Sermón Uno

Sermón 1


Dichosos aquellos que saben acercarse a la palabra
y más aquellos que llegan a sentirla como nacida de su propio ser
porque ellos tienen la suerte de compartir la verdad
y ayudar a transformar el mundo.

No así los que gustan de escuchar a mercaderes e idiotas
porque no podrán entender los grandes secretos del hombre
y entre mercaderes e idiotas acabarán sus días.

Serán como el cerdo que desprecia los vegetales para hartarse de estiércol
o como el buitre que prefiere la podredumbre a los frutos.

Mas aquellos que se acercan a la palabra
podrán alimentar su espíritu y dominar sus cuerpos:
y solo quien domine sus sentidos puede dominar a otros hombres,
solo quien domino a otros hombres puede transformar el mundo,
y ese día no ha llegado y tiene que llegar.

Pues, oíd mi palabra y la palabra de otros que han dicho estas cosas.
Así la verdad entrará por un oído y no saldrá por el otro
y será observada por un ojo y el otro no podrá ver otra verdad sino la misma porque la verdad es una.

También está escrito:
que no hay peor sordo que el que no quiere oír
y que cuando los ojos no ven, el corazón no siente.
Así que abrid vuestras conciencias a mis profecías
porque ya las habéis dejado dormir por mucho tiempo
y en el despertar de ellas está vuestra suerte.

Escuchadme y no dudéis de mi palabra.
Esto lo han repetido muchas generaciones a sus hijos
pero siempre han sido recogidas por aquellos que tenemos el poder de expresar la  palabra
y darla con la apariencia necesaria sea bella o no.

De cierto os digo:
que siempre se nos exige belleza en la palabra y no verdades
porque el hombre gusta oír lo agradable
y siempre rechaza lo que puede humillarlo.
Mas la belleza no reside en el halago
sino en la llave que logra despertar a la conciencia.

Rafael Mendoza

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Rafael Mendoza es un poeta salvadoreño que nació en San Salvador el 2 de febrero de 1943. Fue el fundador del grupo «Piedra y Siglo» que estuvo integrado por estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador en ña década de 1970. Mendoza estudio Licenciatura en Derecho en la Universidad de El Salvador. Sus obras aparecen en varias antologías nacionales, centroamericanas y de otros continentes, entre estas Poesía Salvadoreña, Suecia, 1981; Por el combate y la esperanza, Santo Domingo, 1982; Arme y desarme, México, 1983; Poesía salvadoreña, México; Poesía de El Salvador, Costa Rica, 1983. Sus poemas han ido apareciendo en diversos medios literarios, como la Revista de la Universidad de El Salvador, la Revista Abra y otras.

La Anexión de Centroamérica a México

 Contexto inmediato anterior

 Cuando en 1808 Napoleón Bonaparte inició su campaña para destronar a Fernando VII, rey de España, se iniciaron los movimientos insurreccionales en favor de la independencia en las colonias hispanas de América. Habiéndose declarado independiente México, y habiéndose obtenido la independencia de Sudamérica, tras prolongada lucha, el reino de Guatemala, bajo el gobierno del general Gabino Gaínza, se declaró independiente el 15 de septiembre de 1821, gracias a los esfuerzos de los distinguidos centroamericanos doctor Matías Delgado, José Francisco Barrundia, doctor Pedro Molina, José del Valle, doctor Basilio Porras, Nicolás Aguilar, Manuel y Vicente Rodríguez, Miguel Lacayo, Telésforo y Juan Argüello, Manuel Antonio Cerda y otros, algunos de quienes habían sufrido del gobierno colonial toda clase de persecuciones.

 Gaínza quedó a la cabeza del gobierno, rodeado de una Junta Consultiva, mientras el Congreso Constituyente convocado por la misma acta de independencia para el año de 1822, establecía la forma definitiva del país.

 La anexión de Centroamérica a México; guerra con la provincia de San Salvador

 En octubre de 1821 el general Agustín Iturbide, presidente de México, invitó al gobierno de Centroamérica a incorporarse a aquella nación, previendo proyectos de reconquista de parte de España. En vista de esto, Gaínza, de acuerdo con la Junta Consultiva, emitió una circular de 30 de noviembre consultando el voto de los pueblos. La mayoría de las poblaciones, cediendo a la influencia del partido aristocrático de Guatemala, se decidió por la incorporación a México y en consecuencia, en acta de 5 de enero de 1822, la incorporación quedó declarada, después de haber hecho la junta provisional consultiva la regulación de los votos.

 Tal resolución fue resistida por la provincia de San Salvador que sostuvo su independencia absoluta. El departamento de Santa Ana estuvo, sin embargo, por el acta de Guatemala, cuyo gobierno mandó al sargento mayor Abos Padilla con un batallón a proteger aquella ciudad; pero el coronel Manuel José Arce, mandando las tropas salvadoreñas, derrotó a Padilla el día 3 de marzo de aquel año en la hacienda de El Espinal. Gaínza mandó un ejército sobre San Salvador a las órdenes del coronel Manuel Arzú. Este jefe, salvando las trincheras de las orillas de la ciudad y tomando el camino del volcán, sorprendió a San Salvador el 3 de junio, pero no pudo conservarse en ella y acosado por las tropas salvadoreñas, abandonó su artillería y se pronunció en retirada.

