La Batalla de Usulután: Un Salto de Calidad en la Guerra (II)

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Por Fidel A. Romero, «Fidel Zarco»

PARTE II


Después del almuerzo, hubo reunión de diferentes
colectivos, además de los jefes que también ultimaban detalles con sus
unidades.  La BM conjunta, estaba en gran
tertulia intercambiando experiencias tenidas hasta esa fecha; todos coincidíamos
que juntos podíamos enfrentar y resolver la mayoría de casos, sin embargo
estábamos cortos de material o equipo quirúrgico.  Federico se acerca a saludarnos. Él estaba un
poco tenso, no sólo por la falta de descanso y por haber cantado buena parte de
la noche, sino que también por la incertidumbre que genera aquel tipo de
experiencia en donde como organización teníamos la responsabilidad de demostrar
lo acertado en ese tipo de acciones para tomar la iniciativa militar.  Fumando como un murciélago dice:

¿Descansaron con este infierno de calor con
zancudos?  Nos esperan momentos definitivos
y de mucho sacrificio; de todo corazón deseo que ustedes sean los únicos que no
trabajen en esta batalla.

Guandique me prestó su mosquitero con un matate; no
tengo picadas y dormí bien. 

Ese
Viejo se las sabe todas, y tú sabes que el cura y el doctor simpre son
privilegiados en la sociedad.

Federico,
nos gustaría tener un poco más de información para tener idea de qué es lo que
nos espera; digo, en términos de tiempo de la misión, estabilidad para trabajar
y el objetivo de la misión.

Bueno, en oriente se atacarán dos cabeceras, Gotera
por el norte de Morazán, y Usulután que nos corresponde a nosotros en forma
unitaria.  Usulután será atacado en tres
direcciones, dejando libre la parte poniente de la ciudad: se atacarán todos
los cuarteles y las posiciones periféricas adelantadas que tiene por Los Naranjos,
y por las piscinas de El Molino.  Se
estima que tomaremos la ciudad y nos mantendremos el mayor tiempo posible para
demostrar, dentro y fuera del país, que hay una guerra abierta, en donde nosotros
avanzamos como beligerantes y el gobierno se desquebraja.  Habrá cooperación a nivel nacional para que
no nos concentren los esfuerzos sólo a nosotros.  Por ejemplo: se harán ataques en los otros
frentes, y dependiendo de cómo se desarrolle Usulután, vendrían refuerzos del
norte de Morazán.  A ustedes siempre les
tocará estar adjunto al puesto de mando y tendrán información anticipada si
deben moverse para otro puesto; todo depende de las circunstancias.

Las palabras de Federico fueron más que claras.  Era una misión en la cual habrían
readecuaciones sobre la marcha, porque el esfuerzo de Usulután era un
experimento para mostrar el camino de la línea militar a seguir, para tener
incidencia política dentro y fuera del país; la tensión mostrada por aquel político
expresaba inseguridad no sólo en la acción de Usulután por lo diferenciado en
el fogueo militar al interior de la militancia del FMLN histórico, sino que
también a nivel más global en las acciones de acompañamiento y amarre de
fuerzas enemigas.  Como ERP teníamos
total confianza en las capacidades propias, pero había inseguridad con esas
capacidades en los otros, sin mencionar que ésta sería como un experimento para
los demás.  Los costos, y por qué no
decirlo, la gloria de mostrar el camino 
caería sobre las espaldas de los participantes de la batalla en aquella
cabecera departamental en plenas elecciones parlamentarias…

Entrada la tarde de ese día, casi iniciando el ocaso, todas las unidades
estaban listas para salir hacia sus objetivos. 
No era posible aguantar la tercera noche en aquel lugar inhóspito, en
donde los zancudos se cebaban con la sangre de los combatientes que en pocas
horas, muchos de ellos, podrían estar sangrando copiosamente por lo cruento que
se preveía.  Las tropas gubernamentales
estaban alertas por cumplir su misión: garantizar las elecciones a lo largo y
ancho del territorio nacional de tal manera para mostrar al mundo que la
guerrilla estaba acabada sin capacidad de incidencia.  El puesto de mando con su seguridad, más el
personal de servicios, incluyendo el hospital conjunto, fueron los últimos en
salir.  Al ver la distribución de aquella
columna, no pude evitar recordar la marcha hecha a finales de octubre de 1980
con los nicaragüenses, al interior del territorio hondureño.  La diferencia era que ahora las condiciones
eran totalmente diferentes; nos desplazábamos al ataque para crear confianza al
interior del FMLN histórico,  y ganar la
iniciativa militar en la guerra con altos réditos políticos, nacional e
internacionalmente.

