El Derecho a la Insurrección

Por Earl Gilman

Earl Gilman


Desde la caída del “socialismo real”, el reformismo se propagó como cáncer de forma expansiva; muchos “líderes” que se reclamaban de la izquierda socialista y revolucionaria pasaron a deslegitimar al marxismo, o en otros casos lo tergiversaron, vaciándolo de su contenido revolucionario, para pasarlo a usar como instrumento que justifica su giro al reformismo.


La izquierda “oficial” ayuda, colabora a revivir las ilusiones en las elecciones, pretende convencer a los trabajadores de que ganando las elecciones es posible la toma del poder, aunque detrás de ese presidente permanezcan los militares, los dictadores y la clase dominante, que son los que en definitiva deciden las cosas.

La burguesía ha aprendido a utilizar a esta izquierda oficial, reformista, en el circo de la farsa electoral y de la falsa democracia capitalista; los compra y soborna ofreciéndoles dinero y dándoles puestos y migajas de poder. A la clase dominante le resulta barato sobornar a esos elementos de la izquierda oficial con estancias en hoteles de lujo, donde pueden rosarse y conocer a los millonarios “simpáticos” y progresistas… y a sus hijas. Bajo el capitalismo, el poder económico controla al poder político. En el socialismo, la intención es que el poder político ejercido por los trabajadores controle y decida sobre el poder económico. La izquierda oficial se asemeja a los pocos judíos que ayudaron a los nazis durante la segunda guerra mundial. Los nazis que proporcionaron a los judíos que utilizaron como policías para controlar a los judíos prisioneros, nunca les proporcionaron armas. Al final también fueron ejecutados en la cámara de gases. No es posible la toma del “poder a medias” ni ocupando la presidencia de la administración del gobierno, a través de las elecciones; eso es teatro y participar en el circo de la falsa “democracia” burguesa, lo cual históricamente ha tenido resultados trágicos para los pueblos que tuvieron esa ilusión. La izquierda oficial ha dado un giro de 360 grados en su modo de pensar. Ahora hay una tendencia electoral en esta, que refleja las victorias electorales de Chávez, Evo, Correa y otros. El electorerismo contradice, niega y deslegitima otras formas de lucha extraparlamentarias… Entonces enfrentamos un fenómeno de guerrilleros deponiendo las armas, mostrando su reformismo y dispuestos a participar en las elecciones.

Los reformistas y algunas corrientes guerrilleras tienen en común la impaciencia con las masas, que fácilmente puede convertirse en desprecio. El reformismo y algunos movimientos guerrilleros buscan una “vía corta”. No queda nada en medio entre la lucha armada inmediata y el reformismo, así resulta fácil cambiarse del uno al otro. Es verdad que la historia es lenta, hay que tener cuidado de los “súper hombres” que quieren ignorar la realidad histórica y de manera voluntarista saltársela. No tienen paciencia histórica. Los “súper hombres solo son buenos actores”.


No cabe duda que hay un proceso revolucionario en Venezuela y Bolivia. Pero dentro de estos procesos también hay un proceso contrarrevolucionario. Venezuela y Bolivia todavía son países capitalistas a pesar de la retórica revolucionaria de Chávez y los reformistas. El armamento del pueblo, sea con armamento moderno o para comenzar con hondas y pistolas, contradice al reformismo y a los “Foros Sociales”. Armarse quiere decir prepararse para la lucha en contra de las fuerzas que se oponen al cambio y que lo harán de manera violenta. No se puede denunciar a la guerrilla como lo hizo Chávez, como si la autodefensa armada y la lucha revolucionaria contra los enemigos del pueblo fueran cosas del pasado y fuera de moda. Las masas en sus lucha cotidiana se enfrentan a los soplones, los rompehuelgas, los “orejas”, las bandas paramilitares que la patronal arma y financia. Hay una lucha de autodefensa natural. Para la organización revolucionaria es una cuestión que depende de las condiciones y desarrollo de la lucha de clases.

Lo que la realidad nos ha mostrado es que la diferencia de una situación no revolucionaria y de una revolucionaria es que en la no revolucionaria la violencia y las balas solo van en un sentido, de la burguesía contra los trabajadores, donde estos últimos pagan con persecución, cárcel y muerte. Mientras que en la situación revolucionaria, los trabajadores cansados de poner los muertos y no ver resueltas sus demandas, responden a la violencia de los patrones y su gobierno títere, con la violencia popular.

En este sentido nos reservamos para el pueblo el derecho a la insurrección.