Signos del Zodíaco: Capricornio

Capricornio

(21 de diciembre-19 de enero)


Décimo signo del zodíaco, que comienza en el solsticio de invierno, la puerta de los dioses, cuando la muerte aparente de la naturaleza corresponde a la plenitud espiritual, en la época de la mayor ingeniosidad del hombre, liberado por la ausencia de labor estacional. Símbolo del fin de un ciclo y, sobre todo, del comienzo de un ciclo nuevo: es el signo que inaugura el zodíaco del Extremo Oriente. Expresa la paciencia, la perseverancia, la prudencia, la industria, la realización, el sentido del deber. Está situado bajo la regencia de Saturno.

Para nuestro hemisferio el Capricornio simboliza el despojo, la retracción y la concentración del invierno en su severa grandeza; se asimila a la Nochebuena, cumbre del frío y la obscuridad; hora cero para la semilla hundida en el suelo en vistas de la lejana mies. El elemento Tierra inicia su proceso; es la tierra invernal, en cuyas profundidades se elabora la lenta y penosa obra de la vegetación. Este punto de partida se acopla dialécticamente con una noción de llegada, de destino, de meta, concebida como un mediodía terrestre, una cima. El signo se representa con un animal fabuloso medio cabrón, medio delfín, o con una cabra, cuadrúpedo escalador atraído por las cumbres. Está regido por Saturno, asociado a todo lo duro, ingrato, sombrío y obscuro, despiadado dios del tiempo que cristaliza al hombre en sus supremas ambiciones, cuando no lo condena al despojo y a la renuncia. La naturaleza capricorniana lleva la señal de este universo frío, silencioso, inmóvil. Se edifica en un primer movimiento de retirada en sí mismo y de concentración; la vida deserta el exterior de este personaje, que ofrece a menudo el aspecto gris de la simplicidad, de la sobriedad, de la discreción; se refugia en sus profundidades y la lenta subida de las fuerzas allí escondidas y tantas veces ignoradas por el propio ser, le permite afirmar su valor asegurándole el pleno gobierno de sí mismo. Este imperio de sí mismo es el resultado de un paciente entrenamiento de la voluntad, ejercida para afirmar su dominio sobre el instinto y la sensibilidad.

Su figura simbólica, cuerpo de cabrón, cola de pez, revela la naturaleza ambivalente del capricorniano, dejada a las dos tendencias de la vida, hacia el abismo y hacia las alturas, hacia el agua y hacia la montaña. Tiene posibilidades inversas, evolutivas e involutivas, y sólo encuentra el arduo equilibrio en una perpetua tensión entre sus atracciones opuestas.

Fuente
Diccionario de los símbolos
Jean Chevalier & Alain Gheerbrant. 
(Traducción: Manuel Silvar & Arturo Rodríguez).

Escasez de Árboles Navideños e Incremento en la Demanda

En muchos países alrededor del mundo, las personas que buscan comprar árboles de Navidad naturales están encontrando opciones reducidas, precios más elevados o ambos, particularmente en los Estados Unidos. El problema de la cadena de suministro a nivel mundial también ha afectado el número de árboles artificiales, como los hechos de plástico.

En los Estados Unidos, una combinación de clima severo y dificultades para obtener árboles de fábricas en el extranjero ha causado lo que algunos expertos en la industria describieron como una situación que es mala de dos maneras diferentes.

La Directora Ejecutiva de la Asociación Americana de Árboles de Navidad, Jami Warner, dijo que los productores han sido afectados por inundaciones, incendios, humo, sequía, condiciones climáticas extremas.

El calor y los incendios en el noroeste de los Estados Unidos, en junio, afectaron a las granjas de árboles de Navidad en Oregon y Washington, que son los estados de los que provienen la mayoría de los árboles. Ya que tarda 10 años para que la mayoría de los árboles crezcan, perderlos por los incendios y el mal tiempo crea problemas que pueden durar muchos años. Incluso para los árboles que se talan para la venta, no hay suficientes conductores de camiones para llevarlos a los mercados de la ciudad.

