Hazte un Cristal

Por Alberto Masferrer

Alberto Masferrer.

   A TI, QUE NACISTE PARA SER UNA VOZ.

   Tu misión es hacerte un cristal.
  
No un sol — porque los soles vienen de muy alto — sino un cristal que concentre los rayos del Sol; les abra camino a través de su transparencia, y ya juntos en haz resplandeciente, lleve su luz aún a los ojos más nublados; aún a las mentes más oscuras; aún a los corazones más dolientes.

   Otros, pensaron; otros, descubrieron; otros penetraron en el corazón del Arcano. Tú, gozoso y humilde, hallarás tu gloria en decir.

   Tú no eres la luz; tampoco la luciérnaga es la luz, pero en su cabecita lleva una antorcha. Que tu palabra sea la llama que enciende la antorcha.

   Conténtate y gloríate de ser un cristal. Un cristal que a la vez ha de ser un prisma de tres faces, una lente de gran concentración, y una simple lámina, diáfana como el agua en que se desvanece el ventisquero. Prisma de tres faces: para Bondad, para Verdad, para Belleza. Lente que recoja y concentre para dar tono, penetración y fuerza a los mil imperceptibles gemidos de las criaturas tristes, que padecen porque no tienen voz. Lámina igual y diáfana, para no deformar las palabras hondas que ya fueron escritas, y que vienen a tí para que las hagas entender a los sencillos y a los ignorantes.

   Hazte un cristal: sé medianero de la luz; sirve de puente a la Aurora, que ansía descender hasta el alma tenebrosa del hombre, y al enfermo corazón del hombre, que anhela subir a purificarse y a diafanizarse en la Aurora.

   Tu misión es hacerte un cristal. Mas al cristal sólo se llega por la senda de la Humildad, de la Pureza, de la Sencillez, de la Alegría y del Silencio. De la perfecta humildad; de la perfecta pureza; del perfecto silencio; de la perfecta sencillez, de la perfecta alegría.

   ¿Puedes tú devenir un cristal?….

   Perfecta es la pureza de aquel que destierra de sí, todo anhelo que no sea el anhelo de recibir y esparcir la luz.

   Perfecta es la humildad de aquel que nunca olvida que la luz viene de lo Alto y no de él,
y que no viene sólo para él, sino para toda sombra y toda pena.

   Perfecto es el silencio de aquel que no disemina sus pensamientos ni sus ansias en comprender y realizar otros aspectos de la vida, sino que los concentra y totaliza en la perenne y única ansiedad de atraer y difundir la luz.

   Perfecta sencillez, es la de aquel que se mantiene simple, sin engastes ni adornos, confiado
en la sola belleza de la diafanidad, en la virtud suprema de ser verdadero y transparente.

   Perfecta es la alegría de aquel que no se deja empañar por nieblas ni tinieblas; que sabe irizar sus propias lágrimas; que olvida su propio dolor, porque sabe que la luz es serenidad y alborozo, y el dolor ajeno transforma en oración — en demanda de luz— porque sabe que toda oscuridad y toda pena se curan con la luz.

   Tu misión es hacerte un cristal……

   ¿Quieres tú devenir un cristal?……

(Tomado de la obra Las Siete Cuerdas de la Lira, de Alberto Masferrer),


Mahoma (biografía del profeta islámico, Parte 1)

Mahoma Recibe Revelación del ángel Gabriel.


(Traducido Por Baneste)

Este individuo, quien ha ejercido una mayor influencia sobre las opiniones de la humanidad que cualquier otro ser humano, exceptuando, tal vez, el filósofo chino Confucio, nació en La Meca, en Arabia, en el año 570 d. C.  Fue el único hijo de Abdalá, de la noble línea de Hashim y la tribu de quraysh, descendientes de Ismael, el reputado progenitor de la raza árabe.

Los qurayshíes no sólo eran un pueblo comercial y rico, en virtud de sus operaciones en el comercio, sino que también eran los guardianes hereditarios de la Kaaba, un templo pagano en La Meca. La custodia de ese lugar sagrado, junto con todos los cargos sacerdotales, pertenecía a los ancestros de Mahoma. Los autores mahometanos han embellecido el nacimiento del profeta con una gran variedad de eventos maravillosos, que se dice asistieron su venida al mundo. Una de ellas es que el fuego sagrado pérsico, mantenido en sus templos, fue simultáneamente  extinguido en toda Arabia, acompañado por la difusión de una luz insólita y hermosa. Pero esta y otras maravillas, las dejamos a la credulidad de los seguidores del profeta.

El padre de Mahoma murió pronto, y su hijo quedó bajo la tutela de su tío, Abu Taleb. Éste era un rico comerciante, que estaba acostumbrado a visitar las ferias de Damasco, Bagdad y Basora, tres grandes y espléndidas ciudades, y Mahoma a menudo lo acompañó a estos lugares. A los doce años, Mahoma tomó parte en una expedición armada contra las tribus errantes que asediaban a las caravanas comerciales. De esta manera, viajando de un lugar a otro, adquirió un amplio conocimiento, y por su participación en la empresa bélica, su imaginación se inflamó con un amor por la aventura y los logros militares. Si a esto se añade que tenía naturalmente un amor a la soledad, con una tendencia constitucional a la abstracción religiosa; y si, además, se considera que en su infancia había estado acostumbrado a contemplar los ejercicios salvajes, las ceremonias siniestras y horribles ritos del templo de la Kaaba, descubrimos de una vez los elementos del carácter y las circunstancias educativas que le dieron forma a la extraordinaria carrera del fundador del islamismo.

Parece que Mahoma era notable por sus dotes mentales, aún en su juventud, puesto que en una conversación religiosa con un monje nestoriano, en Basora, demostró tal conocimiento y talento, que el monje dijo a su tío que se podría esperar grandes cosas de él. Él estaba, sin embargo, atento a los negocios, y tan completamente obtuvo la confianza de su tío como comerciante, que fue recomendado como un joven prudente y fiel a Jadiya, una rica viuda, que estaba en necesidad de un agente para realizar transacciones de su negocio y gestionar sus asuntos. En esta capacidad fue recibido, y ejerció tan bien sus funciones, que no sólo ganó la confianza de la viuda, sino que finalmente obtuvo su mano en matrimonio. Este suceso ocurrió cuando él tenía unos veinticinco años, siendo Jadiya de casi cuarenta años.  Mahoma era ahora rico, y aunque continuó ejerciendo su actividad mercantil, con frecuencia se retiraba a una cueva, llamada Hira, cerca de La Meca, donde residía. También realizó varios viajes a diferentes partes de Arabia y Siria, haciendo esfuerzos particulares para recoger información religiosa, particularmente de Judíos y cristianos instruidos.

