Resumen de Los Diálogos de Platón

Por Esteban Balmore Cruz


Tipo de obra: Diálogos Filosóficos
Autor: Platón (427-347 a.C.)
Tiempo: alrededor de 400 a.C.
Ubicación: Grecia, principalmente
Atenas
Primera transcripción:  387-347 a.C.
Personajes principales:
     Sócrates, filósofo ateniense
     Gorgias, sofista
     Protágoras, sofista
     Critón, contemporáneo de
Sócrates, su viejo amigo
     Fedro, un defensor de la
retórica
     Aristófanes, poeta y dramaturgo
     Teeteto, héroe de la batalla de corinto
     Parménides, filósofo de Elea
     Filebo, un hedonista
     Timeo, un filósofo y estadista
     Platón, alumno de Sócrates

Los Diálogos platónicos se consideran junto con las obras
existentes de Aristóteles como la colección más importante de trabajos
filosóficos producidos hasta ahora en el mundo occidental. Aunque la influencia
de Platón se debe en parte al hecho de que sus obras han sobrevivido, a
diferencia de muchos escritos de filósofos griegos anteriores, y también al
hecho de que en varias ocasiones en la historia de la iglesia sus ideas han
sido utilizadas de una forma u otra en el proceso de construcción de una
teología cristiana, aunque la influencia de Aristóteles a este respecto ha sido
mayor, la principal causa de su efecto pasado y presente sobre el pensamiento
humano es la calidad de su trabajo. El carácter distintivo del pensamiento
platónico encuentra expresión adecuada en la forma de diálogo.

Aunque Platón, como todos los filósofos, tuvo sus perspectivas favoritas
desde las que interpretó y, consecuentemente, vio el mundo, comprendió mejor
que la mayoría de los filósofos que la filosofía es más una actividad de la
mente que el producto de una investigación. Esto no quiere decir que la
filosofía no ilumine, en un sentido legítimo, el mundo; significa que, en el
proceso de dar sentido a la experiencia, el filósofo es inquieto: ninguna forma
de aclarar una idea o un punto de vista es completamente satisfactoria, y
siempre hay mucho que decir acerca de algún modo alternativo de explicación.
Cuando las concepciones platónicas distintivas finalmente se aclaran, lo hacen
en un contexto de discusión penetrante mediante el cual las ideas alternativas
son exploradas por sus propios valores y complementan la concepción que Platón
finalmente respalda. Como un instrumento para presentar el punto crítico del
contrapunto de ideas, el diálogo es ideal; y como un personaje que controla el
curso general y la calidad de la discusión, Sócrates no tiene rival.

Sócrates era el maestro de Platón, y probablemente por respeto a él,
como hombre y filósofo, primero consideró usarlo como el contendiente principal
en sus diálogos. La reflexión debe haberle impuesto su decisión, ya que
Sócrates era más importante por su método que por sus ideas fijas, más por su
valor como irritante filosófico que como fuente de sabiduría duradera. El
método socrático a menudo se describe como un método de preguntas y respuestas
diseñado para poner de manifiesto las contradicciones y omisiones en los puntos
de vista filosóficos de los demás; pero se entiende mejor como una técnica
inteligente para jugar con las ambigüedades de las aseveraciones para conducir
a otros a que cambien su uso de los términos y, por lo tanto, a aparente inconsistencia.

La pregunta acerca de hasta qué punto Platón usa los diálogos para
registrar las ideas de Sócrates y la medida en que le utiliza como proponente
de sus propias ideas, probablemente nunca sea respondida de manera concluyente.
La pregunta es, por supuesto, histórica; filosóficamente hablando, no hace
ninguna diferencia de qué ideas encuentran su camino en los diálogos. Una
suposición bastante segura es que Sócrates enfatizó la importancia de los
problemas filosóficos de valor, conocimiento y filosofía en sí. Probablemente
argumentó que es importante conocerse a sí mismo, que la admisión de la propia
ignorancia es una clase de sabiduría que poseen pocos hombres, y que la virtud
es el conocimiento.