En una pequeña elevación antes del río, había una pequeña unidad.  La consigna que pasaron fue que era la fuerza
que controlaría nuestra retaguardia. 
Cruzamos el río que no pasaba de unos 40 centímetros de profundidad lo
más hondo; llegamos a la Laguna del Palo Galán -esta vez sin entrar a La Ratonera-,
en que estuvimos en la primera incursión.  La columna fue dirigida hacia un  sector contiguo al suroriente de la piscina;
había una gran palizada de cocoteros; el predio era grande.  Las postas fueron ubicadas; ahí
descansaríamos esperando el inicio de las acciones.  Balta, Chelito Gonzalo y Federico se
apartaron un momento después del cual se distribuyeron en el lugar la seguridad
a fortificar el terreno, los radistas a instalar sus antenas, y Federico se
dirigió a nosotros para darnos indicaciones:

Ustedes tendrán que regresarse hasta antes del río.  Ahí buscan un lugar con cobertura y que tenga
condiciones para protegerse de un posible bombardeo.  Deben quedar dentro del anillo de seguridad
que está formado por la pequeña fuerza del cerrito del rio, al lado de
concepción Batres; la unidad de las FAL, que cubre la carretera del Litoral,
por el desvío de Batres, y el puesto de mando
coordinador de esta coquera.  Yo prefiero
que se pongan lo más cerca posible del río.  Estarán informados continuamente de lo que
necesiten saber por Balta, o por mí mismo.

El lugar no podía ser mejor para nuestro trabajo.  A unas dos cuadras del río, en una espesa
arboleda de ujushte, encontramos una casa de teja que tenía cobertura; además,
había una gran fosa bajo un enorme árbol de ujushte, restos de un aserradero en
donde perfectamente podíamos cubrirnos, y a pocos metros, había un lindero con
declive encubierto.  Ahí dormimos el
resto de la noche escuchando la alborada de los combates.  A buen 5 A.M. todos nos levantamos a preparar
condiciones en el terreno y tener nuestros materiales listos: Una puerta de
madera fue ubicada al centro de la casa con la altura necesaria que sería la
mesa operatoria; con desperdicios de madera se improvisaron bancos bajo los
árboles, mientras que entre todos se improvisó un puesto de vigilancia por si
había alguien desconocido que se acercara a nuestro campamento-hospital.

Desde nuestro campamento escuchábamos los combates, un tanto lejanos,
formando un enorme semicírculo alrededor de la ciudad y con su abertura hacia
el poniente, al lado del hospital. A momentos arreciaban por la dirección
central y en la del sur, mientras que la del lado norte, por donde estaba en
ese entonces el cuartel, parecía no haber entrado en acción.  Al segundo o tercer día empezaron a llegar
heridos, los cuales iban aumentando cada vez y todos pertenecientes al ERP,
como se suponía que era la fuerza más numerosa y quienes conocían.  Balta envió un correo manuscrito informando
la situación, que en síntesis decía:

Compañero Fidel, las acciones están siendo desarrolladas
como lo planificado; los combates más fuertes son por las direcciones nuestras
al oriente y al sur; el primer objetivo de sabotear elecciones está cumplido;
pero esperamos completar el resto. 
Ustedes manténganse alerta con posta permanente y enmascarados para no ser
detectados por medios aéreos.  Pascual el
político prepara
condiciones con bases de apoyo
para evacuar heridos.  Al haber cambio de
plan les informaré de inmediato.

Aquel escueto mensaje fue leído al resto del personal que estaba ávido de
información.  Ya teníamos 10 compañeros
heridos, la mayoría podían movilizarse. 
Era bien conocido en qué momento llegarían heridos: se arreciaban los
combates hasta llegar a lo que llaman minuto loco, en donde se escuchaba de
todo para luego quedar en disparos esporádicos, y en menos de una hora venían
los grupos de compas heridos acompañados. 
Llegaron tres mandos de la fuerza de San Vicente, entre ellos Sabino,
con su estampa y perfil de un árabe; traía una mano destruida.  Al cuarto día llegó Teresa[1]
a dejar un niño herido de la fuerza de San Vicente. Este niño, al ser chequeado,
sólo se le encontró una pequeña lesión que parecía una roncha como picada de
hormiga en el escroto[2].  Este caso fue discutido con los otros dos
médicos llegando a la conclusión de mantenerlo en observación por 24 horas, que
coincidía con la recomendación escrita por Zulma.  

