Por Baneste
El escándalo del virus del zika comenzó cuando un grupo de médicos brasileños repentinamente observó que habían más bebés ingresados con microcefalia de los que normalmente se atendían en el hospital. Esto les motivó a informar al Ministerio de Salud sobre su preocupación, y el ministerio en respuesta solicitó un informe de todos los hospitales del país de casos de microcefalia ingresados. La consulta arrojó un total de un poco más de 400 casos confirmados, de los cuales solamente 17 se consideró podrían haber sido causados por el virus del zika; es decir, podrían del mismo modo tener otras causas.
No obstante, un grupo de doctores independientes, no relacionados a las transnacionales químico-farmacéuticas ni a gobiernos corruptos, ha concluido una investigación en la región en Brasil en donde la mayoría de los casos de microcefalia infantil se han registrado, y han declarado que la verdadera causa de las deformaciones no solamente del cráneo, sino de otras partes del cuerpo, son producto de fumigaciones intensas del insecticida piroproxyfen en áreas rurales donde viven personas de bajos recursos económicos. Esto nos conduce a preguntarnos cuáles serían las motivaciones de las autoridades concernientes en declarar esta súbita epidemia.
En Brasil es obvio que las autoridades de salud y las corporaciones de la industria químico-farmacéutica desean ocultar la verdadera causa de las malformaciones infantiles y vender cuantiosas cantidades de repelentes contra mosquitos a los atletas y turistas que ingresarían al país con motivo de los Juegos Olímpicos. En general, la narrativa del miedo del virus del zika se ajusta perfectamente a los intereses de las transnacionales que producen insecticidas y vacunas para distribuir sus productos embodegados; y en Estados Unidos el gobierno la ha utilizado para remover restricciones a otros pesticidas tóxicos que producen cáncer y la enfermedad Alzheimer; de hecho el Congreso estadounidense pasó recientemente una resolución denominada “Zika Control Act”. También en Estados Unidos se ha utilizado el miedo generado con el escándalo del virus del zika para justificar la liberación de mosquitos genéticamente modificados cuyas efectos nadie puede predecir.