Nayib Bukeles y las 48 Leyes del Poder: Cortina de Humo

Ley Número 3: Disimule sus intenciones.

Uno de los recursos mediáticos de mayor uso en el mundo de la política, y particularmente por los gobernantes, es el que se conoce como «cortina de humo». Ha sido usado hasta la saciedad y lo seguirá siendo, pues aunque la mayoría de las veces no logra resultados en un cien por ciento, siempre es efectivo para minimizar los efectos adversos de una situación contraria a los intereses de quien lo usa.

Al observar la forma de proceder de Nayib Bukele, es fácil percibir que ha sido instruido de manera rigurosa en los principios elucidados en el libro titulado Las 48 leyes del poder, del autor estadounidense Robert Green, publicado originalmente en idioma inglés en 1998, y que ha tenido una gran acogida entre los políticos de todo el mundo, ya que esta obra presenta de manera actualizada todos los principios originalmente difundidos por Nicolás Maquiavelo en El Príncipe. Por supuesto que actualmente hay otros gobernantes que actúan siguiendo los lineamientos de Las 48 leyes del poder, pero Nayib Bukele supera a todos ellos por la manera evidente en que lleva a la práctica esos principios. Ejemplo claro es el calculado incidente en el Golfo de Fonseca, en el que algunas naves artilladas de El Salvador ingresaron en aguas territoriales de Nicaragua, el pasado 6 de febrero, por lo que la Cancillería de ese país ha enviado una nota de protesta a similar salvadoreña.

Este incidente busca desviar la atención que la ciudadanía tiene fijada en el descubrimiento de un cementerio clandestino en Antiguo Cuzcatlán, en donde han sido encontrados 26 cadáveres, y cuya existencia ha sido mantenida oculta por las autoridades durante meses. Y es que para el gobierno de Nayib Bukele lo más importante es la proyección mediática de su imagen, como el mismo se ha denominado «cool», sin importar lo que opinen o sufran los demás. Y para dimensionar el tipo de información que a él le conviene cuenta con más de media docena de medios digitales bajo su control absoluto, además de aquellos que se le han aliado, y de esa manera desviar la atención sobre el macabro hallazgo de los cadáveres que una vez más pone de manifiesto que su Plan de Control Territorial es una farsa, solamente sustentada en el pacto secreto que —a un gran costo económico para el Estado— mantiene con las pandillas criminales.

En el libro de Las 48 leyes del poder, en la Número 3, se establece de manera general el criterio siguiente, dirigiéndose por supuesto a la persona que desea practicarla:

«Desconcierte a la gente y manténgala en la mayor ignorancia posible, sin revelar nunca el propósito de sus acciones. Si no tienen la menor idea de qué es lo que usted quiere lograr, les resultará imposible preparar una defensa. Condúzcalas por el camino de las falsas suposiciones, envuélvalos en una nube de humo y verá que, cuando al fin caigan en la cuenta de las verdaderas intenciones de usted, ya será tarde para ellos»


Esta ley, que ya había sido dilucidada por Maquiavelo, aunque él no la presentó de una manera estructurada como lo hace Green, consta en su desarrollo de dos partes, una «UTILICE FALSOS OBJETOS DE DESEO Y PISTAS FALSAS PARA DISTRAER LA ATENCIÓN DE LOS DEMÁS», y dos, «UTILICE UNA CORTINA DE HUMO PARA OCULTAR SUS ACTOS». En el caso que nos ocupa, el hecho mencionado de la violación a la soberanía nicaragüense, se enmarca perfectamente en la segunda parte de la Ley Número 3. Cada vez que Bukele ha confrontado una tempestad adversa en los medios de comunicación debido a sus actos negativos, ha recurrido a este principio, tal y como sucedió poco antes con el descubrimiento de la fosa de Chalchuapa, en la casa del asesino exagente Hugo Ernesto Osorio Chávez, cuando se dimensionó lo del bitcóin para desviar la atención. Con respecto a la segunda parte de la Ley Número 3, Robert Green dice:

«La cortina de humo es un concepto adaptable y puede ponerse en práctica en muchos niveles distintos, pero todos ellos juegan con los principios psicológicos de la distracción y de la confusión. Una de las cortinas de humo más eficaces es el gesto noble. La gente quiere creer en gestos aparentemente nobles y aceptarlos como genuinos, ya que esa confianza resulta placentera. Raras veces notan cuan engañosos pueden ser estos gestos»



Entre los ejemplos históricos que Robert Green cita para corroborar la efectividad de este principio, se encuentra nada más ni nada menos que Otto von Bismarck, quien en 1850, a la edad de 35 años, como representante ante el parlamento prusiano, se encontraba en un punto crítico de su carrera. Esto debido a que el tema del momento era la unificación de los diversos estados (incluida Prusia) en los que Alemania se encontraba dividida en aquel tiempo, y la amenaza de una guerra con Austria, el poderoso vecino del sur que aspiraba a mantener débil y dividida a Alemania y amenazaba, incluso con la intervención armada, en caso de que el país intentara unificarse. Detalla Green que el príncipe Guillermo, primero en la línea de sucesión del trono de Prusia, abogaba por ir a la guerra y el parlamento se había adherido a su causa, preparado para respaldar cualquier movilización de tropas; os únicos que se oponían a la guerra eran el rey de Prusia, Federico Guillermo IV, y sus ministros, que preferían aplacar a los poderosos austríacos. Durante toda su carrera, Bismarck había respaldado con lealtad el poder y la supremacía de Prusia. Soñaba con una Alemania unificada y con hacer la guerra contra Austria y humillar al país que durante tanto tiempo había logrado mantener dividida a Alemania. Como exsoldado, veía la guerra como algo glorioso. Bismarck, sin embargo, pronunció un discurso ante el Parlamento, durante el apogeo de la fiebre bélica en contra de todo lo que él mismo representaba. Las consecuencias de sus palabras fueron inmediatas. Si Bismarck estaba en contra de la guerra… ¿qué significado tenía esa actitud? Otros representantes se sintieron confundidos y algunos modificaron su voto. Finalmente, el rey y sus ministros ganaron y la guerra pudo evitarse. Algunas semanas después del ignominioso discurso de Bismarck, el rey, agradecido por su apoyo a la paz, lo nombró ministro del gabinete. Años más tarde se convirtió en Primer Ministro de Prusia. En esta función logró, al fin, conducir a su país y a su pacifista rey a una guerra contra Austria, en la que aplastó al poderoso imperio, luego estableció un poderoso Estado alemán, con Prusia a la cabeza.

A muchos desconocedores de las tácticas políticas les puede parecer un «gesto noble» el querer reclamar posesiones territoriales basándose en un absurdo y obsoleto nacionalismo, que en nuestro medio ha sido alimentado por las élites dominantes desde el tiempo de la independencia, pero las personas que están bien informadas, difícilmente podrán ser distraídas de su atención a los hechos que realmente interesan a la sociedad.