Los aviones exploradores se cruzaban alrededor de la ciudad.  Según informes de Federico había emboscadas
esperando algún refuerzo para las tropas cercadas en aquella cabecera. Decían
que moverían al batallón Atlacatl por el lado de Santiago de María, para entrar
por la parte abierta del semicírculo  que
formaban las direcciones de ataque.  Con
la salvedad que habían aparecido 4 muertos en la sotera del hospital San Pedro[3].  Había expectativa por escuchar la detonación
de abanicos y RPG emboscando al convoy del Atlacatl.  Pasó el tiempo y nada de explosiones; sólo se
escuchó un minuto loco que duró unos 10 minutos, y luego llegaron heridos en
abundancia, entre ellos el Chele William[4],
quien tenía destruido el codo del brazo derecho, comprometiéndole los tres
huesos en esa articulación.  Por la
tarde  del día 5(¿?)[5]El
grupo del puesto de mando de Balta, pasó por la calle a unos 50 metros de
nuestro campamento, y se dirigían hacia la elevación de retaguardia al otro
lado del río.  Después de un par de horas
recibo un segundo correo del jefe, de su puño y letra, que en resumen decía:

Compañero Fidel, la cosa se ha puesto apretada, estoy detrás de ustedes en
la elevación del otro lado del río en El Obrajuelo.  Prepara condiciones para evacuar a todos los
heridos hacia El Jícaro. Pascual tiene personal listo y bestias; deben salir al
amanecer mañana; sólo conserva a los compañeros que necesiten del cuidado de un
médico.  El médico y el herido de las
FPL  pasarán por ellos a partir de mañana
a cualesquier hora.  Ustedes estén listos
para moverse cuando se les avise.

Se pasó la información al resto del personal; se prepararon los heridos que
podían movilizarse a El Jícaro, con los criterios recibidos en el correo de
Balta.  Fue incluido el niño de San
Vicente que se había integrado como un brigadista más, ayudando o asistiendo a
los heridos con alimento y agua.  No
recuerdo cuántos enviamos; unos caminaban y otros en bestia. Un guía los
acompañó hasta la algodonera de San Felipe, luego regresaría con nosotros.  El Chele William había despertado de la
anestesia.  Temprano, en la mañana
siguiente, tenía una cara de pocos amigos, aunque no se quejaba de dolor;
observaba los movimientos del personal y los compas heridos que salían (día
6).  Después que se van y quedamos algo
desocupados, hace una seña con la mano buena que me acerque, y ve hacia los
lados para que nadie escuche, y dice:

Cayó Gonzalo en la balacera de ayer… En el Palo Galán debe estar el
enemigo desde anoche, ¡pura mierda la forma en que cayó…!  Él pensaba que eran los compas de las FAL que
iban a descansar, y corrió hacia la trinchera, para avisar a los postas que no
dispararan porque venían los de la FAL. 
Esos compas hijos de puta se retiraron de su posición sin avisar, o por
lo menos hubiesen hecho algunos disparos para alertarnos; dejaron la posición
sin avisar y sin combatir.

¿Estás seguro William de lo que decís?  Porque no entiendo por qué Balta no lo
menciona en el correo; sólo dice que enviáramos los heridos que no necesitan de
cuidados médicos, que el resto se queden conmigo.  Según lo que decís, nosotros estamos
descubiertos desde ayer antes de la balacera, al retirarse la patrulla de las
FAL.

Yo saqué a Gonzalo para que nada le quitaran esos hijos
de puta del Atlacatl.  Eran una patrulla
pequeña que pasó por la posición de las FAL; vienen de Santiago de María
caminando.  Cuando cayó Gonzalo todos nos
propusimos sacarlo para no perder información ni su cadáver; agarré el RPG7 y
disparé un papayazo a mitad de un palo de coco, y les cayó encima a los
soldados que se corrieron, y cuando arrastraba a Gonzalo, lo sentí el vergazo
en el codo.  Gonzalo fue enterrado en el Palo
Galán, en esa coquera, y me trajeron para el hospital.