Árboles de Navidad «Crystal River», cerca de Oakland, California, es una venta administrada por Dale Pine y Stacy Valenzuela. Normalmente, obtienen árboles de Oregón, pero un periodo de temperaturas extremadamente calurosas dañaron el cultivo. Valenzuela llamó a la situación «siniestra»; agregando que habló con proveedores diariamente para pedir árboles, y que ha tenido mucho trabajo para obtener los que tiene en su venta este año.

Un mercado de árboles de Navidad en Washington, D.C., atrajo a muchos clientes que viven en el área llamada Capitol Hill. El mercado, realizado a principios de diciembre, fue a dos calles del edificio de Capitolio de los Estados Unidos. La venta fue organizada por Del Voss, como una forma de recaudar dinero para un grupo comunitario local, cobrando alrededor de $ 75 por árboles de un metro de altura; aunque la mayoría cuestan más de $ 100. Él explicó que compró los árboles en una subasta en Pennsylvania unos 10 días antes. En el pasado, el grupo los compraba en una pequeño negocio que obtiene árboles para que las organizaciones comunitarias los vendan; pero este año, ese negocio no tenía árboles disponibles.

Voss tildó de «caótico» el proceso de subasta donde se venden unos 40,000 árboles, donde pagó alrededor de $ 15,000 por 200 de ellos. Eso es dos veces más que lo que solía pagar. Otros lugares de la zona tienen árboles menos costosos, dijo, pero los que vende proporcionan dinero para la organización. La mayoría de las personas, expresó, estaban felices de pagar un poco más porque el dinero va a una buena causa. Si pensaban que el precio era demasiado alto, les decía dónde podrían ir a pagar menos.

Voss añadió que no hay tantos árboles para vender hoy en día debido a la mala situación económica del país hace 12 años. Cuando los agricultores sacaron préstamos para comprar y plantar árboles pequeños, los bancos no les ofrecieron suficiente dinero, por lo que los agricultores no pudieron plantar tantos. También hubo plagas y mal tiempo que mató a los árboles jóvenes.

Voss dijo, además, que la oferta es más baja de lo normal este año, pero la demanda es mayor. Muchas personas están optando por quedarse en casa por la Navidad debido a las preocupaciones continuas sobre cómo viajar durante la pandemia COVID-19, lo que explicaría que quieran su propio árbol para celebrar las vacaciones.

Caroline Tuan trabaja para Balsam Hill, una compañía que distribuye árboles navideños artificiales, los cuales están hechos en China. Ella explicó que las desaceleraciones en los puertos y la falta de conductores de camiones han hecho que los árboles artificiales sean un 20 por ciento más caros este año. Además, no hay muchas opciones para escoger.

Un cliente que fue a la tienda Balsam Hill para comprar un árbol artificial este año dijo que había decidido que sería mejor para el medio ambiente que comprara un árbol que duraría durante mucho tiempo. Otro cliente en la misma tienda explicó que vino porque en los lugares donde compraban árboles en el pasado se agotaron.

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Ante informaciones como esta, ¿no será ya tiempo de replantearse la forma de celebrar en familia sin tener que ceder al exagerado consumismo? 
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(La ilustración que encabeza esta nota fue tomada de A Christmas Hamper: A Volume of Pictures and Stories for Little Folks).

Mientras Millones Mueren por la Pandemia los Multimillonarios Incrementan sus Riquezas

El Informe de Desigualdad Mundial 2022, publicado por la iniciativa de investigación global World Inequality Lab, reporta que la pandemia de COVID-19 ha ensanchado la brecha financiera entre ricos y pobres en un grado nunca visto desde los días optimistas del imperialismo mundial con el cierre del siglo 20. 

Los multimillonarios del mundo disfrutaron del mayor aumento en su participación en la riqueza el año pasado desde que el World Inequality Lab comenzó a llevar registros en 1995, según el estudio publicado recientemente. Los multimillonarios vieron crecer su patrimonio neto en más de $ 3.6 billones solo en 2020, aumentando su participación en la riqueza global al 3.5 por ciento. Mientras tanto, la pandemia ha empujado a aproximadamente 100 millones de personas a la pobreza extrema, aumentando el total mundial a 711 millones en 2021.

