Los Asesinatos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón

RELATO BREVE DE CÓMO FUERON ASESINADOS LOS EMPERADORES ROMANOS TIBERIO, CALÍGULA, CLAUDIO Y NERÓN.

Busto del emperador romano Nerón


En el periodo en que ocurrió el asesinato
de Julio César, el pueblo romano, y especialmente las clases dominantes, había
alcanzado un grado de perversidad y degeneración que el lector moderno podría
comparar con ciertas sociedades actuales. Se habían vuelto totalmente impropios
para el auto gobierno. Los vicios públicos y privados más atroces en ambos sexos
habían tomado el lugar de las virtudes cívicas y el honor privado por el cual
el antiguo romano había sido famoso en todo el mundo. En la vida pública, la
corrupción, la venalidad y el soborno eran generales; un titular de la función
pública era sinónimo de un ladrón del tesoro público. El nepotismo prevaleció
en un grado alarmante, y los hombres más hábiles fueron apartados sin
ceremonias para ceder su lugar a los descendientes más incapaces de la nobleza.
En tiempos como éstos, sólo el imperio de la ley y el respeto a los derechos
ciudadanos pueden impedir que las masas caigan en la anarquía y la guerra civil
y se impongan a la moderación de la sociedad y al estado de derecho.
El asesinato de César tuvo un efecto
desmoralizador sobre el pueblo romano. La mano del maestro que pudo haber
controlado las masas rebeldes y contenido la nobleza degenerada estaba
paralítica en la muerte; el intelecto gigante, que había abrazado al mundo
civilizado en su sueño de establecer una monarquía universal, no pensaba más; y
los resultados fueron caos, anarquía y guerra civil. La ausencia de la mente
maestra era lamentablemente sentida; sus herederos eran incapaces de controlar
los elementos salvajes que los asesinos habían puesto en libertad; y durante
muchos años la rapiña, el derramamiento de sangre, el asesinato y la
expoliación dominaron en toda la vasta extensión de la República Romana, hasta
que finalmente, en el año 30 A.E.C., Octavio Augusto, sobrino de César, logró
establecer ese imperio de que su tío había soñado, y para el cual su genio y sus
victorias habían pavimentado el camino.
La época imperial, empezando con la
manifestación de magnificencia y el esplendor, tanto en los logros militares
como en la producción literaria, pronto degeneró en una era de delincuencia
que, al menos en las clases más altas de la sociedad, nunca ha sido igualada en
la historia. Su peor característica era, quizá, la absoluta degradación y
depravación incluso de las mujeres, particularmente de las clases más privilegiadas, y
su disposición a sacrificar todo, castidad, vergüenza, nombre y reputación por
la satisfacción de sus pasiones. Pronto las mujeres superaron a los hombres en
asesinar, por veneno o daga, a sus víctimas o rivales. Augusto, el primer
emperador, mostró en el trono mucho menos crueldad de lo que había manifestado
como parte del triunvirato; pero Livia Drusila, su tercera esposa, fue la
primera de aquellas féminas en el trono de los Césares, que junto a Livia,
Agripina, Mesalina, Domicia, nunca se rehusaron a asesina,r ya fuera por la
sangre o el veneno para deshacerse de un rival o de un obstáculo que obstruyera
su ambición criminal. Livia, que deseaba que Tiberio, hijo de un antiguo
matrimonio, fuese sucesor de Augusto en el trono imperial, envenenó a Marcelo, marido
de Julia, hija de Augusto, y también a los dos hijos de Julia; y por estos
crímenes aseguró la sucesión de Tiberio. También es sospechosa de haber
envenenado al mismo Augusto.
Tiberio, el segundo de los emperadores
romanos, vive inmortal en la historia más bien por sus crímenes que por sus
valerosos hechos. Calígula, el tercero, Claudio, el cuarto, y Nerón, el quinto
emperador, que fueron asesinados después de reinos comparativamente cortos,
pero que habían agotado todas las formas de crueldad y delito; mientras que sus
esposas, Mesalina, Agripina y Popea vivirán en la historia para siempre como
los tipos sin rival de depravación femenina. Por encima de todo, Mesalina, la
esposa de Claudio, que gobernó desde el año 41 hasta el año 54 de la era común,
se hizo notoria por cada especie de vicio. En sus excesos libidinosos y
voluptuosos, así como en la concepción demoníaca de sus complots asesinos
contra sus enemigos, era fácilmente primero y principal, la verdadera
emperatriz de las mujeres viciosas y caídas de Roma: se convirtió en su rival
declarada en las casas de mal fama en su capital, contendió con ellas por la
palma de la obscenidad y la prostitución, y las venció a todas.
A menos que los grandes historiadores de
Roma hubiesen registrado estos excesos como hechos abundantemente justificados
por un testimonio irrefutable, los informes habrían sido relegados al dominio
de la fábula, porque son demasiado repugnantes para creerlos sin autoridad
suficiente. ¿Puede la mente humana concebir, por ejemplo, un acto de mayor
insolencia criminal que la que la emperatriz Mesalina cometió al casarse,
públicamente y a los ojos de la capital, con un joven aristócrata romano, Cayo
Silio, por quien ella estaba inflamada con pasión adúltera, mientras que su
marido, el Emperador, estaba a pocos kilómetros de Ostia? Y, sin embargo,
Tácito, un historiador severo y veraz, registra esto como un hecho innegable, y
agrega que las generaciones futuras no van a creerlo.
Cuando, en el año 68 E.C., Nerón expiró por
la daga de un liberto, habiéndole fallado el coraje para suicidarse, la familia
de César el Grande se extinguió, incluso en sus miembros adoptados. Habían
transcurrido sólo ciento doce años desde que el mayor de los romanos había
caído por las dagas de los conspiradores republicanos; pero ese corto período
había bastado para subvertir la República y erigir un Imperio despótico sobre
sus ruinas, para inundar el vasto territorio de Roma, que abrazaba a todo el
mundo civilizado, con corrientes de sangre, para colocar a imbéciles y asesinos
en el trono, y para adornar las cejas de las cortesanas y prostitutas, sus
parejas en el crimen y la depravación, con la diadema imperial. Nunca antes en
la historia de la humanidad la depravación y la lujuria humanas se mostraron
más descaradamente; nunca antes la bestia en el hombre había mostrado su
crueldad innata tan audaz y abiertamente como durante los reinados de estos
cinco emperadores romanos. Es casi un consuelo para la mente afligida leer que
Tiberio fue muerto por sofocación; que Calígula fue golpeado y apuñalado; que
Claudio fue asesinado por un plato de hongos venenosos; y que Nerón, el último
de la dinastía de César, fue asistido en su muerte prematura por la daga de un
liberto. El rápido asesinato era un castigo demasiado ligero para estos
monstruos de iniquidad que tan a menudo habían festejado sus ojos en las
torturas de sus inocentes víctimas
(Traducción libre de Baneste, pasaje extraído del libro Famous Assasinations of History, de Francis Johnson).

