Resumen de la Obra «Agamenón»

Breve resumen de la obra literaria Agamenón del autor griego Esquilo.

Por Esteban Balmore Cruz


Autor: Esquilo
Tipo de Obra: Drama
Género: Tragedia
Ubicación: Argos, Grecia (458 A.C.)
Personajes:
    Centinela
    Coro de Ancianos de Argos

    Clitemnestra, esposa de
Agamenón

    Heraldo, (el mensajero)
    Agamenón, rey de Argos
    Casandra, hija de Príamo y
esclava de Agamenón

    Egisto, primo hermano de
Agamenón


Síntesis
Literaria

Habiendo
regresado victorioso de la guerra de Troya, el rey de Argos, Agamenón, es
asesinado por su propia esposa Clitemnestra, en complicidad con su nuevo
marido, Egisto. Junto a él muere también asesinada Casandra, hija de Príamo, a
quien había tomado como esclava concubina.

En
el desarrollo de la obra se conoce que la motivación que tuvo Clitemnestra para
cometer tan osado crimen fue el asesinato de su hija menor, su favorita Ifigenia,
a quien Agamenón ofreció como sacrificio a los dioses para ser favorecido en el
desarrollo de la guerra troyana. También se revela que la participación de Egisto
en el crimen se justifica en hechos muy graves ocurridos en el pasado: el padre
de Agamenón, Atreo, habría expulsado a Tiestes (el progenitor de Egisto),
despojándolo de sus derechos ciudadanos. Tiestes habría sufrido mucho durante
su exilio y habría regresado suplicando refugio a su tirano hermano; éste
habría accedido y lo habría invitado a un banquete de bienvenida. Cuando llegó
el turno de Tiestes para sentarse a la mesa, la carne de sus propios hijos le
fue servida, lo cual notó al haberla comido, y consecuentemente, vomitado,
provocando su justificada ira que lo impulsó a proferir una maldición contra la
casa de Atreo.

Contexto
Legendario de la Obra

Para
comprender el significado de esta reconocida tragedia griega, es necesario
conocer su contexto mitológico que tiene que ver con «la maldición de la Casa
de Atreo»: el fundamento de los males de su descendencia fue obra del mismo
Atreo, cuando —para vengarse de su hermano Tiestes— lo convidó a un banquete en
el que le sirvió la carne de sus propios hijos. Los nietos de Atreo eran
Agamenón y Menelao. La esposa de éste último, Helena, fue raptada por Paris de
Troya, lo cual motivó la gran guerra troyana que se prolongó por diez años.

Agamenón,
quien estaba al mando de las fuerzas de las naciones griegas en esa guerra, preocupado
por la contrariedad de los vientos que retrasaban la partida de la flota
militar, fue persuadido por los Clarividentes para que asesinara a su propia
hija Ifigenia, y así apaciguar a los dioses. Clitemnestra, la madre de la niña
sacrificada, atesoró este error durante los diez años que duró el conflicto y
asesinó a Agamenón a su regreso, en el momento en que debía celebrarse la
victoria.

Después
del crimen, Clitemnestra gobernó triunfante en contubernio con su amante Egisto,
hasta que su hijo Orestes, quien había escapado siendo un niño al tiempo del asesinato
de su padre, regresa para tomar venganza asesinando a la pareja culpable.

Por
este hecho de matricidio, aunque actuó bajo el designio del dios Apolo, Orestes
fue cedido a Las Furias, condenado a vagar errante por el mundo, loco, hasta
que en Atenas, en la colina de Marte, fue sanado y absuelto.

La Canción del Ratón


Un
ratón en la bodega
comía
manteca y queso:
tan
gordo y lucido estaba
como
el buen Doctor Lutero.

Pero
un día la criada
le
hizo comer un veneno,
y
el ratón sintió una angustia
como
el amor en el cuerpo.
¡Como
el amor en el cuerpo!

Dio
vueltas de un lado a otro,
de
charco en charco bebiendo,
arañó
la casa entera
sin
poder hallar remedio;
subió
y bajó sin alivio,
chilló,
dio saltos de miedo,
porque
sentía una angustia
como
el amor en el cuerpo.
¡Como
el amor en el cuerpo!

Fue
corriendo a la cocina,
tropezó
y cayó al fuego;
y
así se quedó el ratón
tranquilo
por fin y quieto.
Y
se rió la criada
que
le puso aquel veneno:
«¡Ya
ha dado las boqueadas
con
el amor en el cuerpo!»
¡Con
el amor en el cuerpo!

(Canción
cantada por Brander en la taberna de Auerbach, en la obra literaria Fausto, de
Johann Wolfgang Goethe)
.

Normal
0

false
false
false

EN-US
ZH-TW
X-NONE

/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:»Table Normal»;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-parent:»»;
mso-padding-alt:0in 5.4pt 0in 5.4pt;
mso-para-margin-top:0in;
mso-para-margin-right:0in;
mso-para-margin-bottom:8.0pt;
mso-para-margin-left:0in;
line-height:107%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:11.0pt;
font-family:»Calibri»,sans-serif;
mso-ascii-font-family:Calibri;
mso-ascii-theme-font:minor-latin;
mso-hansi-font-family:Calibri;
mso-hansi-theme-font:minor-latin;}

La Canción de La Pulga



Una vez había un rey
que tenía una gran pulga,
y no la quería menos
que si fuera su hija única.

Un día llamó a su sastre,
con su tijera y su aguja:
“Anda, tómale medidas,
que vista como ninguna”.

De terciopelo y de seda
iba la pulga vestida,
el traje lleno de bandas,
con una Gran Cruz encima,
y pronto empezó a mandar,
y fue ministro en seguida,
y en la Corte, sus hermanas
fueron gente de valía.

Las damas y los señores
de la Corte se quejaban,
la reina y sus camareras
sufrían atormentadas,
pero sin poder rascarse
y sin poder aplastarla.
A nosotros bien nos pican,
pero cada cual se rasca.
A nosotros bien nos pican,
pero cada cual se rasca.

(Canción
cantada por Mefistófeles en la taberna de Auerbach, en la obra literaria Fausto, de Johann Wolfgang Goethe).