“Las desigualdades globales parecen ser tan grandes hoy como lo fueron en la cúspide del imperialismo occidental a principios del siglo XX”, expresa el informe. «De hecho, la parte de los ingresos que capta actualmente la mitad más pobre de la población mundial es aproximadamente la mitad de lo que era en 1820, antes de la gran divergencia entre los países occidentales y sus colonias».

El informe mostró que el 10 por ciento más rico de la población mundial recibe el 52 por ciento del ingreso global, en comparación con el 8 por ciento de la mitad más pobre. En promedio, una persona en el decil superior gana $ 122,100 (€ 87,200) por año, mientras que una persona de la mitad más pobre de los asalariados mundiales gana $ 3,920 (€ 2,800) al año. La desigualdad de la riqueza mundial es incluso más pronunciada que la desigualdad de ingresos. La mitad más pobre de la población mundial solo posee el 2 por ciento de la riqueza total. En contraste, el 10 por ciento más rico posee el 76 por ciento de toda la riqueza, con $ 771,300 (€ 550,900) en promedio.

Los ultrarricos han desviado una parte desproporcionada del crecimiento de la riqueza mundial durante las últimas décadas. El 1 por ciento superior tomó el 38 por ciento de toda la riqueza adicional generada desde 1995, mientras que el 50 por ciento inferior solo capturó el 2 por ciento de ella. La riqueza de las personas más ricas ha crecido entre un 6 y un 9 por ciento anual desde mediados de la década de 1990, en comparación con el promedio mundial del 3.2 por ciento.

Los niveles de desigualdad varían según las regiones. En Europa, el decil superior tiene alrededor del 36 por ciento de la participación en los ingresos, mientras que en Oriente Medio y África del Norte tiene el 58 por ciento. Sin embargo, las desigualdades entre países han disminuido en las últimas dos décadas, mientras que la desigualdad dentro de los países «ricos» ha aumentado considerablemente. En los Estados Unidos, el 1 por ciento más rico poseía el 35 por ciento de la riqueza del país, acercándose a los niveles de desigualdad de la Edad Dorada.

Esta acumulación masiva de capital se ha producido a expensas de la riqueza pública durante las últimas cuatro décadas. La participación de la riqueza en manos de los actores públicos es cercana a cero o negativa en los países «ricos», lo que indica que la totalidad de la riqueza es de propiedad privada, una tendencia exacerbada por la pandemia del coronavirus.

El informe también estudió las conexiones entre la desigualdad de riqueza y las desigualdades en las contribuciones al cambio climático, mostrando que el 10 por ciento superior de los emisores es responsable de cerca del 50 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que la mitad inferior produce el 12 por ciento del total. Esta disparidad también se observa en países nominalmente ricos. La mitad inferior de la población en Europa, Asia Oriental y América del Norte es responsable de un promedio de 3 a 9 toneladas métricas de emisiones por persona al año. Esto contrasta marcadamente con las emisiones del 10 por ciento más rico en estas regiones: 29 toneladas métricas en Europa, 39 en Asia Oriental y 73 en América del Norte.

Dada esta desigualdad diversa y severa, los autores del informe proponen una serie de “impuestos progresivos modernos” sobre la riqueza que se utilizan para invertir en educación, salud y restauración ecológica. Pero ese camino es un callejón sin salida; todas las instituciones oficiales y semioficiales del gobierno están subordinadas a los intereses de la aristocracia financiera y sirven para restringir y bloquear cualquier medida que amenace sus tesoros de riqueza. Esto se demuestra por la desastrosa respuesta a la pandemia de COVID-19, con gobiernos de todo el mundo declarando el fin de la pandemia y eliminando las medidas de protección restantes. En lugar de estar impulsadas por la preocupación por la salud pública, las acciones de los gobiernos han sido impulsadas por el esfuerzo por proteger la riqueza y los privilegios de las altas esferas de la sociedad.