Celebraciones en este Día

*** En Esta Fecha ***

Jueves, 23 de marzo de 2017

———————————————————
País            Celebración
———————————————————
Bolivia        Día Memorial
Japón           Festival Imperial de Primavera
Paquistán     Día de la República
Varios           Día Mundial Meteorológico
———————————————————

(Elaborado en base a Calendar Magic)

Celebraciones en este Día

*** En Esta Fecha ***

Miércoles, 22 de marzo de 2017

—————————————————
País                Celebración
—————————————————
Puerto Rico    Día de la Emancipación
Siria                Día de la Liga Árabe
Varios             Día Mundial del Agua
—————————————————

(Elaborado en base a Calendar Magic)

Venezuela Repudia Informe Ilegítimo de la OEA


Venezuela expresa profundo repudio al ilegítimo e ilícito informe presentado por el Secretario General de la OEA.

Comunicado
 
La República
Bolivariana de Venezuela expresa su más profundo repudio al ilegítimo e
ilícito pretendido informe sobre Venezuela presentado por el Sr. Luis
Almagro, quien hace de Secretario General de la Organización de Estados
Americanos (OEA), desconociendo los procesos institucionales y
principios de esta organización.
Luis Almagro, conocido
enemigo del pueblo de Venezuela, ha forjado falsos supuestos contra la
República con el solo objetivo de promover la intervención internacional
de nuestro país y acentuar la guerra económica contra la sociedad
venezolana. Su actuación al frente de la OEA ha extralimitado sus
competencias y ha estado marcada por el abuso de poder, guiada solamente
por el odio que profesa a Venezuela y su complicidad con la oposición
golpista, extremista y antidemocrática venezolana. Es el rencor
despreciable de los conversos lo que mueve sus acciones, sus aberrantes
escritos se perderán en la noche de la historia como ejemplo de hasta
qué punto una persona doblegada es capaz de destruir la función de un
organismo.
Es lamentable que el Sr.
Almagro reanime las páginas más oscuras de la historia intervencionista y
golpista de la OEA, mediante la imposición de mecanismos que violentan
flagrantemente el ordenamiento legal y constitucional de Venezuela y la
Carta de la OEA, sus principios fundamentales y las normas rigurosas que
regulan su actuación. Los Cancilleres del hemisferio reunidos en la
Asamblea General de la OEA, en fecha 15 de junio de 2016, habían
advertido con preocupación tales irregularidades, decidiendo remitir al
Consejo Permanente la revisión de su actuación.
Luis Almagro encabeza el
concierto hemisférico de la derecha fascista que hostiga, agrede y ataca
con saña a Venezuela, sin escrúpulo ni ética alguna, caracterizada por
el forjamiento antijurídico y fraudulento de falsos positivos contra
nuestra Patria sagrada.
La República Bolivariana
de Venezuela tomará las acciones que correspondan en su oportunidad, y
denuncia ante el mundo entero la intención agresiva de este triste
malhechor contra nuestra indeclinable decisión de seguir viviendo en
paz, con independencia y soberanía, como el derecho de todos los pueblos
del orbe. No será la acción conspirativa, miserable e insurreccional
que desde la OEA pretende promover Luis Almagro lo que detenga a nuestra
Patria y a nuestro pueblo en su camino hacia el futuro luminoso que
marcaron nuestros Libertadores.

