El Hospital improvisado del Pinalito

(Esta es la continuación al relato de la batalla de San Isidro de la BRAZ con el batallón Belloso).

El Hospital improvisado del Pinalito. La frustración de José Luis.

Por Fidel Ángel Romero

No recuerdo bien el tiempo que tardamos para llegar a Villa El Rosario, tampoco recuerdo cómo fuimos desplazados, pero sí recuerdo que la noche era clara y que un vehículo nos dejó en el panalito del desvío del Mozote. Llegamos a una casa con un amplio corredor en donde habían bastantes combatientes, quienes se alegraron al vernos llegar; salió alguien conocido desde hacía algunos meses en el campamento La Cruz de Jucuarán; era el médico de origen Chileno de seudónimo José Luis, quien fungía como el médico oficial de las columnas en campañas. Era un hospital improvisado para atender a los heridos como un segundo nivel antes de llegar al hospital compartimentado de tercer nivel que contaba con más recursos humanos y materiales. El joven médico, graduado y educado en Cuba, de donde había llegado a finales de septiembre del año anterior, era una persona muy amigable, risueña y muy dedicada a su labor; delgado y alto. Con una sonrisa, mientras hablaba, me dice:

–¡Qué bueno que llegaste, Fidel! Estoy metido en un berenjenal que no sé por dónde empezar con esta cantidad de heridos sin tener los recursos necesitados. Tengo a 4 hidratándose y nada por boca, deben ser operados, necesitaremos sangre…, y para más joder, nadie quiere donar sangre, todos me ven como un tipo raro.

–Primero que todo José Luis, mi misión termina dejando a Bracamonte en tus manos, tiene destrucción de buena parte de la muñeca con destrozo de los vasos sanguíneos, con hilo de papalote han sido ligadas parando el sangramiento. En cuanto a lo demás…, te diré que entiendo tu preocupación o congoja, y aunque estoy súper agotado…, después de calmar mi duodeno, si puedo hacer algo para ayudar solo me lo dices.

Bracamonte es llevado al interior de aquel local que estaba alumbrado por candiles de gas, en donde había una cocina improvisada que repartía alimentos a los que llegaban. La mayoría eran quienes habían evacuado los heridos del área de combate. También estaban los de áreas de servicio quienes se sumaban a la atención de los que llegaban. Cada quien en lo suyo según la tarea que tenían. Mientras José Luis sonríe y hace una expresión de planificador del trabajo, yo observo rápidamente el entorno, todos se ven atentos a nuestras palabras, no hay quejidos ni lamentos de los heridos, la cocina improvisada tiene fogones ocupados preparando alimentos o esterilizando material. Era evidente que todo giraba alrededor de atender a los heridos y los cansados compas que les acompañaban. Continúo dirigiendo una pregunta a mi interlocutor: –¿Cuántos heridos hay…, y cuáles son los recursos que tienes para atenderlos?

–Hay 23 heridos y con Bracamonte serian 24, y contigo ya somos dos médicos para trabajar toda la noche sin descansar y sin terminar la tarea que está gritando ser sacada. No hay suficiente material adecuado para atender como Dios manda; sin embargo, lo que ustedes mandaron de San Isidro nos ha caído de perlas; creo que alcanzará para resolver mientras se trasladan a un lugar mejor equipado. Los sueros son suficientes con las curaciones y suturas; hay que hacer 4 laparotomías exploradoras y curar todos los heridos, la mayoría tienen las heridas en los miembros. Sólo hay dos brigadistas, unas bolsas vacías con anticoagulantes para colectar sangre pero nadie quiere donar. Todos tienen temor de hacerlo y no me responden. Lo peor es que el tiempo pasa y el trabajo no avanza.

–Pienso que hay suficientes recursos en nuestras manos para evitar muertos. Aunque ya no pertenezco a las Brigadas Médicas, yo me sumo al trabajo que haya que hacer. Como siempre nosotros trabajamos por demanda y no con horarios, debemos ordenarnos y priorizar. Trine que se integre de inmediato al trabajo, si tienes químicos hay que tipiar sangre a todos los presentes, quienes quedarían como banco de sangre en reserva; yo me incorporo a ayudarte a operar lo más urgente.

–Ya intenté sacar voluntarios para lo de la sangre, pero nadie se apunta.