Por algún tiempo, Mahoma, que vivía feliz con su esposa, le confió a ella sus visitas a la cueva Hira, profesando disfrutar de entrevistas con el cielo allí, por medio de sueños y trances, en las que se reunía y conversaba con el ángel Gabriel. Hay poca duda de que sus hábitos de  retiro religioso y la reflexión sombría habían perturbado su juicio, y que ahora se entregaba a la guía de una imaginación sobreexcitada. Es probable, por tanto, que él creía que estas visiones eran de inspiración divina; de otro modo, ¿por qué debía comunicarlas primero, como realidades, a su mujer?

Poco después de esto, informó de sus visiones a otros miembros de su familia, y siendo ahora de unos cuarenta años de edad, asumió con éstas, el carácter y la profesión de un profeta. Varios de sus amigos, en particular su esposa y su primo Alí, un joven de gran fuerza de carácter, cedieron a la evidencia que proporcionó de su misión divina. Después de haberse  ocupado de manera silenciosa por cerca de tres años en la conversión de sus amigos más cercanos, invitó a algunos de los hombres más ilustres de la familia de Hashim a su casa, y, después de exhortarles a abandonar la idolatría, por la adoración de un Dios único, abiertamente proclamó su llamado, y estableció que por los comandos del cielo, revelados por medio del ángel Gabriel, estaba preparado para impartir a sus compatriotas el más precioso don, la única vía de la salvación futura. Lejos de ser convencido, el grupo reaccionó en impactante silencio, con una mezcla de sorpresa y desdén. El joven y entusiasta Alí, únicamente, cedió a sus pretensiones, y postrándose a sus pies, se ofreció a asistirle, en el bien o en el mal, para la vida o la muerte. Varios de la parte más moderada del grupo trataron de disuadir a Mahoma de su empresa; pero él respondió con un fervor altivo que si el sol fuera puesto en su mano derecha, y la luna en su izquierda, con poder sobre los reinos que ambos iluminan, él no, no debería, no podría dudar o vacilar en su curso.

Inflamado por la oposición que se encontró en esa reunión, Mahoma ahora continuó adelante, y dondequiera que pudiera encontrar grupos de personas, allí anunciaba su misión. En los templos, en las plazas públicas, calles y mercados, se dirigió a la gente, reivindicando el carácter profético, y estableciendo el deber de rechazar la idolatría, por la adoración de un solo Dios. Las personas eran impactadas con su elocuencia, la majestad de su persona, la hermosa colección de imágines que presentaba a sus mentes y los sentimientos sublimes que promulgaba. Incluso se dice que el poeta Lebid  fue convertido por la maravillosa belleza y la elevación de los pensamientos derramados por el declarado profeta. La gente escuchaba, y a pesar de que sentían el fuego de su elocuencia, todavía estaban tan aferrados a sus idolatrías, que eran pocos los dispuestos a unírsele.

Para facilitar la comprensión de la revolución causada por Mahoma, puede ser esbozada la condición de los árabes en ese período. Los habitantes originales de Arabia, aunque todos de una sola estirpe, y ocupando una península de 1200 millas de largo por 700 de ancho, habían sido desde tiempo inmemorial divididos en una variedad de tribus distintas. Éstas constituían comunidades o pequeños estados, los cuales, cambiando a menudo, aún dejaban a la población esencialmente lo mismo. En las mesetas más elevadas, atravesadas por cordilleras, con el yermo lúgubre consistente de planicies arenosas, las personas continuaban practicando una vida itinerante, viviendo en parte de sus rebaños de camellos, caballos y ganado vacuno, y en parte del robo a caravanas mercantiles de otras tribus. Los habitantes de las llanuras, estando cerca del agua, se instalaban en ciudades, cultivaban la tierra, y se dedicaban al comercio. Las diversas tribus fueron cada una gobernada por el jeque o noble más veterano o más digno. Sus bardos se reunían una vez al año, en Okhad, celebrando una feria de treinta días, para la recitación de sus producciones. Aquello que era declarado como lo mejor, era escrito en oro y colgado en el gran templo de La Meca. Este era casi el único lazo común entre los diversos estados o tribus, ya que, a pesar de que nominalmente reconocían un emir o jefe nacional, nunca habían sido convocados para actuar en un solo cuerpo.

La adoración de los árabes consistía principalmente en el culto de las luminarias celestiales; pero tenían una gran variedad de deidades, siendo éstas personificaciones de ciertos poderes en la naturaleza, o pasiones de la humanidad. Eran representadas por ídolos de todas las variedades de forma, juntados alrededor del antiguo templo de Kaaba en La Meca, un gran edificio cuadrado, considerado como el punto central de la religión, y el asiento favorito de la divinidad. Su culto era asistido con los ritos y ceremonias más horribles e impactantes: incluso niños eran sacrificados a los ídolos, y una de las tribus acostumbraba a enterrar vivas a sus hijas. Exceptuando que imaginaban que las almas de los difuntos eran transformadas en búhos, flotando en la oscuridad alrededor de las tumbas, parece que no tenían la menor idea de un estado futuro de existencia. Tal era el estado de la religión entre los árabes nativos. Entre los colonos extranjeros en las ciudades había unos pocos seguidores de la filosofía griega y romana; los cristianos nunca fueron numerosos. Estos últimos se dividían en una variedad de sectas, y los que pertenecían a la iglesia griega, propugnaban por los monasterios y eran adictos a la adoración de imágenes, mártires y reliquias. Algunos de éstos, incluso consideraban a la virgen María una deidad, y se dirigían a ella como la tercera persona de la Trinidad.

Mahoma, mientras que sin duda observaba con horror este estado de cosas, habiendo estudiado la Biblia, y claramente comprendido su sublime revelación de un Dios único, concibió la idea de unir a la gente de su tierra natal bajo una religión en la cual este principio fundamental debía constituir la base. Su objetivo era aplastar la idolatría, y restaurar el culto perdido del verdadero Dios. Hasta qué punto era sincero y hasta qué grado era un impostor, no se puede aventurar a afirmar. Es probable que él era un entusiasta religioso, engañado por sus propias alucinaciones, y tal vez, realmente creía en sus propias visiones. Al comienzo de su carrera, es probable que haya actuado de buena fe,  mientras que él mismo estaba engañado. Cuando había avanzado tan lejos como para ver el poder y dominio ofrecido a su alcance, es probable que su integridad cedió, y que a partir de entonces hemos de considerarlo como bajo la guía alterna de la treta y el fanatismo.