 El brigadier Vicente Filísola, mandando seiscientos mexicanos llegó a Guatemala, reemplazó a Gaínza el 22 de junio del mismo año, dejó en Guatemala al coronel Felipe Codallos, emprendió la campaña de San Salvador, ocupó esta ciudad el 9 de febrero en 1823, hizo levantar el acta de incorporación al ya entonces imperio mejicano, y regresó a Guatemala, confiriendo a Codallos el mando de la provincia de San Salvador. Los restos de tropas salvadoreñas que salieron de esta ciudad y tomaron el camino de Gualcince capitularon en esta población el 21 de febrero.

 Caída de Iturbide; Centroamérica declara su independencia absoluta

 Mientras tanto, Iturbide había caído en México, y este acontecimiento obligó a Filísola a convocar la junta provincial ante la cual presentó un decreto que fue de general aprobación, convocando a los pueblos para elegir diputados a un congreso constituyente, cuyas sesiones se abrieron el 24 de junio de 1823, y cuyo primer decreto fue el de 10 de julio declarando la independencia absoluta de las Provincias Unidas de Centroamérica. La asamblea nombró para el ejercicio del poder ejecutivo al general Manuel José Arce, existente entonces en los Estados Unidos, al doctor Pedro Molina y a Juan Vicente Villacorta. En lugar de Arce se nombró suplente a Antonio de Larrazábal y por dimisión de este a Antonio Rivera Cabezas. El 4 de octubre la asamblea renovó el personal nombrando a Arce, a José del Valle y a Tomás O’Horan, y como suplentes de los dos primeros a Santiago Milla y a Juan Vicente Villacorta.

Fuente:

Nociones de Historia del Salvador
Rafael Reyes
San Salvador, 1885


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(En esta reproducción se ha modificado mínimamente el primer párrafo y se han completado los nombres de los personajes mencionados que aparecían solo con el apellido, a fin de presentarlo en este blog como pieza independiente del extenso relato de que forma parte en el libro consultado. También se ha actualizado la ortografía).

Sobre «El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado»

 En el libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, publicado por primera vez en 1884, Federico Engels plantea que el Estado es una fuerza coercitiva utilizada por la clase dominante (la que tiene mayor poder de explotación) para reafirmar su dominio sobre las otras clases. Se enfoca en la historia temprana de la humanidad, y de cómo su desarrollo, tras la desintegración de la comunidad primitiva, facilitó el surgimiento de una sociedad de clases basada en la propiedad privada, trayendo como producto el nacimiento del Estado. En la obra, el autor llega a la conclusión que el Estado desaparecerá, dejando en su lugar una sociedad sin clases.

 Basado en el análisis de la sociedad iroquesa (que ubica en la época del barbarismo), la cual estaba estructurada en el sistema de la gens, Federico Engels rastrea el surgimiento de la civilización con sus derivados de división de clases, el advenimiento de la mercancía, la subyugación de la mujer y el origen del Estado.  Después de presentar una panorámica de la sociedad iroquesa (ubicada originalmente en lo que hoy es el Estado de Nueva York, en Estados Unidos), Engels procede a describir la transformación del sistema de organización basado en la gens de las sociedades en Atenas, Roma y Alemania, con sus respectivas derivaciones, lo que sugiere el descenso de una forma comunitaria de igualdad en una civilización opresiva. Según las personas educadas en antropología, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado contiene algunos datos desactualizados en términos del rigor metodológico y la información disponibles ahora, pero concuerdan en que es un libro que debe ser leído por cualquier estudiante de esa rama de la ciencia, no solo porque ejemplifica el método de análisis marxista, sino también por la validez de la forma en que presenta, en términos generales, el desarrollo histórico de la humanidad. En suma, la tesis de la obra es que la familia está organizada de acuerdo a las necesidades de los modos de producción de una sociedad determinada.

 El libro de Engels fue escrito para explicar de qué manera el parentesco desempeñó un rol en la organización de las sociedades antiguas y en el desarrollo del concepto de familia. También explica de qué modo el tipo de familia patriarcal no fue siempre la norma de los hogares, sino el matriarcal. Basándose en un compendio escrito por Carlos Marx del libro La sociedad antigua, del antropólogo estadounidense Lewis Henry Morgan, publicado en Londres en 1877, Engels elabora una convincente exposición de cómo la familia y sociedad antiguas desarrollaron el concepto de propiedad en el curso de su devenir histórico. Dicha exposición revela las causas de la opresión de las mujeres y la división de clases. La primera parte del libro aborda las tres épocas prehistóricas de la humanidad (salvajismo, barbarie y civilización), de las cuales se enfoca particularmente en las primeras dos, dividiendo cada una en tres estadios (inferior, medio y superior), a fin de enfatizar cada periodo.

