Desde muy jovencito, Pascal dio muestras de un genio matemático asombroso, produciendo a la edad de diecisiete años un trabajo que publicó con el título de Tratado de las Cónicas, y en los siguientes años se dedicó a investigaciones en Física y Matemática avanzada. En 1654, habiendo experimentado una visión impresionante, la cual inscribió en un pergamino conocido como su «Memorial», renunció a la vida mundana y se concentró en el ascetismo estrechamente relacionado con la comunidad jansenista. De allí se deriva que en apoyo de Antoine Arnauld, el líder jansenista que había sido expulsado de la facultad de teología de la Sorbonne por supuestas posiciones heréticas, Pascal escribió las famosas Cartas provinciales (Cartas escritas por Louis de Montalte a un provinciano amigo), una serie de dieciocho panfletos dirigidos con la más incisiva y más penetrante ironía en contra de la casuística de los jesuitas.
Las «cartas» aparecieron a lo largo de un periodo de catorce meses; la primera fechada el 23 de enero de 1656; y la última, el 24 de marzo de 1657. Estas elaboraciones tenían la forma de pequeños panfletos, cada uno de ocho o doce cuartillas; tuvieron mucha circulación y produjeron una gran impresión en los países católicos. En realidad son textos expeditos cuyo destinatario final era el público instruido en general y no algún individuo en particular.
En la actualidad, la inmensa mayoría de las personas no están propensas a leer una obra escrita hace casi cuatrocientos años, sobre todo si está inmersa en argumentaciones teológicas; primeramente, porque muy pocas podrían seguir de cerca la argumentación; y en segundo lugar, serían muy pocas las que tengan interés en hacerlo. No obstante, la lectura de obras antiguas, o el conocimiento de sucesos importantes del pasado lejano, facilita la comprensión de situaciones, sucesos y sistemas del presente.
La Orden de los Jesuitas, o Compañía de Jesús, fue fundada en 1540 como resultado de los esfuerzos de Ignacio de Loyola y otros seis religiosos, contando con la aprobación del papa Paulo III. Su historia ha sido escabrosa, con acusaciones frecuentes de «casuística», como por ejemplo, su práctica de acomodar las leyes divinas para facilitarle las cosas a los poderosos. En sus Cartas provinciales, Blaise Pascal resume de manera brillante muchos de estos argumentos.
La hermana menor de Pascal, Jackeline, se había hecho monja y estaba en la abadía de Port-Royal, la cual estaba bajo el constante ataque verbal de los jesuitas, que acusaban de someterse a las supuestas herejías de Cornelio Jansenio, el arzobispo de Ypres. Pascal consideraba acertadamente que la causa de los Jesuitas era vacua, y que su animosidad más bien se explicaba porque se sentían amenazados por la práctica puritana de los jansenistas, ya que causaba confusión en las personas poderosas y ricas que habían seguido el cómodo camino a la salvación delineado por sacerdotes tales como el jesuita español Antonio Escobar y Mendoza, y muchos de sus seguidores.
En las Cartas provinciales Pascal emplea un estilo que combina el fervor de un converso y el ingenio de un hombre mundano, por lo que —además de su influencia religiosa— fueron populares como trabajo literario, a tal punto que el mismo Voltaire las consideró brillantes y tuvieron influencia en su obra posterior. La primera mitad de estos panfletos puede considerarse periodismo excelente, consistiendo de entrevistas hechas a un jesuita no identificado sobre diversos temas relacionales con la fe y la moral. En algunos tramos, la prosa ronda la sátira, aunque esta nunca llega a ser cruel. En la otra mitad se citan varios ejemplos de casuística y se atacan varias de las proposiciones de los jesuitas, aunque no las más escandalosas como el tiranicidio o el aborto que entonces aprobaban.
En la película «La vía láctea» (1969) de Luis Buñuel (1900-1983), aparece una escena en la que un cura jesuita se enfrenta con la espada a un jansenista, en lo que puede ser una metáfora visual de la disputa que estas dos corrientes del catolicismo sostuvieron en el siglo XVII, aunque leyendo a Pascal no se concibe el uso de la violencia entre los seguidores del arzobispo Jansenio, pero sí por parte del otro bando, que en aquella época aprobaba el homicidio en ciertas circunstancias.
El conjunto de las cartas (que fueron traducidas al español por primera vez en 1684 por Graciano Cordero) constituyen una obra en la que Pascal revela y desmantela completamente la casuística jesuita. Es una obra que provoca la reflexión con sus poderosos argumentos, facilitando ver la casuística en el tiempo presente, no solamente en la religión, sino también —y más fuertemente— en la política, en la que fácilmente se confunde con el pragmatismo. También provoca la reflexión sobre de qué manera se hace uso a nivel personal de la casuística en la vida cotidiana o cuando eventualmente se emplea desde la ética circunstancial para justificar la conducta individual. De la obra también se desprende la acertada descripción que de los padres de la casuística hizo el crítico literario Luis Ruiz Contreras en la edición de Las Provinciales de 1933:
«Los jesuitas prefieren ser tenidos por soldados que por monjes, y se ofenden si les llaman frailes. La Compañía de Jesús opera como un ejército aguerrido, como una comunidad mística y como una asociación secreta. Lo primero se declara en la palabra Compañía, lo segundo en la palabra Jesús, y lo tercero en su cauteloso proceder».