La evidente contradicción entre las personas más ricas del mundo y las circunstancias precarias en las que viven miles de millones está alimentando una creciente ola de militancia de la clase trabajadora, la cual debe exigir que la enorme cantidad de riqueza y recursos atesorados por las capas más ricas sea confiscada y dirigida a luchar contra la pandemia global.

El principal obstáculo para resolver las cuestiones sociales candentes del mundo, ya sea el impacto devastador de COVID-19 o el crecimiento generalizado de la desigualdad, son los intereses de lucro privado de la clase dominante capitalista. Para salvar vidas y evitar un desastre aún mayor, los trabajadores deben construir un movimiento socialista internacional basado en los intereses de las mayorías.

Lo que dijo Simone Weil sobre la Revolución

Este es un extracto de la primera parte del ensayo de Simone Weil titulado «Sobre las causas de la libertad y la opresión», en la que se refiere a la revolución. El ensayo fue redactado en 1934, cuando la autora era muy joven, y no fue publicado hasta que Albert Camus lo incluyó en la antología Oppression et liberté de 1955. El trabajo en su totalidad comienza con una crítica al marxismo ortodoxo y continúa con un análisis del por qué de sus fracasos, de la inevitabilidad de la injusticia social. Seguidamente, se perfilan las características de una sociedad libre utópica para entresacar lo que pudiese aplicarse al presente. La autora concluye con una crítica a la sociedad de su tiempo donde el individuo ha sido absorbido y anulado por la colectividad. Resulta más que interesante la vigencia de muchos de sus planteamientos.

La época actual es de aquellas en las que todo lo que normalmente parece constituir una razón para vivir se desvanece, en las que se debe cuestionar todo de nuevo, so pena de hundirse en el desconcierto o en la inconsciencia.

Que el triunfo de movimientos autoritarios y nacionalistas arruine por todas partes la esperanza que las buenas personas habían puesto en la democracia y en el pacifismo es sólo un aspecto del mal que sufrimos; éste es mucho más profundo y está más extendido.

El trabajo ya no se realiza con la orgullosa conciencia de ser útil, sino con el sentimiento humillante y angustioso de poseer, sólo por el hecho de disfrutar, sencillamente, de un puesto de trabajo, un privilegio concedido por un pasajero favor de la suerte, privilegio del que están excluidos muchos seres humanos.

Vivimos una época privada de futuro. La espera de lo que vendrá ya no es esperanza, sino angustia.

Hay, sin embargo, desde 1789, una palabra mágica que contiene todos los futuros imaginables y nunca está tan cargada de esperanza como en las situaciones desesperadas; es la palabra revolución.

Por ello, el primer deber que nos impone el presente es el de tener suficiente valor intelectual como para preguntarnos si el término revolución es algo más que una palabra, si tiene un contenido preciso, si no es, sencillamente, una de las numerosas mentiras suscitadas por el desarrollo del régimen capitalista y que la crisis actual nos hace el favor de disipar. La cuestión parece impía, debido a los seres nobles y puros que han sacrificado todo, incluida su vida, a esta palabra. Pero sólo los sacerdotes pueden pretender que el valor de una idea se mida por la cantidad de sangre que ha hecho derramar. ¿Quién sabe si los revolucionarios no han vertido su sangre tan vanamente como los griegos y troyanos del poeta, que, embaucados por una falsa apariencia, se batieron durante diez años en torno a la sombra de Helena?

La ciencia es un monopolio, no por una mala organización de la instrucción pública, sino por su misma naturaleza; los profanos sólo tienen acceso a los resultados, no a los métodos, es decir, sólo pueden creer, no asimilar.

Toda nuestra civilización está fundada sobre la especialización, que implica la sumisión de los que ejecutan a los que coordinan; sobre esta base sólo se puede organizar y perfeccionar la opresión, no aliviarla. La sociedad capitalista está lejos de haber elaborado en su seno las condiciones de un régimen de libertad y de igualdad, porque la instauración de un régimen así supone una transformación previa de la producción y de la cultura.

