Creencias Extrañas: El libro de Mormón

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El Libro de Mormón es un texto sagrado de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y la mayoría de otras iglesias mormonas. De acuerdo con los primeros relatos del origen del libro, su contenido se deriva de inscripciones en un conjunto de antiguas «placas de oro» dadas a Joseph Smith, hijo, en 1827 por un ángel misterioso llamado Moroni. Smith dijo que este ángel recuperó las placas de un depósito de piedra que había sido enterrado en una colina cerca de la ciudad estadounidense de Palmira, estado de Nueva York. Aunque las inscripciones en las placas estaban en un idioma desconocido, Smith fue finalmente capaz de traducirlas al inglés y publicarlas en un libro. Después de que terminó la traducción, regresó las placas al ángel misterioso, y nunca se han vuelto a ver.

El libro, que fue publicado en 1830, describe la historia de un antiguo grupo de hebreos que supuestamente viajó desde Jerusalén a América en el año 600 a. C. Algún tiempo después de su llegada, se dividieron en dos grupos. Un grupo, llamado los lamanitas, abandonaron su antigua religión hebrea y se convirtieron en los ancestros de los indígenas de América. El otro grupo, los nefitas, mantuvieron la antigua religión y crearon una gran civilización. Con el tiempo estos nefitas fueron visitados por Jesús, quien les dio muchas enseñanzas y profecías. Más tarde, después de que Jesús había regresado al cielo, los nefitas hicieron una guerra contra los lamanitas, y por último, toda su civilización fue aniquilada en el año 400 d. C., aproximadamente.

Sin embargo, dos de los últimos sobrevivientes nefitas, un profeta llamado Mormón y su hijo Moroni, crearon una historia de todo lo que había sucedido y la inscribieron en un conjunto de placas de oro. Moroni puso las placas en un depósito de piedra con algunos otros artefactos y lo enterró en el suelo cerca de la ubicación actual de Palmira. Enterró la caja alrededor del año 420 a. C., y murió poco después. Pero más tarde fue resucitado como un ángel, y fue en esta forma que se apareció a Smith en la década de 1820 y le dio las placas.

Las descripciones de las placas dicen que eran aproximadamente de 8 pulgadas de largo, 6 pulgadas de ancho, y lo suficientemente delgadas para ser flexibles. Las estimaciones de su peso total variaban de 30 a 60 libras. Al parecer, su composición nunca fue determinada, pero su color y otras características físicas sugieren que probablemente eran, ya sea de oro puro, o de una aleación de oro con otro metal. Se mantenían unidas a lo largo de uno de los bordes por tres aros de plata, y esto les permitía ser hojeadas como las páginas de un libro.

Las placas estaban grabadas en ambos lados con extrañas inscripciones. Pero Smith pudo traducirlas al inglés mediante el uso de lo que llamó «piedras videntes». Estas eran pequeñas piedras redondeadas con propiedades mágicas que le permitieron mentalmente visualizar una traducción correcta de las inscripciones. Por desgracia, su traducción de la primera parte del libro se perdió y nunca fue publicada. Además, no pudo traducir todas las placas porque una sección de ellas era «sellada» y no podía ser abierta. Dijo que este grupo de placas contenía una revelación especial de Dios que se revelaría al mundo e un tiempo futuro desconocido.

Inicialmente Smith no dejaba que nadie más viera las placas, aunque en una ocasión, supuestamente, las envolvió en una toalla y permitió que unos pocos individuos las sostuvieran brevemente de esa manera. Finalmente, después que varias personas expresaron dudas sobre su existencia, decidió mostrarlas a algunos conocidos. En total las mostró a once hombres, conocidos como los Testigos del Libro de Mormón, quienes más tarde brindaron testimonios escritos declarando que habían visto las placas. Pero no está claro si estos testigos realmente vieron las placas reales o solamente vieron una «visión» de ellas. Y puesto que Smith dijo que más tarde regresó las placas al ángel Moroni, la verificación independiente de su existencia no es posible en la actualidad. Muchos mormones creen que las placas se mantendrán ocultas hasta que haya llegado el momento para mostrar a la humanidad la sección sellada que contiene la revelación especial de Dios.

 
Esta pintura de C.C.A. Christensen muestra 
 a Joseph Smith, hijo, recibiendo las placas 
 de oro del ángel Moroni.

(Traducido del libro Weird Beliefs, del autor Barry Wilson).

Uso de la Raya en Español

Raya o Guion largo
La raya, también conocida como guion largo, es uno de los signos
ortográficos del idioma español cuyo uso ha ido desapareciendo de las elaboraciones
de muchos escritores contemporáneos que favorecen la conveniencia al esfuerzo
por presentar de mejor manera los materiales escritos. Esto se debe a que en las
computadoras de escritorio, portátiles y de bolsillo, el teclado es el
correspondiente al idioma inglés, el cual no contiene este signo, y aunque
puede generarse utilizando alguna combinación de teclas, muchas personas no se
esfuerzan por lograrlo, prefiriendo utilizar el guion corto o el signo de la
resta.
La raya o guion largo (—) es un signo de ortografía que está formado
por un trazo horizontal de mayor longitud que el guion corriente. Este signo se
usa en español para indicar aclaraciones o comentarios en un texto. En este
caso, la raya debe indicarse tanto al principio como al final del inciso,
separado del exterior del comentario por un espacio, pero pegado al texto del
comentario. Este uso coincide con la coma y con el paréntesis, si bien se
diferencia en el grado de relación entre la aclaración y el texto, siendo mayor
en el caso de la coma y menor en el del paréntesis. Igualmente el uso de la
raya al final de una oración no exime del uso del punto o de otros signos de
puntuación. También se usa para señalar un comentario en el interior de un
paréntesis o en una cita entre comillas.
En una frase —un inciso con rayas— se escribe así (incluso dentro de
paréntesis (—como este—).
Pero el uso más importante de la raya es para señalar las diferentes
intervenciones de los personajes en texto dialogado en el que no se indican los
personajes:
    —Hola, ¿qué tal?
    —Bien, ¿y tú?
En un texto dialogado también se usa para señalar comentarios del
narrador. En este caso si el comentario del narrador no es seguido
inmediatamente por la intervención de ese mismo personaje no ha de colocarse
una raya al final. Si el discurso hablado continúa tras la acotación, el signo
de puntuación correspondiente se debe escribir tras la raya de cierre del
comentario, ya sea un signo de puntuación perteneciente al diálogo o un punto
del inciso del narrador. Si el comentario se introduce con un verbo de habla,
éste comienza por minúscula; en cualquier otro caso, la intervención del
personaje ha de terminar en punto y el comentario ha de comenzar por mayúscula.
    —Si quieres puedes venir
—dijo sonriendo.
    —Bueno —dijo apoyándose en
la puerta—, si no te molesta…
    —¡Claro que no! —La tomó
de la mano y tiró de ella—. Tú nunca molestas.
    —¡Cada día está todo más
caro! —gritó, tratando de poner los ojos en blanco—. Y esta papaya, ¿cuánto
vale?
   
En el sistema Windows, la raya se introduce usando la combinación
simultánea de las teclas Alt+0151.