Varios de los ciudadanos nobles de La Meca fueron finalmente convertidos por Mahoma. Jadiya había muerto, y el profeta se había casado con Aisha, la hija de Abubeker, un hombre de gran influencia, la cual ejercía a favor de su yerno. Sin embargo, la nueva fe había avanzado poco, y surgió una persecución de sus devotos, lo que les llevó a Abisinia, y provocó que el mismo Mahoma escapara por seguridad a Medina. Este huida se denomina la Hégira, y habiendo tenido lugar en el año 622, es la época de la que se calcula la cronología musulmana, como lo es la nuestra a partir del nacimiento de Cristo.

En Medina, a donde sus principios habían sido traídos por peregrinos, Mahoma fue recibido con brazos abiertos. Fue recibido por una imponente procesión, e investido a la vez con el ministerio real y sacerdotal. Las gente así mismo le ofrecieron ayuda para propagar su fe, incluso por la fuerza, de ser requerida. A partir de este momento, un vasto campo parece haber sido abierto en la mente de Mahoma. Hasta el momento, él pudo haber sido no más que un entusiasta auto engañado; pero ahora, la ambición parece haber tomado posesión por lo menos parcial de su pecho. Sus revelaciones al instante asumen un tono más alto. Hasta entonces había inculcado sobre todo la doctrina de un solo Dios, eterno, omnipotente, más poderoso y más misericordioso, junto con los deberes prácticos de la piedad, la oración, la caridad y las peregrinaciones. Él ahora revelaba, como parte de su nueva fe, el deber de hacer la guerra, incluso con la espada, para propagar el islamismo, y prometía un paraíso sensual a los que habrían de caer en la batalla hecha en su nombre. Al mismo tiempo anunciaba que un destino había sido fijado para cada individuo, el cual no podía por posibilidad alterar, eludir o evitar.

Él ahora levantó hombres y procedió, con la espada en la mano, a forzar el reconocimiento de sus pretensiones. Con victorias y derrotas alternas, continuó en la persecución de sus designios, y finalmente cayó sobre las ciudades y castillos de los judíos pacíficos y anti guerreristas. Estas ciudades pronto fueron tomadas y saqueadas. Pero el profeta pagó un alto precio por su triunfo. Una mujer judía, en el pueblo de Chaibar, le dio veneno en una bebida, y, a pesar de que sobrevivió, nunca se recuperó completamente de los efectos de la dosis.

Así avanzando con las tribus asentadas en su propio país, el poder del ambicioso apóstol  aumentó igual que la avalancha abrumadora en su descenso. La Meca fue conquistada, y cedió asimismo a su fe como a sus armas. Entonces hizo expediciones a Palestina y Siria, mientras que sus oficiales hacían conquistas en todas direcciones. Su poder fue de pronto tan grande, que envió mensajes a los reyes de Egipto, Persia, y Etiopía, y al emperador de Constantinopla, ordenándoles reconocer la ley divina revelada a través de él.

Por fin, en el décimo año de la Hégira, él procedió en una peregrinación de despedida a La Meca. La escena era imponente más allá de la descripción. Fue atendido por más de cien mil de sus seguidores, quienes le dieron mucha reverencia. Todo en el vestir, equipamiento e imponente ceremonia que podrían mejorar el esplendor del desfile y darle el carácter de santidad ante los ojos de las personas, fue adoptado. Este fue el último gran acontecimiento de su vida.

(Traducido del libro Famous Men of Ancient Times, del autor S. G. Goodrich).

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Mahoma (biografía del profeta islámico, Parte 2)

(Traducido por Baneste)



Mahoma y el arcángel Gabriel



Mahoma ahora se había vuelto demasiado poderoso para ser resistido por la fuerza, pero no demasiado exaltado para no ser molestado por la competencia. Su propio ejemplo en asumir el carácter sagrado de apóstol y profeta, y el éxito brillante que le había asistido, dio una pista a otros de los medios probables para avanzar a un grado similar de dignidad y dominio. El espíritu de emulación, por lo tanto, hizo surgir a un colega profeta en la persona de Moseilama, llamado hasta el día de hoy por los seguidores del islamismo  «el mentiroso Moseilama», descendiente de la tribu de Honeifa, y una persona importante en la provincia de Yemén. Este hombre encabezó una embajada enviada por su tribu a Mahoma, en el noveno año de la Hégira, y luego se declaró a sí mismo musulmán; pero a su regreso a casa, meditando sobre la naturaleza de la nueva religión y el carácter y la fortuna de su fundador, se le ocurrió la sacrílega sugerencia, que mediante habilidosa gestión podría compartir con su paisano en la gloria de una misión divina; y, en consecuencia, en el año siguiente empezó a poner su proyecto en ejecución. Declaró que él, también, era un profeta enviado del cielo, que tenía una comisión conjunta con Mahoma  de redirigir a la humanidad de la idolatría al culto del verdadero Dios. Él, además, imitó su modelo tan de cerca como para publicar revelaciones escritas imitando el Corán, pretendiendo haber sido derivadas de la misma fuente. Habiendo tenido éxito en la obtención de un bando considerable de la tribu de Honeifa, él por último comenzó a ponerse a sí mismo aún más próximo a un nivel con el profeta de Medina, e incluso fue tan lejos como para proponer a Mahoma una asociación en su supremacía espiritual. Su carta empezaba así: «De Moseilama, el apóstol de Dios, a Mahoma, el apóstol de Dios. Ahora que la tierra sea mitad mía y mitad tuya». Pero este último, sintiéndose demasiado firmemente establecido como para estar en necesidad de un asociado, se dignó solamente retornar la siguiente respuesta: «De Mahoma, el apóstol de Dios, a Moseilama, el mentiroso. La tierra es de Dios: él es quien da la misma por herencia a aquellos de sus siervos como le place, y el feliz resultado deberá asistir a los que le temen «.

Durante los pocos meses que Mahoma vivió después de esto, Moseilama continuó, en general, ganando terreno, y a la larga se volvió tan formidable como para ocasionar una ansiedad extrema al profeta, ahora rápidamente sucumbiendo bajo los efectos de la enfermedad. Una expedición, bajo el mando de Caled, la «Espada de Dios», fue enviada a suprimir la secta rival encabezada por el falso apóstol, y la imaginación agitada de Mahoma, en los momentos de delirio, que ahora le aquejaban, se retrataba a sí misma con frecuencia los resultados del combate entre sus fieles musulmanes y estos osados apóstatas. El ejército de Caled regresó victorioso. El mismo Moseilama y diez mil de sus seguidores quedaron muertos en el campo; mientras que el resto, convencidos por la refulgente evidencia de la verdad que radiaba de las espadas de los conquistadores, renunciaron de sus errores, y retornaron silenciosamente de nuevo al seno de la iglesia mahometana. Varios otros insurgentes con pretensiones similares, pero de menor consecuencia, fueron aplastados de la misma manera en las primeras etapas de su defección.

