Uno de los escritos a los que tuve acceso en mi añorada infancia fue el titulado Libro de San Cipriano, muy atesorado por mi abuelo, y sorprendentemente, muy buscado por muchos, aunque eran muy pocas las personas que lo poseían. Recuerdo que al leerlo, a mi corta edad, me produjo al mismo tiempo curiosidad y miedo. No obstante, después que lo leí todo, concluí que sus contenidos resultaban impracticables, y hasta ahora no me explico de qué manera pudo ser posible que un escrito de ficción haya sido tomado tan en serio por mucha gente durante varios siglos; y me sorprende aún más el haber descubierto que en pleno siglo veintiuno todavía es muy buscado, y no dudo que haya quien pague por él, aunque está desde hace algún buen rato disponible sin costo alguno en internet.
Esta obra (de la cual hay varias versiones) deduzco fue un trabajo muy divertido para su autor original, al incluir una colección de instrucciones detalladas para realizar hechizos o sortilegios basados en una supuesta ciencia mágica, que deben haber requerido una imaginación aguda y un sentido del humor particular. Uno de los pasajes más divertidos se encuentra en sus primeras páginas, en donde se relata que el más poderoso mago de todos los tiempos, el legendario San Cipriano de Antioquia, renunció a la magia y se convirtió en cristiano al darse cuenta que todos sus poderes resultaban inútiles ante una mujer a la que —por encargo— deseaba embrujar, ya que ésta «…se hallaba bajo la intercesión de la Virgen y auxiliada por la divina gracia de Jesús, teniendo además en las rayas de la mano derecha el signo de la cruz de San Bartolomé».
La leyenda de San Cipriano pasó a ser tan popular en la antigüedad hasta el punto que llegó a ser oficialmente reconocido y celebrado como verdadero santo por la jerarquía de la iglesia católica, aunque mucho tiempo después lo retiraron de sus huestes santísimas, al no poder comprobarse de ningún modo que haya existido en la realidad. Según investigaciones hechas con respecto a este famoso libro, se ha determinado que fue muy popular entre la gente campesina de España, Portugal, y en alguna medida, Italia. Los conquistadores españoles y portugueses lo introdujeron a América, (la parte que se llama Latinoamérica), en donde ha mantenido el interés de mucha gente durante varias generaciones y llegó a convertirse en el texto básico de brujas, brujos y magos. Resulta curioso que en el mundo anglosajón dicha obra no ha gozado de la misma popularidad, aunque se deduce que el célebre personaje Doctor Fausto fue concebido de la lectura del Libro de San Cipriano.
Por mi parte, el truco que más recuerdo de ese volumen es el que se refiere a cómo hacerse invisible. Hay que tener presente que las instrucciones y cosas necesarias para realizar determinado encantamiento, varían un poco de una versión a otra de dicho libro. Lo recuerdo perfectamente porque un amigo mío que ya era mayor de edad me suplicó que le pasara el «secreto» para hacerse invisible: se necesitaba obtener tres corazones de animal; uno de murciélago; otro de rana; y uno más de gallina negra. Habiéndolos obtenido era necesario conjurarlos con una oración diabólica, y al momento de querer lograr la invisibilidad, el interesado debía depositárselos, envueltos en un trapo de seda color rojo, en el bolsillo izquierdo de su pantalón, y transferirlos al bolsillo derecho cuando quisiera otra vez poder ser visto por la gente. También recuerdo que al preguntarle a mi amigo, que lo llamaban Chepe Meco, para qué deseaba con tanto ahínco poder hacerse invisible, me respondió sin tapujos que era para entrar a los bancos y extraer dinero sin ser detectado, y sin la necesidad de tener que recurrir a cómplices o armas. Chepe Meco estaba recién casado, era pobre, agente de la policía de aduanas y era considerado en el pueblo como una persona honrada. En retrospectiva, ahora veo que en su pobreza, mi amigo consideraba que la magia le ofrecía la posibilidad de poder resolver sus necesidades económicas sin tener que dañar su reputación. En lo que a mí respecta, nunca me interesó llevar a la práctica ninguno de los experimentos recomendados en el susodicho libro, y ahora comprendo que la lectura del mismo y de la biblia (también a temprana edad) resultó determinante en mi futura aversión a lo religioso.
El monje Jonás Sufurino del monasterio de Brooken, Alemania, entra en tratos con el diablo a fin de obtener conocimientos que le otorguen el poder de controlar a las personas y a los espíritus. El demonio le concede su deseo revelándole un libro que fue posesión del reconocido mago Cipriano de Antioquia, que aunque está escrito en hebreo, idioma totalmente desconocido para el monje, lo puede comprender perfectamente como por arte de magia.
Los supuestos poderes contenidos en el libro son tan fantásticos que en el momento en que Sufurino lo hojea y se detiene brevemente para contemplar una ilustración de una cabra montada en un dragón, el dibujo adquiere vida y ambos animales comienzan a moverse, aumentando de tamaño, y saliéndose de la página, se postran ante él y declaran en voz humana que se ponen a su servicio. El monje acepta su ofrecimiento y en adelante los invoca siempre que los necesita sin que medie entre ellos ningún temor o desconfianza. Tiempo después, Jonás Sufurino decide hacer una copia del infernal libro como medida de precaución ante cualquier imprevisto en el futuro, aunque previamente el diablo le haya dicho que el libro nunca lo abandonará ni podrá ser destruido por nada, ni por fuego ni por agua.
En seguida se relata la leyenda de San Cipriano, quien se dice era originario de Antioquia; hijo de progenitores muy ricos; autor de numerosos libros de magia, disciplina que practicó hasta la edad de treinta años cuando se convirtió al cristianismo, al haber sido incapaz de doblegar la resistencia de Justina, hermosa y rica mujer auto consagrada a Cristo, amada y querida por esposa por Aglaide, quien al ser rechazado por la joven, había recurrido al poderoso mago antioqueño. Este fracaso condujo a Cipriano a renegar de Lucifer y convertirse al cristianismo, logrando después el martirio y la santidad.
En esta obra se detallan los requerimientos para hacer un pacto con el diablo, sin lo cual —de acuerdo a la lógica ficticia de este libro— no se puede desarrollar con éxito ninguno de los hechizos revelados. Se incluyen, además, instrucciones para preparar los utensilios mágicos necesarios para hacer los sortilegios o encantos, así como también las respectivas oraciones demoníacas para hacer las conjuraciones.
![]() |
Utensilios mágicos. |
NOTA: Hay que decir que no se ha encontrado evidencia de la existencia del supuesto monje Jonás Sufurino, ni del mencionado monasterio de Brooken. La persona a cargo de la publicación se presenta como «el traductor», lo cual significa que se trata de un autor anónimo.