El Domingo de Ramos

Y al través de los siglos, la vieja profecía se cumplió. El que
debía VENIR: el Rey, anunciado por Zacarías, llegó. Aquél que destruiría los
carros de
Ephraím, y los caballos de Jerusalén; aquél que quebrantaría los arcos
de guerra, y hablaría de paz a las gentes; aquél que extendería su poder de mar
a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra, llegó. Y los carros de
Ephraím fueron destruidos, y asimismo los caballos de Jerusalén; y los arcos de
guerra se hicieron mil pedazos; y los hombres oyeron hablar de paz; y el
Señorío de Dios se extendió de mar a mar, y floreció por todos los confines de
la tierra. La Buena Nueva se cumplía… Y en ese día anunciado por el adusto
profeta, Jerusalén se regocijó. Y la hija de Sion, tostada por el sol, salió
engalanada a su encuentro, y recibió a su Rey de Siglos, a su Rey Único sobre
Todos, con ramos de olivo y haces de palmas que ondulaban y crujían al viento
de la Mañana memorable. Jerusalén reía y cantaba.
Jerusalén estaba de fiesta. Y al paso del Redentor, los labios
clamaban con entusiasmo:
— Hosanna:
Bendito el que viene en nombre del Señor:
Bendito el reino de nuestro padre David, el cual viene:
¡Hosanna en las alturas!
Y los hosannas eran multiplicados por el eco, y resonaban hasta en
las oquedades de las montañas más lejanas, como himnos de triunfo al paso de un
Vencedor.
**
Y fue de Betania, de casa de Simón el Leproso, de donde el dulce
Jesús salió para Jerusalén aquella mañana. Allí había pernoctado, de vuelta del
desierto de Judea, a donde, solo con su Padre Celestial y con su alma, se había
retirado a hacer penitencia. Y allí, a la mesa de Simón el Leproso, entre los
discípulos del Profeta de Nazaret, estaba Lázaro el Resucitado. Y en los ojos
de Lázaro, que venían del otro mundo, que se sentían deslumbrados todavía ante
la radiosa visión de ultra-tumba, se reflejaba toda la Gratitud, y toda la
Adoración se encontraba.
María, hermana de Lázaro, servía la mesa. Y nuestro Señor, paternal
y bueno, partía con sus propias manos y distribuía el pan, que era su cuerpo. Y
bendecía el vino, que era su sangre. Y sonreía a sus discípulos. Y les hablaba
de su reino, que no era de este mundo, y de su Padre, que estaba en los cielos.
Entonces fue cuando María, hermana de Marta y de Lázaro, y que
sentía por Jesús una pasión filial, tomó un vaso de ungüento de nardo y
arrodillándose ante Él, ungió sus pies, lastimados por la caminata, y los secó
enseguida con el manto de su cabellera, más fino y más delicado que el 
más fino y más delicado de los linos. Y Jesús dijo a Judas
Iscariote, hijo de Simón, que contemplaba con ojos de perfidia la conmovedora
escena: — «Déjala: para el día de mi sepultura ha guardado esto». Y al oírlo,
los discípulos se entristecieron, y los ojos de las mujeres se humedecieron de
lágrimas. Y el aroma delicado del nardo llenaba toda la estancia, ahogando el
de las humildes viandas. Y las almas de los circunstantes se enternecían más y
más. Y los ojos se fijaban en Jesús con amor cada vez más grande. Jesús era el
Hijo de Dios, el que venía a salvarnos.
Y mientras hablaba, los ojos del Divino Salvador se clavaban en el
marco de cielo azul que recortaba la ventana, y en el lomo pétreo del desierto
que se confundía con él en las lejanías ardientes de Judea.
* *
Y fue de Betania, de casa de Simón el Leproso, de donde, el hijo de
David, salió la mañana de aquel Domingo, rodeado de sus doce discípulos. Y
cuando después de mucho caminar, hubo llegado a la cima del monte de los
Olivos, descansó a la sombra de los árboles. Y vio a lo lejos, más allá del
ancho valle del Hebrón, a Jerusalén, tendida a sus pies, cubriendo sus cinco
colinas con la tupida aglomeración de sus cúpulas y sus terrazas, de sus
palacios y sus torres. Y vio sus altas murallas formándole como un formidable
cinturón de piedra. Y sobre la planicie del Monte Moriah, hecha por David, vio
el inmenso cuadrilátero, las filas de columnas de mármol, 
las monumentales puertas de bronce, rematadas por sus torres de
defensa; las innumerables placas de oro bruñido, los extensos patios
adoquinados de piedras polícromas; los severos pórticos y las techumbres de
madera de cedro esculpido del templo de Salomón. Y vio el Ofel y el Monte de Sion,
y el Atcra y el Betzheta, formarle anfiteatro a las inmensas construcciones del
Templo de su Padre. Y vio las almenas y los torreones del Palacio de Herodes. Y
vio la torre Antonia. Y más allá, pelada como la calva de un Rabí, la cumbre
del Gólgota, que Él fecundaría y glorificaría con su sangre derramada. Entonces
el Dios-Hombre lloró. Lloró amargamente. Y su honda lamentación la llevaron los
vientos sobre sus alas por todos los cuatro puntos cardinales. Y la sombra
piadosa de los olivos, como pañuelo de encajes, enjugó sus lágrimas. Y mientras
tanto, el Sol, incendiando la ciudad, dábale prestigios deslumbrantes, faustos
mayestáticos, en medio de los que ella se erguía, con soberbia de fortaleza
inexpugnable, ante la mirada húmeda del que, con sólo un gesto, hubiera tenido
bastante para echar por tierra todo aquel vano poderío.
Y el Divino Galileo descendió al valle del Hebrón. Y ya en él, dijo
a sus discípulos: — «Id a la aldea que está delante de vosotros, y luego
hallaréis una asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos». Y los
discípulos fueron a Bethfagé, y trajeron la asna y el pollino de ella; y a
falta de ricas gualdrapas, pusieron sus pobres mantos; y Jesús montó en ella, y
el pollino la siguió detrás, moviendo sus largas orejas peludas y espantándose
con la cola las moscas de sus ancas.
Y la compañía del Nazareno, engrosábase cada vez más. Tendían sus
mantos sobre el polvo para que sobre ellos pasara; y agitaban palmas de triunfo
en las manos, y cortaban ramas de los árboles, y despenicaban las hojas de ellos,
y buscaban flores modestas para azofrar el camino, o tejer guirnaldas.
Y la ola de gente se precipitaba delante del QUE LLEGABA, y clamaba
llena de júbilo, agitando los brazos, como millones de banderas:
— Hosanna.
Hosanna el que viene en nombre del Señor:
Hosanna el reino de nuestro padre David, el cual viene:
¡Hosanna en las alturas!
Y el Rey de Siglos, el Rey Único sobre Todos, profetizado por
Zacarías, hijo de Berechías, hijo de Iddo; el Gran Rey, tranquilo y dulce, cuyo
Reinado no es de esta tierra, entró en Jerusalén.
Y en su mirada triste, húmeda todavía por las lágrimas derramadas, y
en las que todo un crepúsculo de melancolía se ahogaba como en un cielo
desteñido, había una misericordia infinita, una piedad inagotable. Y sus
cabellos blondos caían sobre sus hombros formándole un nimbo de miel inflamada.
Y sus labios sonreían con inefable sonrisa. Y su cara toda brillaba como una
gran rosa después del aguacero. Y su palabra fluía, acariciante y arrulladora,
como veta de agua montañera de lo hondo de la roca carcomida. Y las palmas
agitábanse en torno suyo, formando un tupido bosque de oro que rutilaba. Y su
mano, levantada como un asta salvadora por sobre su cabeza, bendecía a los que
a su paso se arrodillaban sobre el polvo. Y esa mano levantada, se diafanizaba
al sol que la acariciaba con un largo beso piadoso, hasta llegar a la finura
transparente de la pasta de las ostias.
Y entró en Jerusalén el Mesías anunciado.
Y en aquel momento, la Era de la Bondad, de la Dulzura, del
Consuelo, de la Gracia, de la Sencillez, de la Misericordia, de la Pureza, se
inició, entre un estupendo coro de alabanzas y de canciones, y un tupido bosque
de palmas agitadas al suave viento de la Mañana memorable.
Abril de 1905.
(Tomado del libro Marginales de la Vida, de Arturo Ambrogi).

Micronotas de Información no muy Conocida

Por Baneste

El pasado mes de septiembre el gobierno de la república de Uruguay decidió terminar su participación en las negociaciones secretas del Acuerdo en Comercio de Servicios, conocido como TISA (Trade in Service Agreement), señalando la ruta a seguir por otras naciones que no quieran ser parte de malos tratados de comercio, y marcando una victoria importante en la lucha global contra dichos acuerdos comerciales. El TISA es un nuevo tratado, impulsado fuertemente por Estados Unidos y grandes corporaciones, cuyos objetivos van más allá de las regulaciones actuales y pretende forzar a los estados signatarios a abrir aún más sus mercados a corporaciones transnacionales, a privatizar los servicios públicos y a reducir controles. Dichas medidas con frecuencia se traducen en pérdida de empleos, menos protección del medio ambiente, y menos acceso al cuidado de salud y a la educación.
La determinación del gobierno de Uruguay fue el resultado de una efectiva campaña de oposición al tratado desarrollada por una fuerte coalición de sindicatos, activistas del medio ambiente y agricultores, que fueron capaces de oponerse a los intereses de las compañías más poderosas y triunfar. El poco divulgado TISA está siendo negociado por varios países que en conjunto representan dos terceras partes de la economía global: Estados Unidos, la Unión Europea y 23 naciones más, incluyendo Taiwán, Turquía, México, Australia, Chile, Costa Rica, Paraguay y Pakistán.

                                                     *** ***

El pasado mes de abril ocurrió un suceso muy trascendental que ha sido ignorado por todos los medios de comunicación masiva, pese a su importancia. En el Vaticano se desarrolló una conferencia sobre la “teoría de la guerra justa” que ha sido parte de la enseñanza social de la iglesia católica por cerca de 1700 años. El planteamiento de que la guerra puede ser “justa” ha sido usado para legitimar una larga lista de conflictos brutales desde que fue articulado por Hugo Grotius y otros juristas en el siglo XVII; pero los esbozos esenciales de dicha teoría habían sido trazados desde mucho tiempo antes por pensadores religiosos como San Ambrosio y San Agustino.
La mencionada conferencia convocada por el Concejo Pontifical para la Justicia y la Paz, y Pax Christi Internacional, contó con el estímulo entusiasta del Papa Francisco, y reunió a 80 participantes provenientes de Africa, Asia, Europa, el Medio Oriente, Australia y América. Al final de la conferencia que se prolongó por tres días, el grupo encomendó al sumo pontífice escribir una encíclica con el objeto de retirar a la iglesia católica de la doctrina de la “guerra justa” y acoger un compromiso de “paz justa”, enraizando la política futura de la iglesia en el principio de la no violencia.

                                                       *** ***

Una nueva variedad de manzana genéticamente modificada fue aprobada para ser comercializada en Estados Unidos por el Departamento de Agricultura (USDA). La manzana Fuji Ártica de la empresa Okanagan Speciality Fruits ha sido modificada para que su corteza no se oscuresca al ser partida, tal como ocurre con las manzanas normales. “Compañías alimenticias y restaurantes, cultivadores de manzanas y consumidores no quieren manzanas OGM. Sin embargo, esta compañía las está introduciendo”, dijo Ken Roseboro, editor de “The Organic & Non-GMO Report. En Estados Unidos, casi el cien por ciento del maíz que se comercializa es genéticame modificado, igual que la remolacha y la soya; pero la gente que consume estos productos no tienen manera de saberlo porque no están viñetados como tales.

