que vos llevarás el vehículo con el mortero 60 milímetros con doce granadas, y recogerás a Richard diez minutos antes de las 2:00 PM., cerca de la iglesia Don Rúa. No lleves arma personal, ya que Richard las llevará”. “¡Vergón!”, contestó Manuel, y acto seguido se dirigió al embutido donde reposaba el arma de apoyo. Cristabel se despidió, diciendo “nos vemos allá”.

La situación política en el país era tensa. Los efectos de la primer gran ofensiva del frente guerrillero se sentían en el ambiente; ofensiva que enfrentó a un pequeño ejército del pueblo con escasez de medios, recursos y personal, contra uno de los ejércitos más fuertes del área, armado, asesorado y entrenado por la primer potencia del mundo; ejército con más de medio siglo de existencia y que arrastraba tras de sí muchos actos genocidas en contra del pueblo. Las respuestas a toda oposición no se hacían esperar; las capturas contra miembros de los sindicatos, campesinos, estudiantes y sectores progresistas de la iglesia eran terroríficas; reinaba el imperio de los escuadrones de la muerte, grupos paramilitares surgidos del seno de la Fuerza Armada y financiados por los millonarios para combatir a toda oposición política en el país. Eran las noches más negras de la historia.

A la 1:00 PM, Manuel arregló el arma de apoyo en el vehículo, ayudado por Cristina, y repasó la dotación del mismo, bípodes, placa, tubo, mira, granadas, impulsores; todo estaba listo; por momentos el ambiente se saturaba de cierto nerviosismo. Suzy se despidió y le dijo a Cristina “tené listo el material que voy a regresar”, y salió par ir a traer el vehículo. En ese momento regresó Suzy un poco agitada y le dijo a Manuel “se me olvidaba decirte que yo llegaré con Richard, y te lo llevas vos. Yo me iré en el otro vehículo; así que allí me esperas según la hora acordada”. “Está bien”, contestó Manuel, y Suzy salió perdiéndose entre la gente por la avenida. Manuel y Cristina se dieron un beso de despedida; besó al pequeño Ernesto y se encaminó al vehículo, alcanzando a escuchar cuando Cristina le dijo “¡Cuídate!”. Ocupó el lugar frente al timón, introdujo la llave y se dejó escuchar el ruido del motor; se dieron otro adiós con la mano y enfiló sobre la calle. “¡Puta!”, pensó Manuel, “ojalá no me pare algún retén”, y tomó rumbo al centro de la ciudad. Era la 1:15 PM; tenía que cruzar el centro. Continuó pensando “espero que Richard y Suzy lleguen a la hora exacta”.

Atravesó la ciudad sin problemas, sumido en sus pensamientos y con los sentidos alertas. Faltando 15 minutos para las 2:00 PM, se estacionó en una pequeña calle al costado norte de la iglesia. Se sentía un poco nervioso; la situación no era para menos; con los patrullajes de la Fuerza Armada; los cuerpos de seguridad del régimen… Observaba por el espejo retrovisor; puso la radio para tratar de relajarse y se arrellanó en el asiento; prendió un cigarrillo; estaba listo para esperar. Faltando 5 minutos para la hora indicada, doblaron por la esquina hacia él, Suzy y Richard. Éste se notaba que traía entre sus manos un bulto. “¡Hola, Manuel!”, dijo Suzy con su característica jovial, “¿hace ratos veniste?”. “No”, contestó Manuel, “hace poco”. “¡Hola, Richard! ¿Qué ondas?”. “Tranquilo”, contestó aquel, “¿y vos?”, preguntó. “¡Vergón y listo!”, respondió Manuel. Richard se sonrió y mostró su dentadura blanca… Richard, joven de unos 24 años, moreno, pelo negro liso, aproximadamente de 1.75 de estatura, complexión regular, ojos negros y alegres, de carácter sereno, pero de alta convicción y contextura ideológica.

“Mira”, dijo Suzy, “ya es tarde y la Cristabel parece que ocupó el carro que yo tenía. Así que me tengo que ir. Por aquí veré a Mario que quedó de traer otro vehículo. Así que ustedes dénle ya”. “Okay”, contestó Manuel, y Suzy se encaminó al lugar del contacto. Richard entró al vehículo y se acomodó en el asiento delantero, y le dijo a Manuel “¿traés el volado?”. “¡Sí, hombre, está en el baúl!”. “¡Puta!”, dijo Richard, “¿allí lo traés?”. “¡Simón, man, así no nos cuesta sacarlo, ya viene listo!” “¡Vergón!”, dijo Richard, y acto seguido, extrajo de un saco de manta una sub ametralladora UZI y se la puso sobre las piernas, y le entregó a Manuel una pistola calibre 45 milímetros, así como la dotación de munición. “Bueno”, dijo Manuel, “de estas me gustan”. En eso estaban cuando vieron que Suzy regresaba y se dirigió a Manuel, diciéndole “mira, a las 5:00 PM me recoges aquí”. “De acuerdo”, contestó aquel, y Suzy desapareció del lugar. “Mira”, dijo Richard con tono dudoso, “¿trajiste todo?”. “¡Sí! Revisemos, pero rápido, porque ya son las 2:00 PM”, contestó Manuel. Ambos se bajaron del auto. Manuel introdujo a llave en la cerradura del baúl y éste se abrió. Richard -experto artillero- hizo una rápida revisión con la vista y comentó “¡está bien! ¡vámonos!”. Los dos abordaron el vehículo, y Manuel lo enfiló hacia el objetivo. En la esquina vieron a Suzy hablando con Mario que había llegado en el microbus. Se dieron un último adiós con la mano. Manuel orientó el auto hacia la calle rumbo a Mejicanos. El tráfico era normal; el semáforo del área se puso en rojo; en la esquina una pareja de policías del régimen observaba el tráfico. Richard aprisionó la Uzi; Manuel hizo lo mismo con su arma y detuvo el vehículo. Ambos establecieron una plática sobre trivialidades para disimular un poco la presión. El aparato dio la luz verde y continuaron la marcha hacia el lugar indicado. Ya era tarde; se habían pasado 10 minutos de la hora señalada. Llegaron a la colonia Universitaria Norte y Manuel estacionó donde indicó Richard. Ambos bajaron; el personal de seguridad ya estaba en la zona, así como el resto del equipo artillero. Rápidamente Manuel abrió el baúl y Richard tomó la placa e impartió algunas órdenes al resto. Los habitantes del lugar se quedaron asombrados de lo que miraban… En sus labios bailoteaba una sonrisa cómplice de lo que allí se estaba desarrollando. Inmediatamente Richard se tendió con la placa del arma, y el otro compañero procedió a colocar el tubo; otro, el bípode; mientras otro y Manuel, descargaban las granadas. Richard clocó el seguro del tubo e instaló la mira; revisó y posicionó las cargas impulsoras. Estaba listo. La operación de montaje duró menos de un minuto; la gente observaba la habilidad de aquellos jóvenes y su audacia.

Procedieron a establecer la barricada con vehículos y tomaron posiciones. El resto de participantes de la acción, estaban todos listos para combatir al enemigo. Richard dio a Manuel una rápida orden, “andate para el lugar indicado; allí te llevamos este volado”. “¡Vergón!”, respondió aquel y procedió a cumplir la orden.

El primer impacto dio en el blanco. Seguidamente procedió a continuar colocando las granadas, una por una, en la boca del tubo de forma rápida. Al interior del cuartel la confusión era notoria, así como las bajas entre sus ocupantes. Se notaba la emoción de Richard al enterarse que estaba dando en el objetivo asignado. La reacción de los soldados comenzó. Éstos iban apoyados por un tanque y tanquetas. El despliegue era impresionante; el régimen desbordaba su arsenal de guerra contra un puñado de jóvenes mal armados, pero dispuestos a morir por la causa revolucionaria.
A los pocos minutos los combates se generalizaron; las armas ocupaban todo el espacio. Los gritos de “¡Revolución o Muerte!” llenaban el ambiente; el olor a pólvora se impregnaba en las fosas nasales; en los labios; en la sangre rebelde de aquellos hombres y mujeres surgidos del seno más humilde del pueblo, enfrentados a la maquinaria de luto y muerte del régimen.

Mientras tanto, Suzy llegó a la casa de Cristina, agitada, y le dijo “mirá, Cristabel ocupó mi vehículo y me atrasó el plan, y ya es tarde. Quizás ya comenzó la acción. Ayudame a llevar las cosas rápido”. Ambas procedieron a trasladar las cargas. Suzy tomó su subametralladora Uzi, un “short”, un suéter negro y un gorro navarone. Estaba lista, pero era tarde. Antes de partir, Suzy comentó a Cristina, “presiento que no voy a regresar donde vos; que ya no nos volveremos a ver”. “¡No!”, dijo Cristina. “No pensés eso; aquí te esperamos”. Suzy abordó el microbus con Mario al timón y emprendieron su viaje al sector del combate. Cristina se quedó pensativa ante aquella premonición.

Manuel estaba nervioso en la calle lateral. El tiempo volaba. Sumido en una serie de pensamientos, vio venir el vehículo con el equipo artillero. Se estacionaron; establecieron la seguridad, y procedieron al transbordo del arma. El personal se retiró; solamente quedaron Richard y Manuel. “¿Cómo salió?”, preguntó Manuel. “Salió bien”, contestó el otro. “¡Vergón, vámonos!”. “OK”, respondió Richard, y ambos subieron al carro y salieron.

Mario cruzó la ciudad; al acercarse al área se escuchaban algunos disparos esporádicos, pero continuaban los combates; los soldados tenían controlada la ruta de acercamiento. Suzy pensaba “¡Tengo que llegar donde los compas!” y le dijo a Mario, “dale; no te detengas”, y éste enfiló el vehículo; al final se veía una barricada; en ese momento un soldado hizo una señal de alto. Mario pisó el acelerador. Se escucharon los rafagazos de fusilería que impactaron en el vehículo y en la humanidad de Mario. El carro, sin control, se subió a la acera y se detuvo. Mario tenía dos impactos de bala en el costado izquierdo; su cuerpo se dobló sobre el timón. Suzy saltó con su arma y estableció combate. Sus ráfagas se escucharon claras, diáfanas; pero aquello era desigual; la pequeña vietnamita enfrentada al poder criminal. El disparo fue certero; era imposible salir de allí; ella lo sabía; lo había dicho al despedirse de Cristina. El impacto penetró en el costado derecho. Suzy cayó al suelo agonizando. En el torbellino de sus pensamientos, uno: “¡Revolución o Muerte!”. Un esbirro se acercó, y con saña dio un violento puntapié en el rostro de la joven guerrillera.

Manuel llegó a la casa donde estaban Cristina y Cristabel. “¿Y Suzy?”, preguntaron. “La voy a recoger a las 5:00 PM por la iglesia. Así que yo sólo dejo esto y salgo”. “Está bien”, contestó Cristabel. Manuel, entonces, abrió el baúl, sacó el mortero y le dijo a Cristina “arreglalo; yo ya me voy”. “Está bien”, respondió ésta.

Manuel cruzó de nuevo la ciudad como un bólido. Algo le presionaba el pecho. Llegó al lugar faltando 10 minutos para la hora, pensando “ojalá que no le haya pasado nada; ya hubiera venido”. No soportó y abordó el vehículo. La zona ya estaba bajo control de la Fuerza Armada; así que se dirigió al lugar y penetró al área. El tanque, las tanquetas, cientos de soldados y policías vestidos de civil se movilizaban. De pronto, cerca de la barricada, un grupo de curiosos rodeaban algo. Manuel vio el microbus; sintió una sequedad y furia, furia de impotencia. “¡Mario!”, pensó, y prosiguió despacio; quería grabarse todo. En medio de los curiosos vio tirado, como descansando, el pequeño cuerpo de Suzy. Los esbirros miraban quiénes eran sus enemigos: mujeres del pueblo. Manuel regresó con el alma partida; llegó y dio la noticia. Incrédulas, Cristina y Cristabel, decían: “Pero, ¿los viste?”. “¿Estás seguro?”. “¡Suzy!”. “¡Sí!”, contestaba Manuel con voz ahogada y pausada.

El cuerpo de Suzy fue reclamado por su familia para darle cristiana sepultura. A los dos días Manuel y Cristina vieron un cortejo fúnebre. Para su sorpresa, era el de Suzy. Lo observaron, se miraron, y en esa mirada hicieron un juramento en silencio: “¡No fallaremos! ¡Hasta siempre comandante Suzy!”. El cortejo se perdió de vista rumbo a La Bermeja. Manuel y Cristina regresaron. Tenían que preparar material explosivo, munición y armas para estar listos para la operación que se avecinaba.

DEDICATORIA

La compañera Suzy tenía el grado de Comandante, dado póstumamente, por su disposición y heroísmo demostrado en la actividad revolucionaria. Es de destacar que la compañera nunca estableció esto (de los grados) como un parámetro entre la relación con el resto de compañeros(as). Por lo tanto, la considero ayer, hoy y siempre, como la compañera Suzy.


Del compañero Mario nunca se supo su nombre legal, ni origen; así que es parte de los que quedarán en el anonimato, pero su consecuencia vive. Para ellos, esto como un reconocimiento a su valor, audacia y amor a su pueblo.


Compas. Fuente de moral política e ideológica para seguir adelante…


Revolución Democrática
Perquín, Morazán, 17 de abril de 1992.


Conmemoran a Pakito Arriarán "Juancito"

(Recibido en el correo electrónico, con una mínima edición)



Compañeras y compañeros:

El pasado 22 de febrero, un grupo de vascos internacionalistas afincados en El Salvador y compañeros de Chalatenango bajamos a la tumba del guerrillero “Juancito”, Pakito Arriarán. Nos reunimos 15 personas, entre ex combatientes y jóvenes.