 El salvajismo

 El estadio inferior del salvajismo, es decir, el paleolítico medio o Edad de Piedra, es en el que la humanidad empieza a desarrollar el lenguaje articulado, de modo que el humano depende grandemente en su accionar en grupos. En este periodo no existían normas sobre quién se relacionaba sexualmente con quién, por lo que el incesto y la infidelidad no representaban ningún problema. El estadio medio del salvajismo es cuando los seres humanos comienzan a desplazarse a través del orbe; es cuando surgió el matrimonio entre grupos y se estableció un tabú más estricto del incesto para incluir la prohibición de relaciones sexuales dentro del mismo grupo, incluyendo entre hermanos y primos de la misma generación, lo que constituyó el comienzo de la formación de la gens. Esta última la constituía un grupo de personas relacionadas por antepasados maternos. En el estadio superior se emplea el uso del arco y la flecha como armas, surge la alfarería, y se practican el tejido a mano y el uso de las canoas.

 El Barbarismo

 Los desarrollos prevalecientes durante el barbarismo fueron la domesticación de animales y la agricultura, lo que determinó el asentamiento de grupos sedentarios; y en lo social, este periodo se caracterizó por el establecimiento del matrimonio por parejas, en el que el hombre se dedica a las tareas pesadas y la mujer se torna esencial en la actividad doméstica, adquiriendo con ello mucho aprecio y respeto, no solamente por la destreza en la ejecución de sus labores, sino también porque es el único de ambos progenitores que puede ser garantizado.

 La ausencia de una fuerza militar permanente que ejerza control sobre la colectividad, no solamente favorece el alto nivel de respeto hacia la mujer, sino que también estimula otras libertades, como la de expresión, puesto que en este periodo, si era necesario guerrear, los miembros de la comunidad se juntaban voluntariamente para defender su territorio. Los que estaban a cargo decidían en base a una tradición de cientos de años que regulaba todo. No podían haber pobres ni miserables, en tanto que la comunidad y la gens, como un todo, conocían y cumplían sus obligaciones para con los ancianos y aquellos que quedaban discapacitados producto de la guerra. Todas las personas gozaban de libertad e igualdad; aún no había espacio o condiciones para la esclavitud o, como norma, para la subyugación de tribus foráneas.

 En el estadio medio del barbarismo aumentó considerablemente el abastecimiento, lo que hizo que la tenencia de esclavos se volviera útil, sobre todo para el cuido de los rebaños. El incremento en el excedente de la producción aumentó la propiedad de rebaños y de esclavos, dando origen al inicio del intercambio de bienes y de la propiedad privada. Esto permitió a los hombres, como individuos, ganar control sobre los recursos (rebaños, esclavos), y es así que la sociedad de clases comenzó a surgir en tanto que dichos recursos se multiplicaban. Los hombres pasan a ser entonces quienes deciden quién es amo de quién, y quién es dueño de qué. Las mujeres que habían sido las cabezas de los hogares fueron despojadas de sus derechos, mientras los hombres pasaron a tomar el mando.

 La eliminación del derecho materno constituyó la derrota histórica del sexo femenino en el mundo. El hombre también tomó el mando de los asuntos de la casa; la hembra fue degradada, subyugada, hecha esclava del apetito sexual del hombre; fue convertida en un simple instrumento para procrear criaturas, rebajando su posición en la sociedad. Esto se manifestó especialmente en la civilización griega de la época heroica; pero todavía más en la época clásica, aunque en la literatura ha sido adornada, desmontada y, en alguna medida, arropada en una manera  que la presenta de una forma moderada.

 En el libro de Engels puede verse que la división de clases y la propiedad privada son los originadores de la opresión de la mujer, puesto que ella pasó, a partir de entonces, a ser considerada propiedad del hombre. La familia monógama es inicialmente una forma de asegurar la propiedad que expedita heredar el patrimonio familiar. Al tiempo que el sistema de propiedad privada fue extendiéndose, también fue surgiendo el Estado. La creciente actividad comercial condujo a las tribus a organizar fuerzas de guerra para enfrentarse a otras, trayendo como consecuencia la fusión de tribus adversarias en estados naciones para protegerse mutuamente. 


 En suma, todo el problema se origina de la rápida producción de recursos y la conciencia de la naturaleza materialista del ser humano. Esto, y el establecimiento de la familia monógama son los signos del desarrollo de la humanidad entrando en la civilización. Una civilización (de acuerdo a lo escrito por Engels) «… basada en la superioridad del hombre; su objetivo expreso es engendrar hijos cuya paternidad no sea puesta en duda, siendo dicha paternidad requerida para que estos hijos puedan, a su debido tiempo, heredar la riqueza de su padre como herederos naturales».

 Consideraciones sobre este libro

 Es necesario tener en cuenta que al leer cualquier libro escrito hace mucho tiempo (no solo los de historia o ciencia, sino también los de ficción) se debe tener en consideración la época en que fue escrito, porque, por muy avanzado que un autor pueda ser, es imposible que logre escaparse de todos los parámetros que definen el tiempo de su existencia, y jamás puede hacerse debida justicia a un creador y su obra del pasado lejano juzgándolos desde los parámetros actuales. Engels ha sido criticado en relación a esta obra, principalmente, por los siguientes puntos:

  1. Su aseveración de que el tamaño de los cráneos determina el nivel de inteligencia (lo que ha sido considerado una expresión de racismo y que puede estar a la base del actual excepcionalismo de las élites de las potencias occidentales).
  2. Su limitación en el análisis de la cultura griega antigua, limitándolo a Atenas, como si esta ciudad fuera toda Grecia.
  3. Su parcialidad al presentar las tribus alemanas que invadieron y saquearon Roma, como transmisoras de democracia e igualdad (lo que se considera que se deriva de la simpatía que él, como alemán, profesa por la gente germana, y que está lejos de la objetividad).