Está bien, William.  Quiere decir que en cualesquier momento nos
avisan que nos movamos al otro lado. 
Trata de descansar porque tú tienes buenos los pies, al igual que los
otros.  Están un poco débiles por la
pérdida de sangre, pero en bestia pueden moverse.
Al informe de William no le di mucho crédito al principio; lo atribuí al
efecto colateral de la anestesia usada.[6]
 Sin embargo, era real el minuto loco de
10 minutos que escuchamos; era real que el grupo de Balta había pasado de largo
hacia el otro lado del río, al igual que el correo recibido con indicaciones de
hacernos livianos.  Los heridos más
graves que estuvieran con el médico, y el personal de las FPL lo habían
recogido por la mañana.  Sólo quedaban
con migo Jonatán, del PRTC.  Haciendo
esas reflexiones estoy cuando veo venir al guía[7]
que encaminó a los heridos hasta San Felipe, que al llegar dice:

Me retrasé un poquito porque se nos agravó el niño.  Al sólo bajar la cuesta y pasar el río, se
tiró del caballo y dijo que le dolía el estómago, y eran arcadas por la boca.  Vomitó y se revolcaba en el suelo de dolor, y
se murió.  Así lo llevamos para que lo
enterraran más adelante.  Yo tengo
preparada más gente y algunas bestias para que nos ayuden a llevar a los demás;
sólo me avisan.

Estaremos pendientes de que nos avisen, cuándo y hacia dónde
nos moveríamos.
Jonatán, médico internacionalista originario de Bélgica, escuchó aquella
narración del guía; entendiendo lo que pasó, nos apartamos para intercambiar
opiniones:

Es un poco raro que no dio síntomas cuando estuvo con
nosotros; es posible que el movimiento del caballo le desencadenó el dolor por
alguna peritonitis; lo raro es que nunca cambiaron los signos vitales.

He leído algunos casos en donde personas ancianas o muy
debilitadas de su sistema inmune, no reaccionan con fiebre o toda esa
cosa.  Ese pudo ser el caso del niño,
porque la lesión en el escroto pudo haber sido la puerta de entrada de
bacterias al peritoneo.  El asunto es que
en cualesquier hospital del mundo, y más en guerra, la conducta a seguir en
estos casos es la que hicimos
Para aprovechar el tiempo, a Jonatán se le ocurre hacer una evaluación del
trabajo realizado en el hospital conjunto hasta ese momento, y dijo:

Aprovechemos que habemos personal de las BM de 3
organizaciones para tener una idea del desempeño realizado.  Tú, Fidel, que has coordinado, puedes hacer
otro esfuerzo y coordina la reunión.

Es correcto, Jonatán; sólo llama a la compañera
brigadista de las FAL y otros más que estén sin atender.  Tratemos de ser breves porque pueden llegar
más heridos en cualesquier momento.

No pasábamos de 10 personas sentadas en los desperdicios del aserradero
bajo el follaje del enorme árbol de ujushte; les veo a todos que no disimulaban
el cansancio acumulado de la jornada larga compartida, y digo:

Estamos para hacer una ligera evaluación del desempeño
durante el tiempo que hemos permanecido en este lugar, por favor pidan la
palabra y traten de ser breves al punto preciso.
Como nadie se atrevía a pedir la palabra, continúo diciendo:

Todos se han esforzado en nuestro equipo, brigadistas,
médicos, logístico y el político de expansión, proporcionando apoyo para
nuestro trabajo.  El movimiento hecho
hacia El jícaro es una muestra de ello. 
Ahora, en cuanto al desempeño en este lugar, no podría ver cómo pudo
mejorarse: nadie falleció en nuestras manos, todos están fuera de peligro y
depende del seguimiento para su recuperación. 
Si alguien quiere agregar algo, está la palabra para quien la quiera.

María, de las FAL, estaba más seria que de costumbre, y dijo:

Lo que has dicho, Fidel, es cierto en parte, porque yo
tengo un reclamo a hacer a la comandancia del Frente.  Hay cosas personales que han incidido en la atención
de un herido que era mi pariente, y es el niño que se murió al pasar el río.  Ese niño, aunque es del ERP de cerros de San
Pedro, San Vicente, era mi pariente, y Fidel no quiso operarlo por eso. Él
tiene un problema personal con migo.