Mencionarles que el lugar estaba bien oculto, por la cantidad de monte crecido, pero a golpe de machete y buena orientación de los compas guías, se abrió camino y dimos con el espacio, donde antes se había dejado una forja traída desde su pueblo natal Arrasate. Encontramos restos de ikurriñas y de banderas del Frente y de apoyo a los presos vascos, que dejamos en anterior ocasión.

El momento estuvo cargado de mucha emoción y todos los presentes refrendamos el compromiso por la lucha de los Pueblos del mundo, así como lo hizo en su momento Pakito Arriarán, y ante su tumba sencilla, juramos lealtad a sus ideales, tanto en Euskal Herria como en El Salvador.

Por último cantamos el himno del FMLN y el Eusko Gudariak, antes de emprender el camino de regreso, no sin antes dejar una nueva ikurriña en el lugar, esperando regresar próximamente.

Les comparto algunas fotos, por si desean enviarlas a otros compañeros.

La lucha continúa!

Gora Euskadi Askatuta!

Gora El Salvador!

Marcha Militar con los Nicaragüenses (II)


PARTE II



Por Fidel A. Romero, «Fidel Zarco»



El Quebracho Pando, actividad de limpieza, caminata más larga del 7 de diciembre de 1980: visita a la familia.


Bien sudado, cansado, hambriento, extenuado, estimulado únicamente por ver a tantos compañeros/as después de aquella prueba de la invasión prolongada a la zona, llegamos con Pedro al Quebracho Pando. El fuerte y brillante sol en el cenit de finales de noviembre que, sumado a la larga caminata en aquellas cuestas y bajadas en caminos difíciles, producía un calor insoportable, llegando a La Guacamaya después de haber estado en aquel invernadero de niebla y una fina llovizna con temperaturas casi de congelación, embutido en aquel bosque cerca de la ciudad hondureña de Marcala. En un pequeño cerro, lleno de tupidos arbustos de chaparro, sobresalía el crecimiento oblicuo de un árbol lleno de follaje, que daba el nombre conspirativo al lugar. Un quebracho creciendo oblicuamente, pando pero con buena sombra. Había bastantes compas reagrupados, quienes expresaron su alegría al ver que llegábamos. “¡Hola, Fidel! ¡Que bueno que estás de nuevo con nosotros!”, decían levantando las manos saludando. Pasamos de largo hasta unas casas a poca distancia donde funcionaba la bodega, cocina y el nuevo puesto de mando de Quincho, Los Cocos.
Vimos un gran movimiento, todos haciendo labores en función de preparar alimentos para el nuevo agrupamiento del lugar, quienes esperaban pacientemente ordenes que cumplir, además de los tiempos de comida respectivos. Faltando unos 50 metros de camino recto para llegar a la puerta de una de las casas, sale una compa corriendo con un guacal de agua diciendo… “¡Ay, cómo venís! ¡Debes traer mucha sed!” a la vez que me ofrecía el guacal de fresca agua. “Toma, te voy a conseguir algo de comer”. Todos vieron la escena y mi gesto de agradecimiento; algo que agradó mi sentir interno, notando de inmediato la diferencia con la anterior casa en donde descansamos la noche anterior. Interpreté como algo más que especial aquel gesto. Al tomar el guacal, Pedro me para haciendo señal con su mano, diciéndome:
—Despacio, doctor, no lo quiero ver vomitando; esa agua debe tomarla en tres tesones—… Recordé en ese momento el consejo de Chano cuando subía el Ocote Seco un mes antes.
Entramos a la casa para saludar a todos/as. Quincho y Melo terminaban una reunión; daban instrucciones a unos jefes de pelotón para que se fueran a sus lugares a cumplir tareas. “Tenemos poco tiempo para recoger toda la gente, lo más posible, los esperamos en tres días”. Y se despidieron.
—Hola Fidel, ¿qué tal de hambreadas? Ya nos contó Paco todo lo que has pasado en su columna y también nos informó Emiliano sobre tu buen oído para diferenciar las botas militares con los caballos comiendo barrenillo—… Del gran apretón de manos, sentí que me quedó doliendo mi puño derecho. Es costumbre en el campo de apretar fuerte la mano en señal de gran amistad con alegría.
—Todo se nos está juntando. Al parecer los hierros están en camino y necesitamos gente para el traslado y este operativo que nos desbarató las estructuras que teníamos dislocadas, es como una limpia que en poco tiempo estaremos mejor. Ahora tenemos que adaptarnos a otra situación, sobre el camino vemos como vamos saliendo. Al parecer los que estaban no firmes se definen con esta prueba que pasamos. Las brigadas médicas han hecho un gran trabajo y tienen prácticamente el personal completo para la nueva estructuración que se hará para iniciar la ofensiva —comenta Quincho.
Había gran actividad en el lugar. Equipos viajando a misión a toda hora, ejercicios militares a diario, concentración de combatientes estructurándose con sus respectivos jefes, que según el grupo que comandaban, así era la jefatura seleccionada: de escuadra (10 personas), de pelotón (40 personas, 4 escuadras), de sección (2 pelotones), etc. Un día vi una mayor concentración, la mayoría eran parte de la columna con la que había maniobrado por la frontera con Honduras durante el operativo. Al frente estaba Paco que los observaba con atención dando voces de mando, giros, desplazamientos y trotes. Apartaba combatientes formando tres grupos, nombrando jefes y que hicieran lo mismo hasta formar las escuadras de sus pelotones. Al observar que la mayoría eran conocidos, fui a ver cómo era lo de la nueva estructuración. “Ahora sí Fidel. Los hierros están en el sur y sólo necesitamos traerlos para armar a toda esta gente. En adelante todo será diferente”. Fue la última vez que conversé con Paco.

La limpieza de la zona de Morazán
Al regreso todo estaba cambiado. Había un agrupamiento similar al que lideraba Paco en la maniobra por la frontera con Honduras, en los días de suma carestía y agotamiento, durante la primera gran invasión del ejército recién terminada. Se observaba mayor determinación en aquella milicia, como si el operativo los había cambiado. También había indignación por las casas que encontraron quemadas, algunas familias fueron asesinadas como la de Felipe que sólo se salvó su hijo mayor, Arturo; su esposa, en último mes de embarazo, fue igualmente asesinada con sus pequeños/as. Esto, tenía indignados a todos los acampados en aquel lugar. Felipe canalizaba su dolor componiendo versos y canciones; ese fue el origen de su canción llamada “Casas Quemadas”, que fue cantada durante toda la guerra por los Torogoces de Morazán, grupo musical campesino que se originó en aquel ambiente.
La definición en la población se hacía evidente: personas que aparentaban ser colaboradores de la organización, al ver la tropa aparecer en aquellos lugares se cambiaron de bando e informaron hasta lo que no sabían, se les pasó la mano sin prever consecuencias. Ahora venía la respuesta que también no se sabía hasta donde llegaría en aquella espiral de acusaciones y acciones. Morazán estaba definido, la invasión de octubre fue para definir aquel contingente de habitantes, definidos en dos bandos: FAES o guerrilla. Y empezó la disputa en aquel territorio en serio.
No sólo habían casas quemadas con familias asesinadas, también habían casas abandonadas. Cultivos de sólo recolectar la cosecha estaban tirados, incluyendo animales y aves de corral. Los compas, ni tardos ni perezosos, armaron comisiones de expropiación de aquellas cosechas y animales. La alimentación era rica en proteínas aunque repetitiva. Había poca experiencia en la preparación de la carne, y únicamente había una zopa con carne o hueso cocido en grandes recipientes sobre cocinas improvisadas en el suelo. La B.M. era privilegiada porque siempre le apartaban lo mejor para los heridos en recuperación, pero igual, el personal lo disfrutaba, incluyéndome. Aprendí a asar carne en varitas de madera; al ver mi poca pericia siempre había alguien que lo hacía con gusto por mí. Así conocí a Marta Guevara (la joven del inolvidable gesto del guacal de agua a mi regreso) que aumentaba sus atenciones llenando una necesidad no sentida antes. Ella había recién llegado de San Salvador tres días después del accidente del taller de explosivos; tenía dos hermanos acampados (Hernán y Verónica, brigadista) y sus padres Florinda y Mamerto, habían participado en la concientización y organización de los caseríos del Cerro Pando. Marta lucía diferente al resto, cargando gruesos lentes y su forma urbanizada con modales fraternos y finos; se podía conversar de cualesquier tema con ella; se convirtió de inmediato en la logística y proveedora de la estructura de las Brigadas Médicas.
 
Cada quien se dedicaba a lo suyo; las estructuras se definían cada vez más; los jefes hacían entrenamiento militar en un campo encubierto llamado La Casona, tratando de no dejar huellas vistas desde el aire. La estructura de la B.M. se agregó al entrenamiento militar en ese lugar. Eran grandes chicharrones1 los que hacíamos, los cuales incluían diferentes avances para atacar o retiradas escalonadas. Después de los ejercicios cada quien se dedicaba a lo especifico que le correspondía. Durante mis dos semanas en ese lugar, al anochecer salían equipos o comisiones con tareas especiales que regresaban de madrugada: a definir la zona, con la guerrilla o en contra de la misma para la tarea de limpia. Entendía lo de las tameguas, limpiar los sembrados, pero ellos se referían a otro tipo de limpia: limpiar de informantes del enemigo o los conocidos comúnmente como “orejas”2. El término limpia no me parecía equilibrado, ya que se carecía de recursos técnicos para verificar categóricamente las faltas cometidas y se prestaba a subjetivismos personales o a aprovechar el momento para resolver vengativamente las rencillas viejas personales. Mi sentir era de preocupación, pero igual nada se podía hacer con aquel contingente radicalizado dispuesto a todo por conquistar un mejor futuro.
Escuchábamos las noticias a diario, a radio Sandino que daba la alarma sobre la captura y el aparecimiento de los cadáveres con señales de tortura de los dirigentes del FDR, el 27 de noviembre de 1980. Fueron secuestrados en San Salvador y asesinados por un escuadrón de la muerte denominado Brigada Anticomunista Maximiliano Hernández Martínez3. Los conocía a todos; había asistido al acto cuando se conformó la CRM y luego el FDR en el auditorio de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la UES. Daban todos los nombres menos el de Leoncio Pichinte, representante de las LP28. También fue escuchada en ese lugar la noticia del asesinato de unas religiosas de nacionalidad norteamericana el 2 de diciembre de 1980 (Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y Jean Donovan, fueron violadas y asesinadas por soldados de la Guardia Nacional tras salir del Aeropuerto Internacional de San Salvador)4 El impacto producido en todos no podía ser mayor. Se había visto la barbarie en La Guacamaya con las familias asesinadas, y ahora las noticias de los dirigentes del FDR con las monjas estadounidenses, reafirmaban que la guerra era inminente, radicalizando más las posiciones de la insurgencia.
Una mañana, estando al pie del follaje del quebracho, donde habían empotrado una ametralladora Lewis, que el cargador era una rueda, era tan vieja que no estaba seguro si funcionaba, pero igual, servía de moralización de los presentes el ver que se contaba con aquella arma pesada. Esa mañana, aún sin desayunar, observé a un muchacho que venía corriendo en mi dirección, y a corta distancia tras de él, venia otro cargando a un joven en su espalda. No tenían aspecto de acampados, pero si estaban llegando al lugar con esa confianza, era de suponer que eran familiares o colaboradores de los acampados. De inmediato identifico que es mi trabajo; me entra la incertidumbre de cuál sería el posible diagnóstico…
—¿Qué le ha pasado que lo traen cargando….?
—Pues no sabemos, estábamos tameguando los tres en el guatal y de repente cayó y se le está trancando la respiración; lo echamos a la espalda para que lo vea el doctor de los compas.
 