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA
RELACIONES EXTERIORES

Caracas, 14 de marzo de 2017.

Celebraciones en esta Día

*** En Esta Fecha ***

Miércoles, 15 de marzo de 2017

———————————————–
País             Celebración
———————————————–
Belarusia      Día de la Constitución
Hungría        Día Nacional
Liberia         Cumpleaños de J.J. Robert
Palau            Día de la Juventud
Varios          Teofanía
———————————————–

(Elaborado en base a Calendar Magic)

Las Esclavas Sexuales del Paraíso

Normal
0

false
false
false

EN-US
X-NONE
X-NONE

/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:»Table Normal»;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-parent:»»;
mso-padding-alt:0in 5.4pt 0in 5.4pt;
mso-para-margin-top:0in;
mso-para-margin-right:0in;
mso-para-margin-bottom:10.0pt;
mso-para-margin-left:0in;
line-height:115%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:12.0pt;
font-family:»Times New Roman»,»serif»;}

Huríes en el paraíso.

Uno de los
aspectos más polémicos del Islamismo es la creencia de que un hombre musulmán
devoto encontrará esclavas sexuales, llamadas Huríes, esperando por él en el
cielo, después de su muerte. Los escritos islámicos describen a estas Huríes
como jóvenes vírgenes con ojos brillantes, pechos firmes y redondos, y piel
clara. En su conducta ellas son muy modestas y sumisas, y siempre dispuestas a
hacer cualquier cosa que un hombre desee. A diferencia de las mujeres normales,
ellas no menstrúan y nunca quedan embarazadas. Son como zombis programadas cuyo
único propósito es dar placer a los hombres.
De acuerdo
con algunos escritos islámicos, a cada hombre que va al cielo se le darán 72
Huríes para su uso exclusivo. En otras palabras, recibe un harén celestial de
72 esclavas sexuales. Extrañamente, incluso después de que él adquiere este
harén, él puede todavía mantener una relación matrimonial con su esposa terrenal,
siempre que ella también llegue al cielo. El hombre, su esposa y todos sus
Huríes nunca tienen desacuerdos, y todos viven armoniosamente en un estado de
eterna juventud, belleza y perfecta salud.
Nota:
Algunas fuentes dicen que cada hombre en el cielo recibe 70 Huríes en lugar de
72. Por supuesto, como cuestión práctica, esto haría poca diferencia.
Los no
musulmanes frecuentemente critican la idea de un harén celestial como
degradante para las mujeres. Refuerza las creencias sobre la autoridad
masculina, y contribuye a la discriminación contra las mujeres que se
encuentran comúnmente en los países musulmanes. Afortunadamente, muchos hombres
musulmanes modernos no creen en la existencia literal de Huríes, sino que en
cambio consideran las representaciones tradicionales de ellas como una metáfora
para la felicidad celestial. 
En parte por esta razón, los movimientos para
mejorar la condición de la mujer están empezando a tener éxito en algunas
sociedades islámicas.
Las ideas
musulmanas sobre Huríes llegaron a ser especialmente polémicas después de que
los terroristas islámicos modernos comenzaron a realizar ataques suicidas en
varias partes del mundo. Según informes de noticias, algunos de estos
terroristas fueron motivados por una creencia en que los mártires que mueren
por el Islamismo son recompensados con un boleto automático al cielo y un harem
personal de vírgenes hermosas Huríes. En realidad, todos los devotos
musulmanes, no sólo mártires, son supuestamente recompensados con un regalo de
Houris cuando llegan al cielo. Pero si alguien está motivado a matar a personas
inocentes con la esperanza de recibir tal recompensa, entonces merece ir al
infierno, no al cielo.
(Traducido por Baneste, del libro Weird Beliefs, del autor Barry Wilson)

La Buenaventura (Parte 1)

800×600

Un antiguo, pero muy interesante relato de la literatura española.