 La mayoría de los más acres acusadores de algunos puntos de la obra de Engels son personas totalmente identificadas con el «movimiento de los despertadizos» (Woke Movement, en inglés), imposibilitados por su ideología de la capacidad de entender a un autor en su propio marco socio-histórico. Pero inclusive estos reconocen la importancia de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado en la adquisición de un entendimiento más amplio del desarrollo humano a través de la historia.

(El texto de este interesante libro sirvió como uno de los principales materiales en la preparación de cursos de cultura general que se impartieron como parte del programa de alfabetización en los campamentos guerrilleros del norte del departamento de Morazán, El Salvador, entre los años 1983-1988).

Golazo del Gobierno Sandinista

 En numerosos medios de comunicación tradicionales (es decir, de la derecha retrógrada) han hecho gran alharaca del sutil, bondadoso y estratégico movimiento que recientemente realizó el gobierno del presidente Daniel Ortega de Nicaragua, que consistió en la liberación el pasado 9 de febrero de 222 prisioneros que estaban encarcelados por haber cometido graves actos delictivos en contra de los intereses del país, según lo contemplan las leyes de la república. La alharaca no es para reconocer la grandiosidad del bondadoso gesto, sino para presentarlo como un triunfo de la diplomacia estadounidense, país a donde fueron deportados los elementos indeseables en la patria de Sandino, pues estas personas son de aquellas que solicitan y apoyan sanciones económicas contra su propio país, y son de las que estarían dispuestas a pedir una intervención militar extranjera en Nicaragua. Son de la talla del criminal no convicto venezolano Juan Guaidó, y su similar boliviano Lis Fernando Camacho, que el sistema judicial de Bolivia ya ha puesto en prisión como debe ser con este tipo de individuos, que por intereses personales de la más baja mezquindad, no les importa lo que todo un pueblo pueda sufrir, ni la destrucción a que un país pueda ser sometido.

 Ahora estos mismos medios de comunicación tradicionales (es decir, controlados por las élites económicas desde que fueron fundados) engrandecen su alharaca por la captura, puesta en prisión y condena de religioso fascistoide, cara de psicópata, que se negó a cumplir la orden del órgano judicial que lo incluía en la lista de deportados. No paran de repetir que el papa Francisco «lamenta» la encarcelación del obispo en cuestión (José Rolando Álvarez Lagos) casi lamentado que el pontífice no sea más acusatorio en su pronunciamiento. A esto añaden los consabidos pronunciamientos de las conferencias episcopales de este país o del otro, todo para generar un ambiente de contrariedad en sus audiencias que, careciendo de la información apropiada, caen en el juego de odio orquestado por las derechas de América.

 Para mucha gente en el mundo no es ningún secreto que desde que la iglesia católica, a través del papa Pío XI, firmó los pactos de Letrán en 1929 con el régimen de Benito Mussolini, ha estado al servicio del fascismo, como lo demuestra el hecho de su participación en todos los aspectos organizativos y logísticos que facilitaron el traslado de innumerables criminales nazis a Sudamérica y otros países recién finalizada la Segunda Guerra mundial. El mismo papa Francisco (que había logrado atraerse cierto respeto hasta de los más escépticos) recibió en la Santa Sede a las esposas de los nazis ucranianos que han estado asesinando personas civiles en Donbass, e intercedió para que fueran liberados. La Universidad Católica de Chile auspició una conferencia del presidente de Ucrania cuando a este se le había negado la palestra en organismos regionales.

 Ha circulado en algunos medios que la idea de liberar y deportar a los 222 presos provino de la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, lo cual demuestra lo brillante de su pensamiento proyectado hacia el futuro. Por otra parte, esas personas que cuya nacionalidad nicaragüense ha sido acertadamente terminada, estarán felices en Estados Unidos, o al menos, eso se supone, sobre todo si son radicadas en Miami, la capital de los rabiosos anticastristas, reaccionarios mafiosos, organizadores de golpes de Estado, de asesinatos de presidentes, de atentados contra gobiernos legítimamente elegidos por el pueblo. Verdaderamente que fue un golazo del gobierno sandinista. Menos urracas parlanchinas.


 Ahora la pregunta es, ¿por qué no hacen la misma alharaca contra Nayib Bukele que tiene presos políticos y gente inocente presa acusada falsamente de pertenecer a las pandillas? Entre los presos políticos hay personas bastante mayores de edad y en estado de salud delicado, personas a quienes no se les ha seguido el debido proceso. También, aparte la ideología, es inhumano el trato que le están dando al exalcalde de San Salvador Ernesto Luis Muyshondt, irrespetando resoluciones judiciales a su favor. ¿Por qué no le exigen a Bukele que libere a los encarcelados sin motivo?