Sin hacer más preguntas, abro de inmediato mi mochila para sacar los medicamentos y materiales para responder al posible diagnóstico que se desprendía de la respuesta del joven campesino: un shock anafiláctico por picada de animal o insecto.5 Un cuarto de suero endovenoso, una jeringa descartable, una ampolleta de adrenalina mas una frasco de esteroide solucortef. Este era el único tratamiento que había; lo había preparado para este tipo de eventualidad que salvaría la situación al muchacho si se aplicaba con rapidez.
Todo estaba listo en el suelo al momento que lo depositan pegado al tronco del árbol de quebracho. Todas las miradas estaban dirigidas al moribundo en su estado de anafilaxia6, sus gestos eran de poco optimismo al ver lo dificultoso de la respiración y su color azuloso con la piel como la de un sapo. Mientras un brigadista sostenía en alto el bote de suero, le hago unos velos, chequeo observando mientras descubro el antebrazo del inconsciente joven. No había duda, estaba en estado de shock, no había vena visible. En ese entonces tenía fresco los conocimientos de anatomía. Con la aguja del descartable en mi mano derecha y palpando la trayectoria del posible lugar de su vena del antebrazo, hago el pinchón y tomo la vena, en la que es fijada de inmediato la guía con tirro… pensando en voz alta diciendo: “¡Lo más difícil está hecho!” y aplicando el solucortef con la adrenalina… “Si responde en dos minutos, se salva”, adaptando el suero a chorro mientras hablaba. Todos quedaron sorprendidos al ver que el moribundo se incorporaba como asustado viendo hacia todos lados en pocos minutos. “No te muevas hasta dentro de una media hora para ver el total efecto de las medicinas”. Aquello fue tan inesperado ante los ojos curiosos que atribuían poderes milagrosos al joven médico…. algunos se atrevieron a preguntar directamente cómo era que hacia mi trabajo de resucitar moribundos.
-Bien, lo único milagroso que hubo fue que en mi mochila tenía un tratamiento para este tipo de emergencia y que fuimos capaces con el brigadista de aplicárselo al muchacho en el tiempo preciso para salvarle. Si llega 5 minutos más tarde, lo seguro es que estuviera muerto.
En la segunda semana, preparaba el lugar para tender mi plástico y dormir; era de los privilegiados que no hacían posta; nadie me despertaba, a menos por una emergencia en el campamento. Llega el posta con un correo comunicando que había una enferma, esposa de un compa, a dos horas de camino, que estaba grave pariendo un bebé. Me sentía descansado y en forma; mis fuerzas habían sido recuperadas por la abundante proteína que consumía, más el ejercicio físico militar diario. Sin pensarlo me pongo mis deteriorados zapatos, mochila a mi espalda y salimos. La zona era estable y se tenía control; según informe escrito en el correo por el jefe, se permitía alumbrar libremente. Empieza a caer una tormenta a cántaros, el plástico para cubrirme estaba roto por los caliches donde había sido tendido por todo el tiempo del operativo. Empapado hasta los zapatos, llegamos a media noche donde la parturienta. El niño había nacido desde el mediodía, lo chequeo y veo un bebé sano; pregunto cuál era la emergencia para lo cual me habían llamado.
—No ha sacado la otra parte después del niño —me responde un señor que por su aspecto era el padre de la mujer. Tenía experiencia acumulada en mis rotaciones en el hospital de maternidad, pero nunca había visto un caso así y, mucho menos en lo rural. Hay casos que la placenta no sale porque esta insertada en la capa cerosa y se llama placenta increta. Es raro, pero cuando sucede se debe practicar una histerectomía decía el doctor Miro York, que anunciaba no haber visto alguna en su práctica como ginecólogo, renegando mentalmente porque tenía que ser en esas condiciones de ver una… No había forma como confirmarlo.
—Esto será una emergencia si no sale en las próximas horas, le haré un masaje en el vientre y si al amanecer aun esta dentro esta placenta, mi consejo es que la suban a una hamaca y la lleven a la Unidad de San Francisco Gotera.
—Nos han dicho que usted puede curarla.
—No en este caso. Llévenla a Gotera temprano y avísenme en el campamento cualesquiera sea el resultado.
Preocupado por no haber resuelto, caminábamos de regreso al Quebracho, llegaríamos en la madrugada. De pronto vemos una luz que se desplaza rápido en dirección nuestra como si alguien corría. El guía me dice que alguien esta siguiéndonos pero que podría ser de la casa que visitamos. Nos detenemos, pero en posición de alerta.
—Ya sabía yo que no era necesario llevarla a gotera. Usted la curó con sus manos cuando la estuvo masajeando. Cuando ustedes salieron empezó a llorar de dolor, como si venia otro niño, y salió la placenta; me apresuré para avisarle que usted la curó… Gracias por lo que hace por nosotros en La Guacamaya.
Todavía mojado llego a buscar dónde dormir, sin tener un plástico ni otra muda de ropa para cambiarme. Al llegar al lugar acostumbrado donde dormía, encuentro que alguien lo ocupaba. Era Marta que había arreglado el lugar y esperaba para ofrecer el calor necesitado. Amanecí solo en aquel plástico y lugar, todos estaban en el ejercicio rutinario, el pantalón estaba seco, alguien lo llevó a la cocina para secarlo en la madrugada. Ese día me dispensaron el ejercicio por estar trasnochado.
A media mañana se arma un alboroto, llegan Alberto e Isaac. Venían cansadísimos por el viaje. Alberto traía una vara de bordón; se miraban molidos por el esfuerzo. “No quise irme dejando esto; soy de padres salvadoreños, nacido en Nicaragua”, me comentó Isaac. “Ya veremos de a cómo nos toca con los hierros que luego tendremos. Los demás ya deben estar en Tegucigalpa.”
Reflexionaba en lo inminente de la ofensiva y en no saber de la familia sin espacio suficiente para ir a verles. Almorzando en la casa de Los Cocos, recibo de Melo, el mando político de Morazán, una cajetilla de cigarrillos.
—Toma estos cigarros Fidel; aunque no fumes aquí en estos montes algo hay que hacer para entretenerse—. Ese día Melo había iniciado conversación dándome los cigarros; no había cruzado palabras con él desde el incidente en San Lucas, donde se había resistido a la sugerencia de desarmar a Chevo, que casi me borra del mapa, a no ser por la oportuna intervención de Pepito.
—Bien, Melo, gracias, ya tengo para invitar a Alberto que fuma como un murciélago. ¿Y qué hay del inicio de la ofensiva…?
—Todos sabemos que se va a dar. Se especula que al inicio del año. Por eso es tanto ajolote que tenemos; pero nadie sabe la fecha exacta por ser compartimentado—. Con un gran suspiro y pensando para mí mismo, comento: “me hubiese gustado ir a despedirme de la familia, pues uno nunca sabe lo que pueda pasar en esa ofensiva.”  Melo sonríe comprensivamente; se encoge de hombros y nos despedimos.
—Voy a buscar un pocito para lavar mi ropa; esta mugre y no quiero escaldarme.
—Si te vas por ese caminito sin desviarte hasta una pequeña elevación, encontrarás una quebradita y adentro está la Cueva del Murciélago; hay una fuente de abundante agua cristalina y pocos llegan ahí; puedes lavar y torcer bajo cubierta. Con suerte nadie te interrumpirá.
Siguiendo las directrices de Melo, dirijo mis pasos por aquel sendero estrecho con poca evidencia de ser muy transitado a unos 500 metros de la casa de Los Cocos, bordeando un poco la elevación llego a aquella caverna natural incrustada en el cerrito, que para entrar se pasaba una angosta y algo profunda quebradita; era preciosa; escucho ruido adentro; alguien lavaba chapuceando ropa; me paro en la estrecha entrada y veo una mujer. Era Marta que afanosamente lavaba, estando en ropas menores.
 
—Hola, ¿está ocupado el pocito?… Quizás regrese cuando hayas terminado —le comento.
 
—Hay espacio para más aquí; y mientras te bañas te lavo la ropa para que te la pongas limpia…
 
—A decir verdad que sí. Necesito bañar y lavar; ya siento escaldarme por la mugre de tanto sudor—… Lo que ahí pasó, no sé cómo narrarlo; sólo queda a la imaginación del lector. Regresamos juntos al Quebracho, cada quien a lo suyo. En esa madrugada del 7 de diciembre, el posta inusualmente llega a despertarme:
—Compa Fidel, Melo lo ocupa en la cocina y dice que lleve su mochila—. Así pasaba siempre cuando había que salir a ver alguna emergencia, por lo general algún pariente enfermo de un acampado. Como un disciplinado soldado y listo para recibir la indicación del jefe, me presento en la cocina en donde todos estaban amenamente charlando y cafeteándose.
—Bien, Melo, ¿para qué soy bueno a esta hora de la madrugada?
 
—Tranquilo, vas a desayunar bien, lo mejor que podás. Aquí está este par de “burros” nuevos y esta ropa de cambio para cuando tomés el bus. Tienes este guía hasta el Cacahuatique; de ahí tomarás rumbo a ciudad Barrios; luego hasta el desvío El Triunfo, en la Panamericana. Si todo va bien, mañana por la tarde o noche estarás en San Salvador con tu familia. Esto por lo que hablamos ayer; es bueno salgas ahora; pero el primero de enero te queremos en el cerro Cacahuatique; dejas arreglado de una vez el contacto.
—Melo… lo escucho y no termino de creerlo; nunca imaginé que mi comentario originara tu gestión para conseguir el permiso y lo necesario para mi viaje.
Después de desayunar aquellas tortillas saliendo del comal, más la comida especial para comer y llevar en el largo camino que iniciaría esa madrugada, me dirijo a las compas del equipo de cocina, principalmente a la responsable. Lo recuerdo bien por la respuesta recibida que fue como la reafirmación de lo necesitados que estaban de los servicios médicos:
—Díganme por favor que les gustaría que les trajera de San Salvador a mi regreso—… todas se miraron entre sí parando el chisterío normal que tenían. Haciendo un pequeño silencio que Maritza7 (jefe de la cocina y pareja sentimental de Isaac) aprovechó para responder a nombre del equipo:
—Fidel…, creo que todas estarán de acuerdo conmigo, y la que no, que lo diga cuando yo termine. Queremos decirte que lo que te pidamos lo cumplas, porque aquí todos tenemos trabajo importante que hacer, pero algunos trabajos son más complicados sustituir como lo es el trabajo de las Brigadas Médicas y el del médico. Sólo te pedimos dos cosas: una, que te cuides y no dejes que los orejas te descubran y te hagan daño, y dos, que regreses aquí a tu puesto que te estará esperando. Todas miraban a Maritza como respaldándola, moviendo afirmativamente sus cabezas.
Más emotiva no pudo ser mi salida del Quebracho Pando. Inicié la caminata más larga y de más horas de mi vida: 34 horas de camino sin descanso; comía y bebía caminando; solamente me cambiaban el guía según la zona que pasaba hasta llegar a la villa El Triunfo el 8 de diciembre a las 3 de la tarde. Mis zapatos burros nuevos, se acabaron de esa caminata y tuve que comprar otros en el pueblo para presentarme decente en el bus hacia San , para llegar esa misma noche a una base, que era compañera de carrera en la Facultad.
Ella fue sorprendida cuando le tocaba su puerta tipo 9 de la noche, fue la primera en darse cuenta que regresaba del Frente rural. Me dio alojamiento e información de todo lo ocurrido en mi larga ausencia y por supuesto de mi esposa y mis dos hijitos.

Dedicado a Roque Dalton

(Esta es una prosa poética que fue leída por su autor durante un acto celebrado para conmemorar la muerte del gran poeta revolucionario Roque Dalton)






Querido hermano Roque:


Tú que viviste la persecución de la fieras salvajes de la Policía Nacional; tú fuiste presa de la jauría del mal en las bartolinas de la terrorífica Policía Central de San Salvador y de la penitenciaría en donde las herramientas de las fieras salvajes eran la tortura, la capucha y el exilio; tú Roque, por estar comprometido con la realidad del pueblo salvadoreño, de los obreros, de las señora de los mercados; tú que viste la forma de vida y el estilo en que viven nuestros hermanos; tú que escribiste la triste crónica de la negra realidad y la tristeza de nuestros compatriotas en nuestro pequeño país; en donde sobrevivir es una triste realidad; en donde el que tiene más agarra más sin importarle los demás; en donde las leyes y las autoridades protegen a los que tienen los medios de producción. Por eso tu poesía de denuncia y de justicia hizo temblar a los poderosos y soltar las fieras de la persecución de manera para callar el hambre y la miseria de la triste realidad. Por eso tu poesía se volvió espada de justicia y de denuncia y libertad. Por eso aquellos que se sintieron señalados por la justicia popular; por eso tu poesía creció mucho y se fortaleció mucho; se volvió un roble de sabiduría. Por eso tus compañeros de tu célula en la cual militabas, se llenaron de envidia, y la ignorancia renació en la cual sobresalió la ignorancia, sin saber lo que se hacía.


Pero la ponzoña de la envidia pudo más, llegando al extremo de eliminarte físicamente y callar tu voz.


Pero tu voz y tus palabras crecieron mucho y traspasaron los límites de las fronteras de las palabras del lenguaje. Ahora los autores intelectuales y materiales de tu crimen viven de migajas, como mendigos pordioseros, enterrando sus caras en la basura más pestilente, cuya razón no habrá nunca un juicio para que sean perdonados, ya que entra en las páginas de la negra y cruel historia, en donde los cobardes y criminales son los malos actores.


Ahora, hermano Roque, a ti que estás el corazón de de ese pueblo salvadoreño, te ponemos en lo más alto de nuestros Roque corazones, porque tu poesía es lava ardiente que nunca se va enfriar, porque viene del centro de la tierra de nuestra América. Mi hermano Roque, descansa en paz donde esté tu cuerpo, como miles de hermanos que sufrieron la misma consecuencia por luchar por la justicia y la libertad.


En tu día, en memoria…

Mario A.  López

Marcha Militar con los Nicaragüenses (I)

(Alerta y emergencia en el camino, Embutidos cerca de Marcarla, Regreso al Quebracho Pando)


Por Fidel A. Romero, “Fidel Zarco”

PARTE I


A pocas cuadras del lugar de la media tortilla con el chicharroncito de cuche para recordarle al duodeno que no había sido olvidado en sus funciones de asimilar algún alimento, estaban los nicaragüenses con tres más en reunión haciendo el plan de marcha. Formando un semicírculo, aquel grupo de verde olivo con sus respectivas armas largas, impresionaba. Esa era la razón del por qué no habían buscado contacto directo, evitar confusiones y algún eventual enfrentamiento entre los mismos. El grupo estaba conformado por Emiliano, Isaac, Iván, Orlando o “Aspirinita”, Licho, Walter, Mabel (que la había atendido un par de semanas antes de sus heridas); agregándonos Alberto, los guías del paso (Tacho y Chano), además de quien escribe esta historia. Éramos 11 en total. La misión, según explicaba Emiliano, consistía en desplazarnos a un lugar que nos permitiera contactar al responsable del trabajo en Tegucigalpa para sacar a los nicaragüenses, incluyendo a Licho y Walter, e ir a Managua a conseguir armas lo antes posible para evitar que abortara la revolución salvadoreña. Después del recibimiento de rigor, se dirigió a Alberto, diciéndole que necesitaba una nueva muda y que se la conseguiría de inmediato. Luego continuó: 

Yo conozco los contactos decía Emiliano. No entiendo por qué gran puta no las han mandado. Esta marcha es militar y como tal seremos todos tratados. Se requiere de mucha disciplina en el desplazamiento, y aunque seamos solo 11, tendremos una vanguardia exploradora que caminará 100 metros delante con un guía; habrá un cuerpo de la marcha y la retaguardia con el otro guía. Orlando e Iván con Tacho serán la vanguardia; Isaac con Licho serán el refuerzo a cualesquier lado de la columna y todos deben consultarme en caso de alguna duda. Los doctores irán en el cuerpo de la columna con Mabel. Somos pocos y caminaremos toda la noche hasta amanecer; acamparemos al encubierto y luego seleccionaremos una casa que nos permita abastecernos y armar el contacto hacia Tegucigalpa. Alberto es conocedor de esos contactos y puede sugerirnos con quién puede ser más ágil que nos ponga en Managua. Hasta aquí… ¿Alguna pregunta?