El momento era apremiante y el horno no estaba para bollos. Escuchando la vacilación y duda en aquel médico que era todo voluntad pero que no encontraba eco en los presentes, me dirijo a todos los que estaban en el corredor que eran más de 15 personas, procurando que escucharan también hasta los que estaban adentro de aquella casa. En resumen, más o menos les dije lo siguiente:

“Escuchen compañeros y compañeras. Algunos de ustedes vienen llegando y también están agotados, pero no han perdido sangre y ya han comido y bebido con lo cual han recuperado algo de energías. Tenemos una gran tarea a realizar entre todos los presentes para consolidar la victoria de este día. La verguiada a la compañía Recóndor del BIRI Belloso no será suficiente victoria si se nos mueren los heridos de ese combate. Han sido suficientes los 4 muertos tenidos en ese prolongado enfrentamiento. Nosotros estamos aquí para consolidar esa victoria al evitar que se nos mueran los heridos. Nadie se morirá por falta de sangre o por falta de esfuerzo nuestro; todos haremos lo necesario a nuestro alcance. José Luis chequeará la sangre de todos ustedes y la de los heridos en este momento, todos están bajo la orden nuestra. La sangre necesitada la sacaremos de aquí mismo, y el que done sangre quedará con dos semanas de reposo y con una alimentación mejorada. Y ahora menos palabras y más acción, todos en una fila a pasar por un pinchón en su dedo para que su sangre sea tipiada. También necesitamos a 8 personas con sus lámparas para alumbrar durante toda la noche a quienes trabajen en curar heridas. Necesitamos a algún administrativo que traiga baterías suficientes para empezar, mientras en la cocina terminan de preparar los materiales y algo de comer para quitar el hambre y sueño de todos.”

José Luis no podía ocultar su alegría; sin reírse comentó entre nosotros:

–¡Ahora sí que la hicimos Fidel! Resuelto el problema. La gente necesitaba a alguien como tú para entrar a la acción, las órdenes no se discuten sólo se cumplen. Mientras tú comes algo y tomas café para que no te duermas, yo tipeo la sangre de todos. No creo que me lleve una hora, justo a tiempo para empezar con la primera operación.

Por mi mente pasó aceleradamente el trabajo hecho en la Brigada Médica en 1980, donde se había creado una base de datos del tipo de sangre de todos los acampados. Esos archivos deberían estar enterrados donde nadie los ocupaba…, de todas formas, con la movilidad y realidad de la guerra…, no había forma de conservar continuidad en las estructuras.

”… Se tornó aparte de formal, bastante interesante la reunión tratándose primero el punto que les ocupaba a ellos que era de “crítica y autocrítica”, informes de trabajo, informantes del enemigo y trabajo a desarrollar en la zona. Este último era donde plantearía mi punto, desarrollaría un chequeo médico, vacunación, curso de brigadista y el tipeo de sangre para tener la información y un banco de sangre. Aprovechaba la consulta para tipiar la sangre de todos los futuros combatientes, parte de mi equipo en la mochila incluía los químicos de un banco de sangre, mínimo material quirúrgico, torundas, un par de guantes estériles, hilos de sutura , sueros, un cuaderno en donde la lista crecía en cada campamento, etc.”

Cada quien siguió el trabajo que se le había indicado. Después de una hora estábamos con energías renovadas, con el banco de sangre listo, con dos compañeros acostados llenando las respectivas bolsas de sangre sobre una puerta de madera como improvisada mesa de operaciones. A la media noche llegó Hernán para enterarse de cómo estaban los heridos y darnos un resumen de los combates de ese día:

–La victoria ha sido grande contra una agrupación del Batallón de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI Belloso). Su unidad Recóndor fue aniquilada y desarticulada una compañía de la agrupación; 66 muertos quedaron regados por los cimientos de piedra, hubo evacuación de heridos en un pickup al medio día hacia San Simón; se desconoce los heridos de ellos, y hay un prisionero. Además tenemos bastantes pertrechos de guerra, radios, ametralladoras, visores nocturnos, uniformes y mucho más. Se acabó el mito de los batallones especiales. La victoria no estaba planeada de esa forma, lo bueno es que toda nuestra fuerza ha ganado confianza y seguridad en la maniobra y aniquilamiento. Algo que sucedió es que un oficial simuló rendirse para luego soltar una granada hiriendo mortalmente a dos compas. También cayeron Romeo y su radista Guillermo…

Hubo también informe del estado de los heridos para trasladarlos a la columna de Bracamonte, quien estaba momentáneamente bajo las órdenes de Hernán, mientras se decidiera otra cosa con ellos. Con José Luis y resto del personal continuamos trabajando toda aquella noche hasta sacar el trabajo que nos habíamos planteado, ya que había que desocupar el lugar temprano por la mañana para evitar ser blanco de un bombardeo, ya fuera aéreo o terrestre desde Osicala, con sus obuses 105mms. De esa forma, aquel hospital fue desmontado, y yo seguí mi camino para unirme al batallón que transitoriamente jefeaba Hernán.