Del Folclor Popular

EL MONDADIENTES


   Después que en mesa redonda

comió la vieja Cifuentes,

trajo un mozo de la fonda

palillos para los dientes.


   Pasada más de una hora,

dijo el mozo con finura:

—y usted, ¿qué aguarda, señora?

—que traigas la dentadura.

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EPIGRAMA

   Se disponía a encender
un cigarrillo un tunante,
y por el buen parecer,
o porque estaba delante,
de su suegra y su mujer;
   a la suegra preguntó
si la molestaba el humo,
y, al contestarle que no,
el cigarrillo guardó
y dijo:—¡Entonces no fumo!

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DESPUÉS DE LA BATALLA

 Al día siguiente de una batalla, en que un cuerpo de caballería se había notablemente distinguido, cada soldado contaba sus hazañas.

 —Yo, decía uno, he matado veinte enemigos.
 —Yo, decía otro, he perdido la cuenta de los que he enviado al otro barrio.
 —Pues yo, decía otro, he roto un cuadro y me he traído la bandera.
 —¿Y usted qué es lo que ha hecho? —le preguntaron a uno que escuchaba con calma a los demás.
 —¡Ah, señores, yo he sido muerto en la acción!


Kora, la Hija de Butades

Se ha observado que la condición social de la mujer ha permitido generalmente medir el grado de desarrollo intelectual y cultural de una nación.

 Aunque en general, en la antigüedad, pocas mujeres griegas manejaban el lápiz o el cincel, y se mantenían sistemáticamente en un grado de relativa ignorancia, se encuentra, en el umbral de la historia del arte, el nombre de una, el de Kora, o como también ha sido llamada, Calírroe, la hija de un alfarero muy reconocido de nombre Butades, originario de Corinto, que se dice que residía en Sición a mediados del siglo VII antes de la Era Cristiana. Plinio el Viejo relata que ella ayudaba a su padre a modelar arcilla. Los resultados de su trabajo se exponían en estantes al frente de su vivienda, mismos que los compradores generalmente dejaban vacíos antes del anochecer. Era ocupación de su hija, dice un cronista imaginativo, llenar los jarrones más elaborados con flores selectas, que los jóvenes venían temprano a mirar, con la esperanza de echar un vistazo a la agraciada doncella artista.

 Cuando iba envuelta en su velo al mercado, a menudo encontraba a un joven, que luego se convirtió en asistente de su padre en sus labores. Era hábil, con mucho aprendizaje desconocido para la aislada muchacha, y era habilidoso también para tocar la caña; y la existencia cotidiana del padre, la hija y el enamorado presentaba una ilustración de la vida y la belleza griegas. En cierto momento el joven se vio obligado a partir, pero antes de marcharse, los votos de compromiso fueron intercambiados entre él y Kora.

 La víspera de la partida fue triste. Mientras se sentaban juntos en la claridad de la lumbre, la doncella se levantó repentinamente, y, tomando un pedazo de carbón puntiagudo del brasero, le pidió al joven que se estuviera quieto, y trazó en la pared el contorno de su excelente perfil griego, como un recordatorio cuando estuviera lejos. Butades vio el boceto que ella había hecho y reconoció el parecido. Cuidadosamente llenó el contorno con arcilla, y se formó un medallón completo. ¡Fue el primer retrato en relieve! ¡Así nació un nuevo arte en el mundo, cuyo desarrollo trajo fortuna y fama al inventor! La historia es, al menos, tan probable como la de Saurias, el de Samos, descubriendo las reglas del bosquejo y contornos de la sombra de su caballo. No fue ni la primera ni la última vez que el amor se convirtió en maestro. ¿No podría la fábula de Memnón, por lo tanto, encontrar su realización?

 Se cuenta que Butades, que había agregado bustos a sus medallones, se hizo tan célebre que muchos estados griegos reclamaban el honor de su nacimiento; y que el amante de su hija, que regresó para casarse con ella, modeló figuras enteras en Corinto. Se instituyó una escuela de modelaje por este tiempo en Sición, de la cual Butades fue el fundador.

Fuente:


Women artists in all ages and countries
E. F. Ellet
Harper and Brothers,1859
New York, USA.

Resumen de la obra «El Asno de Oro»

Por Esteban Balmore Cruz


Advertencia:

Este resumen está basado en la traducción que en 1513 publicó Diego López de Cortegana (1455-1524), por lo que se utilizan los nombres de los personajes que él transmitió. Ya que hay varias traducciones de esta extensa obra en la que aparecen los protagonistas con distintos nombres, se considera necesario hacer esta aclaración.


Tipo de obra: Novela
Autor: Lucio Apuleyo (114-184 d. C.)
Género: Picaresco
Ubicación: Grecia, principios del siglo II
Primera transcripción: Siglo II
Personajes principales:

Lucio, rico mercader de Corinto, interesado en la magia.
Milón, un usurero avaro residente en Hipata.
Pánfila, renombrada hechicera, esposa de Milón.
Andria (Fotis), sirvienta en la casa de Milón y asistente de Pánfila.
Aristómenes, comerciante viajero.
Sócrates, un amigo de Aristómenes.
Carites (Gracia), una virtousa joven secuestrada el día de su boda.
Lepolemo (Tlepólemo), esposo de Carites
Tiaso, cónsul de la ciudad de Corinto,
Sumo sacerdote de la diosa Isis.