Ahora hemos alcanzado la época en que la religión de Mahoma se puede considerar quedó establecida de forma permanente. La conquista de La Meca y de los qurayshíes había sido, de hecho, la señal para el sometimiento del resto de Arabia; y aunque varias de las pequeñas tribus ofrecieron, por un tiempo, el espectáculo de la resistencia a las armas del profeta, todas fueron finalmente sometidas. Entre la toma de la Meca y el período de la muerte de Mahoma, un poco más de tres años transcurrieron. En ese corto periodo él había destruido los ídolos de Arabia; había extendido sus conquistas a las fronteras de los imperios griego y persa; había tornado su nombre formidable ante aquellos otrora poderosos reinos; había probado sus armas contra las tropas disciplinadas de dichos reinados, y los había derrotado en un encuentro desesperado en Muta.

Su trono se encontraba ahora firmemente establecido; y había dado un impulso  a la nación árabe, lo que les indujo a invadir y les permitió conquistar una gran parte del globo. India, Persia, el imperio griego, toda Asia Menor, Egipto, Berbería y España, eventualmente fueron sometidos por sus armas victoriosas. Es cierto que Mahoma no vivió para ver la consecución  de este tipo de conquistas poderosas, pero él comenzó el tren que dio lugar a este dominio tan extendido, y, antes de su muerte, había establecido sobre la totalidad de Arabia y algunas partes de Asia, la religión que él había inventado.

Y ahora, después de haber llegado a los sesenta y tres años de edad, y al décimo de la Hégira, 632 d.C., los efectos fatales del veneno, que había estado tanto tiempo agitándose en sus venas, comenzaron a manifestarse más y más sensibles , y a operar con virulencia alarmante. Día a día, él declinaba visiblemente, y era evidente que su vida se aproximaba a su final. Desde hacía algún tiempo anterior al evento, estaba consciente de su cercanía, y se dice que la contempló y esperó con firmeza característica. El tercer día antes de su disolución, ordenó ser llevado a la mezquita, donde podría, por última vez, dirigirse a sus seguidores, y otorgarles sus oraciones y bendiciones de despedida. Siendo asistido para subir al púlpito, edificó a sus hermanos con el tenor de sus moribundos consejos piadosos, y en su propio ejemplo enseñó una lección de humildad y penitencia, como apenas hallaremos inculcado en los preceptos del Corán.

«Si hay alguno,» dijo el profeta, «a quien haya atormentado injustamente, cedo a ustedes mi propia espalda al látigo de la revancha. ¿He difamado la reputación de algún musulmán? Que proclame mi culpa frente a la congregación . ¿Ha sido alguien despojado de sus bienes? Lo poco que poseo deberá compensar el capital y los intereses de la deuda «. «Sí», respondió una voz desde la multitud: «¡Tú me debes tres dracmas de plata!» Mahoma escuchó la queja, satisfizo la demanda, y dio las gracias a su acreedor que lo había acusado en este mundo, en vez de haberlo hecho en el día del juicio. Luego procedió a liberar a sus esclavos, diecisiete hombres y once mujeres; instruyó la ordenanza de su entierro; se esforzó por disipar los lamentos de sus apesadumbrados amigos, y esperó la llegada de la muerte. Él no designó expresamente a un sucesor, un paso que habría impedido los altercados que después estuvieron tan cerca de destruir en su infancia la religión y el imperio de los sarracenos; pero su nombramiento de Abubeker para suplir su lugar en la función de la oración pública y los demás servicios de la mezquita, parecían dar a entender indirectamente la elección del profeta. Este amigo antiguo y fiel, en consecuencia, después de mucha contención, se convirtió en el primer califa de los sarracenos, aunque su reinado terminó con su muerte al final de dos años.

La muerte de Mahoma fue acelerada por la fuerza de una fiebre ardiente, que le privó a veces del uso de la razón. En uno de estos paroxismos de delirio exigió pluma y papel, para componer o dictar un libro divino. Omar, que estaba observando a su lado, rechazó su petición, no sea que el moribundo profeta podría dictar algo que excediera al Corán. Otros, sin embargo, expresaron un gran deseo de que el libro pudiera ser escrito; y así una acalorada disputa se produjo en el aposento del apóstol, quien se vio obligado a reprender su vehemencia inapropiada. No se realizó la escritura, y muchos de sus seguidores han lamentado la pérdida de las revelaciones sublimes, que sus moribundas visiones podrían haberles legado.

La esposa favorita del profeta, Ayesha, estuvo a su lado en sus últimos momentos, sosteniendo su desfallecida cabeza sobre la rodilla, mientras yacía tendido en la alfombra; observando con ansiedad temblorosa el cambio de su apariencia y escuchando los últimos sonidos quebrantados de su voz. Su enfermedad, ya que se aproximaba hacia su terminación, se manifestó a intervalos con los dolores más insoportables, que él constantemente atribuía a  la fatal pócima ingerida en Chaibar; y como la madre de Bashar, su compañero que había muerto en el lugar por la misma causa, se situó a su lado, exclamó: «Oh madre de Bashar, las cuerdas de mi corazón ahora están rompiéndose por los alimentos que comí con tu hijo en Chaibar «. En su conversación con los que le rodeaban, mencionó como una prerrogativa especial concedida a él, que no le estaba permitido al ángel de la muerte tomar su alma hasta que no le hubiera pedido respetuosamente su permiso, y este permiso lo concedió con condescendencia. Recuperándose de un desmayo que la violencia de sus dolores le provocaron, alzó los ojos hacia el techo de la casa, y con acentos vacilantes exclamó: «Oh Dios! Perdona mis pecados. ¡Sí, vengo entre mis camaradas trabajadores en alto!» Seguidamente su rostro fue rociado con agua, por su propia mano débil, y poco después expiró.