Sí. ¿Qué caso tiene que hayan dos médicos en este equipo, si Alberto puede cumplir la función de enlace con el trabajo en Tegucigalpa, y a la vez, supervisar las heridas de Mabel?… Así valoraba yo innecesaria mi partida con aquella unidad de mandos o jefes.

Buena pregunta, pero no puedo dar muchas explicaciones, solo diré que obedece a un criterio de seguridad y preservación de cuadros. Es necesario que todos estemos listos, incluyendo la nueva muda[1] de Alberto y una camisa verde para ti Fidel, y saldremos en una hora. Llenemos las cantimploras para no tener que parar en el camino por agua.

No había espacio para más preguntas. Emiliano inspiraba autoridad y conocimiento. Alto de estatura, moreno, musculoso; joven pero experimentado internacionalista; ex director de la escuela militar del Ejército Popular Sandinista, EPS, en Managua, de donde fue reclutado por el trabajo internacional, debido a los contactos que tenía al interior de la institución armada y del gobierno de los hermanos Ortega en Nicaragua; era él quien lideraba el grupo. Le recordaba de unos meses antes en que me enseñó el manejo del G3 y el significado de la posta en el Punto Rojo de La Laguna.

Iniciamos aquella mi primera marcha militar, que tenía pintas de ser experimentada, aunque la planificación no tenía mucho que envidar a la que Paco había ejecutado para tener con seguridad la columna más numerosa nunca vista antes en maniobra y con la mayoría desarmados. Las explicaciones de Emiliano eran claras y aleccionadoras, hasta enseñó cómo indicar movimientos con solo mover los brazos sin necesidad de hablar. Parecido a las señales que me hizo Paco cuando vigilaba la aparición de la tropa hondureña y ordenaba el retiro de su gente. Después de caminar unas 5 horas sin descansar, la luna alumbraba y podíamos ver a corta distancia; cada vez aumentaba más la niebla y no era permitido sacar las linternas de mano. De pronto Emiliano hace la señal de tendernos, y al unísono quedamos tendidos en el camino, bajo la mirada del jefe que pasaba la consigna de alistarse para el combate por haber escuchado pasos que podrían ser de militares. “Los pasos ni se acercan ni se retiran”, es la siguiente consigna que pasaron. En ese instante me río de la seriedad de todos. Indignado, Emiliano se dirige a rastras hasta mi posición y me dice:
Más disciplina, doctor, ¿qué le pasa?
Es que yo no escucho pasos de botas militares; lo que escucho son animales o caballos que están comiendo barrenillo le respondo sin poder controlar la risa, pero haciendo un gran esfuerzo por evitar las carcajadas…

¿Estás seguro, Fidel, que son animales comiendo pasto durante la noche?
Mira, Emiliano, yo crecí en el campo y conozco bien ese sonido; si no me crees vamos a verlos, deben estar a unos 150 metros de nosotros. Esta niebla espesa evita que veamos los bultosAl percibir la seguridad en mi explicación, ante el motivo de la emergencia o alarma de la marcha militar, Isaac fue enviado a notificar mi versión al equipo vanguardia y que fueran a verificar de inmediato. Al regresar con la respuesta cinco minutos después, ya que se desplazaron con todas las medidas del caso, manteniendo la máxima alerta para no ser sorprendidos en caso fuera falsa mi afirmación, Isaac comentó: “Estamos haciendo el ridículo por la cagazón de este Orlando que contagia al Aspirinita. Te propongo relevar a Orlando, Emiliano” añadió algo contrariado.

Nunca había oído animales comiendo a esta hora fue la explicación dada por Orlando. Al ver que todos nos reímos y que se relajaba la marcha, el jefe ordena seriedad y explica que se hará evaluación el día siguiente sobre ese incidente para determinar si fue broma del equipo de vanguardia para tensionar la columna.


Continuamos el resto de la noche sin otro percance hasta llegar a un lugar donde había un monte espeso y una poza de agua que corría sin mayor caudal. Emiliano, dando muestra de su experiencia y como conocedor del bosque, ordena a Isaac explorar condiciones para acampar, dándole media hora para valorar el farallón y origen del nacimiento del agua con sus aproximaciones posibles.
Mejor lugar no podemos encontrar  informaba Isaac al Jefe. Tenemos todo a nuestro favor: secretividad, enmascaramiento, agua, una casa a 300 metros que podemos controlar desde el pozo de agua, no hay señales de más casas, ni caminos. Estos son terrenos privados de esa casa, son enormes.

Chano que hable con el de la casa para explorar condiciones; tú lo acompañas para apoyar pero no hables por tu tono pinolero[2] y evitar sospechas. Monten una buena leyenda para introducirse y valorar reunirme con el jefe de la familia.
Este camino ya lo he transitado, es el corredor hacia Marcala. A esa casa ya he llegado a buscar comida antes, ¿no es cierto, Tacho? dijo Chano. Tacho afirma con la cabeza moviéndola verticalmente.

Mucho que mejor; pero por cualesquier cosa que Tacho se quede con nosotros para tener guía siempre.

Después de una hora, que fue aprovechada para que Iván con Orlando hicieran una exploración enmascarada más al detalle, regresaron los emisarios enviados a la casa del propietario de aquellos inmensos terrenos boscosos. Venían con un cumbo humeante de café y una paila llena de guineos sancochados, un queso, además de otro cumbo con frijoles incluyendo su sopa. La mitad de aquellas provisiones fueron devoradas rápidamente, dejando la otra mitad como reserva para la cena.
¡Barriga llena, corazón contento! ¡Ahora que vengan los catrachos y nos turqueamos![3] Pero como la misión es otra, debemos guardar la secretividad hasta alcanzar el objetivo: Trasladarnos a Managua a través del trabajo de Tegu… Alberto sonríe diciendo: “¡Aaay, hermano! No tienes idea de cómo es el trabajo de extenso que se ha desarrollado entre los compas hondureños; la tardanza es que sepan que aquí estamos y harán todo por ayudarnos a cumplir la tarea que sea. Solo tenemos que asegurarnos de mantener la secretividad porque el aparato de inteligencia lo han reforzado, además de los medios aéreos y cuentan con tropas especiales con capacidad de ponerlas en escaso tiempo en cualesquier parte del territorio”.


Todos estábamos animados; el ambiente empezaba a favorecernos; se sentía una calma estar pegado a aquella fuente de agua teniendo de retaguardia una gran pared natural con bastante similitud a la cueva que forma la Gruta de Corinto[4] en Morazán, con la diferencia que aquella carece de nacimiento de agua; es seco, tipo potrero de animales con algunos arbustos y matorrales. Aquel ambiente boscoso y tranquilo, teniendo casi asegurados la seguridad y abastecimiento, así como también el contacto con la capital hondureña, daba para todo: conocernos mejor como grupo y como personas, escuchar noticias, intercambiar experiencias vividas. La primera noticia escuchada a través de una emisora salvadoreña, fue el atentado sufrido por el ingeniero Félix Ulloa[5], rector de la UES, en las inmediaciones de una sucursal bancaria ubicada al frente del Hospital Benjamín Bloom. El rector murió horas después en la policlínica salvadoreña.

Había una niebla blanca espesa que aún con el avance del día no cesaba. Apenas desde un punto del lugar podía divisarse la casa que nos serviría en adelante no solo para abastecernos, sino que para contactarnos con el trabajo de Tegucigalpa. Fue puesta una observación continua hacia la casa y después de recibido el informe, Emiliano preguntó opinión sobre la conveniencia de hablar con el jefe de la casa para que asumiera compromisos por seguridad de todos. Se generó una pequeña discusión sobre los pro y los contra, y al final se decidió hablar en colectivo y antes de anochecer, con un plan ya claro por todos, estábamos conversando amigablemente con nuestro protector. El planteamiento consensuado lo expondría el jefe.
Como usted verá, somos personas de paz y vamos a la guerra en El Salvador para construir una mejor sociedad en donde todos tengamos derechos, empezando con el derecho a la vida, siguiendo con los derechos a educación, salud, trabajo, Justicia, respeto, etc. Tú puedes apoyarnos mucho sin estar en riesgo… El Señor, que no recuerdo su nombre, no salía de su asombro al ver el grupo uniformado y armado, hablando amigablemente; su actitud no podía ser más expresiva abriendo sus ojos mostrando su concentración en lo que escuchaba…, diciéndonos:

Explíquenme bien qué tengo que hacer para no cometer errores.
Nadie ha visto que llegamos aquí, hemos borrado huellas, este lugar es tu propiedad privada y no hay casas cercanas. El secreto debe continuar entre nosotros por siempre y se darán cuenta solo a quienes nosotros permitamos. Esto es la seguridad de todos, incluyéndote. La otra situación es que necesitamos alimentarnos durante estemos aquí, además de contactar a un amigo en Tegucigalpa que es de toda nuestra confianza. Tú le pondrás precio al tiempo que nos dediques y a las cosas que nos compres que necesitemos, nosotros te pagaremos con colones; tú sabes que el aguardiente es mal consejero cuando no se controla. Si tú no lo controlas te pondría en riesgo al igual que a nosotros; si no es mucho pedirte, evítalo de ahora en adelante.
No se preocupe por mi tiempo, ni por la secretividad. Este lugar ni yo lo había visitado desde hace mucho tiempo; nadie entra aquí, ni los animales; este lugar es virgen. Viajo una vez por semana a Marcala; mañana salgo en la madrugada y puedo llevar alguna carta o ver a alguien de su confianza. Tengo un amigo en Marcala que a veces lo visito y me da un “lijaso”, pero si es así, no lo visitaré tan luego. Para que no aguanten hambre, uno de ustedes puede ir a la casa antes que salga y traer la comida de dos días por algún retraso.  Alberto ya había escrito una nota bien escueta solicitándole a un amigo apoyo para hacer un trabajo y firmaba con el seudónimo de Carlos. “Esta nota será suficiente y la respuesta será su presencia en unos días”. Entregó la nota que de antemano había sido revisada, estaba sin datos que provocaran sospechas y produjera algún riesgo.


Fueron tensos los siguientes 3 días; la base de apoyo en prueba de tareas especiales se ausentó. El frío hacía estragos y no teníamos ropa para protegernos, solamente los plásticos de tendido. Se improvisó una champa uniendo plásticos que permitía acostarnos bajo cubierta 6 personas aprovechando el calor que producíamos. Walter y Mabel, como eran pareja sentimental, tenían la propia, y ella se acercaba temprano para ser revisadas sus heridas de piernas y mano izquierda. Su mano aún conservaba el cabestrío; había perdido dos dedos, pero cicatrizaba bien sin necesidad de injertos. El tercer día era crucial, había tensión por la tardanza, la casa siempre tenía observación continua y nada hacía sospechar hubiese algo anormal. Hasta que llegó la base cargando un saco a la mitad de comprados que mandaba el contacto de Honduras para nosotros, los periódicos y el aviso que prepararía condiciones para albergar al que necesitara, empezando a partir de una semana.
Te dije que la tardanza era conectarnos. Estos compas dan todo por ayudarnos comentaba Alberto.

Necesitamos actuar rápido o nos congelamos aquí, y debemos de agilizar esto porque los contactos en Managua no saben las necesidades de hierros que hay.
No es posible, hay que hacer las cosas despacio para no cometer errores, te lo digo yo que conozco este trabajo.

Había incomodidad por la tardanza; se acordó enviar a un correo a buscar información a Morazán de cómo seguía el operativo; no recuerdo si fue Licho o Walter que se ofrecieron para acompañar al guía y que no fuera solo. Acordamos que si había condiciones se regresarían uno por uno e igual la ida para Tegucigalpa. En todo eso, ya había pasado casi 4 semanas de ese campamento eventual enmascarado.


… En aquel invernadero convertido en embutido de la unidad militar de Emiliano, hubo tiempo suficiente para asimilar las emociones de los últimos 3 meses. Había sido muy intenso todo lo vivido. Por mi mente pasaban como película los riesgos a que había sido expuesto y la satisfacción de haber dado respuesta a mi compromiso en la B.M. Me preocupaba el estado de los heridos quemados de La Guacamaya. ¿Qué habría sido de ellos? Pero, sobre todo, la mayor preocupación era la escases de personal cualificado para responder a las necesidades a presentarse en adelante. Solo necesitaba regresar a San salvador y ver contactos en el área de salud, despedirme de la familia, mis hijos, mi esposa y mis padres para regresarme al Frente rural hasta que terminara la guerra. ¡Los vería si quedaba con vida de esa jornada, sentía que mi lugar estaba en el Frente, definitivamente! Esto era ya una determinación y compromiso conmigo mismo, porque cada quien debe responder de acuerdo a lo que siente adentro…. y dar todo cuando se necesite y el Frente rural clamaba por personal cualificado en salud.

