Resumen de la Obra «La Celestina»

Resumen breve de la obra literaria La Celestina, del autor español Fernando de Rojas.

Por Esteban Balmore Cruz

Tipo de obra: Novela medieval
Género: Tragicomedia
Autor: Fernando de Rojas (1475?-1538?)
Ubicación: España, siglo XV
Primera publicación: 1499.
Personajes principales:

Calixto, un joven de la nobleza.
Melibea, pretendida por Calixto. 
Pleberio, padre de Melibea.
Alisa, la madre de Melibea.
Celestina, una vieja meretriz, alcahuete y proxeneta.
Elicia y Areúsa, muchachas de la casa de Celestina.
Sempronio y Pármeno, sirvientes de Calixto.
Comentario breve

Esta obra escrita en forma dramática, con división convencional en actos, es considerada sin embargo, como una novela en diálogo por su excesiva prolongación y la frecuencia de escenas cambiantes, lo que hace imposible su presentación teatral. En la versión de 1499, la historia consistía de dieciséis actos, aumentados a veintiuno en 1502, y en una fecha muy posterior, a veintidós. Se han expresado ciertas dudas sobre la autenticidad de algunas de dichas adiciones.

Aunque la obra fue publicada anónimamente, Fernando de Rojas es generalmente aceptado como el autor, siendo la principal evidencia un poema acróstico que contiene su nombre, al cual llamó la atención uno de sus primeros publicadores, así como varias deposiciones legales realizadas alrededor de 1525. El escritor declaró que él había encontrado el primer acto y que decidió entretenerse completando la historia, escribiendo un acto cada día, durante una vacación de dos semanas en la Universidad de Salamanca, siendo su propósito —además de proveer filosofía agradable e instrucción a la juventud— advertir en contra de las jugarretas de las meretrices y sirvientes conspiradores. Originalmente conocida con el título La Comedia de Calixto y Melibea, la novela fue retitulada con el nombre de su meretriz principal, la alcahueta Celestina. Pese a su realismo cínico y descripciones patéticas de la vida entre meretrices, La Celestina es esencialmente el relato de un amor idealista y romántico. El libro fue traducido a varios idiomas, y es el primero de un escritor español que fue traducido al idioma inglés, habiendo ejercido una enorme influencia en el desarrollo posterior de la literatura en España.

Resumen

Cierto día, mientras perseguía a su extraviado halcón, Calixto se introdujo en un huerto extraño en donde vio y se enamoró de una hermosa joven muchacha de nombre Melibea. La ansiedad de él por tomar ventaja de su inocencia gentil la aterraron y, enojada, le exigió que se fuera.

El joven regresó a su casa desolado y sintiéndose morir, siendo su único consuelo las melodías melancólicas que tocaba en su laúd. Sempronio, uno de sus sirvientes, luego de haberle dejado sufrir por algún tiempo, le sugirió que buscara la asistencia de Celestina, una alcahueta de cuya sirvienta, Elicia, el mismo Sempronio estaba enamorado. Por órdenes de Calixto, el sirviente se apresuró a la casa de Celestina para convocar a la vieja meretriz. Él y la pícara proxeneta se pusieron de acuerdo para engañar al enamorado Calixto. El joven noble tenía otro sirviente, Pármeno, quien una vez había trabajado en la casa de Celestina. Éste le dijo a su patrón sobre la mala reputación de las meretrices en toda la ciudad y le aconsejó tener cuidado con ella.

No tomando en cuenta la advertencia, Calixto recibió gustoso a Celestina y le ofreció oro para que actuara como intermediaria en sus pretensiones amorosas. Mientras el joven fue a traer el dinero para ella, Celestina intentó conquistar a Pármeno a su causa, asegurándole que ella estaba interesada en su bienestar por el cariño que le había tenido a la madre de él. También le prometió ayudarle a conquistar el afecto de Areúsa, quien él deseaba. Conociendo sus trucos, Pármeno no estaba enteramente convencido.

En tanto, Calixto, incapaz de controlar su impaciencia de hacer suya a Melibea, envía a Sempronio a que apresure a Celestina en su empresa. Negándose a considerar la sugerencia de Pármeno de que corteje de manera honorable a Melibea, en vez de confiar en una alcahueta notoria, el joven no obstante, ordena su caballo para cabalgar por la casa de ella. Se retiró de allí luego de reconvenir a Pármeno por intentar oponerse a sus deseos, palabras fuertes que hacen al sirviente arrepentirse de su decisión de mantenerse fiel a su patrón.

Cuando Sempronio llega a casa de Celestina, la encuentra haciendo un hechizo de amor. Mientras ella está en eso ocupada, él aprovecha su tiempo con Elicia. Luego, Celestina, quien ha sopesado la amenaza a su vida hecha por el padre de Melibea en contra del oro que Calixto le pagaría, fue a tener una plática con la joven pretendida.

La vieja meretriz primeramente le dijo a Melibea que había venido en representación de un hombre enfermo, y luego de intencionalmente haber confundido a la muchacha, finalmente le confesó que todo lo que Calixto quería un cinturón que había sido usado en peregrinaciones a Roma y Jerusalén, y una copia de una oración a Santa Polonia, que se suponía curaba el dolor de muelas.