La constatación de que el régimen capitalista aplasta a millones de hombres sólo permite condenarlo moralmente; lo que constituye la condena histórica del régimen es el hecho de que, después de haber hecho posible el progreso, ahora lo obstaculiza.

La tarea de las revoluciones consiste esencialmente en la emancipación no de los hombres, sino de las fuerzas productivas. En realidad, está claro que, una vez que éstas han alcanzado un desarrollo suficiente como para que la producción pueda realizarse con poco esfuerzo, las tareas coinciden; Marx suponía que éste es el caso en nuestra época. Esta suposición le permitió la conciliación, indispensable para su tranquilidad moral, entre sus aspiraciones idealistas y su concepción materialista de la historia.

Fuente:

Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social
Simone Weil, 1934.

Los Nombres que Escogió mi Abuelo

Siendo muy joven, mi abuelo paterno llegó de España a Nicaragua, en donde vivió algunos años, para luego trasladarse y radicarse definitivamente en El Salvador, país en el que se casó, procreó una familia, se desempeñó como «idóneo de farmacia», juez de paz y curandero, para finalmente fallecer en 1986, mientras la guerra estaba en su apogeo y yo me encontraba ausente.

«Idóneo de farmacia» le llamaban antes a un técnico especializado en una rama auxiliar de la profesión farmacéutica, pero mi abuelo también era habilidoso para el dibujo, tenía inclinaciones poéticas y era propietario de una caligrafía hermosa, muy peculiar, que yo copié. Como dibujante, era muy requerido para elaborar unos cuadros que llamaban «retablos», los cuales eran representaciones gráficas de alguna aflicción de salud que la persona había pasado y se integraba en ellos también, de manera destacada, al santo o santa que había operado el milagro. La representación gráfica era dibujada en cartulina o lienzo, a colores, y se enmarcaba en un cuadro de madera, y así, la persona afectada presentaba el retablo a la iglesia donde se veneraba la virgen o santo milagroso que la había sanado.

En lo poético, «mi papa Luis» (como nietas y nietos le llamábamos) era particularmente talentoso para elaborar acrósticos, que es un tipo de composición que requiere de un buen conocimiento del vocabulario, puesto que debe ceñirse al nombre o frase que revela el poema. Mi abuelo fue quien me introdujo a literatos y poetas clásicos españoles reconocidos, tales como Calderón de la Barca, Fernando de Rojas, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Pedro Antonio de Alarcón, etc. Por él tuve acceso en mi niñez a obras tales como La Celestina, el Lazarillo de Tormes, Don Quijote, La vida del Buscón, El Niño de la Bola, La vida es sueño, y otras a las que yo no habría accedido a tan temprana edad, de no haber sido por él, en aquel pueblo donde la mayoría de las personas se dedicaban a los trabajos del campo, a corretear las gallinas, arrear ganado, quebrar aceitunas secas, recoger nances o cuidar la milpa en un ambiente apacible y comunitario, cuando aún el individualismo exagerado del capitalismo voraz no había invadido la mente de las personas en las zonas rurales. Él fue quien me introdujo a las Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécker, poeta que me impactó de tal manera que me hizo sentir impulsos poéticos.

Como funcionario público (juez de paz), supongo que mi abuelo se había desempeñado bien, ya que gozaba del respeto de la gente del municipio y alrededores. Recuerdo que lo que más resaltaba al hablar de su tiempo desempeñándose en ese cargo, era que había tenido ocasión de procesar y enviar a prisión a unos astutos maleantes falsificadores de dinero, de quienes guardaba como trofeo parte del equipo que utilizaban en sus fechorías, y el cual era muy similar a un mimeógrafo de madera con su respectivo rodillo, cosas que yo pude ver, porque él me las mostró.