Visitar Joateca-Morazán: un punto de vista y reflexionar

Dic.22, 2015
LA JOYA DE EL SALVADOR[1]
                                                                                                Por SIR LUAL
“Nuestro principal propósito en esta vida es ayudar a
otros. Y si no puedes ayudarlos, al menos no les hagas daño”
  Dalai Lama
Queridos amigos, un día de tantos en
este mes de diciembre realicé un viaje que debía hacer al oriente de nuestro país,
al pintoresco lugar de Joateca, Morazán, El Salvador.  Viajaba con mi mente y corazón abiertos a
disfrutar la experiencia de lo que encontrara. 
Decidí viajar con José Pueblo de principio a final, y encontré cosas maravillosas,
así como cuadros que deben mejorarse, muchas de los cuales fueron un reto para mí,
pero especialmente un llamado a la reflexión sobre la realidad que vive nuestra
gente en este país nuestro llamado El Salvador.
El viaje se inició cuando todavía
era obscuro por la mañana. La frescura de la mañana quizás no sólo agudizó mis
oídos y mi vista, sino que tocó mi corazón y me llenó de una gran paz interior
porque luego empecé a mirar un mundo muy lleno de vida vibrante y de mucha
música en la algarabía de las personas.  Era
muy impresionante la vida pujante con que se inicia el día, un día de tantos en
el quehacer diario de nuestro pueblo, que se mueve con energía para ganar unos
“quarters” y proveer el pan para sus familias.
Encontré viento, polvo, bullicio,
amistad, ocasionales miradas furtivas; pero, sobre todo, encontré la joya más valiosa,
pero quizás no la más preciada en nuestro país: nuestra gente, nuestro pueblo,
que es el recurso más valioso, y que debería ser el más preciado con que cuenta
nuestro país.  Creo que todo aquel que se
nombre ser salvadoreño debe descubrir esa joya y hacer algo por pulirla y
hacerla brillar, en particular aquellos en posiciones de poder para tomar
decisiones que afectan a muchos.
¿Cómo podemos todos los salvadoreños
darnos cuenta de esta joya que poseemos? Me preguntaba.  La primera respuesta que a mi mente vino fue,
que cada uno debemos aligerar nuestra carga, despojándonos del egoísmo que nos
consume, dejar de pensar sólo en nosotros egoístamente, dejar de pensar en cómo
llenar más de dólares nuestros bolsillos. 
Entender profundamente que el dinero no nos hace felices, que sólo es un
medio para satisfacer necesidades mientras estamos vivos.  De ello, nada nos llevamos cuando el día de
irnos llega, y sólo nos llevamos el bien que hayamos hecho, incluso con el
dinero. Pensé con mucha tristeza de como el dinero siempre ha sido un medio que
ha corrompido fácilmente al ser humano a través de todas las edades, y El
Salvador no es la excepción.  Esta
reflexión me hizo recordar algo que escribí hace un par de años atrás: que los gobiernos están allí para promover,
crear y facilitar las condiciones para que la sociedad se desarrolle en todo
sentido y alcance su destino, el gobierno no está allí para nada más.
Pero mi conclusión final es que para
que cada uno de nosotros descubra la joya, nuestro pueblo, y contribuya a
pulirla y hacerla brillar, tiene que descubrir esa joya dentro de sí mismo
primero.  Tiene que darse cuenta que él /
ella no es una persona aislada, sino que es parte de esa misma joya, es parte
del todo, y que todos juntos conformamos esa joya. Debo admitir que esto va más
allá de superar el egoísmo personal que todos cargamos dentro solamente, sino
que es un cambio revolucionario que cada persona debe realizar en su jornada de
la vida y así aligerar su carga.  Sin
embargo, es imperante tener satisfechas nuestras necesidades básicas primero, y
facilitar de esta manera, el llevar nuestra atención hacia nosotros mismos y
descubrir nuestro propio tesoro interior.
La Mujer que sufre.
El estado de inmovilidad en el asiento
me saca de mi reflexión, tomo un poco de agua, luego intento entablar
conversación con la persona sentada a la par mía, una señora bastante joven y
muy atractiva.  Después de hablar sobre
el objetivo del viaje de cada uno, gradualmente la conversación es llevada a
asuntos más personales de nuestras vidas en particular.  Deseo aclarar que durante toda mi vida
siempre he sido más escuchador que hablador, por alguna razón las personas
tienden a confiarme o consultarme sobre asuntos muy personales.  El fondo de la historia es el de la mujer
salvadoreña, que por necesidad y/o daños psicológicos causados por el maltrato
del esposo, tolera que su pareja mantenga otras relaciones maritales, permite
golpizas, y vive bajo el sueño de abandonarlo, pero nunca lo hace porque ignora
que ella ha creado algún tipo de dependencia al problema.  ¡Caramba! Pienso, no hemos cambiado, siempre la misma historia
de nosotros los machos, que creemos que somos más machos mientras más mujeres
tengamos, que la hombría se demuestra de esa manera: pegándole a la mujer y
teniendo muchas otras.
Cuando me percato que nos acercamos
a la ciudad de Gotera, hago una pregunta a la dama,
—¿Elena, cree usted que lo que su
esposo hace, es intencionalmente para hacerle daño a usted?— 
Después de una pausa, ella
categóricamente dice,
—¡No, no creo! Su padre lo hizo
también, así que mi esposo lo lleva en la sangre, lo heredó de su padre.
—Entonces es un ciclo vicioso de
abusos. ¿Cree que haya alguna forma de cortar ese ciclo?— De igual manera Elena
categóricamente contesta:
—¡Si!  Él necesita ayuda, mucha ayuda.  Imagínese que el muy sin vergüenza ya es un
viejo que hasta pastillas toma para hacerlo, y ahora hasta tiene problemas de
presión.
—¿Acaso ya han hablado ustedes de
buscar algún tipo de ayuda, como consejería para parejas por ejemplo?
—¡Si! Ya lo hemos hablado, pero él
dice que vaya yo, que él no necesita eso.
—¿Siente usted que todavía lo ama,
aunque sea un poquitito?
—Pues, fíjese que yo creo que sí. Si
sólo dejara a la mujer, creo que todo fuera diferente.  Pero fíjese que esta es sólo una de tantas que
ha tenido, pero con esta ha durado más.
—¿Cree que se puede salvar su
matrimonio, Elena, aun con las dificultades que me dice?
—Yo creo que sí, eso es lo que yo
quisiera.
Yo tengo que dejar el bus antes que
Elena, y el punto de mi bajada se acerca. 
Así que no hay tiempo suficiente de ahondar en detalles, entonces tratando
de dar lo mejor que puedo digo:
—Mire, Elena, disculpe que diga
esto, pero creo que usted sin quererlo ha estado alimentando esa conducta de su
esposo. Usted ha estado reforzando positivamente esa conducta con cada
discusión y pleitos sobre el problema. ¿Sabe lo que es reforzar positivamente
algo?
—¡Si!  Yo sé que es eso.
 —Entonces, si siente que todavía lo ama, y
dado que usted sabe con certeza de la relación extramarital de su esposo, de
ahora en adelante le va dar vuelta a la moneda.
—¿Cómo así?
—Cuando su esposo regrese todos los
días y en todo momento del día, ponga atención a las cosas buenas que él haga, intencionalmente
haga a un lado el problema y háblele de todo lo bueno que haga o diga, aun de
pequeñas cosas, aunque parezcan insignificantes.  De esta manera usted va a reforzar
positivamente los aspectos buenos de él. 
Todo aquello que usted quiere que su esposo sea, imagíneselo, siéntalo y
véalo cómo usted quiere que él sea, y así será. En su momento oportuno, hablen
de consejería para parejas de nuevo. 
¿Cree que lo puede hacer, Elena?
¿Cree que vale la pena el esfuerzo?
—¡Uumm!  No creo que sea fácil, pero ¡Sí, lo puedo
hacer!  ¡Sí, vale la pena!— Dice ella
enfáticamente.
—¡Sí vale la pena el esfuerzo!, Elena.  Mire, a mi edad, uno se da cuenta que la vida
es corta, que el tiempo ha pasado tan rápido, y la vida se pasó sólo en
conflictos.  Cuando uno se da cuenta que está
cerca del hoyo, uno se pregunta ¡Caramba!
¿Qué es lo que he hecho con mi vida?
 
