Un Cuento muy Breve

El Paraíso

(En el principio del celo)

En aquella ocasión Eva se encontraba furiosa. El Paraíso se revolvía en un caos.

No era para menos… Adán tenía ya dos noches y tres días de andar fuera de él. Habíase marchado cuando Eva se daba un baño en una de las pequeñas cataratas con que contaba el Paraíso.

Al anochecer del tercer día volvió Adán, a quien se le notaba en el rostro vestigios de alegría.

—¿De dónde vienes?! —le increpó Eva.

Adán botó la hoja de-su-sexo, y sin contestarle a Eva, la cambió por otra nueva que cogió de un árbol cercano.

—¿En dónde has estado?! —gritóle furiosa esta vez su mujer.

Adán bostezó somnoliento y entre un lecho de flores se acostó para seguidamente quedar sumido en un profundo sueño…

Cuando anochecía, vio Dios a Eva matar a su marido, y acto seguido extraerle del cuerpo las costillas para contarlas despacio a la luz de la luna.

Alfonso Montoya y Barra

(Tomado de la revista Cebolla Púrpura número 1, San Salvador, mayo de 1971).