Regresó el guía sin Walter, solo, con noticias que la zona estaba limpia de enemigo pero que habían quemado casas y asesinado civiles en La Guacamaya. Licho se rascaba la cabeza sin expresar palabras, hasta que después de un rato dijo: “nosotros de holgazanes aquí y la gente desorganizada necesitándonos, en la madrugada nos vamos, yo seré el siguiente”. Tres días después regresa el guía. Éste se queda descansando y sale Tacho con migo. Antes de salir Emiliano le hizo recomendaciones de jamás dejar que me perdiera en el camino, con misión de dejarme en El Quebracho Pando, en el campamento de Los Cocos con Quincho. Mi experiencia había terminado con los nicaragüenses; había sido rico el aprendizaje de sobrevivencia en el extranjero y había sido testigo de la disciplina de la unidad para salir avante en la misión de conjunto.

El camino fue cansado; solo nos deteníamos para tomar agua y seguíamos. Tacho decía que había que llegar hasta La Cuquinca al medio día, pero que podíamos tener un descanso antes de pasar la frontera. En los encuentros del río, había una gran roca con una especie de grada como para sentarse. “Aquí podés descansar», me dijo. “Yo haré posta. Estaré a 25 metros. Si hay emergencia, vengo rápido”.


Después de una hora ya casi amanecía. Tacho movía uno de mis hombros. “¡Es hora!”, decía. Me despierto asustado. Soñaba que estaba en una cama bien arropado y no podía explicarme cómo era que había llegado a esa cama después de tanto tiempo… estaba empapado de agua, mi mochila de cabecera recostado y sentado en la roca; había llovido y Tacho pensaba que estaba despierto, y que al venir el agua, sacaría el naylon como lo había hecho él… estaba tan dormido, disfrutando mi abrigada cama, que no había sentido la lluvia. El frío calaba hasta los huesos, la ropa estaba helada y mojada. “Es mejor que torsás la ropa antes de continuar; te ayudo”.

Pasamos el río; seguimos paralelo entre el río y cerro La Cruz. Encontramos a un señor, Isidro Romero, el segundo civil visto después de un mes; el primero había sido la base que nos ocultaba en Honduras. Tacho le pregunta sobre alguna novedad obteniendo una escueta respuesta:
Pues que yo sepa, todo está sin novedad por estos rumbos.
¿Lo conoces? 
Es el alcalde de Joateca, hermano de Paco me responde. Solo nos falta medio día de camino, descansaremos en una arboleda tupida mientras conseguimos algo de comer donde una base. Llegamos tipo 8 de la noche a un campamento de la zona de Paco, saludamos a los que aún estaban levantados. Tita dormía en una hamaca; el Choco entró a saludarla, pero igual ni se movió. Paco había salido a reunión diciendo que regresaría el día siguiente. Allí estaba Pedro, el nicaragüense instructor de la escuela de mandos que había conocido meses antes; todos estaban acostados y Pedro dijo que salía en la madrugada para El Quebracho Pando, que podía descansar para irnos juntos. “Mi misión termina aquí”, dijo Tacho. “Desde este momento, es misión de Pedro entregarte mañana con Quincho en el campamento de Los Cocos del Quebracho Pando”.

Enlace relacionado:



Algo de Postguerra (Otros Poemas)

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(Escrito en 1993)

Por
Héctor Lara

El Excelentísimo Señor Tacuazín de
Papilandia
impone la Orden de Hijo Meritísimo
al legendario líder del
Frente
Móvil
Los
Nunca llegan.

En la tumba de Chico Pancho
el guerrero anónimo, el último, el olvidado
un zopilote llora
la ausencia de cadáveres
en los campos.

El Obispo Auxiliar de las Argollas
derrama su bendición sobre los conversos
y eleva una oración
por el eterno bienestar
de su estómago.

El poeta
el predilecto, el de las conferencias
el único que puede juzgar el desarrollo
literario nacional
brinda con el máximo comandante
héroe de mil batallas supuestas
y pronuncia su pírrico verso
de elogio.

La Komisión
Konjunta para la Konsolidación de los Korruptos
(K-K y K-K)
proyecta la importación de psiquiatras
para tratar a los excombatientes
cuyas protestas
considera desequilibrios mentales
heredados de la guerra.

La Organización de Potencias Unidas
dice:
¡Qué bueno, muchachos!
¡Qué bueno!
¡Viva Sión!

San Salvador, 1993.

A Elizabeth

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Poemas Negados de un Frente de Guerra.

A ELIZABETH

Por Yasser

Elizabeth tu nombre de guerra
Elizabeth tu nombre en el plástico
¿Qué queda de vos?

Compañera detesto los homenajes póstumos
porque en vida hasta los diablos los merecen
y vos niña-hija-adorada-crecida en la lucha
tenés derecho a algo más que palabras finales
epitafios vacíos
panfletos rayados…

Merecés el silencio de los verdaderos héroes
los anónimos
los que no tuvieron sepultura
los que volaron
en las pletóricas barrigas de los zopilotes.

Morazán, 1991.


La Primera Vez

Por Walter
Rivera



Aquella mañana
del 24 de agosto de 1978 se notaba tranquila, o al menos así lo aparentaban los
dos que caminaban por la acera en el centro de la ciudad, uno detrás del otro; así
lo habían aprendido y ejercitado.  Por
momentos, el ruido de los vehículos, el movimiento de la gente, los vendedores
de periódicos, los buses repletos de pasajeros, hacía que uno de ellos se
perdiera en el bullicio; los almacenes abriendo sus puertas; las vitrinas
mostrando sus maniquíes ataviados con vestidos, pantalones, etc., etc.


Aquellos
dos jóvenes caminaban casi indiferentes ante todo eso; pensaban en algo
distinto.
  Ricardo de 22 años recién
cumplidos, estatura regular, piel morena, pelo un poco rizado, miró su reloj.
Eran exactamente las 8:45 AM. Pensó que era buena hora.
  José lo seguía a unos quince metros. También
joven de unos 18 años; ambos eran de extracción social pobre.
  Habían suspendido sus estudios y hoy harían
algo que cambiaria radicalmente sus vidas.
 
La noche anterior, en la reunión, habían sido designados para cumplir la
misión, su primera misión.
  Tenían la
información precisa y necesaria, y se había tomado la decisión de eliminar a un
agente del enemigo, a uno de la dictadura.


Ricardo
pensaba en cada paso del plan diseñado.
 
El sujeto andaba armado y era desconfiado.  El arma: una 45 milímetros.  Era su primera acción.  Los pensamientos se le aglutinaban
desordenados y pensaba “
no debo dejarme
llevar por los impulsos; tengo que controlarlos
”.  Revisaba el plan: José en la seguridad; la
ruta de acercamiento; la de retirada; ruta de acceso y salida, por si habían
problemas; la seguridad del enemigo; todo desfilaba por su mente como un rollo
de película; la hora señalada: las 9:45 AM.
 
Según la información del seguimiento, el individuo tenia un grave error:
era demasiado metódico en su vida; se sentía seguro; seguro de que nadie sabía
de sus crímenes (como cobertura tenía un negocio de ropa).
  Ricardo pensaba en lo que le habían dicho: “A la hora llegada no te vayas a ahuevar.
Pensá en todos los crímenes que ha cometido ese tipo; así que sé enérgico… No
nos han dejado otra alternativa más que pelear
”.  ¡La primera acción!  ¡La graduación de un combatiente!


Vio
nuevamente el reloj: 9:45 AM.
  Estaba en
el lugar preciso con el objetivo a la vista.
 
No dejaba de pensar “¿Y si me mata
o me captura vivo?”
“¡Huevos! ¡Eso
nunca!
”… “¿Y si quedo herido? ¿Qué va
a pensar mi madre? ¡Se va a morir de pena!”.
  La mente era un torbellino de pensamientos. “¿Mi trabajo? ¿Mi novia?”… Las manos le
sudaban; un frío sudor le recorría por el cuerpo… Se limpió la frente con su
pañuelo, levantó su mano derecha a la altura de su cintura y aquel contacto lo
calmó un poco… Se sintió seguro… La browning nueve milímetros estaba justo en
su lugar… Se produjo en su mente una rápida sucesión de recuerdos de las
marchas reprimidas; los muertos; los heridos; los desaparecidos; una larga
lista de acciones de represión poblaron su mente y pensó
“¡Y este hijo de puta que no aparece! ¡Ya son las 9:15 AM! Voy a esperar
diez minutos y si no viene me voy… ¡No puedo estar mucho tiempo aquí!”


Encendió un
cigarrillo para calmarse un poco más.
 
Pensó en su preparación militar con el equipo de jóvenes como él: arme y
desarme de pistolas; las posiciones de tiro; las propiedades combativas. Una
vez más miró su reloj, eran las 9:20 AM.
 
El movimiento continuaba en la ciudad. 
Aspiró el cigarrillo, y al expulsar la bocanada, de pronto vio entre el
humo aparecer el vehículo pick up, y al timón el sujeto.
  El pulso se le aceleró; las pupilas se le
agrandaron; los sentidos en estado de máxima alerta.
  Sintió el endurecimiento de sus
músculos.
  Arrojó lo que quedaba del
cigarrillo, y pensó:
“Debo caminar a su
encuentro. Debo hacerlo, pase lo que pase… ¡O la victoria o la muerte!”


Comenzó a
caminar con la vista fija en el objetivo.
 
El sujeto se había bajado del vehículo y -por tener mayor experiencia-
había detectado el movimiento del joven que tenía a escasos 15-20 metros.
  Sus miradas se encontraron en el preciso
instante de cruzar la línea imaginaria que divide la vida y la muerte.
  El individuo intentó sacar su arma.  Ricardo sintió el peso de su browning entre
los dedos de su mano derecha y los cerró.
 
Levantó el arma al mismo tiempo que adoptaba la posición dos y apoyaba
con su mano izquierda apuntando.
  Sólo
alcanzó a ver el rostro del sujeto que se transfiguraba en una mueca de miedo y
terror, y entre su mano derecha asomaba el arma que había extraído de su
cintura.
  La ventaja había sido
elocuente.
  “La sorpresa –le habían dicho- es
garantía de victoria”.


Sonó el
primer disparo.
  Ricardo vio entre el
alza y la mira de la browning que impactó en el abdomen; el segundo disparo en
el pecho, y el tercero, a la altura del hombro derecho.
  Ya no pensaba más que en disparar.  Sintió que la sangre se le agolpaba en el
cerebro.
  Los oídos le rumbaban.  En una sucesión de segundos recordó las
indicaciones de que nunca disparara todo el cargador, y se contuvo.
  Vio como en una especie de cámara lenta que
el sujeto fue desplomándose hacia delante poco a poco.
  Aquellos segundos le parecían siglos… la
ciudad quedó en vilo, suspendida, en silencio total.
  Después reaccionó.  ¡La ciudad despertó! ¡La gente corrió! Las
mujeres gritaron; los curiosos comenzaron a ver.
  Entretanto, Ricardo se incorporó y empezó a
caminar sintiendo que lo hacía como en un mundo nebuloso e irreal, y pensó:
“¡Lo hice! ¡Lo logré!”.


A las 10:00
AM, José se había retirado según el plan.
 
No debían salir juntos.  Ricardo
entró a una cafetería, se sentó y apoyó los codos en la mesa; ordenó un café y
un sándwich de jamón.
  Encendió su
pequeño transistor para escuchar las noticias, pero no salió nada.
  Le sirvieron lo ordenado; tomó un sorbo de
café; se sintió bien y pensó:
“Nunca
volveré a sentir la emoción que he sentido hoy en toda mi vida”.
NOTA: Este
es un pequeño homenaje a los cientos de mujeres y hombres de nuestro pueblo,
que en un momento dado de sus vidas, tomaron la decisión de luchar con las
armas en la mano, para lograr los cambios estructurales en nuestra patria.


Dedicado
también a nuestros héroes caídos en el anonimato durante la lucha
revolucionaria de nuestro pueblo.

Catarsis del Cuestionado

800×600

Por Héctor Lara

Un sol que se desangra en vos
una voz que grita en tu vientre
veinte siglos avance
abajo estamos nosotros
cultura de dictaduras
arriba están los satélites artificiales
coronando de luz la miseria.

Flor que no eres, aroma que no tienes.
Pudor que tienes, vergüenza que te arropa.
Todo es pura mierda
catarsis del alma
mientras comienza la próxima batalla.

Vengo no sé de dónde y voy
con esta gente no se adónde,
pero voy,
porque
yo no soy un hombre sincero
de donde no existe la calma
y antes de morirme quiero
sacar basuras de mi alma.

Morazán, 1990.


Remembering Hilda, "Gloribel", Catechist, Wife, Mother and Social Activist

800×600

The ideas
of
Liberation Theology embraced
by
progressive Catholicism burst
into
national life and the
socio-political crisis in El Salvador).

By Fidel A. Romero
“Fidel Zarco”

Translated
from Spanish by Luis Romero

To remember my sister is to remember our childhood,
our family, the orientation received from our parents, the difficult life of
our time as well as the injustices seen in that epoch like the case of Maura’s
sister.  Maura’s sister was murdered
while she was in labour in a cornfield and then, to save the murderer, she was
accused of stealing corn.  It is also to
remember the loss of Chemita (our younger brother) and its consequences, the Christian work displayed
by
the catechists trained in the light of the Theology
of Liberation and their great
organizational activity
with young people in the rural communities of Jiquilisco, Unwillingly, I had
an example of Christian values ​​to help me interpret
the
reality
we lived in.
It is also to remember the great event of Hilda’s wedding, her young family and
their prosperity
which was all too soon truncated by the civil war. Eventually Hilda became Team Organizer
in the Angela Montano area in eastern El
Salvador
during the civil war.