Ciertamente, Sócrates debe haber tenido una devoción a su llamado como
filósofo y crítico: ningún hombre que considerara la filosofía como un juego se
hubiera quedado en Atenas para enfrentar la acusación de que por filosofía
había corrompido a la juventud de dicha ciudad, ni habría negado una
oportunidad de escape después de haber sido condenado a muerte. El valor y la
integridad de Sócrates se registran con un poder punzante en Apología,
el diálogo en el que se defiende a sí mismo y a la filosofía de los cargos
presentados en su contra; el Critón, en el que Sócrates se niega
a escapar de la prisión; y el Fedón, en el que discute la
inmortalidad del alma antes de beber el veneno de cicuta por el que muere.

De las ideas presentadas en los diálogos, tal vez ninguna es más
importante que la teoría de Platón de Ideas o Formas. Esta idea se expresa más
claramente en La República, el diálogo en el cual el problema de descubrir la
naturaleza de la justicia en el ser humano se resuelve al considerar la
naturaleza de la justicia en el estado. Platón distinguió entre cosas
particulares, los objetos que experimentamos en nuestra vida cotidiana y el
carácter que las cosas tienen o podrían tener. La bondad, la verdad, la belleza
y otras propiedades características universales que pueden afectar a una
cantidad de objetos individuales son eternas, inmutables, hermosas y la fuente
de todo conocimiento. Aunque algunos críticos han afirmado que Platón hablaba
metafóricamente cuando expresaba, a través de Sócrates, acerca de la realidad
de las Formas, hablando como si disfrutaran de una existencia separada, los
diálogos dejan la impresión de que Platón consideraba que las Formas (Ideas)
realmente existían, en algún sentido peculiar a ellas mismas, como universales
o prototipos que las cosas pueden o no pueden ejemplificar. Si se hace una
revisión, aunque somera, de la gama de preguntas y respuestas tentativas que se
encuentran en los diálogos, entonces se obtiene un indicio del poder de Platón
como filósofo. Pero los diálogos deben leerse antes de que se pueda apreciar la
profundidad de la mente especulativa de Platón y la habilidad de su dialéctica.
Además, solo una lectura de los diálogos puede transmitir el encanto, el
ingenio y la gama de simpatía de Platón. Si el resultado final puede atribuirse
en buena parte a Sócrates como el maestro inspirador de Platón, no es
importante. Sócrates como el sujeto y Platón como el escritor (y filósofo con
toda probabilidad más creativo que Sócrates) se combinan para dejarnos una
imagen inolvidable de la mentalidad helenística.

Aunque muchos de los diálogos se refieren a más de una pregunta, y
aunque las respuestas definitivas son infrecuentes, por lo que las discusiones
centradas en un tema determinado pueden derivar en una serie de disertaciones
diferentes, puede ser útil indicar los problemas centrales y las conclusiones
de los diálogos:

Cármides se centra en la pregunta: «¿Qué es la templanza?» Después de
criticar varias respuestas y sin responder finalmente a la pregunta, Sócrates
enfatiza el punto de que la templanza involucra el conocimiento. Lisis
y Laques
consideran, respectivamente, las preguntas, «¿Qué es la amistad?» y
«¿Qué es el coraje?» La discusión anterior saca a relucir la
dificultad de la cuestión y la resolución de conflictos de valores: la última
distingue el coraje del mero enfrentamiento del peligro y señala que el coraje,
como una de las virtudes, es un tipo de conocimiento que involucra voluntad de
actuar por el bien. El Ion exhibe la ironía socrática en
acción sobre un rapsodo que está orgulloso de su habilidad en la recitación
poética. Sócrates argumenta que la poesía es el resultado de la inspiración,
una especie de locura divina. En el Protágoras, Sócrates identifica la
virtud y el conocimiento, insistiendo en que nadie elige el mal sino por
ignorancia. Uno de los numerosos ataques del arte sofístico de la lucha con
palabras está contenido en Eutidemo.

En Meno, el filósofo Sócrates y sus compañeros se preguntan si la
virtud se puede enseñar. La doctrina de que las ideas se implantan en el alma
antes del nacimiento se demuestra al llevar a un niño esclavo a dar las
respuestas correctas a algunos problemas de la geometría. Al principio parece
que como la virtud es un bien y la bondad es el conocimiento, la virtud se
puede enseñar. Pero como no hay maestros de la virtud, no se puede enseñar; y,
en cualquier caso, dado que la virtud implica una opinión correcta, no es
enseñable.

