Gobierno de Nayib Bukele Hace Alardes de Soberanía

La encargada de negocios de la embajada de Estados Unidos en El Salvador, Jean Manes, anunció el pasado lunes 22 del corriente mes que se retiraría del país en vista de que no se percibe ningún interés por parte del gobierno de Nayib Bukele por mejorar las relaciones entre ambos países. Al respecto, el presidente de la Asamblea Legislativa controlada por el partido oficialista, Conán Castro, restó importancia a lo expresado por la funcionaria norteamericana, arguyendo que las declaraciones de ella habían sido a título personal y no reflejaban la posición del Departamento de Estado de Estados Unidos. Algunos días atrás, el titular del Ministerio de Trabajo, Rolando Castro, expresó su deseo de Jean Manes se retirara de El Salvador, a quien él y otros personeros del régimen bukeliano han señalado de intervencionista en los asuntos internos del país.

La señora Manes fungió previamente como embajadora de Estados Unidos en El Salvador desde el 9 de diciembre de 2015 hasta el 31 de julio de 2019, habiendo sido sustituida por Ronald D. Johnson, nombrado por el expresidente Donald Trump. Durante su corto periodo como máximo representante diplomático de Estados Unidos en El Salvador, el señor Johnson evidenció durante su breve estadía (poco más de dieciséis meses) un respaldo absoluto al gobierno de Nayib Bukele, llegando hasta el punto de aparecer junto a él en diversos actos que no le incumbían, incluso después del allanamiento armado que el presidente salvadoreño hizo a la Asamblea Legislativa el 9 de febrero de 2020. Y es que al comparar la actitud de Bukele hacia los Estados Unidos cuando Donald Trump era presidente y su proceder ahora que Joe Biden ocupa la silla presidencial en Washington, el contraste es más que evidente, y no solamente eso: también es revelador.

Cuando el señor Trump presidía en la Casa Blanca, no tenía más que anunciar algo que deseaba hacer con respecto a los inmigrantes o a los países del llamado Triángulo del Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), para que los presidentes de esos países accedieran a sus deseos; pero destacaba el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, que accedía con tanta rapidez y entusiasmo que llegó a ganarse el apodo de Pelele. Ahora, en cambio, el presidente de El Salvador no solamente ignora los intentos de cooperación de la administración demócrata presidida por Joe Biden, sino que también hace alarde de defensor de la soberanía y en más de alguna ocasión ha acusado al gobierno estadounidense de intervenir en los asuntos internos del Estado salvadoreño, y en esto le acompañan algunos de sus funcionarios que han expresado indiferencia y menosprecio ante señalamientos de corrupción y posibles sanciones del gobierno de Estados Unidos.

¿A qué se atiene Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas para mostrarse tan fanfarrones y despreciativos ante las señales de acercamiento de la Administración Biden? ¿Qué impulsa a Nayib Bukele y algunos de sus funcionarios a presentar una actitud desafiante al gobierno actual de Estados Unidos?

La respuesta puede contener varios elementos, del más al menos importante, pero todos relacionados:

1. El notorio resquebrajamiento a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia en la forma de conducir la política exterior de Estados Unidos, que antes mostraba continuidad, congruencia y confiabilidad, independientemente del partido que estuviera en el poder, y que ahora se percibe como partidarista. Los aliados de Estados Unidos ahora no tienen certeza de cuánto durará un compromiso o si se romperá tan pronto llegue otro inquilino a la Casa Blanca, o cambie la correlación de fuerzas en el Congreso y el Senado.


2. La creencia de la extrema derecha de Estados Unidos y de otros países (incluyendo El Salvador) de que el Partido Republicano, posiblemente con Donald Trump a la cabeza, ganará las próximas elecciones presidenciales; algo que en estos momentos no puede descartarse totalmente. Si eso ocurriese, creen que cualquier señalamiento en cualquier lista, o cualquier sanción, será eliminada.


3. Nayib Bukele, al igual que la mayoría de políticos de derecha de El Salvador, se forman en escuelas estadounidenses, donde están sus maestros, por lo que están bien informados y participan de la nueva dinámica de la derecha globalizada, que está siguiendo lineamentos unificados en todo el mundo, aplicando éstos de acuerdo al país y a las circunstancias en que se encuentran sus partidarios en cada nación. La lucha de la derecha es por asegurar la impunidad y la eliminación de aparatos estatales de fiscalización y, por supuesto, la aniquilación de la izquierda.


4. El régimen bukeliano en realidad no tiene mucho que temer de la administración demócrata, puesto que en los aspectos más importantes de la política exterior de Estados Unidos, que es el rechazo y desconocimiento de gobiernos progresistas como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela, está bien posicionado, y no solamente eso, sus principales asesores proceden del círculo más cercano del líder opositor venezolano Juan Guaidó, a quien tanto republicanos como democrátas reconocen como presidente del país sudamericano. Por lo demás, Nayib Bukele se asesora con los recalcitrantes anticastristas de Miami, la ciudad que más visita en Estados Unidos, que tienen mucha influencia en el diseño e implementación de las políticas de Washington hacia Latinoamérica. Gobiernos como el de Bukele, permiten a Estados Unidos lucirse en la proyección de que no solo atacan a gobiernos de corte izquierdista.


Pero Nayib Bukele y sus secuaces podrían llevarse más de algún desencanto en el futuro venidero, porque aunque es cierto que en este momento no se descarta que el Partido Republicano pueda retomar la mayoría en la Cámara de Representantes y la presidencia, eso no es algo que pueda darse como un hecho, ya que la política está hecha de coyunturas y cada una tiene su propia dinámica, y muchas cosas pueden cambiar de aquí al momento en que se lleven a cabo los eventos electorales. En cuanto a Donald Trump, gente de su mismo círculo no desean que sea el candidato republicano, porque consideran que sería firmar una derrota. Este personaje lo que está haciendo es sacar el mayor provecho posible a su popularidad entre los sectores más derechistas para beneficiarse financieramente y evadir la justicia que le viene pisando los talones.

También la oposición al régimen bukeliano irá en aumento en El Salvador, y en tanto que Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas junto con sus aliados de GANA, PCN y PDC vayan cerrando los espacios de canalización del descontento, habrá radicalización y la Constitución vigente reconoce el derecho a insurrección del pueblo que puede llegar a ser coordinada y conjuntada con un movimiento militar presidido por los elementos más nobles de la sociedad.

En este momento, Nayib Bukele y su entorno manifiestan un menosprecio e irrespeto a la capacidad de reacción de la oposición, pero se equivocan si creen que siempre será así. También en El Salvador hay mentes brillantes y hay tradición de lucha y organización. Podría ser que las leyes y reformas arbitrarias que está imponiendo con la ayuda de su partido y aliados vayan a ser útiles para juzgarlo a él y sus compinches cuando cambien las circunstancias. Le podría pasar lo que le pasó a otros antes que él, y que igual que él se creían muy brillantes. Así como él junto a sus amigos están en cierta manera repitiendo la historia, de ese mismo modo la historia se podría repetir con él y los suyos de cierta manera.