Pero estoy seguro de esto que le digo, ¡nunca! nunca es tarde para cambiar
y hacer esfuerzos encaminados a hacer cosas muy significativas en nuestras
vidas y de los demás, especialmente para aquellos que están a nuestro
alrededor.
El acercamiento es tal, que en forma
apresurada antes de abandonar el bus intercambiamos números telefónicos y nos
enviamos mensajes como confirmación ya afuera del bus.
Hacia Joateca.
En la ciudad de Gotera, cabecera
departamental del departamento de Morazán, la espera es de cuatro horas
aproximadamente, tiempo que me permite mirar a los alrededores de la parada en
donde tomaría, supuestamente, el primer bus con destino a Joateca.
Después de tomar un café en la
gasolinera cercana, preguntando encuentro la parada de buses, que no lo parece,
ya que no existe alguna estructura como techo o alguna banca para los pasajeros
que esperan.  Pasajeros bajan y suben
buses por largo cuatro horas y mi bus no viene. 
Durante este tiempo tuve oportunidad de intercambiar palabras con dos
profesores de escuela ya en vacaciones. 
Pude notar lo bien establecido que está un negocio de distribución de
granos próximo a la parada de buses. Ya es muy pasada la hora de mi bus, lo que
me parece muy extraño, cuando aparece un bus hacia mi destino.
Mi percepción es que las carreteras
hacia todos los pueblos en Morazán son asfaltadas, excepto la de Joateca, mi
destino.  Esta carretera es muy irregular
y angosta, sinuosa, subiendo, bajando y rodeando las colinas de la zona. La
calle es tan angosta que, en la mayoría de sus puntos, los vehículos deben
detenerse para dar paso a vehículos que se desplazan en dirección opuesta.  En varios puntos el bus tiene que
estacionarse debido a trabajos realizados para mejorarla por la alcaldía de
Joateca. Sin embargo, la belleza del paisaje, el olor a pino y el aire puro son
suficientes elementos naturales de la zona que atraen la atención y hacen el
viaje extremadamente placentero.
Al fin entramos por la calle
principal del pequeño y bello pueblo alrededor de las 3pm.  Pasamos el terreno baldío a nuestra derecha,
testigo de reuniones de fuerzas rebeldes en la época de la guerra civil, luego
el parque central.  El bus se detiene en
su meta, a unos 50 metros se puede ver la cuesta de la entrada a la casa de mi
destino, luego el portón, y detrás de este, a una mujer barriendo, Terencia.
Dirijo mi mirada hacia las otras tres direcciones notando la perspectiva
perfecta de las calles rectas adoquinadas.
—Creí que ya no venía, dice
Terencia.
—Pues no sé por qué, pero este bus
creo que viene atrasado.
—No, no viene atrasado, es que
perdió el primer bus.
—¡Ahh! ¿Cómo así? Si yo estuve
pendiente mirando cada bus que se detuvo en la parada, por más de cuatro horas.
—Han estado reparando un bus, dicen,
a lo mejor le quitaron los rótulos, o se fue por otro lado.
—A lo mejor, la verdad es que
gracias a Dios ya estoy aquí,
—Venga pase adelante —dice Terencia,
mientras coloca la escoba a un lado.
Después de los saludos de rigor,
Terencia me ofrece alimentos y un café delicioso preparado localmente, y
acompañado de pan hecho en casa, ‘rosquillas’. Mientras saboreamos el café, y a
pesar que en dos conversaciones telefónicas ya había adelantado un poco,
explico a Terencia brevemente las razones de mi visita a Joateca.
—Terencia, vine fin de semana porque
nos dará más oportunidad de hablar, pensé que usted está muy ocupada en su
trabajo y sus propios proyectos con la comunidad durante la semana—.  
Con su natural calma, Terencia
responde,
—Sí, es algo así don Luis, pero
vamos a tener tiempo suficiente de hablar, de eso esté seguro.
—¡Excelente!  Pero quisiera adelantarle un poco sobre mi
venida.  En primer lugar, ver cómo está
usted del problema que tratamos el año pasado.
—¡Ahh! De eso, ni señas don Luis.
—Sí, así veo, hasta rejuvenecida se
ve usted, aún más, usted me parece más delgada y energética.
—Creo que he perdido algunas libras,
pero hoy me siento un poco cansada.  He
estado ayudando a la vecina con la velación de la anciana de la casa que falleció
hace poco.
—¡Ahh! ¿Si?
—Sí, la Pelona[2] vino al pueblo y no se quiere ir, bastante gente ha muerto, quiero veeer… en los últimos cinco meses como siete personas.
—¡Huy! Eso no me gusta.
Esbozando una pequeña sonrisa Terencia
dice,
—No se preocupe que no creo que la Pelona
se quiera ir con usted., aquí se va a quedar. 
Parece que le gusta el pueblo.
…Pero a la señora vecina ya se la llevó.  Y con la velación, usted sabe cómo es aquí
cuando un familiar se muere, hay que preparar mucha comida para los visitantes,
y eso es…. Para toda la noche.
—Sí, ya recuerdo, en mi pueblo es
igual, y allá, hasta música tocan en los velorios.
—Mañana voy a madrugar para ver en
qué más puedo ayudar.
Luego, Terencia me invita a subir al
segundo nivel de una casa cuyas paredes son totalmente de roca para instalarme
allí. Luego se retira, diciendo,
—Si necesita cualquier cosa, sólo diga,
don Luis, siéntase en su casa.
—Gracias Terencia, muy amable.
Un par de horas más tarde, Terencia,
don Tulio y yo saboreamos una deliciosa cena, muy típica de la región: frijoles
fritos, huevo frito, queso, crema y tortillas de maíz tostadas. La conversación
gira alrededor de mi visita previa cuando acompañaba a mi hermano Angelino el
año anterior. En especial 
recordamos la elaboración de coronas de ciprés para llevarlas al cementerio el día siguiente, Día de los Difuntos[3].
Quisiera aprovechar para decir que
mi hermano Angelino es muy conocido no sólo en Joateca, sino en toda esa
región.  Él participó en la guerra civil
de principio a final con muchas responsabilidades.  Por respeto y seguridad a su persona, no daré
detalles sobre su valiosísima participación, pero diré que mi percepción es que
él no sólo dejó los mejores años de su juventud en la guerra, sino que salvó
muchas vidas.  Sólo agregar que es mi
percepción también que, si hubiese habido más revolucionarios de la talla de mi
hermano Angelino, otro gallo cantara en El Salvador.
La Casa de Roca.
 Después de cena regreso a la casa de roca, me
siento en un asiento de madera en la pérgola y me sumo en reflexiones.  El viento sopla fuertemente como queriendo
arrancar el techo de la casa, produciendo silbidos cuando pasa por sus
rendijas.  Disfruto el olor del aire puro
con aroma a pino. ¡Ah! Este aire es un
alimento para mí
, pienso, mientras lleno mis pulmones en toda su capacidad.
Con esta solidez es cómo debemos construir nuestra
sociedad,
pienso.  Educación,
sí, definitivamente una buena educación, sólida como esta roca, es la solución
para mejorar la calidad de vida de nuestra gente, una educación que desarrolle las
habilidades individuales necesarias y que enseñe a pensar,
reflexiono. 

Mientras me deleito mirando el horizonte en la
distancia, resaltando la belleza del bosque con diferentes matices de su verde
obscuro contrastado con el dorado de las nubes y el claro azul del cielo,
pienso, ¡Qué belleza!  Pero debajo de esas arboledas tan bellas
¿Cuántos se están yendo a sus camas con su estómago satisfecho?
Me pregunto
cuando ya algunas luces artificiales aparecen a lo lejos en medio del bosque.

Foto tomada desde la casa de Terencia en Joateca.

Foto tomada desde la casa de roca

 

Continuo con mi reflexión, en alguna parte de la vista, no muy lejos de aquí, está la frontera
con Honduras, pero no la veo.  Todo el
paraje se mira igual, la vista es uniforme. 
La verdad es que toda la zona no sólo tiene topografía y vegetación
similares, sino que raíces culturales también, una misma historia heredada de
la colonia española,
pienso.  ¿Y cómo es posible que nuestros dos países
tienen disputas limítrofes cuando deberíamos ser una sola nación fuerte en todo
Centro América?  ¿Cuál es la causa de
toda esta división? No sólo divisiones políticas, sino hasta de la familia
misma que es la base de toda sociedad.