La ciudad, y más especialmente la casa del profeta, se convirtió al momento en una escena de llanto doloroso y confundida lamentación. Algunos de sus seguidores no podían creer que estaba muerto. «¿Cómo puede estar muerto, nuestro testigo, nuestro intercesor, nuestro mediador con Dios? Él no está muerto. Al igual que Moisés y Jesús, está envuelto en un trance sagrado, y rápidamente volverá a su pueblo fiel.» La evidencia de los sentidos era descartada, y Omar, blandiendo su cimitarra, amenazó con golpear las cabezas de los infieles que afirmaban que el profeta no era más. A la larga, el tumulto fue apaciguado por la moderación de Abubeker. «¿Es Mahoma,» dijo él, «o el Dios de Mahoma, a quien servís? El Dios de Mahoma vive para siempre, pero el apóstol era un mortal como nosotros, y, de acuerdo con su propia predicción, él ha experimentado el destino común de la mortalidad «.

Los restos del profeta fueron depositados en Medina, en la misma sala en la que expiró, habiéndose removido el piso para hacer su sepulcro, y un monumento sencillo y sin adornos fue erigido sobre éste algún tiempo después. La casa en sí ha sido desde entonces moldeada, o ha sido demolida, pero el lugar de enterramiento del profeta todavía se hace manifiesto a la veneración supersticiosa de sus discípulos. La historia de sus reliquias que se suspenden en el aire, por la fuerza de la piedra imán en un ataúd de hierro, al igual que la de La Meca, en lugar de Medina, es una mera invención ociosa. Su tumba en este último lugar ha sido visitada por millones de peregrinos, y a partir de los relatos auténticos de viajeros encubiertos que han visitado estas dos ciudades santas, sabemos que está construida con labor corriente de albañil, fijada sin elevación sobre la superficie de el terreno. La urna que encierra su cuerpo está protegida por un enrejado de hierro que no le permite pasar a nadie.

El Corán o alkorán, que significa “el libro”, es una colección de todos los diferentes fragmentos que el profeta pronunció durante el periodo en el que profesaba ejercer el ministerio apostólico. Fueron escritos originalmente en hojas dispersas, pero fueron recogidos por Abubeker dos años después de la muerte de Mahoma. Están en el dialecto más puro y refinado de Arabia, y se distinguen por adornos extraordinarios de estilo. El Corán se refiere no sólo la divinidad, sino también el derecho civil de los musulmanes. Profesa contener la revelación de la voluntad de Dios por medio de Gabriel a Mahoma, y a través de él a la humanidad. Uno de los libros da cuenta de la transportación del profeta por la noche hasta el tercer cielo, en un animal alado, llamado Alborak, semejante a un asno, donde vio cosas indecibles. Las grandes doctrinas del Corán, como se ha mencionado antes, son la existencia de un Dios supremo, a quien solo le son debidos la adoración y la obediencia. Declara que la ley divina fue entregada fielmente por Adán, Noé, Abrahám, Moisés y Cristo. Declara la inmortalidad del alma del hombre, y el juicio final, y establece que los buenos morarán en dicha eterna, entre plácidas arboledas de sombra, y atendidos por vírgenes celestiales. La esperanza de la salvación no se limita a los musulmanes, sino que se extiende a todos los que creen en Dios y hacen buenas obras. Los pecadores, en particular los no creyentes, deambularán en un oscuro infierno ardiente, para siempre. Los deberes prácticos impuesto por el Corán, son la propagación del islamismo y oraciones dirigidas al templo de La Meca, en cinco períodos diferentes del día, junto con el ayuno, la limosna, abluciones religiosas, peregrinaciones a La Meca, etc. Le permite a un hombre no más de cuatro esposas, aunque el profeta tenía diecisiete, y es curioso añadir que todas eran viudas, excepto una. Se prohíbe firmemente la usura, juegos de azar, el vino y la carne de cerdo.

No podemos negar a Mahoma la posesión de un genio extraordinario. Era un hombre de gran elocuencia, y poseedor de un hermoso estilo de composición; y tenía esa majestad de persona, todo lo cual, unido a sus cualidades mentales, le daban un gran realce entre aquellos que venían ante su presencia. Vivió en una época oscura, en medio de un pueblo iletrado; sin embargo, sin la ayuda de la educación, dominó los sistemas religiosos de la época, y tuvo una visión amplia y sagaz de la condición moral y política de los pueblos de Asia. Él concibió la idea sublime de unificación, por una verdad poderosa, de los fragmentos rotos de su propia nación, y la destrucción de la idolatría por la sustitución de la adoración de un solo Dios. Es cierto que él trató de lograr estos fines por medios ilegales, por la impostura, y el uso sangriento de la espada; hay que reconocer, también, que era licencioso y aunque no podemos dejar de condenar su carácter, debemos reconocer el esplendor de sus capacidades y conceder que mientras que la impuso a sus seguidores, él estableció una fe infinitamente por encima del paganismo, y se rocía con muchos rayos de luz de la fuente de la verdad divina.

(Traducido del libro Famous Men of Ancient Times, del autor S. G. Goodrich).

Masacres del Norte de Morazán

Por Baneste


Entre los años 1981-1982, unidades pertenecientes a la Fuerza Armada de El Salvador cometieron numerosas masacres en diferentes puntos del país, las cuales no han sido debidamente investigadas, ni los responsables de haberlas cometido han sido enjuiciados. En la tabla que se presenta a continuación se enumeran 20 masacres que ocurrieron en el periodo mencionado en la zona norte del departamento de Morazán.

  


* Tres cantones del municipio de Cacaopera (Agua Blanca, El Junquillo y Guachipilín), están localizados al norte del río Torola.

Nota: el dato de víctimas de la masacre de El Mozote es un estimado.

Fuente Consultada:


The El Mozote Massacre, a compeling story for everyone concerned with the lives of third world people, del antropólogo Leigh Binford.

La Igualdad Social en la Prehistoria Humana

Ernest Mandel


… Pero la historia sólo representa una rama menor de la vida humana sobre nuestro planeta. Le precede la prehistoria, la época de la existencia de la humanidad en que la escritura y la civilización eran aún desconocidas. Ciertos pueblos primitivos han permanecido en condiciones prehistóricas hasta fechas recientes, incluso hasta nuestros días. Pues bien, durante la mayor parte de su existencia prehistórica, la humanidad ha ignorado la desigualdad de clase.

Comprendemos la diferencia fundamental entre una comunidad primitiva y una sociedad de clases examinando algunas de las instituciones de esas comunidades.

Así, numerosos antropólogos nos han hablado de la costumbre existente en varios pueblos primitivos, costumbre que consiste en organizar grandes fiestas después de la recolección. La antropólogo Margaret Mead ha descrito estas fiestas en el pueblo papú de los Arapech (Nueva Guinea). Todos los que han logrado una cosecha superior a la media invitan a toda su familia y todos sus vecinos, y la fiesta continúa hasta que la mayor parte de ese excedente ha desaparecido.