Referente a España, «mi papa Luis» era muy parco, aunque me habló en más de una ocasión de Juan Martín Diez, el Empecinado, y Eugenio Aviraneta, a quienes consideraba grandes héroes libertarios y revolucionarios. Gracias a él, más tarde leí las historias fascinantes de ambos personajes y todas las novelas escritas sobre ellos por Benito Pérez Galdós y Pío Baroja. ¡Qué belleza de relatos!

Pero por lo que más llegó a ser reconocido «papa Luis», fue por su labor de curandero, ya que muchas personas le consultaban sobre sus dolencias y él las recetaba medicinas al alcance de sus recursos económicos. Aparte de su conocimiento de boticario, poseía un voluminoso libro que era como una enciclopedia médica, que consultaba cada vez que debía recetar algo. Algunas veces, él mismo preparaba los medicamentos para los enfermos. Es decir, que mi abuelo era un hombre dotado de una personalidad multifacética, sensitiva y benevolente, y aunque no recuerdo que me haya hablado alguna vez de Mitología, Filosofía o Religión, no dudo que sabía de ellas por la forma de su proceder y por los nombres que puso a su progenie.

Mi abuelo engendró cinco varones y dos hembras. Al primero de sus hijos le nombró Miguel Ángel, sin duda en honor al gran artista italiano del Renacimiento Michelangelo. Al segundo le llamó Héctor, en clara referencia al héroe protagonista de la guerra de Troya. Al tercero de sus hijos, mi abuelo bautizó como él, Luis, nombre que nadie ignora hace referencia a aquel rey francés que también fue declarado santo de la Iglesia Católica por haber participado en la séptima Cruzada. Al cuarto de sus engendros masculinos, le llamó Remo, indudablemente en alusión del personaje mitológico que junto con su hermano Rómulo, fundó Roma. Al último de sus varones, mi abuelo nombró Roger, y aquí me asalta la duda si lo hizo en referencia a Roger de Flor el caballero templario y caudillo mercenario italiano al servicio de la Corona de Aragón; o Roger de Flor, nacido en Ciudad Real en 1912, cuyo nombre verdadero era Jesús Menchén Manzanares, poeta de la Guerra Civil española. También puede ser que mi abuelo haya querido homenajear a ambos personajes históricos, puesto que ambos destacan por su valor en la persecución de sus principios de lucha. En todo caso, el poeta y luchador Manzanares, adoptó su seudónimo para reivindicar al primer Roger de Flor que también fue conocido como Roger von Blume y Rutger Blume.

En cuanto a las hembras, la mayor, que nació entre Héctor y Luis, fue bautizada como Nohemí, en clarísima alusión a aquella maravillosa mujer que ocupa un lugar destacado en el libro bíblico de Rut, al haber sido un ejemplo de la mayor sensatez, sabiduría y apego a sus creencias religiosas. La otra fémina que engendró mi abuelo, nació entre Luis y Remo, y a ella la llamó Elsa, y es muy probable que la haya nombrado así en honor de Elsa Einstein (1876-1936), la segunda esposa de Albert Einstein. Por lo menos, eso es lo que yo supongo; porque nunca le pregunté a mi querido abuelo qué fue lo que le inspiró en la escogitación tan peculiar de los nombres de sus hijas e hijos, que murieron ya todos, sin que ninguno lograra llegar a la edad que él alcanzó a vivir.
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Nota: El último de los hijos de mi abuelo era conocido por su segundo nombre, Danoy, a diferencia de todos los demás que eran llamados por su primer nombre.

(En memoria de mi abuelo José Luis Cruz. San Francisco, EEUU, 5 de diciembre de 2021).

Tutecotzimit

El Pastor y el Rey

Por Francisco Gavidia

El hilo de agua que se llama Acelhuate le fue dado al antiguo vecindario, por la Estrella de la Mañana, el Quetzalcoatl que se adoraba en el valle.

En las márgenes de un remanso, a la sombra de unos grupos de balsamares, está el pastor Tutecotzimit con su rebaño de pavos reales. Pende en un bálsamo —que gotea por sus heridas cristalinas las gomas que perfuman el paisaje y lo vuelven encantado—, pende el escudo de oro del pastor, y de un tahalí de piel de jaguar, su espada de ónice. Una tienda de plumas multicolores, como las que se venden al Ahpop y los Ahaus de Opico, ofrece un refugio contra los rayos del sol a la hora en que el Tonatiú encrespa en el cenit su plumaje candente.

