Edipo y la Esfinge

Por Baneste
En tiempos remotos sucedió que los dioses de la antigua Grecia, disgustados con los habitantes de Tebas, enviaron a su tierra una bestia muy problemática que la gente llamaba Esfinge. Este monstruo tenía el rostro y el pecho de una mujer hermosa, pero las patas y las garras eran de león; y acostumbraba a pedir la solución de un acertijo o adivinanza a los que se encontraba, y a todos aquellos que no daban la respuesta correcta los desgarraba y devoraba, por lo que había aterrorizado a los pobladores de aquella región.
Cuando había desolado la comarca durante muchos días, vino a Tebas un tal Edipo, quien había huido de la ciudad de Corinto para escapar de la maldición que a través del oráculo de Delfos los dioses habían presagiado contra él. Y los hombres del lugar le contaron de la Esfinge, de cómo ella devoraba cruelmente a la población, y diciéndole además que el que los librara de ella tendría el reinado de aquella tierra. Así que Edipo, siendo muy sagaz, y también dotado de ingenio, se encontró con la bestia al aproximarse a la ciudad. Y cuando la Esfinge lo vio le habló, diciendo:
—¿Cuál es el ser viviente que cuando es pequeño es cuadrúpedo; cuando es adulto es bípedo; y cuando llega a la vejez se desplaza en tres extremidades?— Y Edipo respondió:
—Este ser es el humano, que en los primeros días de la vida se desplaza gateando en cuatro patas; al crecer, desarrollando su fuerza, camina en dos pies; pero al llegar a la edad avanzada de la vejez tiene que apoyarse con bastón para desplazarse.
Y cuando la Esfinge encontró que su enigma fue resuelto correctamente, se arrojó de una roca muy elevada y pereció. Y Edipo recibió como recompensa el gran reino de Tebas y  la reina viuda Yocasta como esposa en matrimonio. Cuatro criaturas les nacieron: dos varones, Eteocles y Polinices; y dos hembras, Antígona e Ismené.
Ahora el presagio que los dioses habían decretado para Edipo  era que debía asesinar a su propio padre y casarse con su propia madre, y por una curiosa coincidencia esto fue precisamente lo que sucedió. Cuando era un bebé, lo habían dado a un sirviente para que lo abandonara en una montaña y así muriera y no se cumpliera la condena; pero el sirviente lo había entregado a un pastor de ovejas, y éste lo entregó a otro, quien lo dio en adopción a la pareja reinante en Corinto, donde fue criado y educado como único hijo. Huyendo de allí para no matar al que creía ser su padre y no casarse con quien creía ser su madre, había venido a Tebas, y en el camino había encontrado a Layo, su verdadero padre, el rey, y lo había matado, sobre una disputa sobre quién tenía derecho a pasar primero por el camino.

Aunque permaneció ignorante de los hechos, Edipo fue muy feliz y reinó en gran poder y gloria; pero cuando la peste cayó sobre la tierra y descubrió la verdad del oráculo casi olvidado, fue muy miserable, y en la locura del dolor se sacó los ojos, y deambuló ciego por el mundo.

Representación de La Esfinge.

  

Enlaces relacionados:


Deja un comentario