Comentario breve


 Las Metamorfosis o El Asno de Oro es una antigua novela que contiene una vasta variedad de relatos fantásticos que constituyen unidades por sí mismos, incluyendo una versión extensa del cuento mítico de Cupido y Psique, el cual, sin apartarse de la estructura del tradicional, agrega muchos detalles que le añaden colorido. Empleando un tono obsceno y sagaz, el autor logra que su enfoque sea una deleitable mezcla de observación aguda y fantasía folclórica. Todo parece indicar que la historia principal que define la unidad de la obra (la transformación mágica del narrador en un asno que conserva todas las facultades humanas, excepto la voz) es una alegoría del proceso de maduración de un hombre de la época. Pese al carácter fantástico de los relatos, que incluyen algunos hechos totalmente inverosímiles, la lectura es divertida y ciertamente entretenida, y lo más importante, contienen información valiosísima de las costumbres, valores morales, así como también ofrecen indicios de cómo pueden haber sido la delincuencia; la forma en que se reaccionaba a esta; las leyes; las torturas aplicadas por la justicia; el maltrato a los animales y a algunos esclavos; las prácticas sexuales, y la manera de hacer pactos y negocios, entre muchos otros. Las Metamorfosis o El Asno de Oro es la única novela antigua que se conserva íntegramente y la muestra esencial del género de las milesias, constituyendo una invaluable guía para quien desee conocer la vida de la población en general durante el Imperio Romano.

Resumen

 Cuando el joven corintio Lucio iba en camino hacia la ciudad de Hipata, en la región de Tesalia, dio alcance a dos extraños que contaban historias inusuales de la misteriosa vida de la comarca. Uno de los desconocidos, un comerciante llamado Aristómenes, a instancias de Lucio, contó una extraña aventura que había tenido en Hipata, el centro urbano más importante de la provincia en esa época del siglo II.

 Dijo Aristómenes que en cierta ocasión había ido al mercado a comprar miel y queso, pero descubrió que otro comerciante ya había estado allí antes que él y había comprado todo el suministro. Cuando se alejó desanimado, divisó a su amigo Sócrates, apenas cubierto con harapos, sucio y demacrado, sentado en el suelo, igual que un pordiosero. Sócrates había sido víctima de salteadores, quienes le robaron incluso la ropa que traía puesta. Impactado por la difícil situación de su amigo, Aristómenes logró convencerlo de que le acompañara; hizo que se bañara y le proveyó ropa limpia, llevándole en seguida a una fonda, donde le dio de comer y beber; y, por último, fueron hacia su propia habitación en el mesón donde se hospedaba para pasar la noche.

 Sócrates advirtió a Aristómenes sobre la dueña de la posada que era amiga de Meroe, la tabernera hechicera y lujuriosa que no le daba tregua con sus poderes mágicos. Esa bruja, que ya estaba entrada en años, pero que todavía era atractiva, cuando miraba a un hombre guapo, le quería como amante; en caso que el tipo rehusara a sus pretensiones, le convertía en una bestia o pájaro. Aristómenes estaba un poco asustado, por lo que después de asegurar el cerrojo, arrimó su cama contra la puerta para mayor seguridad. Ya Sócrates dormía profundamente.

 Aristómenes tenía poco de haberse dormido cuando fue despertado cerca de la medianoche por una sacudida violenta que arrancó la puerta de sus goznes lanzándola hacia el interior, tumbando al mismo tiempo a él y la cama, quedando el sorprendido comerciante atrapado debajo de la misma. Entonces, espiando por un espacio abierto de donde estaba aprisionado, vio dos mujeres ya mayores entrar en la habitación; una de ellas era Pantia, la dueña del mesón, con una antorcha flameante; y la otra, que supuso era Meroe, con una esponja y una espada desenvainada. Mientras la casera sostenía la cabeza del dormido Sócrates, la bruja le insertaba la espada en la garganta, acusándole de intentar huir de ella. Luego, la hechicera metió su mano por la apertura hecha con la herida y substrajo el corazón, depositando toda la sangre derramada en un odre que habían traído para tal efecto. En seguida, Meroe taponeó la herida con la esponja y ambas mujeres se marcharon tranquilamente, no sin antes rociar de orines la cara de Aristómenes.

 El comerciante intentó marcharse de aquel lugar inmediatamente después de lo acontecido, pero el portero del mesón se lo impidió, insinuando que si un crimen había sido cometido, sería culpado de ello. Para sorpresa de Aristómenes, al amanecer Sócrates no parecía haber sido lastimado, y se escabuyeron del lugar sin hacer ruido, evitando despertar a la mesonera. A pocas millas de la ciudad, se detuvieron para comer al lado de un riachuelo. Después de deglutir con gran apetito, Sócrates se inclinó para beber agua del arroyo, y mientras lo hacía, la herida en su garganta se abrió, la esponja se zafó y el infeliz cayó muerto. Este triste y terrible suceso provocó que Aristómanes abandonara la ciudad para irse a vivir como un desterrado a Etolia.