Margaret Mead añade:

“Estas fiestas representan un medio adecuado para impedir que un individuo acumule riquezas…”

Por otra parte, el antropólogo Asch ha estudiado las costumbres y el sistema de una tribu que vive en el sur de los Estados Unidos, la tribu de los Hopi. En esta tribu, contrariamente a lo que ocurre en nuestra sociedad, el principio de la competencia individual se considera rechazable desde el punto de vista moral. Cuando los niños Hopi juegan y hacen deporte, jamás cuentan los “tantos” y siempre ignoran quién ”ha ganado”.

Cuando las comunidades primitivas aún no divididas en clases practican la agricultura como actividad económica principal, y ocupan un territorio determinado, no instalan la explotación colectiva del suelo. Cada familia recibe campos en usufructo durante un determinado periodo. Pero estos campos son redistribuidos con frecuencia para evitar favorecer a algún miembro de la comunidad a expensas de los otros. Las praderas y los bosques son explotados en común.

Este sistema de la comunidad aldeana, basada en la ausencia de la propiedad privada del suelo, se encuentra en el origen de la agricultura en casi todos los pueblos del mundo. Esto demuestra que en aquel momento la sociedad no estaba aún dividida en clases, a nivel de aldea.

Los lugares comunes con los que se nos golpea constantemente los oídos, y según los cuales la desigualdad social estaría enraizada en la desigualdad de los talentos o de las capacidades de los individuos, según los cuales la división de la sociedad en clases sería el producto del “egoísmo innato en los hombres” y, por tanto, en la “naturaleza humana”, no poseen ninguna base científica. La opresión de una clase social por otra no es el producto de la “naturaleza humana” sino de una evolución histórica de la sociedad. La opresión no ha existido siempre. No existirá siempre. No ha habido siempre ricos y pobres, y no los habrá por siempre.

La rebelión contra la desigualdad social a través de la historia

La sociedad dividida en clases, la propiedad privada del suelo y de los medios de producción no son de ningún modo producto de la “naturaleza humana”. Son el producto de la evolución de la sociedad y de sus instituciones económicas y sociales. Vamos a ver cómo nacieron y cómo desaparecerán.

En efecto, desde que apareció la división de la sociedad en clases, el hombre manifiesta nostalgia de la antigua vida comunitaria. Encontramos las expresiones de esta nostalgia en el sueño de la “edad de oro” que sería situada en los albores de la existencia humana sobre la tierra, sueño que describen los autores clásicos chinos, y los griegos y latinos. Virgilio dice claramente que en la época de esta edad de oro las cosechas eran compartidas en común, lo que quiere decir que la propiedad privada no existía.

Numerosos filósofos y sabios célebres han considerado que la división de la sociedad en clases representa la fuente de la enfermedad social, y han elaborado proyectos para suprimirla.

He aquí cómo el filósofo griego Platón caracteriza el origen de las desgracias que se abaten sobre la sociedad: “Incluso la ciudad más pequeña está dividida en dos partes, una ciudad de los pobres y una ciudad de los ricos que se oponen (como) en estado de guerra.»

Las sectas judías que pululan al comienzo de nuestra era, y los primeros Padres de la Iglesia que han continuado la tradición en los siglos III y IV de nuestra era, son así mismo feroces partidarios de un retorno a la comunidad de bienes.

San Bernabé escribe: “No hablarás nunca de tu propiedad, pues si tú gozas en común de tus bienes espirituales, aún será más necesario gozar en común de tus bienes materiales.” San Cipriano ha pronunciado numerosos alegatos en favor del reparto igualitario de los bienes entre todos los hombres. San Juan Crisostomo es el primero que exclama: “la propiedad es un robo”. Incluso San Agustín ha comenzado por denunciar el origen de todas las luchas y de todas las violencias sociales en la propiedad privada, para modificar más tarde su punto de vista.

Esta tradición se continuará en la Edad Media, en especial por San Francisco de Asís y los precursores de la Reforma: los Albigenses y los Cataros, Wycleff, etcétera. He aquí lo que dijo el precursor inglés John Ball, alumno de Wycleff, en el siglo XVI: “Hace falta abolir la servidumbre y hacer a todos los hombres iguales. Los que se llaman nuestros dueños consumen lo que producimos… Deben su lujo a nuestro trabajo”.

Finalmente, en la época moderna, vemos cómo estos proyectos de sociedad igualitaria se van haciendo cada vez más precisos, claramente en La Utopía, de Tomás Moro (inglés); en La ciudad del sol, de Campanella (italiano); en la obra de Vaurasse d’Allais (siglo XVII): en el Testamento de Jean Meslier, y en El código de la naturaleza, de Morelly (siglo XVIII) ( francés).

Al lado de esta rebelión del espíritu contra la desigualdad social, ha habido innumerables rebeliones materiales, es decir, insurrecciones de las clases oprimidas contra sus opresores. La historia de todas las sociedades de clases es la historia de las luchas de clases que las desgarran.

(Fragmentos extraídos de la obra Introducción al Marxismo, del prolífico autor revolucionario Ernest Mandel, 1923-1995).


El Falso Escándalo del Virus del Zika

Por Baneste


El escándalo del virus del zika comenzó cuando un grupo de médicos brasileños repentinamente observó que habían más bebés ingresados con microcefalia de los que normalmente se atendían en el hospital. Esto les motivó a informar al Ministerio de Salud sobre su preocupación, y el ministerio en respuesta solicitó un informe de todos los hospitales del país de casos de microcefalia ingresados. La consulta arrojó un total de un poco más de 400 casos confirmados, de los cuales solamente 17 se consideró podrían haber sido causados por el virus del zika; es decir, podrían del mismo modo tener otras causas.

No obstante, la Organización Mundial de la Salud aprovechó este hecho para declarar que había una epidemia de microcefalia en Brasil, y pocos días después anunció que dicha epidemia se había extendido a otros 24 países de la región. De pronto las autoridades de salud por todos lados comenzaron a detectar casos de microcefalia en sus países y asociarlos con el virus del zika, a pesar de que el virus se conoce desde 1947, y se sabe que no produce más que malestares menores en la persona afectada, y muy raramente puede causar la muerte. El mismo gobierno de los Estados Unidos tomó la batuta y solicitó a través del Congreso la autorización para canalizar fondos destinados a combatir el mosquito que causa el virus.