Por Pedro A. de Alarcón

I

No se que día de agosto del año llegó a las puertas de la Capitanía general de Granada cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre Heredia, caballero en flaquísimo y destartalado burro mohíno, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán general.»

Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr. don Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán general del antiguo reino de Granada…. Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno…, con permiso del engañado dueño, dio orden de que dejasen pasar al gitano.
Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:
—¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!
—Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece…—respondió el Conde con aparente sequedad.
Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:
—Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.
—¿Qué mil reales?
—Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.
—Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?
—No, señor.
—Entonces….
—Pero ya lo conozco.
—¡Cómo!
—Es muy sencillo. Lo he buscado; lo he visto; traigo las señas, y pido mi ganancia.
—¿Estás seguro de que lo has visto?—exclamó el Capitán general con un interés que se sobrepuso a sus dudas.
El gitano se echó a reír, y respondió:
—¡Es claro! Su merced dirá: este gitano es como todos, y quiere engañarme.—¡No me perdone Dios si miento!—Ayer vi a Parrón.
—Pero ¿sabes tú la importancia de lo que dices? ¿Sabes que hace tres años que se persigue a ese monstruo, a ese bandido sanguinario, que nadie conoce ni ha podido nunca ver? ¿Sabes que todos los días roba, en distintos puntos de estas sierras, a algunos pasajeros; y después los asesina, pues dice que los muertos no hablan, y que ese es el único medio de que nunca dé con el la Justicia? ¿Sabes, en fin, que ver a Parrón es encontrarse con la muerte?
El gitano se volvió a reír, y dijo:
—Y ¿no sabe su merced que lo que no puede hacer un gitano no hay quien lo haga sobre la tierra? ¿Conoce nadie cuando es verdad nuestra risa o nuestro llanto? ¿Tiene su merced noticia de alguna zorra que sepa tantas picardías como nosotros?—Repito, mi General, que, no solo he visto a Parrón, sino que he hablado con él.
—¿Dónde?
—En el camino de Tozar.
—Dame pruebas de ello.
—Escuche su merced. Ayer mañana hizo ocho días que caímos mi borrico y yo en poder de unos ladrones. Me maniataron muy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados hasta dar con una plazoleta donde acampaban los bandidos. Una cruel sospecha me tenía desazonado.—»¿Será esta gente de Parrón? (me decía a cada instante.) ¡Entonces no hay remedio, me matan!…, pues ese maldito se ha empeñado en que ningunos ojos que vean su fisonomía vuelvan a ver cosa ninguna.»
Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo:
—Compadre, ¡yo soy Parrón!
Oír esto y caerme de espaldas, todo fue una misma cosa. El bandido se echó a reír. Yo me levante desencajado, me puse de rodillas, y exclamé en todos los tonos de voz que pude inventar:
—¡Bendita sea tu alma, rey de los hombres!… ¿Quién no había de conocerte por ese porte de príncipe real que Dios te ha dado? ¡Y que haya madre que para tales hijos! ¡Jesús! ¡Deja que te de un abrazo, hijo mío! ¡Que en mal hora muera si no tenía gana de encontrarte el gitanico para decirte la buenaventura y darte un beso en esa mano de emperador!—¡También yo soy de los tuyos! ¿Quieres que te enseñe a cambiar burros muertos por burros vivos?—¿Quieres vender como potros tus caballos viejos? ¿Quieres que le enseñe el francés a una mula?
El Conde del Montijo no pudo contener la risa….—Luego preguntó:
—Y ¿qué respondió Parrón a todo eso? ?Qué hizo?
—Lo mismo que su merced; reírse a todo trapo.
—¿Y tú?
—Yo, señorico, me reía también; pero me corrían por las patillas lagrimones como naranjas.
—Continúa.
En seguida me alargó la mano y me dijo:
—Compadre, es usted el único hombre de talento que ha caído en mi poder. Todos los demás tienen la maldita costumbre de procurar entristecerme, de llorar, de quejarse y de hacer otras tonterías que me ponen de mal humor. Solo usted me ha hecho reír: y si no fuera por esas lágrimas….
—Qué, ¡señor, si son de alegría!
—Lo creo. ¡Bien sabe el demonio que es la primera vez que me he reído desde hace seis u ocho años!—Verdad es que tampoco he llorado….
—Pero despachemos.—¡Eh, muchachos!
Decir Parrón estas palabras y rodearme una nube de trabucos, todo fue un abrir y cerrar de ojos.
—¡Jesús me ampare!—empecé a gritar.
—¡Deteneos! (exclamó Parrón.) No se trata de eso todavía.—Os llamo para preguntaros que le habéis tomado a este hombre.
—Un burro en pelo.
—¿Y dinero?
—Tres duros y siete reales.
—Pues dejadnos solos.
Todos se alejaron.
—Ahora dime la buenaventura—exclamó el ladrón, tendiéndome la mano.
Yo se la cogí; medité un momento; conocí que estaba en el caso de hablar formalmente, y le dije con todas las veras de mi alma:
—Parrón, tarde que temprano, ya me quites la vida, ya me la dejes…, ¡morirás ahorcado!
—Eso ya lo sabía yo…. (respondió el bandido con entera tranquilidad.)—Dime cuándo.
Me puse a cavilar. Este hombre (pensé) me va a perdonar la vida; mañana llego a Granada y doy el cante; pasado mañana lo cogen…. Después empezará la sumaria….
—¿Dices que cuando? (le respondí en alta voz.)—Pues ¡mira! va a ser el mes que entra.
Parrón se estremeció, y yo también, conociendo que el amor propio de adivino me podía salir por la tapa de los sesos.
—Pues mira tú, gitano…. (contestó Parrón muy lentamente.) Vas a quedarte en mi poder….—¡Si en todo el mes que entra no me ahorcan, te ahorco yo a tí, tan cierto como ahorcaron a mi padre!—Si muero para esa fecha, quedarás libre.
—¡Muchas gracias! (dije yo en mi interior.) ¡Me perdona… después de muerto!
Y me arrepentí de haber echado tan corto el plazo.
Quedamos en lo dicho: fui conducido a la cueva, donde me encerraron, y Parrón montó en su yegua y tomó el tole por aquellos breñales….
—Vamos, ya comprendo… (exclamó el Conde del Montijo.) Parrón ha muerto; tu has quedado libre, y por eso sabes sus señas….
—¡Todo lo contrario, mi General! Parrón vive, y aquí entra lo más negro de la presente historia.