The name of Maria Hilda Romero, my older sister, was
mentioned in a
previous story,
in which a couple of tragic events
of our family history are described as
part of experiences that we lived during childhood.  The stories describe Hilda’s involvement in
the community, teaching either
literacy or catechism as
well as celebrating
the Gospel with the approach of the
social aspect of the Church, the Theology of Liberation.  The social current of the Catholic Church
that blew all over
Latin America was based on the Vatican Council II and in the light of CELAM[1], MedellinColombia.  . Its
practice by Hilda
and incidence in
the canton
and surrounding areas left its mark there,
as well as on my training and subsequent practice.

One of the things that stay in my memory from the time
of my primary years in The Federal School, Jiquilisco is my sister’s facial expression.  I see her at 12 years of age,
her eyes tearful and a paila cuartillera
on her head carrying
the
corn to grind at the mill in
the village.  Even though she was
studying in a different school, I recall that we travelled together for about
four years to the village.  Hilda refused
to continue her schooling after she completed primary, preferring to help

our mother in the household chores and involving herself in community activities including the celebration
of the Gospel once she had been trained
as a catechist in the education centre
for young
peasants, Los Naranjos
[2].

The tragic death of the youngest of the family,
Chemita, who was just seven years old, had different effects in each member of
the family.  As we were all of different
ages we each reacted in our own way to the trauma of that moment.  .  The simple expression and
somewhat
evasive interaction of
my father was accentuated, the cries
and lamentations of my mother increased until she suffered a chronic sickening depression. 
We, the children, did not comment on the family tragedy, but it was evident that
we had a
common sorrow: our little brother disappeared violently from our side.  Our home was
never the same as before.  Such a loss made
our
parents more aware of our presence and more vigilant of our movements and activities.  There was a
soccer field just three hundred meters away from our home, which we attended
occasionally, and it was an opportunity
to meet
most of the canton
youths who gathered to practice the popular sport of soccer.  Our
visits to the soccer field became more restricted.

All the children, from Isabel, Josefa Dolores, Luis Alonso,
Maria Hilda, Fidel Angel down to Jose Maria (Chemita), were brought up with
strong moral family values, with a
Christian faith
instilled without many words but by example from Jose Dolores and Maria Sipriana, our
parents.  We attended
Mass in the town parish
on Sundays
. The agricultural work
that my father did and the church were
our first socializing events and the
school was added later. 
I recall my
old
father, mi Viejo
[3], since
I never saw him
young, as having a
simple and
an austere life, always wearing a thin rope
tied
around his waist as a signal
of being devoted to St. Francis de As
ís.
 After the daily tasks of
the week, we used to make trips
to the mangroves of the Bay of Jiquilisco in order to pull some punches
[4],
crabs and curiles
[5]
and add some protein to the family
basket.  The Franciscan
rope was discovered by children’s curiosity on one occasion, as we swam in the pool
of
a river that crossed the mangroves to cleanse the mud.
  As a member of the Knights of Christ the King, he was one
of the organizers of the religious processions
during the
patron saint festivities in town, and carried the Holy Burial during
the Easter week.

The most significant day in
the family year was the Patron festivity
of
Jiquilisco at the end of August because of all its
implications: some new cloth, getting on fun fair rides
and without fail
the religious celebrations and the fireworks at dawn accompanied by the regimental band. 
We laughed for joy watching the screaming riders on
the Carousel and other machines.  The central park was not large enough for all
the visitors from the neighbouring cantons
. 
On weekends, a
ttending
the Sunday Mass and buying the newspaper was our family routine. 
Unlike other children we were not allowed to play at others
‘houses.  “You have permission to play here but not in other’s house” declared
our protective mother. However neighbouring

children
came to play with us in our house.  We
organized all sorts of group games with marbles, cashew nuts, hide and seek and
of course played soccer with a rag ball, kicking it to improvised goals. 
We had our own group of friends according to the
places we frequented.  Hilda had her own
group of female friends in the church. 
She
began
to frequent it more due to the activities in which she participated. 
. Earlier, we had made a
moral commitment to teach reading and writing to a group of boys and girls of
the village.  We even
bought a
blackboard
and held lessons at the end of the
day, when just getting dark, so that there was no interference
with the regular
farming tasks in which we all took part.  Hilda was the one who organized this literacy
group made up of peasant children who had no opportunity to attend school.


The Christian education that started at home continued with the catechetical work in the parish which was conducted by Father Juan Macho. Years later Father Macho was one of the priests who opened the education centre for young peasants, Los Naranjos, which was located just a few blocks away from home. Maria Hilda quickly met the requirements for her sacrament of First Communion. Every night, my mother checked Hilda’s memory of those long and boring prayers that were recited in Latin without understanding their meaning. That was the custom and, in turn she too made the literacy group repeat the prayers to be memorized. For my part, despite her insistence, I never wanted to join, insisting in turn: “I have my own Catechesis with the fat and hairless Father of the parish, Zacarias”. Indeed, the Federal school this Passionist priest[6] came to give us doctrine two hours per week. It was fun for us because all the children from my class surrounded the priest and touched his hairless head, upon which he pretended to defend himself, laughing as he feinted to kick us. I received the Catechesis to prepare myself for the first Communion during grade six.

Hilda was highly motivated imparting literacy and Catechesis, teaching what she had learned to all the children of the neighbourhood. Through this experience she developed abilities of leading groups and keeping them motivated and interested. The disadvantaged peasant children wanted to learn reading and writing and also fulfil their sacraments. In that way, Hilda became increasingly involved in youth activities in the church and the canton, finally becoming member of the group that inaugurated the Education Centre for Young Peasants, Los Naranjos. Here the young peasants learned the philosophy of the Vatican Council II, the guidelines of CELAM, and with the approach of the Theology of Liberation. As a member of the pioneer group of that institution, Hilda undertook several courses, after which she and the other trainees taught what they had learned. The biblical readings were discussed in the new groups and adapted to the realities of the moment before being discussed again at assemblies of farmhouses. These meetings and assemblies were called celebration of The Word.

Some of the ideas of the Theology of Liberation[7] are:


1. Christian salvation cannot exist without freedom on the economic, political, social and ideological areas, as visible signs of human dignity (see item 11).
2. Eliminating poverty, exploitation, lack of opportunities and injustices of this world.
3. Ensure access to education and health
4. Liberation as awareness of the Latin-American socioeconomic reality.
5. Continual reflection of the human on themselves to develop a creative attitude for their own benefit and that of society.
6. The current situation of most Latin Americans contradicts the historical Plan of God and poverty is a social sin.
7. There are not only sinners; there are victims of sin who need justice and restoration. We all are sinners but in particular we need to distinguish between the victim and the victimizer.
8. To become aware of the class struggle always opting for the poor.
9. Affirm the democratic system, deepening the awareness of the masses about their true enemies to transform the existing system.
10. Create a «new man» as an essential prerequisite for the success of social transformation. Men, who are in solidarity and creative, engine of human activity as opposed to the capitalist mentality of speculation and profit motive.
11. The free acceptance of the evangelical doctrine, i.e. the person primarily seeks decent living conditions and later his evangelical indoctrination if the person wants. Not like previously was done: while Christian missions gave food, people proclaimed to be Christian.

On the other hand and, looking beyond our family and local environment, it happened that at the end of the sixties, several factors coincided in El Salvador that led to the explosive socio-political crisis that had been brewing in the country: The agro-export and developing economic models that were implemented within the framework of the Central American regional market, MERCOMUN, suffers a breakdown as result of its protectionist measures of local interests which were implemented by the government of Honduras. Honduran land reform and changes in trade and migration policies targeted Salvadorian people. As a consequence, the government expels about 300 000 who cannot be absorbed occupationally in their home country, El Salvador, adding to the existing 70% urban unemployment as well as to more than 60% of peasants without land ownership. Unifying all sectors based on nationalism and temporarily hiding the internal crisis which was like a pressure cooker, the Salvadorian army invades Honduras without a declaration of war.

The
Liberation Theology that emerged in
that decade, having at its base the answer on how to make the faith
transcend and free the person rather than alienating them,
makes its arrival in
El Salvador, just at the precise moment
when the political and economic crisis arises
. With
fresh ideas on the interpretation
of biblical texts and explaining the social reality
in a consciousness raising
way,
people take ownership of their
reality
, pushing to change their
environment for the benefit of themselves
and the community
. The progressive
clergy embraces it
introducing these
ideas into
the catechist courses
in their pastoral work.


… “The mission of the Church is transcendent; it is not confused in any way with the political community. Nor it is linked to any political
system, is both a sign and safeguard
of the transcendent character of the
human person
(G.S. 76).  But it is not a transcendence that is out of the human.  It is in transcending the human from within
that the Church finds and realizes the Kingdom of God that Jesus promised and continues
proclaiming through the service of his Church”
[8]

In El Salvador, the first pastoral missions started working in 1969 among the returnees from Honduras; however the regular work of evangelization became widespread in 1972 in close relationship with the radicalization that was caused by the outcome of the presidential elections. The ruling party fraudulently stole victory from a coalition of opposition parties[9]. The pastoral groups started missions in 13 parishes located in the departments of Chalatenango, Morazán, Usulután, San Vicente, San Salvador, Cuscatlán and La Libertad [10]. The owners of capital and the government with its repressive apparatus frowned on those training centres because they generated a high level of organization and interpretation of the peasant’s reality as they adapted the biblical texts in the light of their local reality. The organized and aware peasant was an unwelcome and inconvenient arrival.
The catechesis centres, like El Castaño y Los Naranjos in Jiquilisco, harboured young peasants who undertook courses in the light of the liberating social current of the church.

… «Historically peasants are the ones whom society has been the least concerned for. John XXIII, who was never ashamed of his rural origins, called for the necessary changes so that peasants «do not suffer from an inferiority complex» (Mater et Magistra n. 125) and advised that «it was very convenient they associate … because, as it has rightly said, in our time isolated voices are as voices given to the wind «(ibid n. 146). The Second Vatican Council reminded that peasants not just want a better life but also «actively participate in the management of the economic, social, political and cultural life» (GS 9). And Paul VI, in his trip to Colombia, said solemnly to the peasants of Mosquera: «You have become aware of your needs and your sufferings and, like many others in the world, you cannot tolerate that these conditions continue forever without putting solicitous remedy.» And he reminded them that they should belong to the human family without discrimination, in a plane of brotherhood (Disc. To the camp. August 1968) «….

… «To better understand its relationship with the world, the Church has deepened also this other concept: the relationship between the history of mankind and the history of salvation. For many years we have come to think that the history of humanity, its joys and sorrows, achievements and failures, are somewhat provisional and temporary, minor in comparison to the final fulfilment that awaits Christians. It seemed that the history of mankind and the history of salvation ran parallel paths that only in eternity would gather. It seemed that our secular history, at best, it was not more than a trial run for the final salvation or damnation «….[11]

From the time she finished the first training in the centre Los Naranjos Hilda, known as “Gloribel” in the civil war, promoted the organization of the youth in the grassroots Christian communities. She was very active and mobile, visiting the work of grassroots communities throughout the village. To avoid any abuse of some clueless love or unseemly comments which were common in that surrounding as well as to soothe our concerned mother, I was appointed as her bound companion as I was her younger brother. I had to obey my mother who remained faithful to the custom in the village that a young woman had to be accompanied to care for her reputation while she was of marriageable age. That task of escorting falls to the smallest! As that was my role I reluctantly had to comply. I was near to adolescence and had already exchanged some curly glances with girls!

Unintentionally I witnessed Hilda’s work in the hamlets besides hearing the discussions that they did of the biblical texts in the light of the present reality that was lived. She travelled countless times to support organized youth groups during weekends. These groups carried out fundraising activities to build premises where they developed community activities which could be religious or social ones. Hilda was invited many times to lay the foundation stone of a new shrine or premises to be built; half of her time was spent in Christian community work. This gradually decreased when she acquired the commitment to marry, founding a family with a young man of a canton from another municipality[12] called Las Milpas. Although many locals fell in love with Hilda, the milpeño was the chosen one.

Many fell in love with Hilda but only one the elected: Enrique Romero

Enrique was tall, slim, with brunette complexion, strong hands, and liked to have a good cart and team of oxen as well as the best horse of the region. Hilda, on the other hand, was of average height, thin, brown skin, friendly, compassionate, and had a long and wavy dark hair. Without complications she always showed goodwill with a frank smile to those around her but was very serious in her acquired commitments.

On one day of many, a pair of young peasants came to our home, dressed in Sunday clothes and the appearance of merchants, looking for cattle and pigs to buy. I remember them very well because this visit was something unusual. They came in the northern corner of the land abutting the street, and passed through the midst of the wire fence under the shadow of lush foliage of carao and mango trees. Luis, my older brother, was also there. My brother had the habit of carrying a chair to review his lessons and prepare for the demanding tests of the teaching college under the tranquillity and freshness of the shade of two huge mango trees. The “merchant boys” arrived there, approaching Luis; they greeted him and identified themselves as Nacho[13] and Enrique Romero. Enrique struck up conversation with my brother as Nacho continued towards the house.

After that event, Luis Alonso and I started joking to Hilda on “the suspicious visit”. She turned red and gave no information, but we assumed that was Nacho the lucky one for being the one who came to the house. Strangely enough, a few weeks later, Enrique visited us alone and asked us if we would like to learn to play the guitar. In serious or joking, Luis replies, yes, that we would like to but had no guitar. Immediately afterwards, on another visit, Enrique came carrying a guitar for our lessons he had bought in San Marcos Lempa by the golden bridge. In this way, Enrique’s visits to our home became ​​official with the complicity of Hilda’s brothers.

Their wedding was quite an event in the region. After the ceremony, the large patio of our home, covered with a huge Ramada made ​​of coconut palms, was not large enough to house all the dancing youth and the general public who gathered during the party. They all gathered there before the arrival of the bride and the groom who were dressed as the custom of the time and place. I often heard discussions of how it was possible that an outsider came to conquer Hilda.