Todos se miraron estupefactos de lo escuchado; no se podía creer lo que
aquella compañera decía; era necesaria más información para hacer aquella
acusación tan directa.  Guardé silencio
esperando que siguiera, o alguien pidiera la palabra.  Jonatán levantó la mano para decir:

Me cuesta creer lo que he escuchado, compañera.  Es bien irresponsable lo expresado por tus
palabras; hay que ser responsable con lo que se dice y sólo por educación me he
contenido para no callarte por las tonterías que has dicho.
  ¿Cuál es el fundamento técnico en que te
basas para afirmar eso? Ese niño tú lo vistes que durante el periodo de
observación jamás se quejó, y sus signos vitales nunca cambiaron como para
pensar en operarlo; y no sólo eso, hubo una decisión unánime colegiada por 4
médicos que coincidimos en observarlo.
 El compañero Fidel sólo fue uno de esos 4
médicos.
  Si quieres acusarlo, yo te digo
que debes acusar a los 4 médicos y a
ti misma, pero debes fundar con hechos tu
queja a la comandancia, porque no se puede difamar sólo por subjetivismos, o
por hacerse notar como organización.

Si alguien más quiere agregar a este punto, permítanme
decir que sería muy interesante si progresa la queja de María, y le pediría lo haga
por escrito y a través de los canales que su organización tiene establecidos en
El Jícaro.  Ahora nos disculpan porque
vienen más heridos que reclaman nuestra atención.

Fue extraña aquella acusación.  Posible
había sido afectada por la jornada tan extenuante, sumándole la muerte de su
pariente, así como también la tensión acumulada por más de 10 días.  La queja por escrito nunca la presentó, y
continuó visitándonos en la clínica de El jícaro para ganar experiencia en el
campo de la salud.  El día 7,  después de recibir muchos heridos, nos dieron
orden de movernos hacia un lugar diferente de El Jícaro.  No recuerdo quién nos dio la orden, pudo ser
Cirilo o Federico; nos dijeron que había que romper el cerco tendido por el
batallón Atlacatl, que la fuerza se iría rumbo a Tres Calles para despistar y
que no siguieran la ruta de los heridos ni a El Jícaro  ni al manglar que estaba cerca, hacia el
sur.  Recuerdo que eran 19 heridos con
quienes nos retiramos al final.  Entre
ellos, los de mayor cuidado eran Sabino y William, pero podían caminar o montar
a caballo.  La seguridad que quedó con
nosotros fueron los brigadistas que nos asistieron durante los 7 días, más el
equipo de expansión de Pascual, que no pasaban de 4.  Pascual se multiplicó para tener información
segura con la población colaboradora, quienes no sólo nos protegieron durante 3
días, sino que nos alimentaron con algunos tiempos salteados de comida, que
incluían hasta elotes asados.

No había mucho que hacer en aquel lugar, sólo estar enmascarado en un lugar
insospechado que hubiesen heridos de aquellos cruentos combates librados.  Los materiales de curación estaban agotados,
no podíamos encender fuego y nos limitábamos a proveer de abundante agua con la
distribución de lo raquítico en alimentos. 
Durante los tres días a la orilla de un río en donde únicamente había
mangle, raíces y lodo, era bien difícil encontrar lugar seco para descansar,
sumado a los zancudos que nos atacaban como enemigos queriendo devorarnos. Sin
tener información de los compas, sólo lo que nos decía la población
colaboradora, decidimos el tercer día movernos para El Jícaro; todos los
heridos se movieron a caballo hasta la clínica. 
William y Sabino fueron anestesiados por segunda vez para hacer una
buena debridacion de sus heridas que se habían infectado, luego recibimos
indicaciones de prepararlos para sacarlos a Nicaragua, para reconstrucción del
codo y de la mano.
  Federico comentaba cuando regresaron a El Jícaro con la fuerza de la zona:


Nos tocó “cangrejito playero”, Fideluco.  No cayó el cuartel por falta de experiencia en
la fuerza de esa dirección; se nos tiraron encima, pero lo peor fue el cerco
del Atlacatl que caminaron desde Santiago de María, evadieron las emboscadas y
los de las FAL que se retiraron sin avisar.
 Sólo capturaron a un oreja de la hacienda de
los conventos de nombre Candil
[8];
los confundió con los soldados y habló en mal de la guerrilla; ahí mismo lo
fusilaron.
  Así fue como murió Gonzalo y
salió herido William Chele; murieron los jefes de pelotón Romeo y Julio Zacatoso.
 También murió Martín, el mando de la RN
de Cabañas; nosotros cargamos con la mayoría de los muertos y heridos.
  Las otras fuerzas no le hacen huevos por
falta de experiencia.
  La experiencia en
guerra cuesta sangre y muertos.


“El FMLN intentó repetir consciente o inconscientemente el esquema de «gran ofensiva» el 28 de marzo de 1982, y aunque no logró los objetivos principales, consiguió acumular nuevas experiencias tácticas que le permitieron luego un gran avance cualitativo en lo militar. Sin embargo, en el terreno político se produjo una crisis temporal que dura de marzo a junio del 82, tiempo en que el FMLN reacomodó sus fuerzas y su táctica para avanzar en la disputa por la iniciativa militar estratégica; durante esta etapa los asesores yanquis juzgan que es necesario que el ejército crezca aceleradamente y aumente el número de batallones de reacción rápida y que se apliquen nuevas tácticas de contrainsurgencia para poder enfrentar la situación. En ese marco llevan a Fort Bragg, Estados Unidos, a los primeros 1500 soldados y oficiales salvadoreños, que serían entrenados para convertirlos en una unidad modelo de la dictadura.[9](http://www.1j4.org/tematica/elsalvador/archivo/fmln/1984/ene/02.htm)


Comentario final
sobre esa batalla:

Después de 32 años de esa batalla, es difícil recordar todos los nombres,
pero sí recuerdo que esa experiencia fue la que dio origen a las
concentraciones de fuerza del ERP para fundar oficialmente a la Brigada Rafael
Arce Zablah.  Se dio la batalla del
Moscarrón entre Torola y San Fernando, en Morazán, en junio de 1982, con la que
se inició la campaña “Comandante Gonzalo” para reivindicar la caída del Héroe
de Usulután, que murió pensando evitar una confusión con los de las FAL.  En el sur fue un secreto público ese hecho,
que oficialmente nunca fue mencionado; el tiempo se encargaría de borrarlo de
la memoria ya que la mayoría de esa generación que participó y estuvo en el Palo
Galán, murieron en la guerra, y de los pocos sobrevivientes, la mayoría tienen
compromisos políticos.  Quien escribe
esta historia estuvo en el Palo Galán pocas horas antes de iniciarse los
combates en ese entonces; sólo escribe la versión de William Chele, que la
repitió en dos ocasiones, y los comentarios hechos por Federico, más el secreto
a voces de los que estuvimos en el sur para esos días.


[1]
Ella era parte de la fuerza de San Vicente, Dra. Zulma Aldana, con quien
habíamos sido compañeros en el Hospital de Maternidad. 
[2] Es
la bolsa que contiene los testículos.
[3] Por
ese lado no había dirección de ataque, solo había sido objetivo de disparos de
franco tirador del equipo liderado por Macario, que entró por el lado de El
Molino, avanzaron por El Calvario. La distancia es algo más de mil metros.
[4]
Jefe de pelotón originario de La Unión.
[5] No
recuerdo con exactitud qué día, tampoco si ese movimiento del puesto de mando
estratégico fue hecho antes o después del minuto loco de 10 minutos, en donde
se escucharon explosiones de granada de RPG.
[6] Sólo
contábamos con quetalar y demerol.
[7] No
recuerdo con exactitud si fue Aniceto o Pascual, ellos tenían el trabajo
político de toda esa ruta y caseríos desde la carretera del Litoral hasta los
manglares.
[8]Este señor era un hacendado y propietario de un supermercado llamado la despensa de don Pedro.
[9]
Párrafo del comunicado producido de la Comandancia General del Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN), en reuniones realizadas el mes de diciembre de 1983 en el
departamento de Morazán.  Publicado el 2 de enero de 1984
  Marxists Internet Archive, mayo de 2011.  marxists.org, favor de mencionar
al CEM y al SIEP como las fuentes originales de la versión digital.