Poemas de Tirso Canales


Recientemente falleció Tirso Canales, quizá el último poeta de la llamada «Generación Comprometida» que nunca desistió de su compromiso, pese a las múltiples presiones que debió haber enfrentado producto de un cambiante entorno político, social, cultural y económico, muy distinto a aquel en que se integró al grupo del que también formaron parte Roque Dalton y otros que, aunque no destacaron mucho como algunos de los que claudicaron, lucharon por mantener vivo su pacto literario. El deceso ocurrió el pasado miércoles 29 de junio, como resultado de una prolongada enfermedad.

Antonio Tirso Canales Monterrosa, nombre completo del poeta, también se desempeñó en la política y en la actividad académica, y destacó en otros géneros literarios, tales como el cuento, el ensayo y la crítica. Fue un intelectual progresista que impregnó sus obras con contenido social, ya que abogaba por las causas de los sectores menos favorecidos de la sociedad. También siempre mantuvo una posición de promover la solidaridad con Cuba, incluso en los periodos cuando el hacerlo abiertamente podría acarrear inconvenientes de uno u otro tipo.

Tirso Canales nació en Panchimalco, el 26 de enero de 1931, y se mantuvo activo en el ámbito literario hasta su muerte. Últimamente era articulista de el Diario Co Latino, en el que mantuvo una columna de análisis político-social titulada «El Fantasmario», en la que expuso sus opiniones en torno a distintos temas de la actualidad nacional. En el pasado había fungido como Director de la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional de El Salvador, cargo que le permitió cooperar en la publicación de otros autores emergentes.

Ciertamente, Tirso Canales supo en la práctica sortear la valoración que de los poetas de su tiempo hizo el escritor y catedrático estadounidense (de origen chileno) Arturo Torres Rioseco en sus Categorías Literarias, en donde expresa: «El poeta quiere ser considerado como hombre de izquierda, como defensor de las masas, pero al mismo tiempo anhela mantener su reputación de poeta culto, de escuela, de técnica de vanguardia». Sentenciando más adelante, desde una postura ideológica claramente antagónica y de supremacismo intelectual: «El poeta de hoy continúa siendo, por una extraña paradoja, el conquistador español, el encomendero que proclama un sistema comunista en un terreno de incomprensión y de indiferencia humana. Sigue siendo el europeo frente al indio, dos culturas que no se funden ni se fundirán».

Poemas de Tirso Canales

Elegía Violenta a un Hombre Agrario


—1—

La historia, la carnicería, ríe,
pero el hombre… está herido.
El victimario calla.
Profundamente calla.
¡También todos callaron!
desde antes, las sombras
cayeron en tu espalda.
Hoy eres solamente,
cualquier sobrante de heno
que se aburrieron
de morder las bestias…
¿Y habrá quién todavía,
nos diga lo contrario?
Hoy no respiras.
Hoy se te negó el aire:
Como un santo soberbio.
¿Cómo justificamos esto,
esa tu muerte pálida, de paja…?
¿Y quién afirmaría, que nosotros
—Poetas— no estamos complicados
en esa muerte tuya?
¿Quién se atreve y decir,
inútilmente
la perdida lujuria de la rosa?
En este caso nadie…!


—2—

Ahora tu corazón,
es una fruta seca
consumida en su mismo aroma.
Ahora tus ojos son
un par de gotas duras
pesándole a la noche.
Ahora tu cuerpo,
desolado pétreo,
es nada más el cauce
que agotó su río.
Ahora sí,
al fin mañana mismo
tendrás tu propia tierra.
Tu corazón,
— tractor en el subsuelo—
romperá las parcelas
de tu alto pecho agrario.
Sembrarás la protesta
dolida de tus dientes.
Y estoy seguro
que mañana,
tu voz vendrá temblando
en los cereales.
Y en la leche más tierna
del maíz,
cabrá la gota sagrada de tu genio.


—3—

Francamente,
cualquiera afirmaría
que tú viviste de hombre.
La vorágine herida de mi grito
aún lo está preguntando:
¿Fuiste invierno,
que retornó a su origen?
¿O fuiste lana,
que volvió a su oveja?
¿O la grave nostalgia,
de algún minero antiguo?
¡O la mueca del hacha,
reventada de un golpe?
Francamente, penetra la tristeza…!
—4—

Después de todo,
lo sentiremos mucho.
Lo sentirá mi pecho
y la herramienta tuya.
Lo sentirá la lluvia
y el sol de mediodía.
¿Qué más después de todo?
Yo por mi parte,
—poeta en la esperanza—
lo más que ofrecería,
es besarte las manos coaguladas,
mientras me duele el canto.
Y en el futuro
—Eso si, lo prometo—
saludar las auroras
de tu nombre…!


Hay cosas en la vida…!
(Hay golpes en la vida, yo no sé)
César Vallejo.

Hay cosas en la vida de los hombres,
profundamente tristes…
Uno ha querido amar
con torrenciales ansias
y el asombro le apaga
la voluntad de un golpe…!
Uno abre el corazón
intensamente,
como si abriera un día
con sus anchas luces.
Eso lo hiciste tú, Sandino,
darte a todos los hombres
con efusión ardiente.
Eso lo hiciste tú,
sin admitir siquiera,
que el amor a la Patria
y a los hombres,
es como derramar
la vida de antemano…!
Eso lo hiciste tú, Sandino
con una voz resuelta,
y un hondo sentimiento
en la mirada…
Tú. hombre de esta tierra,
gran ráfaga de luz
en medianoche; tibieza
y entusiasmo
soldado de amplio pecho.
Tú, hombre de estas Patrlas
heredadas, ajenas…
Yo no sé, yo No Sé,
pobladas de tristeza…!