Poesía de Ricardo Bogrand

MADRE


Y no tenía el llanto
ese frescor de almendra…

Sola,
sobre los tallos,
caminaba la niebla.

Madre, bajo tus besos,
bajo tu abrazo blanco,
en tu regazo calla
mi buscar las distancias.

Una vez yo le dije
a mi estación de asombros:
prepararé una ruta,
un adiós,
un recuerdo
para fundir el grito
de mi raíz
y huella.

He seguido esperando
mi dualística ausencia,
y hay una voz que atrae su semilla
a la tierra.

Madre, sobre mi angustia,
sobre mi sed de adioses
ha caído tu larga mirada.
He zarpado mis barcos
hacia todos los puertos
imaginando rumbos
de soledades viejas.

Hoy que germina roja
una nueva simiente
que se vació mi canto
en mi vaso de espera,
que asoman los tentáculos
de otros inviernos verdes.
Quizá sea hasta ahora
que están
mis pies en tierra.

ALIANZA DE MIS MANOS


Mío este cuadro,
este sueño,
esta verdad de polen.

Cruzas sobre mi abierta herida
en la trunca esperanza
en esta tarde de ostracismo.

He visto el mundo desde el plano del mundo,
desde un peldaño más abajo del mundo,
desde ninguna floración de trinos,

Le he visto con estos ojos turbios de pobreza,
con la raída ropa de mi sueño.

¿Cómo decirte?
¿Cómo absorber tu nombre marinero?
Mejor te digo, hermana, camarada.
Hoy ya no temo.
Hoy destrozo mi lámpara ilusoria
y me descubro.
Voy a iniciarte en este nuevo encuentro
de ver las cosas sin ningún paisaje.

A veces pienso que es difícil buscar en esta noche
y tropezar con lo que no se ha visto
y lo que está por descubrir sin tregua
y lo que no te han dicho las mañanas
cuando miras el mar de tu ventana.

A veces pienso que pocos nos quedamos en la sombra
para cantar con nuestros pobres dedos
eso que nadie mira
y nadie toca.

Un día yo te dije:
Ámame, marinera, con tu acuática fiesta de celajes.
Ámame con tu marca elástica de peces.

Ámame con tu puerto y tu escafandra,
con tu cuerpo de esponja y con tu golfo,
con tu piel de cristal y tu silueta.

Ahora yo te digo que me ames
con esa pleamar de los que ansiamos
bebernos las palabras del que muere
imaginando el pan que nunca tuvo.

Quiero que me ames, como yo a los pueblos
cuando abrasan
con los gritos fundidos en su lucha.
Ámame, como amo la libertad, la paz y la justicia,
la vida digna y el pan de todos.

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Ricardo Bogrand es el seudónimo de José Antonio Aparicio Quintanilla. Nació en San Pedro Arenales, Chinameca, El Salvador, el 31 de noviembre de 1930, y falleció el 8 de agosto de 2012 en la ciudad de México, México. Fue poeta, prosista y antropólogo perteneciente al Grupo de la Generación Comprometida integrado por un primer contingente de nueve poetas de la promoción de 1950, siendo ellos Mauricio de la Selva, Ítalo López Vallecillos, Orlando Aníbal Bolaños, Eugenio Martínez Orantes, Álvaro Menén Desleal, Waldo Chávez Velasco, Irma Lanzas, Mercedes Durand y el mismo Bogrand. Como parte de su actividad literaria publicó las siguientes obras:

Perfil de la raíz, México, 1956
Poema de amor a San Miguel (1956-1957
Las manos en la calle (1964)
La espuma nace sola, San Salvador, 1969
Alianza de mis manos (1970)
Poemas en homenaje a Claudia Lars 1972
Indígenas Tarascos del Lago de Pátzcuato, 1972
Figuras en la arena , Editorial Unidad Iztapalapa, Universidad Autónoma Metropolitana, 1988
La sangre desterrada, Instituto Mexicano de Cultura, 2002
Vía muerta, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Editorial: Gobierno del Estado, Instituto Chiapaneco de Cultura, Serie: Centroamericana, 1993.

Fuentes consultadas

Perfil de la Raíz
    Editorial América Nueva
    México, D.F.. 1956


Poetas Jóvenes de El Salvador – Compilación de José Roberto Cea
    Ediciones «TIGRE DE SOL»
    San Salvador, El Salvador, 1960

— EcuRed, «Ricardo Bogrand»:
    https://www.ecured.cu/Ricardo_Bogrand