A couple of years ago in Australia I met a friend of a cantón next to ours who recalled the event as follows:

“…I remember that the wedding of Hilda with Enrique was the greatest event in my memory of childhood. I was not invited, but all the same, all who knew her wanted to go to her wedding. Hilda was very popular loved everywhere, which is why that large numbers of people of all ages came without being invited. There were a lot of people during the ceremony in the church as well as waiting in the detour to Jiqulisco two kilometres away. And from here, the musician, the people and the newlywed, as a cheerful procession, walked to the house with the sound of the music of the local band of the Mejia brothers”[14]

In six years the young couple built a stable economic unit as a result of the effort and energy of their youth. Enrique’s family land, formerly unused, became a fertile farm. The ranch where the fruit used to be wasted or left to rot was now lovingly tended and produced abundant harvest that was sold in the town by cartloads. They had barns full of corn and pastures with many cattle, but most importantly, the young couple had been rewarded with 4 beautiful children out of love. Enrique, had not only become a prosperous farmer in the region but also made time for trading in cattle. Although the pastoral participation of Maria Hilda had diminished, still the couple was well known and appreciated by all around. What happened then is that in the mid-seventies the strongest repression in the country began and the church was encompassed. In the days when father Rutilio Grande[15] was murdered, a slogan was coined by the government: «Be a patriot, kill a priest!»! And it was then that the murdering of priests and catechists began.


Within the Catholic Hierarchy in El Salvador, there were bishops and priests, who supported the positions of Colonel Molina’s government as well as the ones of his successor General Humberto Romero; both gave the endorsement to increase the persecution and repression for the followers of the Second Vatican and Medellin. During the Synod of Rome in 1977, Bishop Revelo from El Salvador before an assembly of bishops stated that: … “In El Salvador, catechesis was definitely indoctrinating people in Marxism and that the catechism texts themselves they used were a proof of it”…[16] This was the same position of GOES[17] with its structures of control and repression. These unfortunate statements by the bishop in Rome were as a green light for deepening the repression of priests, catechists, and organized people in general. Countless killings were everywhere as if they gave priority to members of the Christian communities.

“…Particularly this counterinsurgency policy is adopted by the Salvadoran government between 1977 and 1980, and the first call of attention about this counterinsurgent policy are the complaints and attacks through the media and religious orders. The most notable cases are the attacks against the Jesuits through the media, denouncing them as «agents of the international communism» and «front of the guerrillas.»

«Throughout the first half of 1977 appeared displayed in the press signed by the associations that made up the front of owners, in which they attacked the members of the Company of Jesus and the Church’s social doctrine emanating from the meeting of Medellin; flyers were distributed and legends appeared on the walls of the cities, which advised their inhabitants: «Be a patriot, kill a priest”…” [18]

During the funeral of Bishop Romero, Hilda and Enrique were present when Bishop Romero’s coffin was drawn from the central cathedral[19], the police began shooting people, and a massacre took place. That was shocking to most people, and that event really influenced my brother in law and my sister, who realized that it was no longer possible to reach any kind of political solution within the framework of legality.

«… In the period from 28/01/77 to 15/07/79: 69 threatened priests (by brigades of death squads) were expelled from the country and 6 killed (Rutilio Grande, Alfonso Navarro, Ernesto Barrera, Octavio Ortiz Luna, Rafael Palacios, Napoleon Alirio Macias, Bishop Romero Assassination… «[20]

One day in late 1980 at sunset, a young boy, known to them and of the same canton, came to notify them that in the mountainous part of their land, on a small hill, a militia’s camp of the FPL had been installed. It was the only place with forested conditions which could conceal a camp with those features and they requested secrecy. The war had come home to stay.

The rural repression increased and some months later, my brother in law went shopping riding on his spirited horse. He never came back, no one gave news of him, and he just disappeared[21]. His body was found already in an advanced state of decomposition. The villagers who found him buried him in the spot as unknown by the Km 98 of the coastal road, in the jurisdiction of Jiquilisco[22]. Before the murder of Enrique, Hilda moved three of her four young children to the custody of their grandparents, who lived in “El Taburete Claros”, keeping the eldest son with her in Las Milpas to have support in the housework and so that he could continue his first year in the nearby school. Months later, army soldiers arrived and burned her house with all their belongings, killing the livestock, etc. Hilda and her son escaped just moments before the arrival of the army, walking, separated, across the fields through different paths, and without any plan, reunited many hours later in the house of my parents located 8 kilometres away.

Given the urgent situation and extreme risk to herself, her children and our parents, Hilda had to make a quick and definitive decision on the path to follow in her life. Enrique had been decapitated, their house burned with all their belongings including the picturesque photos of the most renowned wedding of the region. Return and rebuild the property? Will there be any safety for the small and broken family? Hilda realizes that if she stays there, not even the house of our parents could provide safety. She had to make the most difficult decision of her life, a decision that thousands of compatriots had to take to avoid being killed by the extremely repressive system of a military government. Hilda had no other choice at the time: expect to be killed along with members of her family at any time or die clutching a rifle.

The night was well advanced, when with much emotional pain in the heart of a young mother and eyes clouded by tears; Hilda presses against her chest each one of her children individually, kissing them on the forehead. Then, kneeling on the dirt floor, she embraced them all together as a brave hen, covering her chicks with her wings to protect them from the claws of the chicken hawk. She then embraced and said goodbye to our aged parents, left the house and was lost in the darkness of the night. Hilda marched to war to protect her children, her parents, and to be consequent with her Christian principles and fight to make justice prevail. She joined the guerrilla group that had camped on their land months earlier. Being widely known and a natural leader in the local cantons and hamlets, Hilda was integrated into political-organizational tasks in the FPL. I know of that critical moment about Hilda’s life because I was told, by then I had been in Morazán camp for half a year.

We were both in the eastern part of the country during practically all of the civil war, but never met. I received only two letters written by her hand throughout ten years of war. A third letter on its way in1987 never arrived to my hands since Jeremías, of the Carrillo family of Jocoaitique, who travelled with permission from Jucuarán to Morazán, was ambushed in the hill Cacahuatique, lost his life and what he was carrying. According to the two letters, whose content I remember vaguely, her main personal concerns were the family, her little sons and daughters, our parents, and the family security. She was planning for us to meet in the town of Santiago de María at the end of the year and visit them. In the political arena, she was concerned about the unity in the FMLN and the coordination and complementarities between the different organizations. Pepe Obrero and Calín, political teams of the ERP, stationed in the Eastern region and working primarily in the south, made comments to me when attending political meetings that took place in the eastern camp of Morazán. I will include the content of a conversation with Pepe:

—I bring news about your sister Gloribel! Here is a letter written by her own hand, she wrote it as soon as she knew that I was going to a meeting with you in Morazán.

—Thank you Pepe, it is new for me to know about her and the family. She was married and with four little children before the war began.

—Ay! Mate! Read the letter and we talk after, I have a very good impression of her. Since she’s been in the organisational work in the Angela Montano front, everything has changed for the better in relation to us. Do you remember all the friction we had with “Paco Mal de Ojo”, who was stationed in the Jicaro when you were in the South? And that Guillermo came next in occasion of the logistics?

—Yes, I remember well … You have reminded me now. I also recall that you and Cirilo even made graffiti on the school walls making allusion to Marcial, for which Paco went with a complaint to Chelito Gonzalo. I believe that “Paco Mal de Ojo”[23] mimicked the solemnity they say Marcial has when he converses. He even wore a Lenin style beret, and he wanted all who were encamped under the name of the Front to put themselves at a state of attention when hearing the name Marcial… I believe that ‘compa’ was not right in the head; it’s the most extreme incidence I’ve seen in promoting the cult of personality, thank goodness that he was replaced by Guillermo[24].

—I want to get to that, note that since Gloribel arrived in those parts (all south east they call Angela Montano as I told you), everything has changed in the relationship with the ERP and the way they relate, the coordination, and there are no crossings or misunderstandings…

—I am glad Pepe that things have improved. The frictions in the past were funny; y however they had quite a damaging effect on the south.

In 1990 after the top offensive, and due to health reasons the FMLN sent me abroad for a complete medical check up, so I flew to Habana in Cubana de Aviación. In the airport of Cuba, while walking down the plane stairs, I met Esteban[25] who had been travelling in first class, so we had not seen each other during the flight; my ticket was economy class. I took the opportunity to ask him about Gloribel, saying she was my sister, and could he tell me anything about her. Facundo took out his diary and wrote: request report to Mayo Sibrián about Gloribel, sister of a Commander of the ERP. He said goodbye saying:

—Be assured that as soon as I get the reply I will send it to you where ever you are—. The war ended and again I met Facundo at the International Fair during the creation of COPAZ, where he was obliged to provide an explanation:

— I am sorry that I have not been able to find out about your sister yet. Do you know what happened to Mayo? Well, that has made ​​it difficult, but be sure that I will find out—. Again he retreated.

When the war ended in December 1991 and while trying to move on with my private life, I started investigations about Hilda by my own means. Logically if she had not appeared and was not disabled, for sure she had fallen in combat or she had been affected by Mayo Sibrián’s paranoia. I felt indignation to think that she could be one more victim of that black episode of the FPL. Doing research with my sister who lived in Santiago de Maria and a nephew of the urban structure of the F’s, we got information that Hilda had fallen during the period of armed peace in a village where there is an enormous wooden cross at the foot of a small hill, where the road of the neighbourhood (village of La Cruz) makes a L, located between Berlin and the bridge Cuzcatlán. In 1994, when we arrived at the place in a four wheel drive vehicle, a peasant who knew Hilda told us the story that I summarize as follows:

«… Well, in that little house without tile and walls that you see beyond that small hill. All were sleeping there. As it was an armed peace, all felt quite safe. Commander Gloribel was the only one with a gun, they had collected the militia, there was a squad of about 30 boys, and she was the only woman. She had to take them at dawn to the other side where they would stay for a few days in the verification camps while they could be counted by ONUSAL to verify numbers … When at midnight the troops came by surprise, the comrades did not shoot, only the soldiers fired, killing them all. She, being the only woman, we buried her apart and I planted this bush garden … Right here is the commander Gloribel «[26]

Dagoberto Gutiérrez, “Logan”, in a poetic narrative, describes part of the story of her life in the path taken during the civil war:

«… After three years of war, María crosses the Lempa River in the passage that is before Corlantique; was early morning and the fog was plentiful like blots on an asleep horizon. María was clinging to a wooden door, while several canoes were crossing the river; they were attacked by gunfire ambush. María grabs with her teeth the bag containing her clothes raises her rifle and allows to be carried away by the waters to a halt in abundant and dark roots that protected her during the whole day. At night and with the support of local people she comes back to life and her fighting unit. She decides to look for her family to see her children and Josefa, her older sister; these meetings were a party and everyone was talking and asking, Maria was silent and took them all in the warm oven of her heart. The army killed the cows of her parents and burned the stockyards and, both leave the country with the children of María. The offensive in 1989 saw her fighting in San Salvador, on the southern motorway, and soon returns to Chalatenango and then to the sierra Tecapa-Chinameca «[27]

In December 1991, José Dolores Romero, our elderly father, arrived in San Salvador from Australia to visit us and obtain news from us, I reported him the information that I had gathered about Hilda as well as what I knew from her two letters and from Josefa Dolores in the search for her body. From my father descriptions I came to know everything the family went through in the civil war period. About Hilda’s surprise visits to the family home during the evenings to see her children and the elderly parents after securing the area militarily; in addition to the continued trips to the salt mines of El Zompopero and to Santiago de María by Papita Lolo, moving the minors to be seen by Hilda. Those stories gave me great sadness for I knew from personal experience the compelling desires to know and see the family which was not always possible for the encamped contingents during the Civil War. There were many difficulties to be able to make a visit to relatives: authorization by the headship, security of the area, security for the family, and emotion and reflection during and after the visit. Many times in the area where I worked, it was necessary to act as a counsellor due to the grief or depressive states of our peers who visited their children and, these saw them with all the usual indifference of strangers. «My kids do not know me compa Fidel, they are indifferent with me, do not let me carry or caress them, do not know what to do, they are sick … it is something more that the enemy owe to us, this war, we must win it but the family is broken, there is no unity.» That was the constant expression of those returning from visiting their beloved offspring and their parents.