II

Pasaron ocho días sin que el capitán volviese a verme. Según pude entender, no había parecido por allí desde la tarde que le hice la buenaventura; cosa que nada tenía de raro, a lo que me contó uno de mis guardianes.

—Sepa usted (me dijo) que el Jefe se va al infierno de vez en cuando, y no vuelve hasta que se le antoja.—Ello es que nosotros no sabemos nada de lo que hace durante sus largas ausencias.
A todo esto, a fuerza de ruegos, y como pago de haber dicho serían ahorcados y que llevarían una vejez muy tranquila, había yo conseguido que por las tardes me sacasen de la cueva y me atasen a un árbol, pues en mi encierro me ahogaba de calor. Pero excuso decir que nunca faltaban a mi lado un par de centinelas.
Una tarde, a eso de las seis, los ladrones que habían salido de servicio aquel día a las órdenes del segundo de Parrón, regresaron al campamento, llevando consigo, maniatado como pintan a nuestro Padre Jesús Nazareno, a un pobre segador de cuarenta a cincuenta años, cuyas lamentaciones partían el alma.
—¡Dadme mis veinte duros! (decía.) ¡Ah! ¡Si supierais con que afanes los he ganado! ¡Todo un verano segando bajo el fuego del sol!… ¡Todo un verano lejos de mi pueblo, de mi mujer y de mis hijos!—¡Así he reunido, con mil sudores y privaciones, esa suma, con que podríamos vivir este invierno!… ¡Y cuando ya voy de vuelta, deseando abrazarlos y pagar las deudas que para comer hayan hecho aquellos infelices, ¿cómo he de perder ese dinero, que es para mí un tesoro? —¡Piedad, señores! ¡Dadme mis veinte duros! ¡Dádmelos, por los dolores de María Santísima!

Una carcajada de burla contestó a las quejas del pobre padre. Yo temblaba de horror en el árbol a que estaba atado; porque los gitanos también tenemos familia.

—No seas loco…. (exclamó al fin un bandido, dirigiéndose al segador.)—Haces mal en pensar en tu dinero, cuando tienes cuidados mayores en que ocuparte….
—¡Cómo!—dijo el segador, sin comprender que hubiese desgracia más grande que dejar sin pan a sus hijos.
—¡Estás en poder de Parrón!
—Parrón…. ¡No le conozco!… Nunca lo he oído nombrar…. ¡Vengo de muy lejos! Yo soy de Alicante, y he estado segando en Sevilla.
—Pues, amigo mío, Parrón quiere decir la muerte. Todo el que cae en nuestro poder es preciso que muera. Así, pues, haz testamento en dos minutos y encomienda el alma en otros dos.—¡Preparen! ¡Apunten! —Tienes cuatro minutos.
—Voy a aprovecharlos…. ¡Oídme, por compasión!…
—Habla.
—Tengo seis hijos… y una infeliz…—diré viuda…, pues veo que voy a morir….—Leo en vuestros ojos que sois peores que fieras…. ¡Sí, peores! Porque las fieras de una misma especie no se devoran unas a otras.—¡Ah! ¡Perdón!… No sé lo que me digo. —¡Caballeros, alguno de ustedes será padre!… ¿No hay un padre entre vosotros? ¿Sabéis lo que son seis niños pasando un invierno sin pan? ¿Sabéis lo que es una madre que ve morir a los hijos de sus entrañas, diciendo: «Tengo hambre…, tengo frío»?—Señores, ¡yo no quiero mi vida sino por ellos! ¿Qué es para mi la vida? ¡Una cadena de trabajos y privaciones!—¡Pero debo vivir para mis hijos!… ¡Hijos míos! ¡Hijos de mi alma!

