Reseña Histórica del Levantamiento de los Nonualcos

Reseña Histórica

 En el año de 1833, se produjo el levantamiento de Anastasio Aquino, Jefe de las tribus nonualcas de El Salvador. Fue el primer acto insurreccional de los jornaleros a quienes los señores les habían arrebatado sus tierras. A diferencia de los múltiples levantamientos que se produjeron durante el siglo pasado que eran sólo una forma de resistencia al despojo de los terratenientes,el levantamiento de Aquino es particularmente meritorio porque enlazó las reivindicaciones de las masas campesinas comuneras, de pequeños propietarios y de jornaleros semilibres, con la lucha por el poder. Aquino consideraba con una intuición extraordinaria que la liberación del pueblo explotado y oprimido no podía realizarse sin la derrota del Gobierno opresor.

 A raíz de los reclutamientos militares ordenados por el Gobierno de Mariano Prado en El Salvador, Anastasio Aquino ganó prestigio cuando puso en fuga a las cuadrillas que reclutaban campesinos para el Ejército empeñado en guerras civiles. Los pueblos de San Juan y Santiago Nonualco fueron los más afectados pues habían perdido muchos hombres de las tribus. Aquino les propuso: «Levantémonos en masa para vengarnos y no demos obediencia al Gobierno de San Salvador. Quitémosles las facultades de reclutar gente y el poder de exigir contribuciones como constantemente lo hacen, oprimiéndonos y mandándonos a morir lejos de nuestras familias. Peleemos hasta morir por nuestra causa y yo seré vuestro general».

 Los pueblos de Santiago y San Juan Nonualco, así como Analco y parte de la villa de Zacatecoluca, con todo y autoridades locales, respondieron al llamado de la rebelión, así como también de otros pueblos vecinos de la capital. En los últimos días del mes de enero de ese año, Aquino contaba con un ejército de tres mil hombres a quienes llamaba «mis valientes muchachos y compañeros de armas», en su mayoría indígenas. Aquino poseía una extraordinaria capacidad organizativa, un arrojo temerario y un valor a toda prueba. Decía que nunca había conocido el miedo, que no temía a nada ni a nadie. Todos estos factores aseguraron el triunfo del estratega formidable cuyas hazañas pueden compararse a las de Túpac Amaru. Después de Tutecotzimí, es el cacique más glorioso de las tribus pipiles.

 Al ver a su hermano Blas atado al trozo por orden del patrón y a la vista intolerable de los campesinos «amarrados como tihuacales» en los reclutamientos, Aquino se alzó con veinticinco hombres. Sorprendió a los soldados del regimiento militar de Zacatecoluca, los derrotó y se apoderó de muchas armas, con las cuales regresó a Santiago Nonualco, uniéndosele en el camino mucha gente. Así pudo derrotar a las tropas oficiales que venían de San Salvador con el objeto de someter a los nonualcos. Este fue el famoso combate de las Vueltas del Loco. Aquino calculó la hora en que la tropa enemiga pasaría por ese lugar y colocó a sus soldados de tal manera que pudieran actuar con ventaja sobre los contrarios. Al presentarse éstos, los enfrenta y pronuncia su arenga conocida:

«Las armas o la vida ¡Cien arriba y cien abajo!
¡Adelante, valientes santiagueños!«


 Los soldados atacaron, viéndose entonces la legión gobiernista sujeta a un fuego cruzado que amenazaba con matar a todos los soldados quienes se rindieron incondicionalmente.

 Para atrapar a Aquino, se reunieron en Consejo para ponerle una trampa. Así pudieron darle caza en Tacuazín. Pero el invicto jefe de los nonualcos ha pasado a la historia como modelo de guerrero y comandante de la insurrección.

Fuente:

La balada de Anastasio Aquino
Matilde Elena López
Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación
San Salvador, 1984.