No obstante, un grupo de doctores independientes, no relacionados a las transnacionales químico-farmacéuticas ni a gobiernos corruptos, ha concluido una investigación en la región en Brasil en donde la mayoría de los casos de microcefalia infantil se han registrado, y han declarado que la verdadera causa de las deformaciones no solamente del cráneo, sino de otras partes del cuerpo, son producto de fumigaciones intensas del insecticida  piroproxyfen en áreas rurales donde viven personas de bajos recursos económicos. Esto nos conduce a preguntarnos cuáles serían las motivaciones de las autoridades concernientes en declarar esta súbita epidemia.

En Brasil es obvio que las autoridades de salud y las corporaciones de la industria químico-farmacéutica desean ocultar la verdadera causa de las malformaciones infantiles y vender cuantiosas cantidades de repelentes contra mosquitos a los atletas y turistas que ingresarían al país con motivo de los Juegos Olímpicos. En general, la narrativa del miedo del virus del zika se ajusta perfectamente a los intereses de las transnacionales que producen insecticidas y vacunas para distribuir sus productos embodegados; y en Estados Unidos el gobierno la ha utilizado para remover restricciones a otros pesticidas tóxicos que producen cáncer y la enfermedad Alzheimer; de hecho el Congreso estadounidense pasó recientemente una resolución denominada “Zika Control Act”. También en Estados Unidos se ha utilizado el miedo generado con el escándalo del virus del zika para justificar la liberación de mosquitos genéticamente modificados cuyas efectos nadie puede predecir.

Poemas de Lil Milagro Ramírez

Recorte de periódico con la foto de Lil Milagro Ramírez


En la concepción político-ideológica que a través de los años he adquirido, Lil Milagro Ramírez ocupa un lugar especial. Esto se debe a que a través de la muerte de ella empecé a trazar paralelos  que me ayudaron a comprender la  traición que se produjo en la lucha salvadoreña. Porque la lucha en El Salvador era originalmente revolucionaria del pueblo, pero fue infiltrada desde un inicio. Todo comenzó con el asesinato de Roque Dalton, que era la misión del agente internacional (posando como revolucionario) Sebastián Urquilla (alias “Choco Mira”). Roque Dalton representaba en el naciente Grupo (después renombrado Ejército Revolucionario del Pueblo) la autenticidad de la lucha revolucionaria, del mismo modo que el comandante «Marcial» la representaba en las Fuerzas Populares de Liberación, FPL.

Solamente así se explica la diferencia entre el destino de Ana Guadalupe Martínez y Lil Milagro Ramírez. Ambas estuvieron en las bartolinas de la criminal Guardia Nacional; Ana Guadalupe emerge de esos calabozos como autora de un libro muy circulado clandestinamente y como heroína de un movimiento; solamente su filiación política posterior la delataría; pero Lil Milagro nunca emergió; fue asesinada; su silencio es el mejor testimonio de que nunca cedió ante sus torturadores.


La holganza con que la mayoría de líderes del movimiento emergieron después de finalizada la guerra y su posicionamiento asegurándoles una vida cómoda, demuestra que no eran revolucionarios, sino simplemente individuos cuyo máximo interés siempre fue el logro satisfactorio de sus ambiciones personales.

Aquí se reproducen dos poemas de Lil Milagro Ramírez, para honrar el recuerdo de su lucha por el pueblo.

                    Despertar

                    
Por Lil Milagro Ramírez

                    Yo era mansa y pacífica

                    Era una flor,

                    Pero la mansedumbre no es un muro

                    Que cubre la miseria.

                    Y vi las injusticias

                    Y ante los ojos asombrados,

                    Estallaron las huelgas y las rebeldías

                    Del hombre proletario.

                    Y en vez de absurdas lástimas,

                    De hipocresías compasivas,

                    Brotó mi indignación

                    Y me sentí fraternalmente unida

                    a mis hermanos,

                    Y toda huelga me dolía,

                    Y cada grito me golpeaba

                    No solo en la cabeza o los oídos

                    Sino en el corazón.

                    Cayó mi blanca mansedumbre,

                    Muerta a los pies del hambre,

                    Me desnudé llorando de sus velas

                    Y un Nuevo traje me ciñó las carnes.

                    Primavera de lucha son ahora

                    mis brazos,

                    Mi enrojecida sangre es de protesta,

                    Mi cuerpo es verde olivo

                    Y un incendiario fuego me consume

                    …y sin embargo,

                    sigo siendo como antes,

                    amante de la paz,

                    quiero luchar por ella

                    desesperadamente,

                    porque desde el principio

                    yo soñé con la paz.



Yo quiero ir a París


Por Lil Milagro Ramírez



Tengo 19 años

y quiero ir a París….

ver mi rostro en El Sena,

rezar en Notre-Dame,

conocer las costumbres de París.

Cierto,

que tengo casa

en este pueblo de San Salvador,

pero casas y pueblo,

se le vuelven pequeños

a la desmesurada dimensión

que toman mis ideas,

y aunque ya sé

que sobre El Sena

no corre más que agua

que París es también,

una continuación

de casas y de pueblos,

donde los hombres ríen,

sueñan, duermen y caminan,

yo quiero ir a París.

Cierto,

que aquí nací,

y mi cariño por el mundo

aquí comienza;

quiero a mi madre,

mucho,

tanto que ya es dolor

imaginarme lejos.

Amo los campos de la casa

en que murió mi abuelo,

el río,

donde lavé mis manos y mi cuerpo

cantándole a los vientos.

Amo y quiero

las grises piedras del camino

que me llevo en los pasos,

Amo también,

lo que está aquí,

todo lo mío,

que me acompaña íntimamente,

ya cuando duermo o pienso,

libros, vestidos, pensamientos,

papeles,

mis cuadernos,

mis cartas de estudiante.

Amo y quiero el recuerdo

de aquellos días,

en que iba con mi madre

a recorrer su pueblo,

y me pasaba,

meciendo ensueños

sobre la hamaca

de mis abuelos.

Cierto también,

que me formé bajo este cielo,

que tengo sangre autóctono,

que pienso americanamente:

como los compañeros

nacidos en mi suelo.

Llevo dulces verdades

de esta pequeña patria:

la amiga mas querida

el amor primero

de generosas ilusiones

mis hermanos

que como yo cantan y viven

bajo el paterno techo.

Amo y quiero todo esto,

¿quién lo duda?

tanto, que ya es dolor

imaginarme lejos;

quiero a mi madre,

mucho;

quiero campos y hermanos,

abuelos, amigos, compañeros,

casa y pueblo.

quiero esto, quien lo duda.