Estoy tan sumido en mis pensamientos
que no me percato que Terencia está frente a mí, me invita al interior del
apartamento y empieza a explicar cómo usar el internet.  Explica, que es parte de su rutina diaria
chequear por noticias de su familia en el extranjero, para luego investigar
temas edificantes para ella y su comunidad. 
Gastamos alrededor de unas dos horas, antes de retirarnos a descansar,
conversando sobre diferentes tópicos mientras ella me muestra sus lugares
favoritos del web.
Es muy notorio para mí, que Terencia
ha cambiado mucho en el transcurso de un año. 
Ella posee un conocimiento muy amplio y variado de temas relacionados con
la naturaleza humana, conservación de los recursos del planeta, y, sobre todo,
de cómo servir a la comunidad.
El medio muerto
Muy fiel a su palabra, Terencia madruga el sábado a acompañar y ayudar en la velación de la señora vecina que ha fallecido el día anterior. El desayuno son tamales[4] enviados por Terencia con una amiga de la velación desde muy temprano, pero ella todavía se queda ayudando a los vecinos.
Luego más tarde, Terencia llega a
casa y mientras le acompaño a disfrutar un café muy delicioso, aprovecho para
explicar las otras dos razones de mi viaje.
—¿Cree que haya algunas personas,
aquí, que puedan interesarse en aprender algo de lo que yo sé, Terencia?
—Pues yo creo que sí, don Luis.
—Bueno, mire, mientras estaba fuera
del país, he pensado que podríamos elaborar un pequeño proyecto de
entrenamiento escalonado sobre Medicina Tradicional China, a nivel básico por
supuesto.
—¿Ah ja? Dígame más.
—Me parece que es un sueño,
Terencia, pero vale la pena intentarlo. 
Si tenemos éxito, esto traería mucho beneficio a la población de
Joateca.
Explico a Terencia mi idea de un
entrenamiento relámpago inicial y que terminaría con un entrenamiento más
formal de un año para un grupo, y de dos años para otro grupo más avanzado, a
personas que llenen requisitos básicos de educación formal.  Por supuesto cumpliendo con requerimientos
legales en el país, que habría que investigar. 
Explico que ya existe una reunión preliminar con el director de una ONG,
con la intención de que esta tome el proyecto como suyo.  La ONG proporcionaría no sólo los recursos
necesarios para el proyecto, sino que también cobertura legal y de seguridad
para los participantes.
—Me gusta la idea, don Luis.
—¿Segura que haya gente que se
interese en esto, Terencia?
—Claro que sí, don Luis.  Mire, si yo ya tengo gente organizada en
varios proyectos en la comunidad, sólo es de hablar con ellos.
—¡Excelente! No sabe cómo me alegra
esto.
Terencia recibe una llamada
telefónica, observo que ella refleja preocupación en su rostro.  Después de terminar dice,
—Don Luis, vamos a ir a caminar,
quisiera que miremos a un muchacho que no está tan bien.
—Está bien, contesto.
—Pues resulta que la historia de
este joven, Manuel, es muy triste, don Luis. 
Su madre después de la guerra emigró para USA desde donde le enviaba
dinero regularmente.  Él quedo pequeño al
cuidado de su tía, pero ahora su madre está gravemente enferma y no puede
brindarle ese apoyo, ella misma necesita ayuda. 
Manuel es ahora un muchacho como de 30 años, no tiene trabajo permanente
y ha caído en la bebida.  A veces viene
por aquí pidiendo algo de comer.  Él fue
golpeado ayer por los soldados y no está bien. 
Creo que su golpiza tiene que ver con uno de dos muchachos asesinados
recientemente.
No existe ningún médico que ejerza
en el lugar, ambulancia mucho menos, la clínica pública del lugar está cerrada,
además no abre todos días.  Prácticamente
asistencia médica es casi inexistente en Joateca.  En este momento Terencia confía en que yo
pueda hacer algo para ayudar a Manuel. 
Me siento algo incómodo por no tener la acreditación para atender pacientes,
pero al mismo tiempo qué opción tiene Manuel, quizás yo soy la única.  Por otro lado, siento el llamado interior de tratar
de ayudar a un ser humano cuando la salud pública es casi inexistente.  Pienso que, con mi entrenamiento, al menos,
bien puedo descubrir si Manuel necesitara atención médica de urgencia y talvez
trasladarlo de alguna manera al hospital de Gotera.
Como preámbulo de la golpiza de Manuel está el hecho
que en los últimos 6 meses han muerto 7 personas en el poblado, la mayoría de
muerte natural por edad, pero dos han sido jóvenes asesinados, y soldados y
policía locales investigan el asesinato de uno de ellos.  Manuel vive solo en una casita ubicada en una
colina, alejada del pueblo.  De noche, él
es visitado a veces por miembros de uno de los dos grupos del crimen
organizado.  Manuel no puede oponerse a
que le visiten por temor a represalias.
Mientras Terencia y yo caminamos por la calle
adoquinada, observo que varias veces recoge alguna basura y lo deposita en
basureros muy bien distribuidos a lo largo de la calle.  Ella como leyendo mi mente dice:
—Es que queremos mantener la ciudad limpia.  Mire, los basureros son producto de un
proyecto con ese fin, pero hay que educar a la gente.
—¿Y qué más hacen para lograr ese propósito,
Terencia?
—Pues también se le paga a una persona para que recoja
la basura de la ciudad. Pero como viene gente de todas partes,…
—¿Y qué le parece si utilizan la radio para hacer una
campaña de educación sobre saneamiento? De esa manera talvez varias alcaldías
del área podrían pagar una cuña en la radio por un tiempo, y abarcar varias
ciudades.  La gente escucha la radio,
bien podría funcionarles.
—¡Sí!, podríamos intentar eso.
Ya fuera de la ciudad, caminamos cuesta arriba en una
calle polvosa, yo miro hacia todos lados tratando de reconocer el lugar,
Terencia dice,
—No, ustedes no caminaron por aquí el año pasado,
ustedes caminaron por aquella otra calle, señalando con su mano.
—¡Ah! Eso explica, esta calle me parece desconocida.
Llama mucho mi atención como todas las personas que
encontramos nos saludan con una sonrisa y muestras de mucho respeto. Además, es
obvio que Terencia es muy conocida en la región. 
Después de unos 30 minutos, nos detenemos frente a una
casa con puertas de hierro.  Terencia
toca a la puerta, una señora de mediana edad la abre.
—Buenos días doña Marcelina —dice Terencia—, ¿ya está
Manuel aquí?
—Pues todavía no, siéntense por favor.  Ya mandaremos a hablarle que venga.
Observo a una mujer joven que lava ropa en un lavadero
de cemento, y una niña como de cinco años que anda cerca de ella, quien observa
atentamente a los visitantes. Un niño tierno empieza a llorar en un cuarto
contiguo, la mujer joven camina a atenderle.  Terencia continua,
—Queremos ver cómo está Manuel.  Este señor, aquí, es como médico y hemos
venido para ayudarle. ¿Y qué es lo que pasó doña Marcelina?—, pregunta Terencia.
—Pues lo encontraron tirado como muerto en el
monte.  Él, cuenta que los soldados lo
golpearon, y si la policía no llega quizás lo matan.  Mirá
Jacinta, andá decile a Manuel que venga, que aquí está Terencia que quiere
verlo
—.  Doña Marcelina es la tía quien había cuidado a Manuel
desde su infancia después de la ausencia de su madre.
—Pues la Pelona anda merodeando por aquí doña
Marcelina. Mire cuanto muerto en poco tiempo. 
Y dicen que la María está agonizando aquí cerquita.  Ayer murió mi vecina —dice Terencia. Luego continúa.
…Pero yo ya le dije al señor aquí que no se preocupe,
que la Pelona no lo va a seguir cuando él se vaya, la Pelona se quedará aquí.
Manuel, de alta estatura, tés obscura, cabello negro revuelto
y sucio, algo encorvado, entra a la casa con señales obvias de dolor en su
cara.  Se observa pálido y muy
cansando.  Terencia le pide que se
siente, que se quite la camisa para examinarlo.
Nuestro temor es que Manuel tenga alguna costilla
fracturada y/o daños internos como resultado de los golpes.  Yo no soy médico de profesión, pero mi
entrenamiento está relacionado con salud y tengo conocimiento bastante acertado
de la anatomía del cuerpo humano.  Así, procedo
a examinar a Manuel empezando por su caja torácica, palpando suavemente reviso costilla
por costilla, más respiraciones profundas, movimientos de brazos, movimientos
con resistencia, etc.  Manuel siempre insiste
en señalar un área muy dolorosa en el pecho al lado izquierdo.  Personalmente estoy interesado también en
escuchar la versión de Manuel sobre el incidente.
—¿Y qué es lo que pasó Manuel? Pregunto mientras lo examinaba.
—Los soldados me tiraron al suelo y me daban patadas
en el pecho, aquí mire, eran siete.  Me
daban con las puntas de las botas, y me ponían los pies en el pecho.  Creen que soy de las maras, querían que les
dijera quien mató al último muerto.  Y si
la policía no viene, seguro que me matan.
Noto que Manuel describe este hecho en forma
repetitiva, así como el hecho de no tener dinero.
—¿Y qué has comido Manuel? —Pregunta Terencia.
—¡Nada!, pero estoy cociendo unos frijoles. Pero sin cinco[5] en mi bolsa, no puedo comprar nada, sólo logré conseguir un poquito de manteca para los frijoles.
—¿Y has tomado algo para el dolor?
—¡Si! Conseguí unas perlas para que me saquen el
aire, que es lo que me da el dolor.
Yo espero encontrar moretes en el área de los golpes,
pero Manuel no muestra alguna marca en la piel, ni dolor al hacer respiraciones
profundas, mueve sus brazos sin causar dolor. 
Hay dolor solamente al presionar un poco en el pecho por el lado
izquierdo.  Me parece que hay algo que no
cuadra con la historia.
Aun así, como un procedimiento de rutina, es de enviar
a Manuel a tener exploraciones del pecho como rayos x.  Pero el lugar no ofrece las condiciones y él
no parece estar tan mal.  Entonces
sugiero a Terencia la posibilidad de obtener algún analgésico y
antiinflamatorio para Manuel, asegurarse que coma algo nutritivo y descanse, y
mantenerlo bajo observación continua por un día.  Y que, si el dolor no disminuye, o empeora,
habría que trasladarlo al hospital más cercano.
Terencia está de acuerdo con el procedimiento a
seguir.  Doña Marcelina estaría pendiente
de Manuel y asegurarse que comiera mejor. 
Más tarde el mismo día, Terencia obtiene los analgésicos y los hace
llegar a Doña Marcelina para ser entregados a Manuel.  Durante el día siguiente puedo observar como
Terencia hace muchas llamadas telefónicas indagando el estado de Manuel, quien
ha mejorado.  Además, nos enteramos que María
ha fallecido en la madrugada.
Mientras Terencia ultima detalles con Doña Marcelina,
yo espero en la sala de la casa.  Observo
que las paredes están decoradas con muchas fotos de personas de diferentes
edades, desde niños, boda, hasta personas de la tercera edad.  Me llama la atención que la niña de cinco años
viene, se acerca, me toma la mano y empieza a darme un tour por la sala
mientras me explica quiénes son todas las personas en las fotos.  Luego me saca a la calle polvosa y empieza a
mencionar, señalando con su dedo, quienes son sus vecinos.  Dentro de la conversación, hago énfasis en que,
al sólo poder, ella debe asistir a la escuela.
Terencia y yo caminamos de regreso al pueblo en
silencio, pensando en el evento.
De repente Terencia dice:
—A esa muchacha le fue mal, sólo le pegaron esos dos
niños y la dejaron.  No es hija de Doña
Marcelina, ella la recogió porque no tiene quien por ella.
—¿Ah sí?  Otro caso más, una víctima más, pienso,
agregando más material a mis reflexiones. 
El caso de Manuel ha de ser un caso entre muchos a lo largo de nuestro
territorio.  Casos que golpean la
conciencia, especialmente cuando los derechos básicos de respeto a la dignidad
del ser humano son pisoteados, disque investigando un crimen.  ¿Cuántos
siglos serán necesarios para que se dé el cambio de conciencia necesario y el
individuo sea tratado con respeto, aunque este haya violado alguna ley del
hombre?
  Pienso.
Por otro lado, siento mucha tristeza al palpar
directamente no solamente la falta de servicios de salud para nuestra gente
desposeída, sino el estado de pobreza que va más allá de lo material para muchos,
como es el caso de Manuel.  Me preocupa
su estado de soledad en su choza y lo expreso a Terencia, indicando que había
que estar muy pendiente de ese muchacho. 
Mi temor es que en un momento de desesperación hasta intente
suicidarse.  Él no tiene nada que perder,
está en un estado de extrema pobreza y abandono en unos de los lugares más
remotos del país.  Siquiera se pudiera desarrollar algún proyecto para ayudar a personas
como Manuel,
pienso. Y este punto lo hablamos varias veces con Terencia,
quien es un líder de la comunidad.  Un proyecto, pienso, que ofreciera alternativas a todos en el lugar, algún tipo de
entrenamiento para desarrollar
habilidades
que permita, a los jóvenes en especial, obtener alguna ocupación permanente que
les permitiera levantar su autoestima, el deseo de vivir, y la satisfacción de
ganarse el sustento propio.
 
El cuadro viviente que yo acabo de
presenciar me permite comprender la razón por la cual Terencia está tan
interesada en ayudar especialmente a los jóvenes de la zona.  “…es que los jóvenes tienen un gran
potencial, don Luis, sólo hay que darse cuenta de eso, y ofrecerles la
oportunidad de desarrollar ese potencial. 
Lo que ellos necesitan es dirección nada más …, es una lástima grande
que ellos no tienen el apoyo que necesitan, y mire, lo que pasa…”; enfatiza
ella, como refiriéndose al caso de Manuel.
Algo muy notable en los residentes
de Joateca es su capacidad de sonreír aun a un desconocido como yo y saludar a
todo aquel que encuentran en su camino. 
Y lo hacen genuinamente con mucho respeto.  Pero lo más notable es su capacidad de
compartir, comparten entre los vecinos lo que tienen, un limón, frijoles, entre
otras cosas de sus huertos caseros. 
Estos son elementos de una verdadera calidad humana de personas viviendo
en comunidad.  Qué maravilloso sería que
estas cualidades humanas se extendieran a otras partes de nuestro país y aun en
todo el mundo.

[1] Deseo hacer notar que las
siguientes líneas fueron motivadas por mi sobrino Angelino, hijo de mi hermano
Angelino.  Durante mi viaje, que se narra
aquí, él estaba muy pendiente de mi persona. 
En varias ocasiones me hablaba por teléfono y decía,
—¿Cómo le va tío?
Espontáneamente
yo narraba las experiencias del viaje, a lo que él respondía,
—¡Tío! Debería escribir eso hombre, así como me lo está diciendo, está muy
bonito.
Así
que, con mucho cariño, esta historia la dedico a mi sobrino Angelino.
[2] La Pelona es un nombre
popular dado al ángel de la muerte.
[3][3] Día de los Difuntos es una
tradición muy celebrada en todos los países del mundo hispano.
[4] Es un alimento tradicional de
origen Maya, preparado con harina de maíz, carne de pollo, y envuelto en hojas de
guineo.  Según la creatividad de quien
los hace, otros ingredientes pueden ser agregados.
[5] Queriendo decir que él no tiene
dinero.