 Intrigado por este fabuloso cuento que acrecentaba más sus ansias por conocer episodios mágicos, Lucio se hospedó en la casa de Milón, a quien había sido recomendado por un amigo mutuo en una carta de recomendación que le había entregado. Milón era un rico usurero, famoso por su extremada avaricia y por ser el esposo de Pánfila, una reconocida hechicera en Hipata. Muy pronto, Lucio se sintió atraído por la irresistible Andria, sirvienta de la casa, con quien inició una relación amorosa sin ninguna dificultad. Durante las noches siguientes, mientras dormían juntos, Andria le contó a su joven amante muchas hazañas que se atribuían a su patrona Pánfila, a quienes los hombres temían, porque subyugaba con embrujos a cualquiera que ella apeteciera para llevarle a su cama.

 Paseando por la ciudad, Lucio se encontró con una pariente de nombre Birrena, una mujer adinerada con mucha influencia en la localidad. Ella le invitó a cenar y durante la comida le advirtió sobre los poderes mágicos de Pánfila, pidiéndole que se saliera de esa casa y viniera a hospedarse a la suya, pero el joven rechazó el ofrecimiento. Avanzada la noche y aturdido por los efectos del abundante vino, Lucio emprendió el camino de regreso a su morada. En la puerta, en la tenue claridad que permitía la oscuridad nocturna, el embriagado joven divisó a tres matones tratando de meterse en la casa de Milón, seguramente para robarle sus riquezas. Sin pensarlo mucho, se arrojó contra ellos, matándoles con su espada.

 Al día siguiente en que se celebraba el Festival de la Risa en aquella ciudad, Lucio fue arrestado y llevado a juicio público por asesinato de tres lugareños. Él estaba muy acongojado e intentó defenderse contando lo sucedido; pero las acusaciones y los testimonios en su contra eran contundentes. Lo que más le dolía era ver que los de la audiencia, incluyendo a su huésped Milón, apenas contenían la risa. En el último minuto se reveló que los tres «cadáveres» eran tres odres hinchados, que habían sido animados por la magia de Pánfila la noche anterior para engañar al joven alcoholizado, y que todo había sido parte de la broma principal en honor del amable dios de la carcajada.

 Ante la insistencia de Lucio, una noche Andria permitió que mirara por el orificio de la cerradura de la puerta del dormitorio de Pánfila. Con mucho asombro, el joven vio que la hechicera se untaba todo el cuerpo con un ungüento después de haberse desnudado, y que, luego de sacudirse como electrificada, le salieron plumas y se convirtió en pájaro, alzando vuelo inmediatamente. Deslumbrado ante aquel hecho, Lucio le exigió a Andria que embadurnara su cuerpo con ungüento para transformarse también él en una ave de vuelo majestuoso, y ella al fin consistió, no sin antes intentar que renunciara a la idea. Así fue como ella procedió a coger una cajita de pomada de aquellas que tenía su señora, untó el cuerpo de su amado, pero para horror de ambos, el joven no se convirtió en búho, sino en asno que, aunque seguía pensando y teniendo las sensaciones humanas, carecía del habla. Afligida, ella explicó que por la prisa había cogido el ungüento equivocado; pero que aquello tenía solución sencilla, porque él podía recuperar su forma natural con tan solo comerse algunas rosas, y si no fuera ya tan avanzada la noche, iría al campo a traerlas; pero al día siguiente lo haría tan pronto amaneciera.

 Resignado a pasar la noche como un asno, Lucio se fue al establo, en donde estaba su portentoso caballo blanco junto a otro burro. Pero mientras intentaba alcanzar unas rosas que adornaban la imagen de una diosa, un escuadrón de ladrones armados rodearon la propiedad, irrumpieron en la casa de Milón, robaron muchas cosas de valor, y cargaron su botín en el lomo de Lucio y las otras dos bestias que allí estaban, arreándolos con prisa en su huida. Al amanecer, Lucio vio algunas rosas en el camino, pero cuando estaba a punto de comerlas pensó de repente que si efectuaba su conversión de asno a hombre en presencia de los malhechores, seguramente le matarían. Trotó hasta que llegaron a la guarida de los delincuentes que era atendida por una vieja bastante lista.

 Otra noche que los maleantes habían salido a delinquir, regresaron con una joven que habían secuestrado para exijir rescate. El rapto lo habían ejecutado el día en que ella, de nombre Carites, iba a casarse con Lepolemo, por lo que la muchacha no paraba de llorar amargamente. Para consolarla, la vieja a cargo del cuido de la gruta y de atender a los ladrones, le contó la historia de Cupido y Psique con briosa animación.

  Hubo un rico mercader que tenía tres hijas. Las dos mayores, bien favorecidas, pronto se casaron. La menor, que era una verdadera belleza, era admirada y adorada por todos los que la contemplaban; pero ningún hombre se atrevía a cortejarla, debido a que la diosa Venus estaba celosa de su hermosura y le había hecho un hechizo.

