Hay Esperanza

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Por Baneste
Jill Stein

En las
recientes finalizadas elecciones primarias de los Estados Unidos, dos fenómenos
sorprendentes ocurrieron: Bernie Sanders y Donald Trump. El uno, abogando por
las reivindicaciones de la clase pobre y de la clase media de este gran país;
el otro, presentándose de manera demagógica como el restituidor de supuestos
privilegios perdidos por la raza blanca debido a la multiculturización que es la
parte toral de la agenda del liberalismo. Ambos atraen numerosos adeptos.  Sus presentaciones son seguidas con interés
por muchísimas personas, con la única diferencia de que el representante del
fascismo (Trump) recibe cobertura amplia gratuita en los medios masivos de
difusión (prensa, radio, televisión e internet); mientras que el representante
“socialista” (Bernie) es ignorado por las grandes corporaciones que dominan el
mercado de la divulgación de la información.

Sin
embargo, estos dos, no son los únicos fenómenos que han ocurrido en esta
farsa electorera que constituye un aspecto principal del falso sistema
democrático por el que se rigen los partidos, y que el contendiente demócrata
Bernie Sanders ha puesto al descubierto. Hay otro fenómeno más impresionante:
Jill Stein, la precandidata del Partido Verde de los Estados Unidos; aunque
ella es prácticamente desconocida por las inmensas mayorías a las que
representa. Ella no solo representa todas las propuestas de Sanders, sino que
va más allá al proponer la terminación de las aventuras de agresión
imperialistas de la plutocracia que domina el sistema corrupto político de
Norteamérica.
El
representante del fascismo (el señor Donald Trump) ha sido catapultado como el
selecto para ser el candidato presidencial del ultra conservador Partido
Republicano; mientras que la señora Hillary Clinton, responsable en gran medida
del caos socio-humano en el Medio Oriente, ha sido ungida por la cúpula de su instituto político como la candidata del Partido Demócrata, contraviniendo el deseo de la mayoría
que mostró su preferencia por el senador Bernie Sanders. Ella es amiga del
señor Trump y sus principales financistas son las grandes corporaciones progenitoras
del nefasto neoliberalismo, y ha sido, como Secretaria de Estado, la
promovedora de los llamados “Golpes de Estado Sublimes”, como los que
ocurrieron en Paraguay, Honduras y Brasil, y como el que se está fraguando
ahora contra el legítimo gobierno de Venezuela. A ella se le atribuye la “aventura”
de Libia, en donde
Muammar
Gaddafi
fue aniquilado para darle cabida al caos
tribal.
A pesar de
todo, hay esperanza. A pesar de la lúgubre perspectiva de que la nueva cabeza
del país más poderoso de la tierra será una persona intrínsecamente bélica, la
campaña de las elecciones primarias en Estados Unidos ha demostrado que hay un
enorme contingente que está a favor de la paz, el bienestar social, la
convivencia pacífica entre los vecinos y el desarrollo, sin detrimento de
nuestra amada naturaleza. Eso lo demostró el movimiento generado por Bernie
Sanders; pero que –sin tener la cobertura mediática de ninguno de los
candidatos
– está más bien representada en la gran persona de Jill Stein, la
candidata del Partido Verde.