Del por qué al Estadounidense le Denominan «Americano»

    Recuerdo que cuando formaba parte de una organización guerrillera de izquierda, siempre que se escuchaba el término «americano» en referencia a un estadounidense, no faltaba quien expresara cierto disgusto haciendo énfasis en que toda persona nacida en cualquier sitio del continente llamado América, era americana, y no solamente aquellas que procedían de Estados Unidos. La Unión Soviética se desmoronó cuando la guerra en nuestro territorio estaba en su punto más álgido, y a ese desmoronamiento le siguió el fin de la Guerra Fría, en la que los poderosos actores internacionales habían encajado la nuestra que —aparte de los cadáveres— no tenía nada de gelidez. Cuando se le puso fin al conflicto interno en el país («Calabaza, calabaza, cada quien para su casa»), muchas de las temáticas que antes nos ocupaban y entretenían fueron descartadas, y algunas se volvieron tabú, y muchas otras ya no despertaban el interés de nadie; entre estas, la referente al gentilicio «americano».

    Consciente que la gente de Estados Unidos, sobre todo de origen anglosajón, goza de variadas exclusividades, muchas de las cuales son de opción propia, mismas que escogieron no solamente para diferenciarse lo más posible del país y gente de sus antepasados, no niego que llegué a considerar que eso de que le llamaran «americano» o «americana» a una persona estadounidense era producto de su propia elección. Sin embargo, esa suposición quedó descartada cuando recién llegado a Estados Unidos tomé posesión de un viejo y voluminoso diccionario que en lo referente al origen de esta palabra refería que era de procedencia europea, desde tiempos coloniales, ya que en ese continente así denominaban al principio, no solo a los estadounidenses, sino a cualquier europeo o descendiente de europeo procedente de América. Esto cambió durante las dos grandes guerras mundiales que asolaron Europa, en las que tropas de Estados Unidos desempeñaron una labor determinante en su conclusión, ya que es entonces en que se generaliza «americano» para referirse a un individuo estadounidense.

    La exclusividad radica en que, por ejemplo, nadie llama «americana» a una mujer procedente de Canadá, aunque la mayoría de la población de ese país sea de origen europeo. Tampoco nadie llama «americano» a un hombre procedente de México, aunque ese país esté ubicado en el subcontinente denominado Norteamérica, donde también están Estados Unidos y Canadá. Asimismo, nadie llamará en Europa «americano» a alguien procedente de Honduras, Argentina o República Dominicana. Es más, ni siquiera a una persona procedente de Puerto Rico la llamarán así, aunque esa isla está bajo la jurisdicción territorial estadounidense, en calidad de Estado Asociado. En cada caso aludido existe una denominación gentilicia específica: canadiense, mexicano, hondureño, argentino, dominicano, puertorriqueño.

    Ahora, la pregunta que surge es, ¿por qué no se usó nunca un gentilicio específico para distinguir a la gente de Estados Unidos y se tomó el de todo un continente para designarles «americanos»?

    Mi respuesta (y conjetura más pura) es que esto se debe a la dificultad que representa el topónimo «Estados Unidos» en muchos idiomas para formar el gentilicio, y aquí se incluye y se destaca el mismo idioma inglés. Porque si bien es cierto que en español ese problema no representó ninguna dificultad al crearse apropiadamente «estadounidense», lo mismo no aplica a todas las lenguas, en particular a la inglesa, pese a la enorme versatilidad de la que goza. Además de que «americano» es de más fácil adopción en cualquier lenguaje. En otras palabras, no hay manera de decir «estadounidense» en inglés.

    Hubo un tiempo en que se utilizó un término distinto a «americano» para referirse a una persona de Estados Unidos. Pero esto ocurrió cuando el país estaba integrado solamente por treinta y ocho estados, y en el contexto de la Guerra Civil (1861-1865), cuando a los elementos que luchaban para preservar la integridad nacional eran denominados «unionistas», en contraposición de sus contendedores que pasaron a ser conocidos como «secesionistas», ya que intentaban separarse y establecer su propio país conformado por trece estados sureños que pasaron a llamarse Estados Confederados de América, o simplemente La Confederación. Cuando se produjo la victoria de los federalistas (como también se les llamaba a los del norte) el término «unionista» ya no pudo aplicarse a todo habitante del país, puesto que los pobladores del sur no encajaban ni política ni ideológicamente en esta designación.

    En el diccionario de la Academia Española (RAE), vigésima primera edición de 2011, el término se define así:

->americano, na. 1. adj. Natural de América. U. t. c. s. 2. adj. Perteneciente o relativo a esta parte del mundo. 3. adj. indiano (|| que vuelve rico de América). 4. adj. estadounidense. Apl. a pers., u. t. c. s. 5. f. Chaqueta de tela, con solapas y botones, que llega por debajo de la cadera.


    En inglés, el origen de la palabra «American» se remonta a la década de los años setenta del siglo XIV, cuando se empleaba para referirse exclusivamente a alguien de los aborígenes encontrados por los europeos. En la actualidad se emplea «Native American» (nativo americano) para designarle. En el significado de «residente de Norteamérica de descendencia europea» su uso se remonta a 1765. En italiano se usa «americano» para designar a un estadounidense; en francés se utiliza «Américain», y en alemán «Amerikanisch». En español, pese a existir el gentilicio más apropiado «estadounidense», muchas personas, por la razón que sea, prefieren utilizar «americano» para referirse a lguien de Estados Unidos.

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