Y el padre se arrastraba por el suelo, y levantaba hacia los ladrones una cara…. ¡Qué cara!… ¡Se parecía a la de los santos que el rey Nerón echaba a los tigres, según dicen los padres predicadores….
Los bandidos sintieron moverse algo dentro de su pecho, pues se miraron unos a otros…; y viendo que todos estaban pensando la misma cosa, uno de ellos se atrevió a decirla…. 
—¿Qué dijo?—preguntó el Capitán general, profundamente afectado por aquel relato.
—Dijo: «Caballeros, lo que vamos a hacer no lo sabrá nunca Parrón….»
—Nunca…, nunca…—tartamudearon los bandidos.
—Márchese usted, buen hombre….—exclamó entonces uno que hasta lloraba. 
Yo hice también señas al segador de que se fuese al instante.
El infeliz se levantó lentamente. 
—Pronto…. ¡Márchese usted!—repitieron todos volviéndole la espalda.
El segador alargó la mano maquinalmente.

—¿Te parece poco? (gritó uno.)
—¡Pues no quiere su dinero!
—Vaya…, vaya…. ¡No nos tiente usted la paciencia!

La Buenaventura (Parte 2)

(Parte 2)

800×600

Normal
0

false
false
false

EN-US
X-NONE
X-NONE

MicrosoftInternetExplorer4

/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:»Table Normal»;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-parent:»»;
mso-padding-alt:0in 5.4pt 0in 5.4pt;
mso-para-margin:0in;
mso-para-margin-bottom:.0001pt;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:10.0pt;
font-family:»Times New Roman»,»serif»;}