Pero a pesar de todo,

de mi pueblo y mi casa,

de mis libros y cosas,

de los amigos,

de los buenos recuerdos,

muy a pesar de todo,

tengo 19 años

y quiero ir a París.

Los Nutrientes Importantes y sus Funciones

Vegetales (imagen tomada de Wikipedia)


Las Proteínas
tienen varias funciones en el cuerpo. Son los elementos esenciales para los músculos; también forman parte de los glóbulos rojos y las enzimas y hormonas que ayudan a regular el funcionamiento del cuerpo. También ayudan al sistema inmune a combatir infecciones y reparar los tejidos dañados. Las enzimas son proteínas que ayudan a las reacciones químicas dentro de nuestros cuerpos. Las proteínas también proporcionan alguna energía para que el cuerpo haga su trabajo, aunque éste es la función principal de de los carbohidratos. La proteína se compone de sustancias más pequeñas que se llama aminoácidos. Nuestro organismo produce algunos de estos aminoácidos que necesita, pero no todos. Los otros provienen de los alimentos. Productos animales como carne, pescado, aves, huevos, leche y productos de soya como tofú se consideran proteínas completas porque contienen todos los aminoácidos que requiere el organismo. Otras proteínas que provienen de plantas como legumbres (frijoles secos, guisantes o chícharos y lentejas), granos, nueces y semillas se llaman proteínas incompletas porque faltan uno o más de los aminoácidos necesarios. Sin embargo, cuando coma un poco de una proteína completa con una incompleta o dos proteínas incompletas pero complementarias, como arroz y frijoles, éstas forman una proteína completa que el organismo puede utilizar. Además, las proteínas de plantas son beneficiosas porque contienen fibra dietética, no tienen colesterol, y con unas excepciones son bajas en grasa. Las nueces y semillas son ricas en grasa, pero es la del tipo más saludable. Las proteínas de plantas también nos proporcionan sustancias, llamadas “fitoquímicos”, que se ha demostrado que pueden proteger contra algunas enfermedades, tales como el cáncer y la enfermedad cardíaca.


Los Carbohidratos
son la fuente principal de energía para los músculos del cuerpo y las funciones metabólicas. Deben componer la mayoría de los alimentos y calorías que consumimos cada día. Frecuentemente se clasifican los carbohidratos como almidones (carbohidratos complejos) y azúcares (carbohidratos simples). Se encuentran en una gran variedad de alimentos, principalmente alimentos de plantas. Los únicos alimentos de animales que contienen carbohidratos son la leche, el yogur y otros productos lácteos. Los almidones incluyen granos, arroz, pasta, pan, legumbres (frijoles secos, guisantes o chícharos y lentejas), y vegetales de raíces (papas, zanahorias, calabaza de invierno, etc.). Los azúcares se encuentran en las frutas y algunos productos lácteos, así como en el azúcar de mesa y azúcar marrón, miel, jarabes (almíbares) y jaleas.

Cuando come granos enteros, frutas y verduras también obtiene todas las vitaminas, minerales, fitoquímicos y fibra que proviene originalmente de la naturaleza. Las harinas blancas y procesadas y el arroz blanco no contienen fibra y se han perdido mucho de sus nutrientes.


La Grasa
es necesaria para el buen funcionamiento del cuerpo y la salud. Todos necesitamos una cantidad pequeña cada día para poder integrar, fortalecer y reparar los tejidos. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros consumimos demasiada grasa y demasiado de la grasa “mala”. Se puede dividir la grasa en dos grupos, “buena” y “mala”, según sus efectos en la salud. Las grasas malas, también conocidas como grasas saturadas, pueden aumentar el nivel del colesterol en la sangre y el riesgo de enfermedades del corazón. Se encuentran en su mayoría en alimentos que provienen de animales, como carne roja, carnes procesadas (tocino), aves, productos con leche entera, incluyendo queso, crema, mantequilla, crema agria y aceites de palma y coco. Otro tipo de grasa mala se llama grasa trans, la cual se encuentra en la mayoría de los productos de pastelería y en la mayoría de frituras. Las grasas trans son listadas como aceites “hidrogenados” o “parcialmente hidrogenados” en las etiquetas de nutrición. En contraste, las grasas buenas, conocidas como las grasas insaturadas, pueden ayudar a reducir el colesterol en la sangre, y mantener la salud de las células del cuerpo. Las buenas grasas se encuentran en casi todos los aceites vegetales (soya, girasol, maíz, canola, oliva, etc.) y alimentos como nueces, semillas, aguacates (paltas) y olivos. Además, los pescados como el salmón, caballa, trucha y atún son ricos en buena grasa; estas grasas se llaman omega-3 que pueden disminuir el riesgo de enfermedades del corazón y la inflamación relacionada con algunas enfermedades crónicas.

La grasa, así como las proteínas y los carbohidratos, proveen al cuerpo energía, pero la grasa contiene dos veces el número de calorías por gramo que las proteínas o los carbohidratos. Por eso, las calorías de grasa suman rápido. Cuando consumimos más calorías de las que necesitamos, no importando si provienen de proteínas, carbohidratos o grasas, esas calorías extras se acumulan en el cuerpo, resultando en un aumento de peso y riesgo de enfermedades cardíacas.


Las vitaminas y minerales
son necesarios para todos. Ayudan a integrar la sangre, huesos y músculos fuertes y aseguran que el cuerpo funciona bien. Si comemos una variedad amplia de alimentos, especialmente granos enteros, muchos alimentos de plantas,, y fuentes de proteína bajas en grasa, obtendremos todas las vitaminas y minerales que necesitamos. Por lo tanto, no resulta necesario tomar suplementos vitamínicos o minerales. Los suplementos no pueden tomar el lugar de una alimentación saludable y balanceada. Sin embargo, si usted desea tomar un suplemento, seleccione una variedad genérica o sin marca (usualmente son tan buenas como las marcas de renombre y menos costosas). También escoja uno que contenga del 50% al 100% de las cantidades de nutrientes recomendadas para los diferentes minerales y vitaminas. Evite tomar suplementos de “mega dosis”, a menos de que hayan sido prescritos por su doctora o doctor. Algunas vitaminas y minerales en grandes cantidades pueden ocasionarle más problemas de salud y reacciones tóxicas. Para más información específica, es recomendable consultar con su médico o dietista registrado (nutricionista). Él o ella le puede ayudar a escoger las opciones más adecuadas para usted o modificarlas para sus necesidades de salud.

(Extraído de Tomando Control de su Salud, una guía para el manejo de las enfermedades del corazón, diabetes, asma, bronquitis, enfisema y otros problemas crónicos, Tercera Edición).