Signos del Zodíaco: Capricornio

Capricornio

(21 de diciembre-19 de enero)


Décimo signo del zodíaco, que comienza en el solsticio de invierno, la puerta de los dioses, cuando la muerte aparente de la naturaleza corresponde a la plenitud espiritual, en la época de la mayor ingeniosidad del hombre, liberado por la ausencia de labor estacional. Símbolo del fin de un ciclo y, sobre todo, del comienzo de un ciclo nuevo: es el signo que inaugura el zodíaco del Extremo Oriente. Expresa la paciencia, la perseverancia, la prudencia, la industria, la realización, el sentido del deber. Está situado bajo la regencia de Saturno.

Para nuestro hemisferio el Capricornio simboliza el despojo, la retracción y la concentración del invierno en su severa grandeza; se asimila a la Nochebuena, cumbre del frío y la obscuridad; hora cero para la semilla hundida en el suelo en vistas de la lejana mies. El elemento Tierra inicia su proceso; es la tierra invernal, en cuyas profundidades se elabora la lenta y penosa obra de la vegetación. Este punto de partida se acopla dialécticamente con una noción de llegada, de destino, de meta, concebida como un mediodía terrestre, una cima. El signo se representa con un animal fabuloso medio cabrón, medio delfín, o con una cabra, cuadrúpedo escalador atraído por las cumbres. Está regido por Saturno, asociado a todo lo duro, ingrato, sombrío y obscuro, despiadado dios del tiempo que cristaliza al hombre en sus supremas ambiciones, cuando no lo condena al despojo y a la renuncia. La naturaleza capricorniana lleva la señal de este universo frío, silencioso, inmóvil. Se edifica en un primer movimiento de retirada en sí mismo y de concentración; la vida deserta el exterior de este personaje, que ofrece a menudo el aspecto gris de la simplicidad, de la sobriedad, de la discreción; se refugia en sus profundidades y la lenta subida de las fuerzas allí escondidas y tantas veces ignoradas por el propio ser, le permite afirmar su valor asegurándole el pleno gobierno de sí mismo. Este imperio de sí mismo es el resultado de un paciente entrenamiento de la voluntad, ejercida para afirmar su dominio sobre el instinto y la sensibilidad.

Su figura simbólica, cuerpo de cabrón, cola de pez, revela la naturaleza ambivalente del capricorniano, dejada a las dos tendencias de la vida, hacia el abismo y hacia las alturas, hacia el agua y hacia la montaña. Tiene posibilidades inversas, evolutivas e involutivas, y sólo encuentra el arduo equilibrio en una perpetua tensión entre sus atracciones opuestas.

Fuente
Diccionario de los símbolos
Jean Chevalier & Alain Gheerbrant. 
(Traducción: Manuel Silvar & Arturo Rodríguez).