El pobre
padre se alejó llorando, y a poco desapareció.
      Media hora había transcurrido, empleada por
los ladrones en jurarse unos a otros no decir nunca a su capitán que habían perdonado
la vida a un hombre, cuando de pronto apareció Parrón, trayendo al segador en
la grupa de su yegua.
     Los
bandidos retrocedieron espantados.
     Parrón se apeó muy despacio, descolgó su
escopeta de dos cañones, y, apuntando a sus camaradas, dijo:
     —¡Imbéciles! ¡Infames! ¡No sé cómo no os
mato a todos!—¡Pronto! ¡Entregad a este hombre los duros que le habéis robado!
     Los ladrones sacaron los veinte duros y se
los dieron al segador, el cual se arrojó a los pies de aquel personaje que dominaba
a los bandoleros y que tan buen corazón tenía….
     Parrón le dijo:
   —¡A la paz de Dios! —Sin las indicaciones de
usted, nunca hubiera dado con ellos. ¡Ya ve usted que desconfiaba de mí sin motivo!…
He cumplido mi promesa…. Ahí tiene usted sus veinte
duros….—Conque… ¡en marcha!
     El segador lo abrazó repetidas veces y se
alejó lleno de júbilo. Pero no habría andado cincuenta pasos, cuando su
bienhechor lo llamó de nuevo.
     El pobre hombre se apresuró a volver pies
atrás.
     —¿Qué manda usted?—le preguntó, deseando
ser útil al que había devuelto la felicidad a su familia.
     —¿Conoce
usted a Parrón?—le preguntó él mismo.
     —No lo conozco.
     —¡Te equivocas! (replicó el bandolero.) Yo
soy Parrón.
     El segador se quedó estupefacto.
     Parrón
se echó la escopeta a la cara y descargó los dos tiros contra el segador, que cayó
redondo al suelo.
     —¡Maldito seas!—fue lo único que pronunció.
     En medio del terror que me quitó la vista,
observé que el árbol en que yo estaba atado se estremecía ligeramente y que mis
ligaduras se aflojaban.
     Una de las balas, después de herir al
segador, había dado en la cuerda que me ligaba al tronco y la había roto.
     Yo disimulé que estaba libre, y esperé una
ocasión para escaparme.
   Entretanto decía Parrón a los suyos, señalando
al segador:
     —Ahora podéis robarlo.—Sois unos imbécil
es…, ¡unos canallas! ¡Dejar a ese hombre, para que se fuera, como se fue,
dando gritos por los caminos reales!… Si conforme soy yo quien se lo
encuentra y se entera de lo que pasaba, hubieran sido los migueletes habría
dado vuestras señas y las de nuestra guarida, como me las ha dado a mí, y estaríamos
ya todos en la
cárcel!—¡Ved las consecuencias de robar sin matar!—Conque basta ya de sermón y
enterrad ese cadáver para que no apeste.
   Mientras los ladrones hacían el hoyo y Parrón
se sentaba a merendar dándome la espalda, me alejé poco a poco del árbol y me descolgué
al barranco próximo….
     Ya era de noche. Protegido por sus sombras
salí a todo escape, y, a la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que comía allí
tranquilamente, atado a una encina. Mónteme en él, y no he parado hasta llegar aquí….
     Por consiguiente, señor, déme usted los
mil reales, y yo daré las señas de Parrón, el cual se ha quedado con mis tres
duros y medio…                                                          
     Dictó el gitano la filiación del bandido;
cobró desde luego la suma ofrecida, y salió de la Capitanía general, dejando
asombrados al Conde del Montijo y al sujeto, allí presente, que nos ha contado
todos estos pormenores.
   Réstanos ahora saber si acertó o no acertó
Heredia al decir la buenaventura a Parrón.
III
     Quince días después de la escena que
acabamos de referir, y a eso de las nueve de la mañana, muchísima gente ociosa presenciaba,
en la calle de San Juan de Dios y parte de la de San Felipe de aquella misma
capital, la reunión de dos compañías de migueletes que debían salir a las nueve
y media en busca de Parrón, cuyo paradero, así como sus señas personales y las
de todos sus compañeros de fechorías, había al fin averiguado el Conde del
Montijo.
   El interés y emoción del público eran
extraordinarios, y no menos la solemnidad con que los migueletes se despedían
de sus familias y amigos para marchar a tan importante empresa. ¡Tal espanto había
llegado a infundir Parrón a todo el antiguo reino granadino!
     —Parece
que ya vamos a formar… (dijo un miguelete a otro), y no veo al cabo López….
     —¡Extraño es, a fe mía, pues él llega
siempre antes que nadie cuando se trata de salir en busca de Parrón, a quien odia
con sus cinco sentidos!
     —Pues ¿no sabéis lo que pasa?—dijo un
tercer miguelete, tomando parte en la conversación.
     —¡Hola! Es nuestro nuevo camarada….—¿Cómo
te va en nuestro Cuerpo?
     —¡Perfectamente!—respondió el interrogado.
     Era
este un hombre pálido y de porte distinguido, del cual se despegaba mucho el
traje de soldado.
     —Conque ¿decías….—replicó el primero.
     —¡Ah!
¡Sí! Que el cabo López ha fallecido….—respondió el miguelete pálido.
     —Manuel…. ¿Qué dices?—¡Eso no puede
ser!…—Yo mismo he visto a López esta mañana, como te veo a tí….
     El llamado Manuel contestó fríamente:
     —Pues hace media hora que lo ha matado Parrón.
     —¿Parrón? ¿Dónde?
     —¡Aquí mismo! ¡En Granada! En la Cuesta
del Perro se ha encontrado el cadáver de López.
     Todos quedaron silenciosos y Manuel empezó
a silbar una canción patriótica.
     —¡Van once migueletes en seis días!
(exclamó un sargento.) ¡Parrón se ha propuesto exterminarnos!—Pero ¿cómo es que
está en Granada? ¿No íbamos a buscarlo a la Sierra de Loja?
     Manuel dejó de silbar, y dijo con su
acostumbrada indiferencia:
     —Una vieja que presenció el delito dice
que, luego que mató a López, ofreció que, si íbamos a buscarlo, tendríamos el gusto
de verlo….
     —¡Camarada! ¡Disfrutas de una calma
asombrosa! ¡Hablas de Parrón con un desprecio!…
     —Pues ¿qué es Parrón más que un hombre?—repuso
   Manuel con altanería.
     —¡A la formación!—gritaron en este acto
varias voces.
     Formaron las dos compañías, y comenzó la
lista nominal.
     En tal momento acertó a pasar por allí el
gitano Heredia, el cual se paró, como todos, a ver aquella lucidísima tropa.
     Notose entonces que Manuel, el nuevo
miguelete, dio un retemblido y retrocedió un poco, como para ocultarse detrás
de sus compañeros…                                                                
     Al propio tiempo Heredia fijó en él sus
ojos; y dando un grito y un saltó como si le hubiese picado una víbora, arrancó
a correr hacia la calle de San Jerónimo.
     Manuel se echó la carabina a la cara y
apuntó al gitano….
     Pero otro miguelete tuvo tiempo de mudar
la dirección del arma, y el tiro se perdió en el aire.
     —¡Está loco! ¡Manuel se ha vuelto loco! ¡Un
miguelete ha perdido el juicio!—exclamaron sucesivamente los mil espectadores de
aquella escena.
     Y oficiales, y sargentos, y paisanos
rodeaban a aquel hombre, que pugnaba por escapar, y al que por lo mismo
sujetaban con mayor fuerza, abrumándolo a preguntas, reconvenciones y dicterios
que no le arrancaron contestación alguna.
     Entretanto Heredia había sido preso en la
plaza de la Universidad por algunos transeúntes, que, viéndole correr después
de haber sonado aquel tiro, lo tomaron por un malhechor.
     —¡Llevadme a la Capitanía general! (decía
el gitano.) ¡Tengo que hablar con el Conde del Montijo!
     —¡Que Conde del Montijo ni que niño
muerto! (le respondieron sus aprehensores.)—¡Ahí están los
migueletes, y ellos verán lo que hay que hacer con tu persona!
     —Pues lo mismo me da…. (respondió
Heredia.) –Pero tengan ustedes cuidado de que no me mate Parrón….
     —¿Cómo Parrón?…¿Qué dice este hombre?
     —Venid y veréis.
     Así diciendo, el gitano se hizo conducir
delante del jefe de los migueletes, y señalando a Manuel, dijo:
     —Mi
Comandante, ¡ese es Parrón, y yo soy el gitano que dio hace quince días sus señas
al Conde del Montijo!
     —¡Parrón! ¡Parrón esta preso! ¡Un
miguelete era Parrón!…—gritaron muchas voces.
     —No me cabe duda…. (decía entretanto el
Comandante, leyendo las señas que le había dado el Capitán general.) —¡A fe que
hemos estado torpes!—Pero a quien se le hubiera ocurrido buscar al capitán de ladrones
entre los migueletes que iban a prenderlo?
     —¡Necio de mí! (exclamaba al mismo tiempo Parrón,
mirando al gitano con ojos de león herido): ¡es el único hombre a quien he
perdonado la vida! ¡Merezco lo que me pasa!
     A la semana siguiente ahorcaron a Parrón.
     Cumpliose, pues, literalmente la buenaventura
del gitano….
     Lo cual (dicho sea para concluir
dignamente) no significa que debáis creer en la infalibilidad de tales
vaticinios, ni menos que fuera acertada regla de conducta la de Parrón, de
matar a todos los que llegaban a conocerle….—Significa tan solo que los
caminos de la Providencia son inescrutables para la razón humana;—doctrina que,
a mi juicio, no puede ser más ortodoxa.
     Guadix, 153.
Cambios hechos:
Usted por V.
Don por D.