Una flecha sale del boscaje; un pavo real herido en el costado, lanza un alarido. El inmenso rebaño vuela y un momento el aire se llena de los cambiantes multicolores y de los matices metálicos de las aves favoritas de la Estrella Matutina. Un arco gigantesco en la siniestra; acomodando una nueva flecha en el nervio vibrante; la silueta de corzo que han heredado las realezas del país de los príncipes de Palenque—del boscaje se desprende un cazador. Viendo al pastor, ríe y se burla.

Es el Rey, el sanguinario Cuaucmichín.

Al mismo tiempo el pastor, con su espada, ha hecho sonar el escudo. Un sonido melodioso como el canto de un pájaro se ha internado por las arboledas, y en los claros de las avenidas han aparecido los Chanes. Estos flecheros de raza, flecheros de padres e hijos desde los tiempos de la guerra de Nachán y de Tula, guardan los rebaños. A una señal del pastor sus armas se bajan.

 —Pastor —dijo el Rey de Cuzcatlán, el Cuaucmichín—, los sacrificios de hombres, sin los cuales no prospera la guerra que he establecido, han regado un secreto rencor en el reino. Mas todas las familias de Reyes fueron destruidas. No queda nadie para sentarlo en el trono si derribasen a Cuaucmichín.

 —Te estaría mejor, Rey —repuso Tutecotzimit—, aconsejarte de la Estrella de la Mañana, que del cruel Dios del Acaso y de la Emergencia, Paynalton, el horrendo Huitzilipochitl. Nosotros no adoramos la Suerte. No sacrificamos a la Casualidad. La Estrella de la Mañana nos impone definiciones claras. Tocante a dinastías, te diré lo que me dijeron mis padres sobre esto: El primer Rey que hubo en el principio del mundo tuvo diez hijos; estos diez, cien; estos cien, mil; estos mil, diez mil; estos diez mil, cien mil; estos cien mil, un millón; este millón, diez millones….

—En efecto —dijo Cuaucmichín—, un descendiente de Rey, como cualquier otro hombre, tiene lo menos diez hijos.

 —En tres mil años —continuó el pastor—, los cien millones de habitantes de estas tierras, como los de cualquiera otra, han llegado a ser todos descendientes de la familia de sus Reyes. Por eso el Rey es “padre” y los súbditos son “hijos”, es decir, que todos somos iguales.

Volvió a reír Cuaucmichín, y dando a su séquito el pavo real muerto, como buena presa, alejose, sin tomar en cuenta las lágrimas que por el animal prodigioso derramaban los Chanes en las entradas de las avenidas.

En efecto, cuando la revolución derribó al rey pipil, sucedióle el pastor, que era de los antiguos mayas.

Fuente:

Obras de francisco Gavidia, 1913.
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Datos adicionales relacionados a esta nota

Tutecotzimit. Fue un gobernante del Señorío de Cuzcatlán, según los cronistas Antonio de Fuentes y Guzmán y Domingo Juarros. Fue sucesor de Guaucmichín.

Ahpop. Así se llamaba a un jefe maya, que era representado sentado en un petate o estera.

Ahau. Palabra de origen maya para referirse a un jefe o cacique.

Cuaucmichín. Fue un jefe militar que gobernó el Señorío de Cuzcatlán de forma tiránica, predecesor de Tutecotzimit.

Chanes. Por lo que se deriva de la lectura del texto escrito por Francisco Gavidia, estos eran expertos flecheros que transmitían sus conocimientos a sus descendientes, de generación en generación.

Nachán o Nachan. Así se llamó una confederación precolombina cuya capital fue Tula. También se llamaba así a un jefe militar maya.