«¿Qué es la piedad?» es la pregunta del Eutifrón. La idea de
Eutifrón de que la piedad es lo que agrada a los dioses es inadecuada.

La Apología es el retrato más efectivo de Sócrates en una
situación práctica. Ningún momento en su vida tuvo consecuencias más graves que
el juicio resultante de la acusación de haber corrompido a la juventud de
Atenas con sus enseñanzas, pero Sócrates continuó siendo él mismo, discutiendo
dialécticamente y reafirmando su amor por la sabiduría y la virtud. Se
imaginaba a sí mismo como un tábano, que sacaba a los atenienses de su
arrogancia intelectual. Argumentó que no corrompería a nadie voluntariamente,
ya que corromper a los que lo rodean sería crear maldad que podría dañarle.

Sócrates se muestra como respetador de la ley en el Critón; él se niega a
escapar después de haber sido declarado culpable. En el Fedón argumenta que el
filósofo busca la muerte porque su objetivo en la vida es separar el alma del
cuerpo. Aboga por la inmortalidad del alma al decir que los opuestos se generan
a partir de los opuestos; por lo tanto, la vida se genera a partir de la
muerte. También, el alma es, por su propia naturaleza, el principio de la vida;
consecuentemente, no puede morir.

El diálogo Hipia Mayor no resuelve la pregunta: «¿Qué es la
belleza?», pero sí muestra, como lo señala Sócrates, que «todo lo
bello es difícil».

El tema del amor se considera desde varias perspectivas filosóficas en
el Simposio,
que culmina en la concepción del amor más elevado como el amor del bien, lo
bello y lo verdadero.

Gorgias comienza con una discusión sobre el arte de la retórica, y procede al
desarrollo de las ideas socráticas familiares de que es mejor sufrir el mal que
hacerlo, y que es mejor ser castigado por una maldad cometida que escapar del
castigo.

El Parménides es un argumento técnico fascinante sobre varios
acertijos lógicos sobre el uno y los muchos. Contiene algunas críticas a la teoría
de las ideas de Platón. El creciente interés de Platón en los problemas del
método filosófico se muestra en Crátilo, que contiene una discusión
del lenguaje que comienza con la pregunta de si hay nombres verdaderos y
falsos. Sócrates no es dogmático sobre las implicaciones del uso de nombres,
pero sí insiste en que cualquier teoría del lenguaje permite que los hombres
continúen hablando de su conocimiento de las realidades.

El Fedro es otro discurso sobre el amor. Contiene el famoso mito
del alma concebido como auriga y corceles alados. En el Teeteto, Sócrates examina
la propuesta de Teeteto de que el conocimiento es percepción sensorial. Él
rechaza esta idea, así como la noción de que el conocimiento es opinión
verdadera.

El Sofista es un estudio cuidadoso del método sofístico con
énfasis en el problema del ser y el no ser. En el Estadista, Platón
continúa el estudio del estado que inició en La República,
presentando la idea que Aristóteles recalcó más tarde: la virtud es un medio.

Sócrates argumenta en el Filebo que ni el placer ni la
sabiduría son en sí mismos el bien supremo, ya que el placer que no se conoce
es inútil y la sabiduría que no es agradable no vale la pena tenerla; solo una
combinación es completamente satisfactoria.

Una rara excursión a la física y una consideración filosófica de la
naturaleza del universo se encuentran en el Timeo. Aquí Platón
escribe acerca de Dios, la creación, los elementos, el alma, la gravitación y
muchos otros asuntos.

En Critias, un diálogo inacabado, presenta la historia de una
guerra antigua y mítica entre Atenas y la Atlántida; y con  Leyes, el más largo de los diálogos,
Platón abarca la mayoría de las áreas abordadas en sus otros diálogos, pero con
un contenido religioso añadido: el alma es la fuente de la vida, el movimiento
y la acción moral; y hay un alma malvada en el universo con la cual Dios debe
lidiar.

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