El Lodo Santo

El Santuario de Chimayó (imagen tomada de Wikipedia).


Cada año aproximadamente 300,000
personas peregrinas cristianas visitan una pequeña iglesia situada en una zona
remota del norte de la ciudad de Santa Fe, Nuevo México, en Estados Unidos.
Dentro de la iglesia, en una pequeña habitación cercana a la capilla, está un
pozo lleno de lodo. Muchos de los peregrinos creen que este lodo tiene poderes
curativos milagrosos. Se lo untan en sus cuerpos, e incluso a veces se lo comen,
con la esperanza de ser curados de sus dolencias. En otra sala en la iglesia se
encuentran numerosos aparatos ortopédicos, muletas y otros objetos
supuestamente dejados por las personas que fueron sanadas por el barro.


La iglesia, que lleva el
nombre de
Nuestro Señor de Esquipulas, se encuentra en el pueblo de Chimayó,
Nuevo México. Atrae más visitantes que cualquier otro centro de peregrinación
católica en los Estados Unidos, y fue designada Monumento Histórico Nacional en
1970. Para llegar a ella, algunos peregrinos siguen una costumbre tradicional
de andar a pie todo el camino desde la ciudad de Albuquerque, una distancia de unas
90 millas (150 kilómetros).


Muchos de los peregrinos cogen
un poco del barro para llevarlo cuando se van y lo dan a las amistades o familiares
que no pudieron hacer el viaje. A veces se supone que este lodo retirado es
sustituido con lodo nuevo que brota de lo más profundo del suelo. En realidad,
el agujero se rellena cada noche con tierra extraída de las laderas cercanas,
un hecho que no se publicita. Esta tierra transportada totaliza alrededor de 25
toneladas por año.

 (Traducido por Baneste, del libro Weird Beliefs, del autor Barry Wilson).

La Celebración del Día 12 de Octubre



Imagen tomada de Christopher
Columbus and The New World
of his Discovery, de Filson Young

Han transcurrido más de 500 años desde que el navegante europeo, de origen
italiano, Cristóbal Colón, inesperadamente se encontró —en su búsqueda de una
ruta alterna a la India— con un continente desconocido, la mañana del viernes
12 de octubre de 1492. Un suceso no planeado, ni siquiera soñado, por la
imaginación del navegante genovés, le ha conferido desde entonces un pedestal
inmerecido en la historia escrita por los exaltadores de un heroísmo mal
concebido, en la que subyace, casi imperceptible, una elegíaca aclamación de
una supuesta supremacía racial. Pero el tiempo se ha encargado de ir poniendo
al descubierto los verdaderos motivos, las reales circunstancias, y la
personalidad verdadera de quien los europeos colonialistas, y particularmente
los españoles, consideran un gran símbolo de su espíritu expansionista y
carácter
subyugador y opresivo.




Desde inicios del siglo XX, a partir de 1913 para ser exacto, ha
habido muchísimos desfiles, incontables discursos y numerosas estatuas
conmemorando a Cristóbal Colón, junto a lo cual se ha venido desarrollando un
replanteamiento crítico de su vida y su legado. Este replanteamiento ha
provocado que la celebración del 12 de octubre haya cambiado de nombre y hasta
de motivo en la mayoría de países, aunque en algunos la nueva denominación
todavía rememora la supuesta supremacía ibérica. Y no pudo ser nadie más que un
español quien se inventó la celebración de ese día nefasto para los pueblos
aborígenes que poblaban el continente americano antes de la llegada de los
ibéricos. La denominación fue creada en 1913 por el ex ministro español
Faustino Rodríguez-San Pedro, como Presidente de la Unión Ibero-Americana,
quien pensó en una celebración que «uniese» a España y lo que ellos
llaman Iberoamérica, escogiendo el día 12 de octubre, habiéndose celebrado por
primera vez en 1914 como «Fiesta de la Raza», y pasándose a llamar
«Día de la Raza» desde 1915. Y a partir de entonces, esta celebración
absurda como muchas otras, ha cambiado de nombre en varios lugares, incluyendo
El Salvador, en donde actualmente se le llama «Día de la Hispanidad»,
siempre resaltando el elemento españolizante de la celebración; aunque en
algunos países como Nicaragua, en donde se conoce como «Día de la
Resistencia Indígena», lo que se pretende celebrar es el único aspecto
memorable del histórico suceso, ya que ninguna raza celebra genocidios. Desde
la década de 1970, la vida y el legado de Cristóbal Colón han sido examinados más
críticamente por académicos y  público en
general, y los sentimientos encontrados ahora asociados con el día así lo reflejan.
Según el historiador Mateo Dennis, en un periodo de 50 años, a partir de 1492,
las Antillas Mayores y las Bahamas vieron su población reducida, de un estimado
de millones de personas, a alrededor de 500; una estadística extremadamente
impactante.




Curiosamente, el «descubrimiento» de América también se
celebra en Estados Unidos, un país anglosajón que por lo general solamente conmemora héroes
anglosajones; llamándosele a esta celebración «Columbus Day» («Día de Cristóbal Colón»). Y los
impulsores de esta festividad no fueron los integrantes de la mayoría de
descendientes ingleses, ni minorías ibéricas, ni mucho menos los abatidos
pueblos aborígenes. Fue la comunidad italiana, que con la implantación de esta
celebración buscaba sacudirse la discriminación religiosa y étnica de que era
objeto por parte de la mayoritaria comunidad anglo, que consideraba a la gente
italiana inferior en la época de principios del siglo XVIII.




Hasta mediados de la década de 1700, Cristóbal Colón no era muy
conocido entre la mayoría de estadounidenses. Esto comenzó a cambiar a finales
de 1700, después de que Estados Unidos se independizara de Gran Bretaña. El
nombre «Columbia» se convirtió en un sinónimo de los Estados
Unidos, siendo el nombre que pasó a ser utilizado para identificar
diversos hitos de la nación recién establecida, tales como el Distrito de
Columbia, la Universidad de Columbia y el río Columbia. La primera
conmemoración oficial en Estados Unidos del viaje de Colón se produjo en 1892,
cuando el entonces presidente Benjamín Harrison se convirtió en el primer
mandatario en convocar una celebración nacional del «Día de la Raza»,
en honor a los 400 años del «descubrimiento» de América. Pero fue
hasta 1934 que se convirtió en fiesta federal, durante la administración de Franklin
Roosevelt, y en 1970 el Congreso declaró que a partir de entonces, sería el segundo lunes de octubre.



Ahora muchas personas entienden ampliamente
que Colón era un saqueador y asesino, cuyas expediciones condujeron a la
esclavitud, la masacre, la explotación sexual y la eventual aniquilación de la
población taína; y que sus ataques iniciales contra los arahuacos y lucayos,
junto al robo de sus tierras, fueron la base para el mayor genocidio que
registra la memoria humana.




Al resaltar el legado de Cristóbal Colón
como algo digno de admirar o históricamente correcto, y negando de esa manera
los verdaderos legados y la historia de los pueblos indígenas, los grupos
dominantes promueven una cultura para borrar la memoria. Los defensores de la conquista
han continuado borrando a los pueblos originarios de la historia de este
continente, con el fin de mantener una mitología que representa a los primeros
colonos como individuos valientes y emprendedores, que establecieron una nueva
frontera en la búsqueda de la libertad. Esta representación ficticia de la
colonización es racista, y totalmente falsa, y sin embargo, se perpetúa
continuamente con el fin de mantener el poder estructural de la supremacía
blanca.

Algunos Datos Falsos sobre la Salud

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Por Baneste
En Estados Unidos, el consumo cotidiano es influenciado en gran
medida por los resultados de investigaciones o estudios que resaltan las
ventajas o beneficios de determinados productos. Y esto permanece invariable
por mucho tiempo, hasta que otra investigación refuta o demerita los resultados
anteriores, con frecuencia favoreciendo otro producto. Hasta hace no mucho
tiempo se desconocía que los financistas de los «científicos» que
desarrollan estas tendenciosas investigaciones son las ultra ricas e influyentes
corporaciones que producen, fabrican y/o comercializan los productos
investigados, con el objetivo craso de aumentar sus ventas, y por ende, sus
ganancias. Así tenemos que —aunque resulte difícil de creer— en el pasado hubo
estudios que destacaban las ventajas de fumar cigarrillos, e incluso en la
actualidad todavía se encuentran elaboraciones resaltando los
«beneficios» de fumar, generando, entre otras, la falsa creencia de
que este dañino hábito ayuda a perder peso, especialmente entre personas del sexo
femenino.

En su edición en línea del 12 de septiembre de 2016, el periódico
estadounidense The New York Times,
publicó un artículo que detalla de qué manera en 1967, la Fundación de Investigación del Azúcar, conocida actualmente como Asociación del Azúcar, pagó el equivalente de $50,000 en dólares actuales, a tres investigadores de Harvard para publicar
informes minimizando el impacto del consumo de azúcar en la salud del corazón,
y en su lugar culpar de ello a las grasas saturadas. Los resultados de ese
estudio, y de otros semejantes, determinaron durante más de 50 años las
directrices  nutricionales de muchas
personas norteamericanas (particularmente las que se consideran «mejor
informadas»), quienes siguieron la recomendación de limitar la ingestión
diaria de grasas y reemplazar sus calorías con las provenientes de
carbohidratos, incluyendo las de azúcares refinados. No obstante, la evidencia
más reciente establece que los carbohidratos, especialmente los azúcares
refinados, son los responsables de las dolencias de salud más importantes en
Estados Unidos. De acuerdo con datos disponibles, la persona estadounidense
promedio consume alrededor de 22 cucharaditas de azúcar por día, más del doble
de la cantidad diaria recomendada por la FDA (Food and Drug Administration),  y cuatro veces más de lo recomendado por la
Organización Mundial de la Salud, OMS.
Ahora se sabe que el exceso de azúcar provoca el aumento de peso, la caries y
la diabetes. Los estudios demuestran que el consumo excesivo de este producto
impacta negativamente la memoria y la presión arterial, y contribuye a una
variedad de enfermedades, incluyendo el cáncer del páncreas, la obesidad y la
enfermedad de hígado graso no alcohólico.