Tula. También llamada Tolán, era la antigua capital de los toltecas, cuyo apogeo ha sido datado que fue de 850 a 1150. Su ubicación exacta no se ha determinado, pero los historiadores creen que puede haber sido el sitio arqueológico en las cercanías de la actual ciudad de Tula, en el estado mexicano de Hidalgo.

Paynalton. En la mitología nahua era el delegado o emisario de Huitzilipochitl, dios supremo de la guerra. 

Una Lección de Justicia

Alejandro, el rey de Macedonia, deseaba convertirse en el amo del mundo entero. Dirigió sus ejércitos a través de muchos países. Saqueó ciudades, quemó pueblos, destruyó miles de vidas. 

Por fin, en el lejano Oriente, llegó a una tierra de la que nunca había oído hablar. La gente de allí no sabía nada sobre la guerra y la conquista. Aunque eran ricos, vivían con sencillez y estaban en paz con todo el mundo.

El sha, o gobernante de este pueblo, salió a encontrarse con Alejandro y darle la bienvenida a su país. Condujo al gran rey a su palacio y le suplicó que cenara con él. Cuando estuvieron sentados a la mesa, los sirvientes del sha se quedaron para servir la comida. Trajeron lo que parecían ser frutas, nueces, pasteles y otras delicias; pero cuando Alejandro iba a comer, pudo darse cuenta de que todo estaba hecho de oro.

—¡Qué! —exclamó—, ¿se come oro en este país?

—Nosotros mismos solo comemos alimentos comunes —respondió el sha—. Pero hemos escuchado que fue el deseo de oro lo que hizo que abandonara tu propio país; por eso, deseamos satisfacer tu apetito.

—No fue por el oro que vine aquí —explicó Alejandro—. Vine a conocer las costumbres de tu pueblo.

—Muy bien, entonces —dijo el sha—, quédate conmigo un rato y observa lo que puedas.

Mientras el sha y el rey hablaban, entraron dos campesinos.

—Mi señor —dijo uno—, hemos tenido un desacuerdo y deseamos que usted lo resuelva.

—Cuéntamelo —exijió el sha.

—Bueno, es así —respondió el hombre—: Le compré un terreno a este vecino y le pagué un precio justo. Ayer, cuando estaba cavando, encontré una caja llena de oro y joyas. Este tesoro no me pertenece, porque compré solamente la tierra, pero cuando se lo ofrecí a mi vecino, él lo rechazó.

El segundo hombre luego habló diciendo:

—Es cierto que le vendí el terreno, pero no reservé nada que pudiera encontrar en él. El tesoro no es mío y, por lo tanto, no estoy dispuesto a tomarlo.

El sha se quedó en silencio durante un rato, como si pensara. Luego le preguntó al primer hombre:

—¿Tienes un hijo?

—Sí, un joven prometedor —fue la respuesta.

El sha se volvió hacia el segundo hombre:

—¿Tienes una hija?

—Tengo —respondió el aludido—, una chica hermosa.

—Bueno, entonces, este es mi juicio. Que el hijo se case con la hija, si ambos están de acuerdo, y entrégueles el tesoro como dote de la boda.

Alejandro escuchó con gran interés.

—Has juzgado sabia y correctamente —le dijo al sha—, pero en mi propio país deberíamos haber hecho de otra manera.

—¿Qué habrías hecho?

—Bueno, deberíamos haber metido a ambos hombres en la cárcel, y el tesoro le habría sido entregado al rey.

—¿Y es eso lo que llamas justicia? —preguntó el sha.

—Lo llamamos política —contestó Alejandro.

—Entonces déjame hacerte una pregunta —prosiguió el sha.

—¿El sol brilla en tu país?

—Seguramente.

—¿La lluvia cae allí?

—¡Oh si!

—¡Es posible! Pero, ¿hay animales mansos e inofensivos en sus campos?

—Una gran cantidad.

—Entonces —concluyó el sha—, debe ser que el sol brille y la lluvia caiga por causa de estas pobres bestias; porque hombres tan injustos no merecen tales bendiciones.

Fuente:

Fifty Famous People
A Book of Short Stories
James Baldwin, 1912.