After I arrived to Australia I met with my brother, nieces and nephews after 17 years. I had met my father twice during the five years that we lived in San Salvador after the peace agreements. Luis and I had lengthy conversations to catch up on the information vacuum caused by that long period. We wanted to know what had happened during those 17 years, the experiences lived from the commitment in April 1981:

«We cannot leave our elderly parents alone, you look after them for both of us and I’ll try to do the work for the two in the front, I’m already burned and camped anyway» …
“The important thing is that both have, for some reason, survived this period of high risk and you, with a bandage from the commitment, brought ahead not only our parents but also the 4 nephews and nieces, orphan kids, children of Henry and Hilda … And there is something else that was not included in the verbal and psychological agreement made ​​in 1981 …, supporting my every movement after the war because of being at high risk of being assassinated together with my family due to “having the privilege” of being part of a blacklist drawn up by perverse minds of some political groups with dirty interests.
«… Another friend from the blacklist, and with similar path to mine, wants to form and he suggested we form up a civic committee to expose them and give some political coverage to the enlisted ones (we are 30). The idea sounds good to me but to do that is to be active politically again and getting to the last consequences. I have no willingness to do that on a personal level after all I have experienced, I feel vaccinated against such activities. Well, these are the latest news from 3 days ago «…[28]
“ We have all the time to share our lived experiences Fidel, I too was persecuted and I needed to draw on contacts to free myself from the guard of Jiquilisco that had me on their Black List, they also looked for me at school. The fallen of Hilda is very heartbreaking, we all feel sorrow, but it is more so especially for her children who perhaps have never understood how a mother could leave them to go to war …”
“Look Luis, I will try to explain, it is not too easy to understand it, however it was common that this happened in all war zones and not to mention in the whole country. This is the tragedy of all those who already had offspring or family. People have different opinions according to their understanding of this issue. Someone said that one, who wants to criticize the road I have travelled, should put my shoes on and walk through it so that something may understand of how hard that path is. Everyone sees the pain and uprooting of the sons, the family fractured, the heartbreak, the indifference… It is easy to see it, but no one can explain the pain and the bitterness felt by these fathers and mothers who, to avoid greater tragedies, had to leave the most precious thing they had: their families and their children, and put a distance and be absent to minimize their risk. Who knows how many times our sister walked, missed sleep, endured hunger and thirst, risked her life to visit and see them just for a moment, then soon to go away with her bitterness of seeing the indifference of her offspring but pleased to see them with some degree of security and protected by you all. I say that because I know it by heart for that was the common story described by my fellow ‘compas’ where I was, it was the intangible drama of war. That hidden pain produced by the breakdown of the family and the indifference of the offspring to their parents…”
“Well Fidel, everything you say is understandable and in the end it will be long before people have the maturity to accept and understand that no one in particular is to blame for the aftermath of that conflict, it is the time we have had to live and act in accordance with what one thinks and believes… I think, to start with, that we have already talked a lot; we now have to make plans to adapt to this new society that is not ours.”

In December 2012, during a visit with my daughter to El Salvador to attend a family event, I knew part of the story when the house was burned down destroying everything that was of value by the soldiers, they left everything turned to ashes, except the arras[29], symbol of Hilda’s marriage.
The story that my niece Vilma told me, remembering Aunty Hilda, is as follows:

“…Poor aunty Hilda, she suffered a great deal remembering her little darlings according to my mother’s account, I do not know where she got all the energy form to walk so much. She appeared in Santiago de María in aunt Lola’s[30] house so that the children could be brought and see them; then she appeared in Jucuarán and in the islands of Jiquilisco bay (El Jobal, Méndez island, Corral de Mulas, San José del Gozo), to the south of Tierra Blanca, El valle de la Cruz and I do not know in how many other places…
…I also want to tell you that I have something very valuable from her that I don’t know if I deserve it: I have half of the arras of her marriage; they are a bit damaged but can be repaired. As you know, she had a very hard time when Enrique was assassinated, they burned her house and all her things, her livestock were killed; by miracles of God she came out alive with her children and by night she brought them to Papa Lolo, and then she continued to the guerrilla camps…
…As I was telling you, Papa Lolo went to see the damage the soldiers did to the property a week after they destroyed everything, and there came a sister of the late Enrique called Carmen, she had already checked the destruction finding only their scorched arras, that was all to be saved, I think the gold which covered the coins melted leaving only the silver, because they were gold plated and by sure it melted leaving them charred. Carmen gave them to my grandfather who kept them and gave them to Aunt Hilda the first time he saw her and Aunt Hilda gave them to my mom Chabela to keep them for her. My mom has passed them to me because her health is poor. What do you think?”
-“My opinion is that there is a great symbolism in all that. First the meaning of the arras in a marriage and then it is the only thing that is saved from the fire … It is the phoenix rising from the ashes, these arras would correspond to one of her daughters living in Australia … I can be the carrier and tell them the story”.

Arriving in Brisbane, I reported the story of the arras to the 4 nieces and nephews, children of María Hilda, all independent already and conducting their own lives, so that they could decide who will keep them and pass the story to the next generation. The youngest daughter of María Hilda, with almost no memories of her mother, got a very colourful tattoo long time ago which is located on the top right side of her back on her shoulder blade. The tattoo consists of an eye of a hawk and has the name of María Hilda at its base, the name of her mother. She was asked about the meaning of the tattoo, and answered as follows:

“…It is the eye of a hawk; it represents a God of the ancient Egypt, Horus, represents wisdom and the creation of culture. I had it put on my back with the name of my mother and feel protected”.

We reached the end of this narrative remembering Maria Hilda Romero. This story is for the new generations who are interested in knowing from our roots that are in El Salvador, where there are many unknown heroes as a consequence of the process of the civil war, which increased the exodus to the exterior during a 20 year period (1980-2000), reaching nearly three millions of fellow countrymen, representing a 35% of its population.

Note: writing completed by early September and published in a blog in September 13, 2013. After a few hours some comments were received in my inbox and Facebook from which some excerpts are added…

Some
fragments of

comments on the writing on
María
Hilda, «Gloribel»:


By
Carlos:

… On a
special person of those who may come into this world in a hundred years, when
reading these lines embodied with objectivity and the sentiment of a brother,
of a revolutionary, come to my mind thousands of memories and details of Hilda
that it would be difficult for me to write them all, as many details have been
obscured in the mists of the cruel oblivion, Hilda protected me and took care
of me a lot during several years of my childhood …



» And as you say, it corresponded to me to accompany her to her long days of Catechesis in the cantons of Jiquilisco and surrounding
municipalities, Hilda was committed  in mind and heart to the Liberating Doctrine of the Church,
but not only that, she was very active and dynamic, when she was single had
more than a hundred laying hens, three or four pigs, a cow , besides that I
remember that  in times of harvesting the
cotton crops , she rose at one or two o’clock in the morning to turn on the
oven and prepare the bread and quesadillas , she left the mass from corn ready
a day early, the quesadillas and bread were ready to be sold by half past four
or five in the morning in the farm ‘El
Común , owned
by the wealthy family Guandiquez Escobar from Jiquilisco,  with proceeds of that sale she dressed me and
shoed me and gave me some money to buy some candy , Hilda was an example to be
follow by other young girls in the canton » …


, «on
one occasion
there was an
ecclesiastical activity
at St.
Francis Xavier
Church, we were travelling
in
the vehicle of Father Pedro
Ferrada, when for a neglect of this, the vehicle was about to overturn, the
other
catechists were about to
faint, Hilda stayed calmed, and told me to accompany her to a little house that was near the scene of the incident, we went to ask for
water  for her
companions,
she, very serene,  remained calmed, inherent characteristic of a leader «

.. «Hilda was
the main promoter for the construction of several chapels in the
area
, skilfully and efficiently
she negotiated from donated land to build these
shrines to donations of materials for
the same purpose with public
institutions
of the Departments of
Usulután,
San Miguel and
San Salvador «
«She is who I admire and appreciate very
much and
keep remembering her with much admiration
and respect.  My greatest wish is, that one day, to know with certainty where rest the remains of
my Cousin, Godmother
and
a great Revolutionary who gave her life for
this people
that stay so
marginalized
and oppressed «


By Mirna:

  »
Gloribel
footprint is extraordinary,
how could be left
without
coming to light such a
woman!
, I believe that her children must have more thing to tell about the time when the
vultures
come to give them a big blow, at
such a short
age, and remove
the quiet life they had. What a pity that Gloribel could not write
her experiences «


By
Yasser:

 … «. There is no doubt that your sister
had to live (like us) at a time when one had to make difficult decisions. I
have no doubt that she made the best decision according to her high level of
commitment, because and although her husband’s life was lost and her own, she
managed to preserve the life of her daughters and sons, and leave to posterity
a great example of dignity and commitment to the ideals of justice «….


Hi Fidel,

I have to
tell you that again yesterday as I worked on screen on this, I wept.  Imagining what you all went through during
those dark days is very difficult.  I am
sure my imagination is not really up to the task.  I have always admired you and Francisca
tremendously, and you both give me a lot of hope about humanity in general and
the power of the human spirit. 


You have
written a powerful testimony to the magnificence of your beloved sister, and
her descendants will be able to find all this valuable information about her in
one repository.  It is beautifully
expressed, logically explained yet very moving, very personal.  What a beautiful collaboration, for you and
Luis to work together on this.


Thank you
for entrusting it to me for comment. 


This is
just my first, rough attempt to see whether this is the sort of treatment it
needs.  I am happy to talk to you and
Luis about it and help to polish it if that is your wish.


Warm regards


Hola
Fidel,

Tengo
que decir que ayer volvió a medida que trabajaba en la pantalla en esto,
lloraba. Imaginar lo que todo pasó durante esos días oscuros es muy difícil.
Estoy seguro de que mi imaginación no es realmente a la altura. Siempre tú y
Francisca tremendamente he admirado, y ambos me dan mucha esperanza en la
humanidad en general, y el poder del espíritu humano.


Usted
ha escrito un poderoso testimonio de la magnificencia de su querida hermana, y
sus descendientes podrán encontrar toda esta información valiosa sobre ella en
un repositorio. Está muy bien expresado, lógicamente explicado todavía muy
emocionante, muy personal. ¡Qué hermosa la colaboración, para que usted y Luis
a trabajar juntos en esto.


Gracias
por confiar a mí por comentario.


Esto
es sólo mi primer intento áspero para ver si este es el tipo de tratamiento que
necesita. Estoy feliz de hablar con usted y Luis al respecto y ayudar a pulir
si ese es su deseo.


Un cordial saludo


Hi Jenny, thanks again 
for the effort to build on this mission of translating testimony
for  future generations. So far, Hilda is
one of 14 stories written, in total there will be 30. Would you be willing to
help me with all of them? If that is so, it would be a good challenge to
publish a bilingual book. What do you say?


[1] Latin American Episcopal Conference in Medellín

[2] It was a school opened by the Passionist
priests
in Jiquilisco parish
to train young peasants as catechists with a focus on the philosophy of Vatican
Council
II and Medellin. In a short time the school became a headache for the
GOES of the country president, colonel Molina. 
This centre was closed and reopened for a period of time by Monsignor Romero when he was Bishop of the Diocese of Santiago de María.

[3] A loving title or nick name given to a father at middle age or even younger.

[4] Local type of crab

[5] Local sea shell

[6] They were three Spanish priests: Peter Ferrada,
Juan Macho and Zacharias
Diaz                                                     

[7] Liberation
Theology is a theological reflection that began in Latin America after the
Second Vatican Council and the Conference of Medellin (Colombia, 1968). Its
most prominent ideologists are the priests Gustavo Gutiérrez Merino (Peru), who
in 1973 would publish the first book on the subject History, Politics and
Salvation of a Theology of Liberation, and Leonardo Boff (Brazil).
http://www.seminarioabierto.com/derechos31.htm

[8] Fragment from the fourth pastoral letter, Mons.
Romero

[9] UNO, National Opposition Union which was integrated by
3 political parties: PDC, UDN, PSD.

[10] Sara
Gordon, Crisis Política, pp.175

[11] Fragments from the second and third pastoral letters.
Mons. Romero. August 1977

[12] Canton Las Milpas
(the corn fields),
jurisdiction of Ozatlán. Enrique Romero’s place of origin. Jealous
local young men nicknamed
him
«the little shirt
outsider
«.

[13] He was in love with Hilda and wanted to know where Hilda lived to visit her.  He felt insecure of doing that alone and sought Enrique as his companion for support, and came with the strategy of trading cattle or pigs.

[14] Comments on the wedding party 40 years
later
in Brisbane made by Erick
Rivera, native from the neighbouring
canton Taburete Jagual,
Jiquilisco jurisdiction.

[15] March 12, 1977

[16] Biography of Bishop Romero, Jesús Delgado.

[17] Government of El Salvador

[18] Sara Gordon…, Crisis política…, p. 206.

[19] An even
greater tragedy
happened on Sunday March 30, 1980, during the funeral of Archbishop Romero, who
was
assassinated by a far-right
command, when 44
people died during a stampede after security
forces fired from
the National Palace
against parishioners
who formed the funeral procession.
http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_Metropolitana_de_San_Salvador.

[20] Testigos de la fe en El Salvador, annexe 3, written by
a team of priests and seminarists and coordinated by the priest Walter Guerra,
2007

[21] It was not possible to verify whether Henrique had a sympathetic
stance or was a militant
of the belligerent organizations in
El Salvador.

[22] By the bridge known as “El Palo
Seco”

[23] So we called
internally in the ERP to the team manager of the FPL who had mainly
logistics functions. This derogatory nickname was given because of his
way of addressing us simulating a high concentration in what he said and continuously moving
his eyelids as to
clean or
moisten his eyes.

[24] Guillermo is the pseudonym used
during the war
by Oscar Ortiz, today he has been mayor on Santa Tecla
city for several periods and candidate for
vice president of the republic by the FMLN.

[25] That was the pseudonym used by Facundo Guardado during
the civil war

[26] The paragraph summarizes the testimony given in 1994
by a local villager of La Cruz, jurisdiction of Berl
ín.

[27] Paragraph from the article María
Hilda Romero, Todo Empezó en una Plaza
, written by Dagoberto Guti
érrez,
opiniones co-latino, Friday 2nd March 2001

[28] Paragraph from a letter written in Costa
Rica
to my brother Luis in Australia,
on May 12, 1997.

[29] The 13
arras represent, in the Mozarabic rite, the property spread over the twelve
months of the year, and one more to share with the poor, this one also
represents the number of good luck. 
Today the 13 arras, that are delivered by the godparents, in the context
of the religious ritual, mean prosperity as well as the acquired commitment to
bring to fruition future assets both material and spiritual. They are the money
circulating from hand to hand, from the Godfather to the groom and from the
groom to his wife.  They are stored in a
chest that is carefully placed on a charolita
resting on a small white pillow; some have added a crystal box to this custom.

[30] Josefa Dolores
took her name from my father, Jos
é Dolores. We used to call her Lola or Lolita.