Los compas no se cansaban de contar anécdotas personales de aquella batalla. No sé si todo era cierto pero con el tiempo se volvió leyenda de cómo la escuela de Morazán había despichado a la escuela de Fort Bragg de EEUU. Los dos días siguientes fueron aprovechados con las unidades para hacer evaluación detallada de aquel día donde había una situación que resolver. Algunos pertrechos habían sido tomados sin esperar ser repartidos. Todos querían mostrar el trofeo ganado en aquel escenario. Un compromiso fue sacado a los combatientes consistente en que tuvieran en depósito las prendas, ya que el colectivo de LA BRAZ se reuniría para hacer balance y decidir cómo se repartiría el botín, al cual tenían derecho todos los que habían participado y no sólo los que habían estado en el asalto y aniquilamiento. Por tener bastante comunicación con la sección de Jaime, todos entendieron lo razonable del planteamiento.

Ya en la reunión con Federico y Filomena en el campamento del Trapiche del Cerro Colorado, hubo más información sobre la mencionada batalla. La misión del Batallón Belloso era ubicar la concentración de fuerzas de la BRAZ para abortarle sus planes militares como los que estaban en desarrollo, atacándoles y desarticulando la fuerza para dilatar o ganar tiempo en sus planes propios, que contemplaban acciones civiles combinadas con lo militar. Hubo señalamientos respecto al riesgo que corrió Bracamonte al decidir asaltar él mismo los cimientos donde se atrincheraban los soldados. Yo fui señalado también por estar directo en la línea de fuego, lo cual debía evitar, y a lo cual argumenté: La estructura política está ganándose el espacio y solvencia ante las jefaturas militares y combatientes en general. Para el caso nuestro, he sido asignado a ese batallón para sus dos momentos, lo que sucedió hace tres días ha sido una gran experiencia para todos. Ahora, mandos y combatientes saben que todos combatimos cuando es necesario. Bracamonte tardará en recuperar esa mano, pero siempre se le recordará como al jefe que, con sus unidades de la columna 3 de la BRAZ, realizó dos aniquilamientos el mismo día con pocas horas de diferencia: aniquilando con su fuerza a los paramilitares de San Isidro y a la unidad recóndor del Belloso. Por supuesto que esta ha sido una victoria de todos porque participaron unidades de otras columnas, incluyendo una milicia quienes actuaron en contenciones y cooperación; pero la maniobra cerco y aniquilamiento fue realizada por la columna de Bracamonte. Todas las personas que integramos la Brigada estamos comprometidos a mantener y subir ese estándar logrado en San Isidro.

Estas acciones fueron el bautismo o el estreno del nombre de aquel instrumento juramentado en los llanos de Agua Blanca una tarde del 23 de Marzo de 1983. Además, fueron el referente en las sucesivas batallas de gran envergadura que se libraron. Estas fueron más de 14 en todo el oriente del país, con la variante que cada vez los retos a vencer eran mayores así como la cantidad de bajas. Todos sus miembros respondían a la hora necesitada para definir el cerco y aniquilamiento sin distinguir mandos y combatientes.

Después de haber estado en el hospital sin recuperar su mano por falta de una operación especializada, Bracamonte fue sacado hacia el exterior para que se la practicaran. Estuvo varios años fuera en donde se tecnificó como franco tirador. Cuando él regresaba nuevamente a Morazán, la BRAZ había sido desmontada y convertida en unidades menores llamadas unidades guerrilleras. Bracamonte, con dificultades para entender el nuevo momento táctico militar, desempeño su trabajo especializado con su fusil Dragonov con mira telescópica y su equipo de apoyo.

Por mi parte, continúe acompañando misiones de la BRAZ, pero nunca regresé a aquel batallón porque nunca fue completado nuevamente, más bien fue ocupado como fuerza para rellenar bajas de otras columnas después de cada batalla, como ocurrió con el aniquilamiento de la Recóndor del Belloso. Mis movimientos en el futuro siempre fueron con el jefe militar del batallón o con el jefe de la operación en ejecución.

