El Puntero Apuntado con Apuntes Breves

Juan de Dios del Cid (s. XVII o XVIII). Escritor y religioso hispano-salvadoreño, nacido en San Salvador en fecha ignorada. Durante mucho tiempo se creyó que podría haber venido al mundo a finales del siglo XVI o comienzos de la siguiente centuria, ya que se aceptaba, como fecha válida de impresión de su única obra, la de 1641. En tal caso, se trataría del primer escritor nacido en El Salvador. No obstante, investigaciones posteriores parecen haber demostrado que su obra fue realmente impresa en 1741, lo que retrasa en un siglo la fecha de nacimiento de este religioso franciscano. Su peripecia, en cualquier caso, presenta un enorme interés para la historia de la imprenta en Centroamérica, pues se admite como cierto que él mismo fabricó una rudimentaria prensa de madera para reproducir el tratado que había escrito, al que colocó el ingenioso título de El Puntero Apuntado con Apuntes Breves. Se trata de un manual de instrucciones dirigidas al «puntero», nombre con el que, en las fábricas de tinta, se designaba al operario encargado de dar el punto exacto de calidad a la tinta obtenida de la hierba denominada añil o jiquilite. Merced a este bello y potente colorante natural, muchas regiones deprimidas de Centroamérica pudieron engancharse, a finales del siglo XVIII, a la locomotora de la revolución industrial, surtiendo de abundante tinta azul a las empresas textiles de Inglaterra y Alemania.
 
En la obra del franciscano se mencionan varias fábricas de tinta existentes en El Salvador, y se deja entrever que esta explotación del añil o jiquilite suponía una de las pocas vías de acceso de que disponía el campesinado empobrecido para incorporarse al precario sector industrial de la región. El propio Juan de Dios del Cid, buen conocedor de la materia, dejó bien clara en el subtítulo que puso a su tratado la intención que le había movido a escribirlo: «Para que nadie quede corto en la fábrica de la Tinta Añil, o Tinta Anual, danse instrucciones y advertencias muy útiles, y necesarias para que el Puntero con algún acierto ejercite su oficio». Al parecer, El puntero apuntado… contenía informaciones tan valiosas que se obligaba a escuchar varias lecturas de su texto no sólo a los trabajadores encargados de dar el punto a la tinta, sino también a los recolectores que salían al campo a cortar la hierba, pues Juan de Dios explicaba minuciosamente todo el proceso de fabricación, desde el modo adecuado de cortar el jiquilite en el su hábitat natural hasta la forma más adecuada de elaborar los «pasteles» (o bloques pastosos en los que se amalgamaba la tinta para facilitar su traslado óptimo, en grandes buques, a Europa). Dentro de este proceso, Juan de Dios del Cid se detuvo especialmente en la labor del puntero, lo que le dio pie para crear el juego de palabras del título. Por lo demás, toda la obra muestra, al margen de su contenido eminentemente técnico, la innegable vocación literaria de su autor, quien, además del retruécano del epígrafe, incluyó en el prólogo un poema en décimas.

El único ejemplar que se conserva de El puntero… (hallado en Guatemala, a comienzos del siglo XX, por el estudioso y polígrafo José Toribio Medina, quien lo trasladó a Santiago de Chile, donde se guarda en la actualidad) indica, en su portada, que fue impreso en 1641.

La fecha, que en un principio se dio por buena, invitaba a pensar que el animoso franciscano se había adelantado de forma sorprendente, con su rudimentaria prensa de madera, a la llegada de la imprenta a Centroamérica, pues no hay constancia de que hacia 1640 existiese en la región alguna maquinaria de imprimir con caracteres móviles (a Guatemala, la primera ciudad centroamericana que la tuvo, llegó veinte años más tarde). Es más, la precocidad de Juan de Dios del Cid era tanto más asombrosa en la medida en que se tenía en cuenta que, en las dos capitales virreinales (México y Lima), la imprenta se acababa de establecer (en 1622 y 1633, respectivamente).

Investigaciones posteriores de Ítalo López Vallecillos e Isabel Casin han demostrado que, en realidad, la fecha de impresión de El puntero apuntado con apuntes breves data de 1741. Según parece, alguien manipuló el original para transformar el «7» en un «6», y anticipar así en cien años –no se sabe muy bien con qué interés– la introducción de la imprenta en Centroamérica. Tal manipulación se hace patente al comprobar que la obra Clave Médica, escrita por Francisco Suárez de Ribera y citada por Juan de Dios del Cid en su tratado, fue impresa por vez primera en Madrid en 1730, lo que demuestra que El puntero…tuvo que ser redactado, como muy pronto, a comienzos del segundo tercio del siglo XVIII.

Sea como fuere, lo cierto es que la historia del artesanal y eficaz artilugio de madera construido por el inquieto franciscano tuvo un final tan novelesco como la andadura que el paso de los siglos deparaba a su obra. Al parecer, las autoridades eclesiásticas vieron con malos ojos que Juan de Dios del Cid no hubiera pedido permiso para establecer su imprenta doméstica; y, considerando que un artefacto de semejante utilidad podría ser muy peligroso en manos díscolas o independientes, dictaminaron su inmediata destrucción.

Fuente:

El Salvador al Vuelo
Notas, impresiones y perfiles.
Alejandro Bermúdez, 1917.

(Reproducción textual).

El Oso Pardo (brown bear)

El oso pardo, por Louis Agassiz Fuertes

El oso pardo de la península de Alaska, Ursus gyas, y su primo Ursus middendorffi, de la Isla Kodiac, son los más grandes de todos los osos, como también son los más grandes animales carnívoros de todo el mundo. En tanto que llegan a tener un peso de 1,500 libras, son, por lo general, gigantes inofensivos, dándose a la fuga al primer atisbo de presencia humana. Pero estando heridos, o sorprendidos a corta distancia, dan batalla, y su enorme tamaño, fuerza y actividad los convierte en terríficos antagonistas.

El mundo no sabía de la existencia de estos osos hasta 1898. Durante la primavera, el oso pardo de Alaska se alimenta del salmón que sube por los ríos y arroyos a depositar sus huevos, mientras que en el verano y el otoño se alimenta con la grama de las planicies húmedas, pastando como el ganado, y variando su dieta con pequeños mamíferos y bayas que encuentra en las colinas.

Fuente:

Wild Animals of North America
Intimate Studies of Big and Little Creatures of the Mammal Kingdom,
by Edward William Nelson.