Poemas de Jaime Núñez


Reencuentro
                        (A Roque)

Cuántas
conciencias
se romperán
esta tarde
cuántas
imágenes no querrán
salir de
las láminas
de algún
libro soberbio…

Cuántos
poetas llorarán de impotencia
cuando los
alaridos
de la tarde
más silente
les
tromponéen lo sensible
y les
dicten
que la
cultura no es suficiente.

Cuántos
poemitas dulzones
entrarán en
controversia
al
presentir el descalabro de las liras.
Cuántas
pedradas recibirá Cristo
por
prepotente y loco.
Cuántos
piropos sonrojarán
a la
Magdalena…

De algo sí
estoy seguro
más de
alguna serenata popular
llegará
hasta tu sendero
hermano
consecuente
te llegarán
flores anónimas
muchacha
sencilla
pero el
antipoeta
entre
carcajadas
se marcha
en busca de
la historia…


Carta
            (Abril 7)

Mercy
es posible
que los dioses
me llamen a
su encuentro.
Ahora es
más completo el riesgo
la muerte
parece un gran ojo
revisándonos
el porte…

Adrián ha
caído
el guerrero
sonrisa
el compa
romántico
mucho, muy
lírico decía Zapata.

Todavía presiento
su forma
de
llamarnos en los fríos amaneceres:
Ya es hora,
despierte
compañerito.


Ansias

Recuerdas,
si estás pensando
en la
Juanita no podrás pegar
bien el
sietazo…

También mi
conciencia empolla
ilusiones
también
esta carne que sudo
está dispuesta.

También
alguien me espera…
Unas manos
amamantadoras
un saludo,
un abrazo de hermano
un besito
de cachorro travieso
un vientre,
una piel,
unos senos
una hembra
que llevo
dormida en
la sangre
un verso,
una patria
una tierra
verdadera…

Celebraciones en este Día

*** En Esta Fecha ***

Viernes, 3 de marzo de 2017

—————————————————-
País             Celebración
—————————————————-
Bulgaria       Día de la Liberación
Georgia        Día de la Madre
Japón           Festival del Durazno
Libia            Día de Declaración de Fuerza
Malawi        Día de los Mártires
Sudán          Día de la Unidad Nacional
—————————————————-

(Elaborado en base a Calendar Magic)