 Madre y padre, desesperados, consultaron un oráculo, el cual les instruyó que expusieran a la muchacha en la cima de un peñasco, donde se convertiría en la novia de una bestia aborrecible. Con mucha tristeza obedecieron lo indicado, y la encantadora joven fue expuesta en el lugar señalado, que estaba al borde de un precipicio. Después de que la dejaron sola, un viento agradable la llevó a un riquísimo castillo.

 En la noche, un hombre de voz amorosa, cuya cara no le era permitido ver, la convirtió en su esposa. Durante algún tiempo ella aceptaba sin reproche no ver a su marido; pero sus celosas hermanas la persuadieron para que escondiera un cuchillo y un candil a fin de ver su rostro y matarlo, porque ellas aseguraban que era un monstruo. Cuando lo hizo, supo que su esposo era el hermoso dios Cupido, que había sucumbido a sus encantos cuando su madre Venus le había enviado para que la hiciera enamorarse de una bestia abominable.

 Aunque la joven estaba embarazada, Venus se negaba a reconocer el matrimonio de su hijo con una mortal. Entonces Júpiter se compadeció de ella y la trajo al cielo. Allí le confirió la inmortalidad y la nombró Psique. Fue entonces que Cupido y Psique, Amor y Alma, se convirtieron en la síntesis de la fidelidad amorosa en el matrimonio.

 Después de esto, mientras los criminales estaban ausentes, la joven intentó escapar cabalgando en Lucio, pero fueron descubiertos por sus captores que regresaban de cometer fechorías. Al regresar a la cueva vieron que la vieja se había ahorcado, y los ladrones determinaron asesinar al asno y a la joven al día siguiente. Sin embargo, aquel día se presentó Lepolemo fingiendo ser el famoso criminal Hemo, que deseaba unirse a ellos. Dándoles una cuantiosa propina y contándoles historias de supuestos crímenes cometidos por él, les convenció de que le aceptaran como su jefe. Luego se las ingenió para emborrachar a los trogloditas y, mientras dormitaban incapaces de reaccionar, efectuó el escape llevándose a Carites en ancas de Lucio. Más tarde Lepolemo regresó con una numerosa patrulla de ciudadanos enardecidos que dieron muerte a todos los criminales que estaban en la caverna.

 Carites quería recompensar debidamente los buenos servicios del asno Lucio; pero el encargado de cuidarlo era un zagal descorazonado que le impuso las más duras penalidades en vez del buen trato que le habían ordenado. Durante un tiempo vivió una vida dura como un asno de molino. Un día llegaron noticias de la muerte de Lepolemo, quien fue asesinado cuando estaba de cacería con Trasilio. En un sueño, Lepolemus le reveló a Carites que Trasilio era el asesino y aprovechando que el verdugo de su esposo quería seducirla, la viuda fingió consentir a sus deseos y le pinchó los ojos con un alfiler cuando estuvo borracho la noche que supuestamente iba a poseerla. Poco después, ella se quitó la vida.

 Estos hechos trágicos fueron aprovechados por el mayordomo de aquella rica hacienda que quedó sin dueños, huyendo con todo lo valioso que pudo cargar en el lomo de Lucio y otras bestias de carga, incluyendo enseres, animales y trabajadores con sus familias. Abandonaron la propiedad formando una caravana que recorrió un largo camino, pasando muchas dificultades, hasta que encontraron un lugar donde decidieron radicarse. Lucio fue vendido al cabecilla de una banda de sodomitas que presumían ser devotos de la diosa Siria, cuya imagen llevaban montada en su espalda exhibiéndola por caseríos y pueblos, solicitando donaciones de los habitantes. Después Lucio tuvo varios dueños, algunos buenos, la mayoría malos, en distintos lugares y con diferentes usos. Trataba de conllevar su desgracia lo mejor que podía, pero le resultaba imposible ser un asno correcto, porque seguía anhelando comer pan con carne, y eso hacía cada vez que tenía chance. El cónsul citadino Tiaso, quizás el amo más benevolente que tuvo, descubrió esta peculiaridad y lo entrenó para comunicarse con movimientos de las pestañas o cabeza para exhibirlo como un asno que sabía interpretar  a las personas. No obstante, al final quiso exponerlo ante el público desarrollando un acto que resultaba demasiado indigno para Lucio, y esto motivó su huida.

  Extenuado de su largo trote durante la escapada, Lucio fue a esconderse en las cercanías de una playa remota. Allí imploró con mucha devoción a la diosa Isis. El cansancio hizo que se durmiera profundamente y tuvo una visión en que la diosa, cuya ayuda había implorado, le prometió retornarle a su forma humana. Esta promesa se hizo realidad cuando un sumo sacerdote que acompañaba una procesión en honor a Isis dio a Lucio las rosas frescas de una guirnalda que él llevaba. El asno se comió las flores y se transformó en hombre ante la atónita mirada de la nutrida concurrencia. Lucio renunció de la vida mundana, se convirtió en acólito de la diosa Isis y, siguiendo todos los preceptos de aquella religión, llegó a ser un sumo sacerdote ordenado en Roma.