Otro de los derivados de la manipulación que la industria de
productos azucarados ha hecho de la investigación  científica, fue la generalización del
cuento de que «la grasa es mala»; creencia en la que todavía mucha
gente basa sus dietas alimentarias; aunque en el año 2014, un análisis
presentado en la revista Annals of Internal Medicine, concluyó que había poca
evidencia para respaldar una dieta baja en grasa. En 1977, las Directrices Dietéticas sugirieron
enfáticamente a la población estadounidense seguir una dieta «saludable
para el corazón», baja en grasas, provocando con ello que los fabricantes
de alimentos eliminasen los contenidos de grasa en sus productos y
reemplazarlos con azúcar, lo que degeneró en el aumento de la obesidad en Estados
Unidos. Hoy en día, las Directrices
Dietéticas
(que son emitidas cada 5 años), recomiendan consumir menos del
10 por ciento de las calorías a partir de azúcares añadidos; pero también
sugieren consumir menos del 10 por ciento de calorías diarias provenientes de
grasas saturadas.

El progresivo aumento de la obesidad entre la población
norteamericana trajo consigo la generalización de otro tipo de negocios, que
artificiosamente explotan la necesidad de la gente de estar en forma; tal es el
caso de los múltiples y diversos «programas para perder peso», la
mayoría de los cuales están basados en rigurosos como variados regímenes de
ejercicio. La influencia de éstos ha sido tan penetrante que muchísimas
personas firmemente creen que el ejercicio intenso puede mitigar una dieta
deficiente. Y aunque está comprobado que el 
ejercicio físico conlleva una cantidad de beneficios para la salud, desde
la reducción del estrés hasta el aumento de la función inmune, por sí solo no
ayuda a perder peso, puesto que solamente representa del 10 al 30 por ciento de
gasto de energía, y comparativamente, el proceso de digestión de los alimentos
representa alrededor del 10 por ciento. Esto obviamente no significa que no
sea necesario ejercitar; al contrario, aunque por sí solo el ejercicio no sirve
para bajar de peso, ayuda a controlarlo, además de reducir significativamente
el riesgo de enfermedad cardiovascular y reduce la grasa visceral que se
acumula alrededor de los órganos vinculada a la enfermedad coronaria, la
depresión y la disfuncionalidad sexual, entre otros.

Otra tendencia de consumo bastante generalizada debido a la
desinformación sobre el cuidado de la salud, es la relacionada con la creencia
en los supuestos beneficios de las llamadas «desintoxicaciones» o
«limpiezas» del aparato digestivo, de modo que los productos
recomendados para tal propósito, son de los más caros que se encuentran en los
estantes de la farmacias tradicionales y alternativas. La propaganda de estos
innecesarios «limpiadores» del sistema vocifera que el consumirlos
hace que el cuerpo expulse todas las toxinas, adelgazan el abdomen, revitalizan
la piel y elevan los niveles de energía. Pero de acuerdo con Elizabeth
Applegate, profesora de la Universidad de California en Davis, «el
concepto de limpieza en su conjunto es tonto.» Una dieta de jugos de
limpiar en realidad solamente hace despedir peso del agua. «El cuerpo no
necesita ninguna ayuda para deshacerse de los compuestos que no quiere. Para eso
están su hígado y sus riñones», dijo Applegate.

En esta misma línea de observación, referente a los datos no
verídicos sobre la salud, ocupa un lugar destacado la creencia bastante
arraigada de que tomar vitaminas hace más saludable a quien las consume con
regularidad. A la base de esta popularizada creencia está el despliegue
propagandístico de la industria de suplementos dietéticos, negocio que genera
$19 billones de dólares al año, pregonando de manera incesante la necesidad de
suplir el valor diario recomendado de vitaminas en forma de píldora; pero el
consenso general entre los expertos en nutrición es que grandes dosis
vitamínicas puede resultar perjudicial para la salud, y que los suplementos
dietéticos nunca podrán sustituir una dieta deficiente. Sin embargo, es
necesario realzar que ciertos grupos poblacionales pueden beneficiarse con el
consumo adecuado de suplementos; tal es el caso de las personas mayores de 50
años, quienes deben reforzar su ingesta diaria de calcio para protegerse de la
osteoporosis, teniendo en cuenta que un vaso de leche sólo contiene alrededor
de 300 miligramos, y los expertos sugieren que deberían obtenerse 1,200
miligramos de calcio por día.

Siendo estos solamente algunos de los más conocidos datos falsos
sobre la salud, es imperativo, al momento de decidir sobre líneas a seguir con
respecto a la misma, tratar de averiguar la fuente de las investigaciones, y de
ser posible, los financiadores, porque así se nos revela las probables
intenciones de esos «estudios», cuya finalidad no es otra que
promover el consumo de determinado producto.

Resumen de la obra «La Duquesa de Malfi»

Resumen breve de la obra literaria La Duquesa de Malfi, del dramaturgo inglés de la época jacobina John Webster.


Por Esteban Balmore Cruz

Autor: John Webster (1580-1638)
Tipo de Obra: Drama
Género: Tragedia
Ubicación: Italia, siglo XVI
Estreno: 1613
Personajes principales:
Giovanna, duquesa de Malfi, de firmes convicciones e indoblegable
carácter.
Antonio Bologna, segundo esposo de la duquesa.
Fernando, duque de Calabria, hermano gemelo de Giovanna, lunático y
furibundo.
El cardenal, otro hermano de la duquesa, corrupto y desalmado.
Daniel de Bosola, enigmático personaje, empleado
como espía, calculador y frío, resentido y cínico, verdugo de los hermanos.
Delio, cortesano, amigo entrañable de Antonio.
Cariola, sirvienta fiel de la duquesa Giovanna.
Castracio, viejo elemento de la “nobleza”, casado con Julia, una
mujer mucho más joven que él.
Marqués de Pescara, un cortesano.
Conde Malateste, frecuentador de la corte del cardenal.
Julia, esposa de Castracio y amante secreta del cardenal.

Resumen breve



Viuda, pero aún joven y atractiva, la duquesa
de Malfi decide casarse a escondidas con el administrador de su hacienda,
Antonio Bologna, un hombre honesto y eficiente, aunque de origen pobre; siendo
este hecho del conocimiento únicamente de su fiel sirvienta, Cariola.  El motivo del secreto de esta unión es la
férrea oposición que la
 duquesa enfrenta por
parte de sus dos hermanos, un cardenal radicado en Roma, y Fernando, duque de
Calabria, quienes amenazadoramente le habían exigido no casarse otra vez, ya
que secretamente planeaban heredar el título y propiedades de la dama, y no
deseaban emparentar su familia con alguien que ellos consideraban de clase
inferior. Para estar al tanto de los movimientos de ella, el duque se las
ingenia para infiltrar en su residencia un espía, el enigmático Daniel de Bosola,
como jefe de la caballeriza.

Un
hijo nació de esa unión oculta, y el feliz padre desafortunadamente escribió el
horóscopo del natalicio según la costumbre antigua, siguiendo las reglas de la
astrología, extraviando el manuscrito, que fue encontrado por Bosola, quien de
ese modo supo sobre el hijo de la duquesa, enviando de inmediato una carta a
Roma para informar a los hermanos. El duque enfurecido juró que sólo la sangre de
su hermana podría saciar su ira y amenazó con que una vez que supiera con
certeza quién era el amante, estaría satisfecho solamente con la ruina completa
de ella.

Pasó
el tiempo y la duquesa procreó con su esposo dos hijos más, un segundo varón y
una hembra. Antonio, habiéndole confiado a su amigo Delio los detalles de su
relación, le confesó a éste que estaba preocupado porque el duque Fernando se mostraba
muy tranquilo al respecto, y porque los habitantes de Malfi, no estando
informados del matrimonio de la duquesa, la llamaban “ramera”. El duque  había llegado a Malfi para proponerle a su
hermana al conde Malateste como segundo esposo, pero ella rechazó la
proposición. Entretanto, Bosola no había podido descubrir quién era el padre de
los  hijos de la duquesa.

Impaciente
con su espía, Fernando decidió seguir un rumbo más intrépido, determinando
entrar a la estancia privada de la duquesa para forzar una confesión de ella. Y
esa noche, utilizando una llave que Bosola había conseguido furtivamente, el
duque entró a su dormitorio, y bajo amenazas, ella confesó su segundo
matrimonio, pero no reveló la identidad de su esposo. Después que el duque hubo
salido de la habitación, ella llamó a Antonio y Cariola, y juntos planearon la
huida de su esposo  antes de que el
secreto fuera del conocimiento de sus hermanos. El plan consistía en hacer creer
a los demás que Antonio había malversado finanzas, por lo que debía ser
expulsado de Malfi, con el objeto de proteger la vida de ambos.

La
duquesa, en presencia de Bosola y los oficiales de su guardia, acusó a Antonio
de malversación y lo desterró, y él salió rumbo a Ancona, donde habían planeado
que su esposa, hijos y Cariola, se le unirían más tarde. En una conversación posterior
con la duquesa, el engañado Bosola confirmó su convicción en la honradez de
Antonio, logrando con esto que ella le confiara el secreto de su matrimonio, al
mismo tiempo que le pidió llevar joyas y dinero a su marido en Ancona. El
espía, en tanto, le aconsejó hacer su salida de la corte hacia Ancona más
decente, viajando por el Santuario de Loreto, para que la huida pareciera una
peregrinación religiosa; luego de lo cual él viajó de inmediato a Roma, donde reveló
los planes de Antonio y la duquesa al duque Fernando y el cardenal. Haciendo
uso de su poderosa influencia, el maléfico prelado arregló el destierro de los
fugitivos de Ancona.

Regresando
de Roma, Bosola se reunió con la desafortunada pareja cerca de Loreto, trayendo
una carta del duque Fernando en la que requería que Antonio se presentara ante
él, en vista de que ya era de su conocimiento lo del matrimonio; pero Antonio
se negó, y en vez de viajar a Roma, escapó llevándose a su hijo mayor a la
ciudad de Milán. Después de esto, Bosola condujo a la duquesa (junto con sus otros
dos hijos y sirvienta) de regreso a su palacio en Malfi,  en calidad de prisionera, por orden del lunático
Fernando.

