(De la serie Creencias Extrañas)
Un aspecto notable del budismo es el papel inusual que desempeñan las extrañas criaturas llamadas Fantasmas Hambrientos. Son criaturas semejantes a fantasmas, sólo medio vivas, que son constantemente atormentadas por un hambre intensa. Sus cuerpos están tan hambrientos que sus brazos y piernas se han encogido hasta la mera piel y huesos. Pero no pueden comer nada, porque sus bocas son del tamaño de un agujero de alfiler, y sus pescuezos son extremadamente largos y enjutos. La única parte de sus cuerpos que no es delgada es la enorme panza hinchada. Pero esta panza está siempre vacía, y porque es tan grande, produce dolores intensos de hambre.
Las personas budistas creen que un hombre muy codicioso será castigado en su próxima encarnación renaciendo como un Fantasma Hambriento. Este castigo puede resultar de diferentes tipos de codicia, como el apetito glotón por bebidas y alimentos caros, o una avidez obsesiva por el dinero y el poder, o una búsqueda hedonista por placeres sensuales. Las emociones nocivas como la ira y el odio también pueden causarle a una persona renacer como un Fantasma Hambriento. Pero en el budismo ningún castigo dura para siempre, y después de que un fantasma hambriento haya soportado suficiente sufrimiento, renacerá en otra forma de vida.
Los fantasmas hambrientos viven en una especie de mundo de penumbra que a veces se describe como una realidad oculta. Porque viven en este reino oculto, normalmente no pueden ser vistos por los seres humanos. Sin embargo, algunas fuentes expresan que pueden llegar a ser momentáneamente visibles bajo ciertas circunstancias. Supuestamente han sido vistos tratando de mordisquear cadáveres, o deambulando por los desiertos y lugares yermos.
Nota: Las creencias acerca de los fantasmas hambrientos varían ligeramente de una región a otra. También, los seres imaginarios que se asemejan a fantasmas hambrientos se pueden encontrar en varias otras religiones, además del budismo.
Esta representación de un Fantasma Hambriento fue copiada de un pergamino del siglo XII. La falta de alimentos ha causado que sus brazos y piernas se encogieran hasta la piel y huesos. Pero su barriga ha permanecido muy grande a pesar de estar vacía.
(Traducido por Baneste del libro Weird Beliefs, del autor Barry Wilson).