Avergonzada de lo que ella pensó había sido una injusta sospecha de la vieja ramera, Melibea le dio el cinturón, prometiéndole que copiaría la oración, de modo que estaría lista el día siguiente. Antes de abandonar la casa, Celestina logró convencer a la sirvienta Lucrecia para que ayudara en sus propósitos, a través de prometerle que adulzaría su aliento y la haría rubia. Trasladándose a casa de Calixto, la proxeneta presumió de su éxito y el agradecido amante le prometió un buen regalo. Por este tiempo, Pármeno había decidido aceptar el ofrecimiento de Celestina y ayudarla en su plan, sugiriéndole que él la acompañaría a su casa. En el camino, exigió que ella hiciera arreglos para él pasar la noche con Areúsa, y la vieja alcahueta le concedió su deseo.

Al siguiente día, mientras los sirvientes estaban cenando en la casa de Celestina, Lucrecia llegó con aviso de que su joven patrona estaba enferma y deseaba ver a la alcahueta, por lo que ésta de inmediato se trasladó a la casa de Pleberio, en donde descubrió que la susodicha enfermedad de Melibea era en realidad enamoramiento por Calixto, proponiendo curar el malestar con una cita a medianoche con el joven noble en la puerta de la habitación de la muchacha.

Cuando la meretriz informó a Calixto de este último acontecimiento, sus noticias le valieron el total agradecimiento de él, lo que demostró con el obsequio de una cadena de oro. No teniendo intenciones de dividirla con sus compinches, ella se negó a ceder cuando Sempronio y Pármeno exigieron su parte, y mientras discutían, Celestina llamó a gritos a la policía, procediendo los sirvientes a silenciarla para siempre. Pero los gritos habían sido escuchados, y Sempronio y Pármeno intentaron escapar por una ventana, lastimándose en la caída, habiendo sido capturados y decapitados en el sitio.

Mientras tanto, Calixto había ido a la casa de Pleberio, en donde encontró a su amada esperándole con ansias. Mientras ambos amantes hablaban a través de la puerta, los acobardados acompañantes del joven enamorado —que se suponía debían cubrirle las espaldas— le abandonaron huyendo de enemigos imaginarios. El alboroto despertó al padre y madre de la joven, pero ella explicó que Lucrecia había hecho el ruido cuando iba a traerle algo de beber.

A la mañana siguiente, Calixto se despertó muy contento, solamente para ser entristecido por los informes del destino de Sempronio y Pármeno; pero la esperanza de que vería a su amada esa noche era suficiente para hacerle olvidar lo que había ocurrido; sin embargo, tuvo el pensamiento fugaz de la obscenidad de Celestina había sido castigada.

Acompañado de otro de sus sirvientes que llevaba una escalera, él fue esa noche al jardín y escaló la pared hasta llegar a la habitación de su enamorada. Melibea le estaba esperando. Cuando la hora llegó de separarse, ella lamentó la pérdida de su inocencia, en tanto Calixto solamente se quejaba de la brevedad del tiempo que podían estar juntos.

Por otra parte, Elicia y Areúsa, apesadumbradas por la muerte de sus amantes, determinaron vengarles. Pretendiendo estar enamorada de Sosia (otro de los muchos sirvientes de Calixto), Areúsa obtuvo la información de que los nobles amantes se citaban en el jardín de la casa de Pleberio. Ya que él estaba ansioso de obtener sus favores, Sosia se unió a la intriga. Ni él ni las muchachas eran lo suficientemente fuertes para ejercer violencia, por lo que buscaron amistarse con un malévolo asesino de nombre Centurio. Elicia (quien había tomado a su cargo la casa de la difunta Celestina) convenció a Areúsa para que se ofreciera como amante a Centurio, si éste fuera al jardín y matara, o al menos vapuleara, a Calixto. Inicialmente el matón accedió, pero considerándole con más prudencia se convenció que sería tonto entrometerse en el asunto, por lo que, en vez de eso, arregló que unos amigos suyos fueran al lugar de encuentro de la pareja de enamorados para que hicieran un alboroto sin lastimar a nadie. En tanto, Pleberio y Alisa tuvieron una conversación acerca de planes para casar a su hija. Habiendo escuchado la plática y con remordimientos de conciencia ya que había estado con Calixto el pasado mes, Melibea estuvo a punto de confesar su mal proceder a sus progenitores.

Una vez más Calixto fue al jardín con su sirviente y escalera para trepar el muro. Un rato después, los amigos de Centurio se hicieron presentes y simularon tener una pelea con Sosia en la calle afuera. Calixto se alarmó por el alboroto y, a pesar de los temores de Melibea, se apresuró sobre el muro para ir a socorrer a su sirviente.

El joven cayó accidentalmente del muro y murió. Alarmada por la vehemencia del pesar de su joven ama, Lucrecia despertó a Pleberio y Alisa. La acongojada Melibea, por su parte, había trepado al techo de la casa reflexionando sobre los efectos que sus acciones tendrían en su padre y madre. Su resolución de morir no fue debilitada por las súplicas de sus progenitores, y comparándose a sí misma con muchos parricidas de la antigüedad, confesó sus fallas, y despidiéndose de ambos, se lanzó del techo, y murió. Pleberio condujo su cuerpo inerte hacia el interior de la casa, en donde Alisa estaba sentada solitariamente llorando su gran dolor.