En
duque visitó otra vez a su acongojada hermana en la penumbra de su cámara, poniéndole
en sus manos lo que en apariencia era la mano de un muerto, como queriendo
implicar que era del cadáver de Antonio. Más tarde, Bosola, siguiendo
instrucciones de su desquiciado jefe, ingresó a la habitación y estranguló a la
duquesa, quien recibió su muerte con dignidad y resignación. También Cariola y
los niños fueron estrangulados. Después del grotesco hecho, Bosola exigió al duque
Fernando su recompensa, pero éste, de manera sarcástica le contestó que la
única recompensa por un crimen era el perdón.

Después
de algún tiempo, en Milán, Antonio planeó visitar durante la noche en su
aposento al cardenal, para intentar una reconciliación con ambos hermanos, habiendo
escogido acercarse al cardenal porque era de su conocimiento que el duque
Fernando había enloquecido después de haber causado el asesinato de la duquesa,
desconociendo que el jerarca religioso había ordenado a Bosola esa misma tarde
para buscarlo y asesinarlo, dado que ya era conocido que él se ocultaba en
Milán. No obstante, durante el encuentro en que el cardenal había ordenado la
búsqueda y asesinato de Antonio, Bosola acusó al cardenal de haber diseñado el
asesinato de la duquesa y pidió su recompensa; pero la recompensa le fue negada,
y el espía había determinado firmemente en su interior unir fuerzas con Antonio
para vengar la muerte de Giovanna.

Pero
esa fatídica noche todos los planes se malograron. En la oscuridad Bosola
accidentalmente asesinó a Antonio, pensando que era el cardenal. Pero momentos
después el burlado espía apuñaló al cardenal, dándole muerte; y él, a su vez,
fue apuñalado por el duque Fernando, quien se había precipitado en la habitación.
En su agonía, haciendo su último esfuerzo, Bosola acuchilló al duque y ambos
murieron. Los guardias irrumpieron en los aposentos para descubrir los cadáveres,
y en la confusión de lo sucedido, un cortesano trajo al joven hijo de la
duquesa de Malfi y Antonio, el único sobreviviente de la familia que había sido
llevado a Milán por su fallecido padre, y fue proclamado en el acto el nuevo gobernante
y dueño de las tierras y otros bienes que habían pertenecido a su desdichada madre
y sus ambiciosos y despiadaos tíos.

Información sobre Software Libre (Parte 1)

Es muy difícil comprender en forma cabal la importancia y proyección del Software Libre sin antes entender qué es el software, cómo se desarrolla y su rol dentro de los sistemas de procesamiento de datos. Para esto necesitamos explorar conceptos básicos vinculados a la informática, tales como tecnología, programa, código fuente y código objeto.

La
computadora

Por mucho que se hable de “dispositivos
inteligentes”, pocas cosas hay más tontas que el procesador de una computadora.

Si vamos a su esencia, un procesador
elemental sólo sabe manejarse con un alfabeto de dos letras (”0” y “1”) y dadas
dos “letras” de este alfabeto, calcular su suma. Por lo general, las
computadoras no operan sobre “letras” individuales (llamadas “bits”), sino
sobre palabras de ocho letras, llamadas “bytes”, por ejemplo “01100101”. Hay un
total de 256 palabras distintas que 
pueden escribir con ocho bits. Estas 256 palabras que, si las
interpretamos como números binarios, representan los números del cero al 255,
constituyen el vocabulario completo de la computadora.

¿Cómo es posible que con sólo 256 palabras
en su vocabulario una computadora pueda hacer tantas cosas? ¿Cómo es posible
que sólo sumando pueda hacer cálculos complejos?

El secreto está en que la computadora es
programable. La computadora sabe obedecer órdenes, y tiene la capacidad de
ejecutar millones de instrucciones en un solo segundo, ejecutando operaciones
sobre los millones de bytes que constituyen su memoria. Combinando instrucciones,
podemos escribir programas que combinen e interpreten las palabras almacenadas
en la memoria de distinta manera de acuerdo al contexto: como cada una de las
letras de este texto, como números, o notas musicales, o colores. Enviando los
datos de la manera adecuada a una pantalla, una impresora o una tarjeta de
sonido, el programa puede impresionar nuestros sentidos. Aceptando datos desde
el teclado y el ratón, puede responder a nuestros comandos.

Las computadoras son dispositivos de
propósito general, a las que podemos configurar para cumplir tareas
específicas: imprimir documentos, tocar música, mostrar videos, interconectar
redes, por sí mismas son incapaces de realizar ninguna. Para ello, necesitan
que alguien les provea instrucciones detalladas acerca de cómo interpretar la
información y cómo comunicarse con el usuario. Un programa es un conjunto de
instrucciones para la computadora, que le permite llevar adelante una tarea
específica. Ese programa se escribe, como se escribe este texto o cualquier
relato. Los encargados de escribir esos textos son los programadores, que
dominan un determinado lenguaje de programación para realizar esta tarea, como
nosotros dominamos el español, su gramática y su sintaxis para construir este
texto.

¿Qué es el código fuente?

El
programa

Para que el “milagro” de hacer tantas cosas
con un lenguaje de sólo 256 palabras sea posible, es necesario darle
instrucciones precisas al procesador de la computadora, indicarle paso a paso
qué hacer con esos unos y ceros, combinados en palabras de ocho letras.
Un buen ejemplo de lo complejo que esto
puede ser, es el cuento “Instrucciones para subir una escalera” de Julio
Cortázar.

“Para
subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la
derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones
cabe exacta mente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que
para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda
(también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y
llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo
peldaño…”
 
(Julio Cortázar).

En realidad, por detalladas que suenen las
instrucciones de Julio Cortázar, una computadora que intentara seguirlas las
encontraría exasperantemente abstractas. Aún si dejáramos de lado el detalle de
que “levantar” no tiene sentido sin antes ponernos de acuerdo dónde es
“arriba”, y suponiendo que sabemos qué es un “pie”, una simple instrucción como
“levantar el pie” deja a la computadora fuera de combate. Hay que levantarlo,
sí, ¿pero cómo? Más acertado sería enumerar las articulaciones de la pierna que
deben moverse, y especificar a qué ángulo deben flexionarse en cada instante
del tiempo, pero esto tampoco sería suficientemente detallado. Lo que en
realidad hay que describir es el detalle de los impulsos nerviosos que hay que
enviarle a cuáles músculos… con menos de esto, la máquina no sabría por dónde
empezar.

Eso sí: provista con instrucciones
suficientemente detalladas, la computadora las cumple rápidamente y sin
cuestionarlas. Si las instrucciones contienen alguna equivocación que la llevan
a patear la escalera hasta convertirla en astillas (o, si es una escalera dura,
hasta destrozar el pie), lo hará sin dudar, pues la computadora está hecha sólo
para obedecer órdenes.

Para poder manejar la complejidad que
requiere dar una descripción tan detallada y precisa, la exquisita prosa de
Julio Cortázar no sólo es demasiado abstracta, sino peligrosamente ambigua. En
vez de usar castellano, o inglés, los programadores utilizan lenguajes formales
fuertemente apoyados en la matemática, y derivan de ella el poder de expresar
relaciones abstractas en términos de elementos más concretos. En estos
lenguajes formales se escriben los programas y se desarrolla el denominado
código fuente, el que luego se traduce al lenguaje super detallado que requiere
la máquina, el lenguaje máquina.

Lenguaje
de máquina

A diferencia de los objetos materiales, que
se fabrican, los programas se escriben. Quizás parte de la fascinación que la
programación ejerce sobre quienes la practican se deba a la magia aparente de
lograr que una máquina cumpla las órdenes que le impartimos verbalmente. Para
que pueda entender lo que le ordenamos, sin embargo, debemos comunicarnos con
ella de una manera especial: el procesador, dentro de cada computadora, sólo
comprende instrucciones escritas en su propio lenguaje, denominado lenguaje de
máquina (a veces mencionado como código binario o código objeto). Existen
muchos tipos distintos de procesador y cada uno de ellos tiene un lenguaje de
máquina distinto, diseñado por su fabricante. Esa es la razón por la que no es
posible ejecutar cualquier programa en cualquier computadora.

Los programas escritos en lenguajes de
máquina son, básicamente, larguísimas listas de números. Cada uno de estos
números representa una operación elemental (por ejemplo, 1: sumar, 2: restar,
3: almacenar en memoria, etc), o un operando, o una combinación de ambas cosas.
Para que el lector pueda darse una idea concreta de cómo es un programa
codificado en lenguaje de máquina, lo ilustraré con un ejemplo: lo que sigue es
una pequeña porción de un programa, escrito en el lenguaje de máquina de los
procesadores de la familia Intel funcionando bajo el sistema operativo
GNU/Linux. Este programa imprime la raíz cuadrada de un número cualquiera. Si
el número resulta ser negativo, el programa imprime un mensaje de error
(recordemos que no es posible sacar la raíz cuadrada de un número negativo):


Una computadora moderna está en condiciones
de ejecutar millones de instrucciones de máquina como estas por segundo.
Construir un programa complejo a partir de instrucciones tan elementales y
codificadas en un formato tan poco amigable es, sin embargo, una tarea muy
complicada para un ser humano. También es extremadamente difícil entender cómo
funciona un programa si sólo disponemos de él en lenguaje de máquina. Para
comprender cómo funciona el programa citado más arriba no sólo es necesario
recordar qué número corresponde a cual operación, también debemos identificar
cuáles partes de los números representan operaciones, cuáles representan
operandos, cuáles datos, y muchas otras cosas más.

Debido a detalles técnicos, modificarlo es
mucho más difícil aún, ya que para eliminar o agregar instrucciones no basta
con insertarlas o borrarlas en la lista: también hay que modificar los valores
de muchas de las demás instrucciones. Por ello, modificar un programa del que
sólo tenemos una copia en lenguaje de máquina, o traducirlo para que funcione
en una máquina con un lenguaje de máquina distinto, es una tarea virtualmente
impracticable.

(Extraído de Guía Práctica de Software Libre, su selección y aplicación local en América Latina y el Caribe, publicación de UNESCO, escrita por Fernando de Rosa y Federico Heinz).