Fueron varios batallones los que participaron en la misión siguiente que fue una amplia maniobra abarcando una extensa zona con varios pueblos, una ciudad importante, y la aduana fronteriza más la voladura de varios puentes con la toma y control de carreteras.., etc. Esto incluyó: puentes a la salida de Jocoro para cortar el paso de la ruta militar; toma y control de la ciudad de Santa Rosa de Lima con recuperación económica al banco de la ciudad; emboscada de aniquilamiento en la Panamericana entre Pasaquina y La Unión; toma del puesto fronterizo de El Amatillo y la voladura del puente Goascorán que divide a EL Salvador y Honduras.

En toda esta maniobra también hubo regular cantidad de bajas propias incluyendo combatientes y mandos, de los cuales no hay registros, sólo alguna memoria de los participantes que aún viven. Recuerdo a dos mandos que participaron en esa maniobra: William Negro, mando de sección quien salió gravemente herido; además resultó muerto el segundo mando del batallón que tomó Santa Rosa de Lima, cuando su jefe Raúl Negro le comisionó que fuera a revisar y a garantizar abrir la bóveda que albergaba los fondos colectados por el banco de la ciudad. Adán era originario de ese lugar y conocía perfectamente la ciudad, un guardia desperdigado, escondido entre la población lo sorprendió al dispararle mortalmente. El dinero no pudo ser recuperado pero sí el cadáver del compañero y se le dio cristiana sepultura donde tenía enterrado su ombligo, Santa Rosa de Lima.

Licho y yo trabajamos bastante en operaciones; él comentaba que siempre nos tocaba lo más espeso en misiones con la fuerza concentrada, y que cada vez eran objetivos y teatros de operaciones de mayor envergadura en donde se implicaba a la mayoría de las columnas. Teatros de operaciones al norte de San Miguel, al norte de La Unión, al cerro Cacahuatique, la Torrecilla, El Pacayal, en la Panamericana y ciudades aledañas , a la tercera brigada de infantería, a los pueblos del suroriente, y Nuevo Edén de San Juan, incluyendo la demolición del otro puente sobre el río Lempa: toma y demolición del puente Cuscatlán.

Opinión de un oficial de la FAS en relación a la voladura del puente Cuscatlán:

“…Desde el punto de vista militar, el FMLN pretendía “liberar” la porción oriental del país (delimitada por el Río Lempa). De alcanzar ese objetivo, el FMLN dividiría al país en dos utilizando el obstáculo natural para la defensa de la porción liberada. Esto le permitía mayor acceso logístico desde Nicaragua, e iniciar desde ahí su guerra de expansión hasta conquistar el resto del país. El crecimiento militar del FMLN le había costado muchas bajas al ejército, por lo que éste se preocupaba por mejorar sus condiciones en cuanto a sus escasos recursos.”

La falta de equilibrio que se tenía entre las bajas en cada batalla, con el desgaste en municiones y la falta de integración suficiente de combatientes para reponer bajas y completar la plantilla de las unidades…, hizo su efecto en la estructura de la brigada, diezmando aceleradamente la cantidad de aquella masa de fuerza. Esto fue una de las razones, que por cierto poco se mencionan, que precipitaron su desmantelamiento. Sin embargo, esto era necesario también no sólo para disminuir los riesgos que implicaba el incremento masivo de medios aéreos por el ejército sino que también para desplazar unidades por todos los rumbos para consolidar la organización popular. La preocupación que me acompañó al llegar a Morazán procedente del Sur cobró fuerza. Preocupación que fue argumentada a Luisa en la hacienda Las Iguanas de Jucuarán y a Federico en el campamento del Limón:

Las victorias militares del ERP generan confianza, simpatía e integración popular a la guerra. Pero para aprovechar ese efecto moralizador civil que las victorias generan se necesita de cuadros políticos que organicen y traduzcan en niveles organizativos y de participación hasta llegar a la milicia. El ERP hace las victorias desgastándose pero no tiene los cuadros suficientes para aprovechar organizativamente esas victorias.

Sin embargo, en el oriente del país los efectos de estas victorias siempre fueron aprovechados por los cuadros de las organizaciones hermanas que sí crecieron a la sombra de las acciones de la BRAZ. Esto fue evidente cada vez más en las evaluaciones de los colectivos ya fueran militares o políticos. La dirección del partido no tuvo respuesta de cómo resolver aquella ecuación: operatividad ininterrumpida ejecutando operaciones estratégicas más bajas propias tenidas = crecimiento de milicia y fuerza móvil estratégica. Como un intento de dar respuesta a la necesidad de restitución de bajas, fue creada una escuela política para neutralizar e integrar lo más posible a soldados prisioneros de guerra.

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