Claudia Lars (Datos Biográficos)

Claudia Lars

Su verdadero nombre era Carmen Brannon. Nació en Sonsonate, en 1899, y murió en 1974. Era hija de madre salvadoreña y padre estadounidense descendiente de irlandeses.

Se dice que Claudia Lars cantó la grandeza de sus cosas pequeñas a medida que fue saliendo de los claustros de monjas, donde hizo sus estudios. En este tiempo ya admiraba a un poeta que poco después llegó a conocer, el nicaragüense Salomón de la Selva, fino poeta y legendario soldado de la Primera Guerra Mundial y a quien posteriormente le dedicaría un hermoso poema, rememorando el día que casualmente lo conoció en un tren.

Enamorada de las cosas sencillas, las interpreta con soltura dentro del verso en endecasílabos y las liras. Ahí están los niños, la casa, la rosa y ciertas rememoraciones de la nieve, o algunos símbolos como el ángel, conceptos que, por lo demás, han sido tan comunes al romanticismo. Claudia Lars los recoge en una novedosa concepción del verso. Realidades queridas en su casa de campo en la provincia, a las que da identidad mágica y esplendorosa. Difícilmente se encuentra en sus poemas una caída, una debilidad de la forma.

Una combinación de la realidad cotidiana «noche» y «la comba de silencio» bajo el cual se percibe un «sollozo viejo», son imágenes sutiles que dan fuerza a la unidad sencilla concebida en el poema. La creación es un fin de la poesía misma pero en Claudia Lars, ser? una constante de su fuerza imaginativa. Una poesía, que pese a su época no se dejó seducir por el romanticismo tardío ni el modernismo decadente.

No cabe duda que le ayudó el conocimiento de la poesía del mundo; además, desde muy joven comenzó a viajar, lo cual enriquecía más sus percepciones. Estuvo en Guatemala, Costa Rica. Luego vivió en los Estados Unidas de cuya poesía se sintió tan atraída, aunque como trabajadora emigrante poco podía desplegar su presencia poética, aunque sí pudo aprender de dos grandes poetas, tales como Emily Dickinson y Walt Withman.

No escribía cuentos o ensayos. Ella aseveraba que los tiempos desesperados llaman a la poesía. Eran los años finales de la década de 1970 cuando Claudia dirigía la Revista Cultura del Ministerio de Educación. Aquí se encontró con los poetas jóvenes, ella gran seguidora de los clásicos de habla inglesa, y los ellos más emparentados con la poesía latinoamericana, desde Rubén Darío, hasta Pablo Neruda y César Vallejo.

Se sabía de Claudia como la segunda Juana de Ibarborou, o como la Alfonsina Storni; pero solo fue Claudia de Centroamérica, con ese lirismo que ella llamó «puro», pero que, como lo afirma en una entrevista con estudiantes de San Salvador, «es el poder y la habilidad de expresar poéticamente ideas, sentimientos, circunstancias, espacios, que otras personas no logran expresar bien.»